Ca7riel & Paco Amoroso: una extraña fórmula perfecta

En Baño María, su primer álbum, la dupla explosiva demuestra que no hay beat que se le resista

Por  MARTÍN SANZANO

abril 20, 2024

Foto: Josefina Fogel Nuñez

Cinco años después del éxito de “Ouke”, esa canción pegajosa que habla de fumar porro con Esteban Lamothe, Ca7riel y Paco Amoroso editaron su primer álbum de estudio, Baño María, y el resultado es todo lo que se podía imaginar de esta dupla explosiva.

Está comprobado: no hay beat que no le siente bien a este dúo de desfachatados. Y, más aún, cuando apuntan al goce, el leitmotiv sonoro del disco. Con altas dosis de parodia, referencias a la cultura pop (de Natacha Jaitt al gran mediocampista central italiano Andrea Pirlo), invitadas estelares de la talla de Lali (se la puede escuchar en el estribillo de “Supersónico”) y Tini (“Agua”, el tema en colaboración con ella, saldrá a la luz en algunas semanas), y muchas formas diferentes de hablar de sexo (“Es que nacimo’ pa’ bailar pegadito/ Baby, ya estoy para clavarte el anillo”, cantan en “Cosas ricas”), las 12 canciones que conforman la ópera prima de este proyecto heterodoxo son un muestrario de géneros para la pista de baile.

Enumeremos algunos: dembow (“Dumbai”, no por nada, fue uno de los singles adelanto del disco), drum & bass (“Baby gansta” suena como un R&B en clave futurista) y hasta una pizca de funk brasileño (“Mi diosa” es una especie de session de Bizarrap, pero con sabor carioca). Apenas 30 minutos les bastan a Ca7riel y a Paco para demostrar que son una extraña fórmula perfecta.

Cualquiera que haya escuchado alguna vez Saeta (2021), el disco solista de Paco Amoroso, sabe que el pop electrónico es una de sus especialidades. Pero cuando mete la cuchara en ese guiso un tipo como Ca7riel, que con su propia personalidad puede rapear casi beboteando en el otro single, “La que puede, puede”, o susurrar con Autotune en “Sheesh”, un tema destinado al remix —además de gritar como un monstruo en Barro, su proyecto metalero—, la temperatura sube exponencialmente.

Si algo queda claro en Baño María es que no necesitan correrse de los cánones y yeites de cada estilo. Usan y abusan de los mismos recursos que todos tienen a mano, pero con una naturalidad que los libera de la presión de tomárselo demasiado en serio. Es más, por momentos uno no sabe si Paco y Ca7riel no estarán tomándonos el pelo a todos nosotros (o trolleándonos, para usar un término más contemporáneo).

Volviendo al plano musical, el camino que eligió el dúo para plasmar sus ideas por primera vez en formato álbum va más en sintonía con la faceta raver de “Cono hielo”, que con el trap gede de “Jala Jala”, por citar dos de sus canciones más conocidas y diferentes entre sí. Reforzaron la búsqueda estética con un concepto central: el jacuzzi, una invitación burbujeante (¡y muy tentadora!) a la promiscuidad que sorprendió al público del último Lollapalooza Argentina. También con un candente short-film que básicamente se hizo viral por el tremendo beso que se dan los músicos.

Baño María es, entonces, un buen argumento para seguir creyendo en este tándem especial. Algo extraño, sí, pero cuando se junta, se vuelve particularmente perfecto.