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Las personas queer construyen su propio futuro dentro de la industria musical

Aunque cada vez es más fuerte la presencia de personas LGBTIQ+ en diferentes escenas musicales, su futuro en la música tendrá que ir un paso más allá de la representación.

Por  MELISA PARADA BORDA Y LAURA VÁSQUEZ ROA

mayo 8, 2024

Fotos: Phil Dent/ Getty Images - Photo Duffy © Duffy Archive & The David Bowie ArchiveTM - Kevin Mazur - Tim Walker - THALIA GOCHEZ - RYAN CLEMENS* - Facebook. Ilustración: Santiago Sanabria Uribe

Si la naturaleza es diversa, lo natural es que la cultura también lo sea. Por siglos se ha intentado categorizar la sexualidad en casillas tan limitadas que incluso se demonizó todo aquello que escapara a la norma heterosexual, binaria y cisgénero. Pero es en la fluidez y la diversidad donde se encuentra la riqueza de la vida. Por supuesto, en la música también. 

Aunque el arte ha sido uno de los pocos espacios transgresores y libres para las identidades diversas durante décadas (y también siglos), vivimos un momento muy especial en la música. En los últimos años en Iberoamérica hemos visto un panorama cada vez más rico lleno de sonidos en manos de artistas que, además de su talento, desafían las normas heterosexuales y el binarismo del género. 

Si David Bowie, Freddie Mercury o Lady Gaga abrieron caminos, hoy más que nunca encontramos propuestas audaces que inundan el espectro musical queer en nuestra región y están reapropiándose de escenas en las que quizás antes no gozaban de tanto reconocimiento. Más allá del pop, un amplio género que ha servido de punto de encuentro para personas LGBTIQ+, el espacio que han ido ganando proyectos musicales encabezados por artistas queer en la música urbana, la electrónica más pesada o experimental, o en las variantes del rock, ha sido considerable. Por esto, repasamos algunos de estos géneros y los cambios que creemos que han dado pauta en ese vínculo cada vez más estrecho entre la diversidad sexual y de género, y el futuro de la música. 

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La reapropiación de la música urbana abre caminos para el futuro

Cuando el reggaetón tuvo su primera época de oro en los 2000, la mayoría de artistas que se nombraban o tenían mayor visibilidad eran masculinos. Entre Tego Calderón, Daddy Yankee y Don Omar se encontraba Ivy Queen, una de las pocas mujeres que gozó de reconocimiento en el género por aquel entonces y que por esa misma razón sería la inspiración para otras grandes intérpretes que llegarían más adelante. Algo similar ocurrió con el rap, pues pese a que desde los 90 ya sobresalían nombres como Lauryn Hill y Aaliyah, el hip hop era una escena profundamente machista y homofóbica.

La música urbana, al igual que muchas otras, ha sido mayoritariamente un espacio “para machos” en donde las mujeres son vistas como objetos sexuales o trofeos tanto en las letras de las canciones, como en los videos musicales. Pero a medida en que más mujeres artistas se han abierto campo en medio de tantos hombres, dejando oír su voz frente a problemáticas sociales o simplemente cantando sobre ser unas ‘bichotas’ y sus deseos más carnales, este ha dejado de ser un entorno tan hostil como lo fue en un principio.

De esta manera, las letras dejaron de ser cantadas sólo de un hombre hacia una mujer o viceversa, y nacieron nuevos sonidos como el neoperreo para darle un aire más fresco a la movida urbana.

Desde el 2020 para acá, más artistas queer han sobresalido al cantar con naturalidad sobre su identidad sexual, así como de amor y deseo hacia personas del mismo sexo. Villano Antillano, Ana Macho, La Cruz, Young Miko, Ptazeta, LoMaasBello, Yajaira La Beyaca, Tokischa y RaiNao, entre otres, se han encargado de borrar las reglas no escritas del género urbano con su música hecha para perrear hasta el piso sin prejuicios.

“Por primera vez podemos ver a personas que sí son trans, gays y lesbianas más allá de las representaciones ficticias o fantasiosas de ciertos artistas heterosexuales que utilizan estos recursos para hacer una imagen controversial y, por lo tanto, capitalizarlo”, sostiene Havi Sánchez, más conocida por su nombre artístico de DJ Guapis, refiriéndose a la representación real en contraposición al infame queerbaiting.

Muches de estes artistas, además de normalizar la diversidad de género en este tipo de música, también utilizan las plataformas que han construido para defender los derechos de la comunidad LGBTIQ+ y visibilizar sus problemáticas aún latentes. Pese a que la aspiración de algunes de elles es que llegue pronto un futuro en el que su identidad u orientación sexual no sea un asunto que les defina o les encasille, son conscientes de que este no es el momento para ignorar el elefante en la habitación.

“Yo merezco poder hacer arte igual que cualquier otra mujer o cualquier otro artista independientemente del género, y que se me consuma y se me vea como una artista. No obstante, no es algo real ni es sensato de mi parte”, le comentó Villana a ROLLING STONE en Español en 2023. “Lamentablemente, somos tan pocas personas trans que estamos en el spotlight y somos figuras mediáticas, que tenemos que agarrar la tutela y tenemos que guerrear, porque lo que está pasando ahora mismo es horrendo”.

Los tornamesa como oportunidad

La búsqueda de soluciones a los problemas a los que se enfrentan por su identidad de género y orientación sexual no es nueva, y si de movidas reivindicativas se trata, la de la música electrónica quizás se lleve una medalla gracias a ello. Por esta razón, repasar su amplia historia es entender el papel tan importante que jugaron la cultura del Ballroom y las discotecas gays de los barrios más marginados de Estados Unidos en su desarrollo y difusión a mediados del siglo pasado. Fue en estos sitios donde el concepto de ‹‹comunidad›› entre personas que se identificaban como LGBTIQ+ comenzó a formarse, ya que allí podían entablar relaciones significativas con otros individuos que compartían vivencias similares a las suyas, y donde no se les juzgaba por ser quienes eran. 

En el panorama musical, específicamente en el house, empezaron a sobresalir nombres de disc jockeys afro y gays como Frankie Knuckles y Ron Hardy, quienes serían la inspiración para muches otres DJs que encontrarían en las consolas una forma de expresarse y subsistir. Pese a que ha transcurrido bastante tiempo desde entonces y en medio se han creado nuevos estilos y movimientos, la historia actual no dista mucho de la pasada en el sentido en que este continúa siendo un lugar de congregación para estas poblaciones. De este pasado, a su vez, podemos aprender cómo se sentaron las bases que en el presente abrieron, y seguramente en el futuro abrirán, la escena para abrazar la diversidad.

Pero más allá de la comunión y la fiesta, cada vez más personas queer, especialmente más mujeres trans, están haciéndose más presentes en los tornamesa pues, según explica Havi, el oficio del disc jockey les ha ampliado sus horizontes. “[Es] una oportunidad laboral de poder sostenernos económicamente más allá de las ‘profesiones’ que estaban destinadas a nuestra población, que eran principalmente cortar el cabello y el trabajo sexual”, opina.

La mexicana es considerada una de las primeras mujeres trans en destacar como DJ en Ciudad de México, y su presencia en el medio ha significado la superación de algunas de las barreras que impedían que personas con identidades diversas participaran activamente en espacios dirigidos hacia un público más general. El cambio todavía está dándose y todavía queda mucho camino por recorrer pero el hecho de poder ser DJ, o siquiera contemplarlo cuando antes querer construir una carrera en la música era una tarea titánica, ya supone un gran avance. “Se han abierto las puertas de un nuevo espacio donde podemos existir y sobrevivir”, asegura.

La aparición de figuras trascendentales como Sophie y Arca en el mapa, con sus piezas experimentales, ha sido tan significativa no solo a nivel musical sino también a nivel de representación. Los resultados de sus deconstrucciones del pop y el reggaetón dieron origen al debatido hyperpop y el perreo experimental, los cuales suelen estar relacionados con la comunidad ya sea desde su público, pasando por quienes los interpretan, hasta la misma estética que manejan.

Sin embargo, Havi considera que si bien ha sido importante ver artistas que realmente se identifiquen como LGBTIQ+ tanto en el mundo del disc jockey como en el género urbano, el asunto de los referentes en la música en general debe trascender. “Necesitamos una representación digna que busque acabar con los problemas a los que se enfrentan nuestras poblaciones y no busquen solo el beneficio propio”, asevera. “Es importante entender que nuestras plataformas y nuestros espacios, en realidad, solo son importantes en el sentido en que sean funcionales para otras personas de nuestras poblaciones y puedan empezar a romper las brechas salariales que existen en la industria”.

Para ella, ya es momento de que las personas queer lleguen a posiciones de poder dentro de la industria como managers, directorxs de disqueras y bookers, entre otras, para “poder generar un ambiente de trabajo mucho más equitativo y que honre las aportaciones que hemos hecho a la música”.

El DIY del punk queer como respuesta a las puertas cerradas

Desde sus inicios, el punk surgió como un movimiento que acobijaba a jóvenes que eran excluides o se sentían inconformes con la sociedad que les rodeaba. Las personas “raras”, “desadaptadas” y “rebeldes” encontraban allí una comunidad que compartía sus mismos desalientos con lo establecido, desafiando la opresión y las normas que les dictaban lo que debían hacer con sus vidas. Esta podría ser su descripción más general y quizás la más utópica, pues con el avance de los años y su expansión, la escena comenzó a perder tanto su horizonte que allí incluso se empezaron a encontrar individuos con posturas puramente fascistas.

“Ha pasado algo y es que el punk y las músicas extremas, pesadas, empezaron como movimientos reivindicativos, pero esta gente va creciendo, se va volviendo adulta, se va volviendo un poco más conservadora y vemos que hay espacios punks muy transfóbicos, muy machistas”, explica Simón Hoyos, cabeza del sello colombiano Del Carajo Producciones y vocalista de la agrupación paisa Goliat. “El espacio que era para una reivindicación, para acoger gente que no encajaba en otros espacios y que hablaba de unas luchas sociales, también se volvió violento con esta misma gente”.

Si bien en los libros de historia de los sonidos extremos no ha faltado la presencia de actos que desafiaban los roles de género como New York Dolls, o que eran encabezados por mujeres rebeldes como Siouxsie And The Banshees y X-Ray Spex, hay quienes parecen haber olvidado de dónde proviene su música favorita.

Ruïnosa, Kalva Klein, Nico Lokao y Marrana Jurásika de la agrupación española Ruïnosa y las Strippers de Rahola coinciden con Simón en que pese a sus inicios contraculturales, este género terminó por adoptar posturas que rechazaban lo femenino y lo queer. La banda, que habla específicamente del caso de España, apunta que esta imagen de “punk español ‘pollavieja’ y misógino” continúa perpetuándose hasta la actualidad en otros grupos jóvenes y “supuestamente de izquierdas”.

A modo de respuesta, en los años recientes han surgido proyectos que toman acción frente a la discriminación de género vigente dentro de la misma escena como Del Carajo Producciones, que lleva un poco más de una década apostándole a la autogestión de bandas colombianas. “En un principio era para no esperar a que alguien nos llamara o nos moviera, entonces nosotres mismes nos empezamos a buscar nuestros espacios y el sello era la plataforma con la que producíamos todas estas cosas”, apunta Simón. Dentro de la disquera se pueden encontrar agrupaciones de queer punk como Cuchas, cuyas letras están enfocadas en hablar, según escriben en su cuenta de IG, “de las realidades de la población LGBT+ dentro de los espacios contestatarios y contraculturales de los cuales muchas veces también somos excluides”.

En el caso de Ruïnosa y las Strippers de Rahola, la banda hace “subnopunk travesti”, es decir, un punk que “no tiene nada que ver con el de machitos que gritan sobre beber y fumar”. “Somos travestis y el cachondeo es igual de importante para nosotras como lo es el punk. El subnopunk tiene como base unas letras absurdas e irónicas y un sonido ruidoso, guarro y macarra, imposible de servir sin una estética esperpéntica pero glamurosa”, afirma el grupo catalán.

Ya sea desde la estética y la temática de las letras que manejen estos proyectos musicales, o bien sea desde el trabajo colaborativo de colectivos que buscan un bien común, el punk parece estar encauzándose de regreso hacia sus raíces más contestatarias. “Nosotras creemos que el punk siempre ha sido marica y travesti”, añade la banda española. Por su parte, Simón opina que el futuro de la música en general está en manos de personas queer y las mujeres pues son quienes están rescatando su “sentido cultural de reivindicaciones sociales”.

El futuro de les artistas queer requiere de más acciones efectivas

Si bien el asunto de la representación de la comunidad LGBTIQ+ en la música parece ir por buen camino en tanto más personas de identidades diversas inician carreras artísticas en diferentes géneros, como lo señalaba Havi Sánchez, el progreso y la verdadera igualdad sólo llegarán una vez haya más presencia queer en la toma de decisiones importantes en las industrias culturales. Esto se traduce en llegar a posiciones más altas dentro de sellos discográficos, en la producción en los estudios de grabación y en la ingeniería de sonido en los shows en vivo, por nombrar algunas.

Para llegar a ese punto ideal existen dos caminos principales: el del mainstream y el de la independencia. En el caso del primero, este aún no se ha despojado de sus vicios pues como lo informó el estudio LGBTQ+ Musicians Insight Report en febrero de este año, todavía existe una brecha salarial entre músiques que se identifican como LGBTIQ+ y aquellos que no lo hacen. Además, a las limitaciones con las que se topan a la hora de escalar en el medio hay que sumarle que un gran porcentaje de elles continúan siendo víctimas de discriminación: el 37% de las 1,090 personas consultadas para el reporte afirmó haber sido discriminado dentro de su ejercicio en la música. Asimismo, el 26% aseveró que la falta de contactos o de apoyo para su crecimiento profesional ha estancado su carrera. Y estos datos tan solo provienen de Reino Unido.

La situación apunta a que la solución y, por ende, el futuro de las personas queer dentro del negocio de la música, se encuentra mayoritariamente en proyectos autogestionados y/o colaborativos entre grupos de la misma comunidad que han decidido tomar las riendas de sus propios caminos. De este modo, juntes construyen espacios que fomentan oportunidades tangibles entre sí mismes sin tener que depender de las grandes maquinarias de la industria.