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Scream 6

La sexta parte de la saga creada por Wes Craven, ya muestra graves signos de cansancio y sobresaturación

Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett 

/ Melissa Barrera, Jenna Ortega, Courteney Cox, Jasmin Savoy Brown

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de UIP

La sexta entrega de Scream comienza con Samara Weaving, una actriz que los fanáticos del terror reconocemos por ser la final girl de Boda sangrienta y la asesina satánica en La niñera. Antes de que timbre el teléfono, nos preguntaremos con algo de rabia e indignación. ¿En serio? ¿Nos van a volver a hacer una “Drew Barrymore”?

Más de lo mismo. Ese es el principal problema con Scream 6, la secuela de la recuela a cargo de Matt Bettinelli-Opin y Tyler Gillett, la dupla de directores que lograron llamar nuestra atención con Scream 5. Pero al igual que David Gordon Green lo hizo con su recuela de Halloween, sus continuaciones no lograron mantener la promesa inicial.

Scream 6 no llega a ser un desastre del todo, gracias a una que otra sorpresa y a las presencias del veterano Dermot Mulroney (que parece sacado de una película dirigida por la hija de David Lynch); a la porrista de la serie Héroes Hayden Panettiere y al villano de Arrow Josh Segarra (brotando sospecha por todos lados); a nuestra adorada Merlina, Jenna Ortega (rogando por volver a la serie de Tim Burton); y a nuestra querida amiga Courtney Cox, una de las dos final girls de la saga original, quien nos ofrece una breve aparición (Neve Campbell no quiso aparecer en esta entrega y su ausencia se siente, al igual que la inexplicable falta de humor).

La idea de agrupar y asemejar a las hermanas Carpenter (Ortega y Melissa Barrera) y a los hermanos Meeks-Martin (Jasmin Savoy-Brown y Mason Gooding), los cuatro sobrevivientes de la cinta anterior, como si se tratara del grupo de investigadores adolescentes de la serie animada Scooby-Doo (o peor, del terrible spinoff para adultos conocido como Velma), no ayuda para nada.

Tampoco ayuda que los asesinatos de Ghostface, tan eficaces y aterradores en la anterior cinta, aquí no generen el más mínimo sobresalto. Nuestro asesino en serie debería tomar clases con el pierrot de Terrifier y de paso, revisar su cuchillo, porque lo entierra una y otra vez y no llega a matar a casi ninguna de sus víctimas.

Pero lo peor de todo es la resolución final, en donde se revela quien (o quienes) están tras la máscara de Ghostface. Aquí no se harán spoilers. Tan solo se dirá que la explicación es tan absurda como la del dueño del parque de diversiones que se hacía pasar por fantasma en Scooby-Doo

Todo parece indicar que esta saga seguirá y seguirá como el conejo del comercial de Energizer, pero sin su encanto y carisma. Es hora de sepultar a todos estos personajes de los slashers ochenteros y de las resurrecciones noventeras (Scream pertenece a este último grupo).

El futuro del terror está en lo que en Scream 5 se mencionaba como “Alto Terror”: Las exploraciones de Robert Eggers (La bruja, El faro), las innovaciones de Ari Aster (Hereditary y Midsommar), y las variaciones inteligentes al slasher, como You’re Next, It Follows, The Babadook, Teléfono negro, X y Pearl, cintas que abren todo un universo de posibilidades al género y que nos llevan a pensar en la necesidad imperante de acabar con el recalcitrante Ghostface y sus amigos de una vez por todas.

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