Más allá de su obsesión por la simetría, los colores pastel, las miniaturas, la excentricidad de sus personajes y las historias barrocas, Wes Anderson es un autor valiente y arriesgado, algo que en el cine actual se castiga con displicencia. Sus dos últimos largometrajes, The French Dispatch y Asteroid City, son dos obras maestras que fueron ignoradas injustamente por los miembros de la Academia. Esta es una auténtica vergüenza y que lo diga Martin Scorsese, uno de sus más fieles admiradores.
Sin bombos y platillos, Netflix ha colocado discretamente en el menú de su plataforma, cuatro cortometrajes de Anderson, los cuales pretenden generar una experiencia intermedia entre el placer por la lectura y el placer audiovisual, así como Frank Miller, Robert Rodríguez y Quentin Tarantino lo intentaron con Sin City, esa inusual experiencia estética entre cómic y cine, que bien puede pensarse como la mejor adaptación del noveno al séptimo arte.
Los cuatro cortos tienen dos cosas en común: un elenco conformado por Ralph Fiennes, Benedict Cumberbatch, Ben Kingsley, Dev Patel y Rupert Friend, y la autoría de las historias a cargo de Roald Dahl, el prolífico escritor británico, conocido principalmente por sus libros infantiles como Matilda y Charlie y la fábrica de chocolates, que combinaban elementos de fantasía, humor negro y un toque de lo macabro. Anderson ya había adaptado a Dahl con su hermosa cinta en stop motion El fantástico Sr. Zorro, pero aquí, el director se enfoca en sus fascinantes historias cortas para adultos, que a menudo presentaban giros sorprendentes y finales inesperados.
En los cortos, Ralph Fiennes interpreta a Roald Dahl en momentos intersticiales, pero también asume a otros personajes, como lo hacen Patel, Friend, Kingsley y Cumberbatch, quienes narran las historias a una velocidad vertiginosa mientras cambian de acento y vestuario (a veces en la misma escena), como lo haría un padre entusiasmado mientras lee un cuento de hadas para su hijo, mientras que la hermosa dirección de arte característica del cine de Anderson hace lo suyo, así como la fotografía de Robert Yeoman, la mano derecha del director.
Los cuatro cortometrajes consisten en historias independientes, por lo tanto, no hay necesidad de verlos en un orden estricto (Netflix los presenta como trabajos independientes). El más extenso dura 40 minutos y es The Wonderful Story of Henry Sugar, nominado a los premios Óscar al mejor corto de ficción. En él se nos cuenta sobre dos hombres (Kingsley y Cumberbatch) con un misterioso don que consiste en poder ver sin necesidad de recurrir a los ojos. The Swan cuenta con el trabajo de fotografía de Roman Coppola y narra la historia de un niño (desde el punto de vista adulto de Rupert Friend como narrador y Asa Jennings como el niño Peter Watson), quien es víctima de un caso extremo de matoneo. Poison es narrado por Dev Patel y nos cuenta sobre una serpiente venenosa que podría estar acostada en el estómago de su amigo (Cumberbatch) y un gentil médico (Ben Kingsley), que intenta salvarlo. The Ratcatcher tiene a Richard Ayoade de la serie The IT Crowd, guiándonos a través de un extraño encuentro con un cazador de ratas (Fiennes) y que concluye con un personaje llamado “Ole Jimmy” de un cuento corto diferente de Dahl.
Dahl escribió muchas historias cortas (Para la película antológica Four Rooms, Quentin Tarantino adaptó una de ellas llamada El hombre del sur, que Dahl escribió para la serie Alfred Hitchcock presenta), pero los seleccionados y curados por Anderson tienen algo en común: son historias que comentan sobre la capacidad del hombre para la ternura o la crueldad y donde la mujer no tiene cabida. Pero lo fascinante de estos cuatro cortos está en la capacidad de Anderson para deleitarnos con todas unas golosinas visuales que, al mismo tiempo, honran el don de la palabra de Dahl. Estos cortos fusionan el teatro, la literatura y el cine en una auténtica experiencia estética de extraña belleza.