22 grandes discos de 2022

Apenas un puñado de (grandes) títulos entre lo mejor de un año con mucha música editada y un único factor común: la diversidad

Por  ROLLING STONE

diciembre 26, 2022

De Babasónicos a Rosalía, pasando por Jack White, La Renga o Taylor Swift, 2022 fue un año nutrido de grandes lanzamientos. Por eso, el staff de ROLLING STONE eligió los 22 discos más destacados con una única premisa en mente: la celebración de la diversidad.

Babasónicos – Trinchera

El álbum número 13 en su lista poco oficial (la cantidad de material “extra” que aportaron desde diferentes formas y formatos, entre lados B, EP, vivos, soundtracks, spoken-words y demás doblan la discografía) encuentra su discurso/eje estético en la finitud, las despedidas, la existencial convivencia con la muerte y las paradojas intrínsecas de cualquier final. Todo narcotraficado por esa entidad hoy conocida como Babasónicos. “Bye bye” es la síntesis del sonido de un grupo que puede unir rock y pop y disco y humor, con instinto superficial y profundidad existencialista. Elegancia e incorrección política desde lo político y lo cultural. Trinchera es un disco que se disfruta como un cuento para niños del siglo XX o una novela clásica de misterio.

The Smile – A Light for Attracting Attention

El debut de esta nueva banda de Thom Yorke y Jonny Greenwood remite a la esencia más cruda de Radiohead: rock progresivo, minimalista, condimentado con el ingenio de Yorke. El batero de jazz Tom Skinner completa el trío con ajustados y movedizos ritmos que le aportan dosis de funk a “The Smoke” y groove en 7/8 a “Pana-Vision”. Los tres músicos funcionan bien juntos y alcanzan algunos momentos trascendentales, como el vagamente pinkfloydesco “Free in the Knowledge”.

Rosalía – Motomami

Motomami es un conjunto de binomios que configuran, en pares disonantes, una obra maestra basada en progresiones, sintetizadores y órganos saturados. Es un disco vanguardista que recoge las raíces y las capacidades técnicas de Rosalía. Desarma la estructura tradicional de la música en español, haciendo que las raíces sirvan de acompañamiento melódico y no rítmico. Sus bombos recuerdan a los kicks de Trent Reznor y llevan la experimentación a tal nivel que invoca a quienes lograron liberarse de la industria comercial.

Marilina Bertoldi – Mojigata

Advertencia: el quinto álbum de estudio de Marilina Bertoldi viene con exceso de groove. En menos de media hora, la santafesina confirma una vez más su lugar de preponderancia en la escena del rock local y tira algunas puntas hacia el futuro con fórmulas que poco tienen que ver con el mandato de la industria. Los puntos más altos: “Es poderoso”, donde desfragmenta las palabras para darles un acento propio, “La cena”, con riffs de guitarra como látigos, y “Cosa mía”, que ahuyenta a todos los fantasmas.

Trueno – Bien o mal

“El barrio necesitaba tu voz como vocero”, dice Pedro Peligro, el padre de la criatura, en “Hoop Hoop”, una épica biográfica a pura rima. Es el inicio de un disco ambicioso, donde el rapero de La Boca expande su universo musical hacia las músicas de raíz. Colabora con Víctor Heredia en “Tierra zanta”, y en “Argentina” traza un mapa emocional a dúo con Nathy Peluso. Explora el reggaetón con J Balvin, da cátedra de trap con Duki (“Panamá”) y entrega un hit (“Dance Crip”), que es una oda al hip-hop old school.

Arctic Monkeys – The Car

Cuando los Arctic Monkeys dejaron de lado la velocidad adolescente de sus guitarras para abrazar la tranquilidad del piano, se abrió una grieta enorme. De un lado, los que creen que el séptimo álbum de estudio de los cuatro de Sheffield no es más que una continuidad sonora de su antecesor, Tranquility Base Hotel & Casino (2018). Del otro, los que identifican en temas como “There’d Better Be a Mirrorball” o “Body Paint” un registro sonoro inédito en la banda. Y a un Alex Turner que, en su rol más crooner, cada día canta mejor.

Jorge Drexler – Tinta y tiempo

La diversidad de tópicos, de ritmos, de nombres propios (C. Tangana, Rubén Blades, Noga Erez, Martín Buscaglia, Campi Campón y Javier Calequi, entre otros), construyen un highlight en la discografía de Drexler. A los 57 años, el uruguayo conoce a la perfección el secreto para darles un carácter universal a sus emociones, a sus obsesiones, a su particular visión del mundo. Lo hace con la precisión de un orfebre, con la sabiduría que da el paso del tiempo, pero con la energía del artista cachorro.

Mitski – Laurel Hell

“A veces creo que soy libre, hasta que me encuentro de nuevo en mi lugar”, canta Mitski en “Everyone”, uno de los temas de Laurel Hell, disco que por momentos entierra y por momentos realza su mensaje bajo capas de sintetizadores. Si sus trabajos anteriores la presentaron como una cronista a corazón abierto, la última obra de Mitski Miyawaki es aún más emocional y expresa su incomodidad con su estatus de referente indie-rock. A primera escucha, puede resultar un disco inaccesible. Esa es exactamente la idea de Mitski.

Feli Colina – El valle encantado

Según la salteña Feli Colina, El valle encantado, título de su tercer álbum, queda en un trópico fantasioso y fresco, que relee el folclore de su región e imagina bagualas cósmicas. La dama, que supo deslumbrar en los vagones del subte porteño, ganar el concurso Camino a Abbey Road y grabar en aquel estudio mítico, rezuma en su nueva entrega tradición y vanguardia (ciudad y campo/ perreo y gato) en una obra sorprendente, que les da aires futuristas a las músicas de raíz. ¿Acaso nuestra Rosalía?

Jack White – Entering Heaven Alive

“Ya no me exijo nada/Mi paz es la libertad de las masas”, declara Jack White en su segundo álbum de 2022. Desde la disolución de The White Stripes, el músico ha experimentando con su personaje, sonido, elección instrumental y tinte de cabello. Y acá se nos presenta en su última variación: un Jack serio y acústico. El álbum está sumergido en tenues acuarelas y su voz, enmarcada entre guitarras, cellos y otros adornos elegidos cuidadosamente. White parece dispuesto a luchar contra los fantasmas del pasado.

La Renga – Alejado de la red

Evocando a los “náufragos” de los años sesenta que buscaban escapar del mundo burgués, hoy La Renga parece retomar aquel término invitando a sus huestes a vivir la vida lejos de la conectividad y naufragar con ellos en las augas del rock puro y duro. Una travesía sonora que puede ir de la urgencia arrolladora de futuros clásicos rengos (“Parece un caso perdido”) a la psicodelia entendida en la esquina del infinito barrial (“En bicicleta”) y del jam virtuoso (“Flecha en la clave”) al espíritu metalero en clave Hermética.

Wet Leg – Wet Leg

Una de las mejores bandas de rock surgidas en los últimos cinco años, este dúo acumuló toneladas de merecido hype gracias a singles alegremente cáusticos como “Wet Dream” y “Chaise Longue” para luego confirmar todas las expectativas con su fantástico disco debut. Wet Leg deslumbra con afiladas canciones, en una especie de update de legendas noventeras como Pavement y Elastica. “No quiero seguirte en Instagram, no quiero escuchar a tu banda”, canta en “Angelica” el grupo que probablemente seguiremos por un buen tiempo.

Beyoncé – Renaissance

Una colección de éxitos alegres, cortes que van más allá de los límites y baladas acogedoras cuya esencia vintage está a la vanguardia. De eso se trata Renaissance, el álbum que sugiere amablemente que la nueva era de la icónica cantante pop implica permanecer un poco en la vieja escuela. Lo que primero llama la atención es su atmósfera apacible, inclusive algunos de sus cortes más movidos emplean estribillos hipnóticos con un registro melifluo y discreto. Estos 16 temas, que se balancean entre el deep house, el afrobeat y el boogie ochentoso, resaltan como reliquias de una era análoga en la que los sencillos más bailables eran tan exuberantes y orgánicos como las canciones que podías escuchar descansando en casa.

Kendrick Lamar – Mr. Morale and the Big Steppers

A pesar de toda la discusión en torno de sus letras sobre la cultura de la cancelación y el reclutamiento del controvertido rapero Kodak Black en varios temas, el primer disco de Lamar en cinco años es más dinámico y provocador que casi cualquier otra cosa en el rap. Algunos críticos responderán que su ambición vuela demasiado alto. Pero después de varios trabajos rupturistas, Mr. Morale parece mostrar a un Lamar listo para explorar un futuro lleno de familia, terapia y autoconsciencia.

Cuarteto de Nos – Lámina once

La banda uruguaya valida y expande su nuevo estadio de popularidad regional con este disco (semi) conceptual, inspirado en el test psicológico de Rorschach, pero también en las disonancias de la comunicación y el consumo. En media hora pasan ocho temas que podrían ser ocho singles, desbordantes de ideas, imágenes, personajes y patologías. Hay un momento especialmente alto en “Fiesta en lo del Dr. Hermes”, prodigioso cruce de literatura clásica con observación social, que no precisa videoclip para pintar una escena plena de grandilocuencia y pequeños gestos. La serie de podcasts que Roberto Musso, voz y pluma del Cuarteto, publicó sobre cada track –una jugada de riesgo– aporta aún más sustancia.

King Princess – Hold on Baby

“¿Acerca de qué otra cosa podría componer más que sobre devolvérsela a alguien?”, recordaba Mikaela Straus haberse preguntado alguna vez. La respuesta que encontró es Hold on Baby, una odisea de 40 minutos entre desbordes emocionales, letras introspectivas y estribillos memorables que suenan a una combinación mágica de Savage Garden y Audioslave. La artista de 23 años puede no tener el corazón roto, como en su debut de 2019, pero lo compensa con impetuosos tracks como “Cursed” y “Too Bad”.

Fito Páez – Futurología Arlt

El tercer álbum de Fito Páez en apenas dos años no solo demuestra su prolífico e inspirado momento, sino también el amplio espectro musical y la ambición artística que siempre formaron parte del ADN creativo del rosarino. Futurología Arlt es un disco doble que tiene su génesis casi treinta años atrás y que, basado en la obra del escritor argentino Roberto Arlt Los siete locos, funciona como una suerte de banda sonora de un musical tango-pop-futurista compuesto para una puesta en escena “multidisciplinaria”.

Taylor Swift – Midnights

Adiós a la era Folklore y Evermore. En Midnights, Swift salió del bosque y se metió adentro –un cuarto de madera y sillones color mostaza– para crear esta oda al insomnio. Gemas desbordantes de sintes, como “Maroon”, suenan a primos lejanos de 1989, aunque sean del tipo de parientes a los que les encanta recordar aquellos años setenta sobrecargados de cocaína escuchando Fleetwood Mac en su viejo equipo Wurlitzer. Es un disco para escuchar de principio a fin. Si no estás con tiempo, enfocate en “Vigilante Shit”, “Bejeweled” y “Labyrinth”.

Bud Bunny – Un verano sin ti

Un verano sin ti, el cuarto álbum de su discografía como solista, prueba una vez más que su obra no solo está concebida como algo más que buscar el hit esporádico, sino que también hay una búsqueda por marcar presencia en la escena como un artista que puede pensar en plazos extensos. Por eso estos veintitrés canciones y más de ochenta minutos de música centrada en el reggaetón como estructura y eje desde el cual moverse brevemente hacia las proximidades. Y un poco más lejos también.

Dante Spinetta – Mesa dulce

La vuelta de Mister D-Funk. En su quinto álbum solista Dante se prende fuego y encuentra su mejor forma a base de hiper-funk, ese que lleva el espíritu de Sly & The Family Stone y Prince (el arreglador del pequeño genio de Mineápolis, Michael B. Nelson, vuelve a colaborar con el IKV) a zona latina y más allá. Funk para la pista y soul para derretirse, con un Dante que se luce con la guitarra, claro, pero también con la voz. Mesa dulce incluye además dos feats de última generación: Trueno (“Sudaka”) y Ca7riel (“Gambito”).

Nahuel Briones – Milagros inútiles

“La globalización de informaciones (el acercamiento) no fue útil para detener horrores, todo lo contrario: fue una forma de viralizar torturas, de servirnos miedo”, lanza Nahuel Briones. La canción-manifiesto se llama “Internet nos cagó” y es una de las siete que integran Milagros inútiles, una cartografía emocional y sociológica de la vida cotidiana en el siglo XXI. Si en una noche de excesos Patricio Rey y David Bowie hubieran engendrado a una nueva criatura, esa criatura sería Nahuel Briones.

Mi Amigo Invencible – Isla de oro

Con el objetivo de mutar hacia un sonido más pop, la banda mendocina Mi Amigo Invencible convocó al músico uruguayo Martín Buscaglia para que se hiciera cargo de la producción de su octavo disco de estudio, Isla de oro. ¿El resultado? Ocho canciones que fueron grabadas en ocho jornadas en Unísono –el estudio fundado por Gustavo Cerati–, entre las que se destacan “Un par de árboles”, que abre el álbum, “La araña”, en clave lo-fi, y la tenue “Accidentes geográficos”, con la voz invitada de Paula Trama (Los Besos, Susi Pireli).

Textos de Sebastián Ramos, Humphrey Inzillo, Daniel Flores, Diego Ortiz, Martín Sanzano, José Bellas, Sebastián Chaves, Kory Grow, Jonathan Bernstein y Will Dukes.

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