Nicki Nicole busca su propia identidad en Alma, su nuevo álbum

Tras la ruptura con Trueno, la cantante rosarina se desprende de los vicios genéricos de la industria para concentrarse en su voz e interpretación

Por  FACUNDO ARROYO

mayo 26, 2023

Foto: Gentileza Prensa

A veces una artista puede volver al grado cero y descubrir su fortaleza. Es lo que pasa con Nicki Nicole y su “Wapo traketero”, el punto de inicio. Parecen diez años pero pasaron cuatro. Allí está la esencia de su canto y el fuerte de su propuesta. Y hasta ahí va la compositora de música urbana para retomar ese don. En su tercer disco, Nicki Nicole se desprende de los vicios genéricos de la industria y se concentra en su voz y los arreglos para esa interpretación. Borró de un plumazo el mundo sonoro que navegó a través de su voz buscando cierta identidad y construyó un disco crudo y profundo, compacto en su búsqueda. 

Si en Parte de mi (2021) su nicho musical fue el r&b mezclado con trap y reggaetón, ahora rompe con esa fórmula y se olvida un poco de los géneros. Parece que la cantante de 22 años no sólo le pone los puntos a su ex (el rapero Trueno) sino también a su discográfica. Por ahora no hay más colaboraciones con rockeros (No te va a gustar) y referentes del reggae (Dread Mar-I), y menos que menos en esos terrenos musicales; es momento de seguir desarrollando su identidad ahora que ya sintió su primera gran desilusión. “Lo que quiero es que haya de todo. Que nada alcance, pero que nada canse”, detalló la cantante en la nota que terminó siendo la portada #274 de ROLLING STONE para aquel disco. Ahora la ecuación cambió.

El inicio de “Ya no” podría estar envuelto en r&b pero la realidad es blusera. Hay un piano y una voz de crudeza infernal. Ella canta una balada bancada junto a ese instrumento también seco mientras que la voz del blusero la persigue como el fantasma de un sample. Es un acierto que el disco se llame Alma y empiece invocando el espíritu del blues. En el video Nicki llora y quema fotos. Para las letras, aún, no muestra tanto sus huesos. “Dispara” se forja como el mejor tema del disco. Lo hace junto a Milo J. Muestra una letra concisa, interesantes yeites en la interpretación (“di-dispara” con buen swing), altos palos a “otras loras” y una gran base disparada desde el centro de la cultura del hip hop. Las programaciones (tiros, ecos, cámara en su voz) no pierden nunca el sentido de la rítmica y todo parece un ejército que sigue a una capitana chiquitita pero letal.

La exageración del autotune en “No voy a llorar” parece ser una ridiculización. Nicki se ríe de ella para no llorar como en “Ya no”. O mejor: Nicki ya está bien, se ríe de la melancolía y como si hubiera aspirado helio dice que no va a llorar para después largar la base más soulera del disco. El bajo bien grueso y tirado hacia adelante remarca versos como: “En mi cabeza ya no vas a estar. / Esta vuelta no me voy a dejar. / Ya perdí una vez. / Con dos ya van tres, / cuatro no va a haber”.

El trabajo de “8 AM” está inmerso en el mundo sonoro del pop de cantantes dramáticas como Lana del Rey o Billie Eilish. La novedad para el quinto track del disco es que Nicki ya está en otra. De hecho, la otra voz interpretada por Young Miko tira frases como: “Baby curate, / conmigo no hay problema, / mami usame (…)” y la imagen más fuerte de la canción es la descripción de la protagonista “desnudita” en la cama a las ocho de la mañana.

(Foto: Gentileza Prensa)

“Se va 1 llegan 2” es la mejor chicana del LP. Si hay algo grande en el mundo de la música urbana es el ego de un rapero. Y Nicki se la da al medio. La cantante confía en el karma ajeno mientras sigue construyendo a través de los ecos de las programaciones su propio ritmo. Casi que no necesita del dembow ni del rap. Está haciendo de algunas herramientas sonoras del trap su propia versión pop de las nuevas canciones. A este pico del disco le viene un bajón con “Llámame”. Una balada de despecho pero con reconstrucción. De hecho, está abriendo la puerta y largando su número de teléfono. La canción termina -otra vez- limpia, con un piano de fondo.

En “¿Qué le pasa conmigo?” suena la primera entrada de la base dembow para la pista. Y está tan bien resuelta que se mete en el podio del disco. Rels B capitanea la cuestión y se carga el feat en el bolsillo. Nicki lo sigue mientras parece estar arriba de algún importando dejando banquinas en el recuerdo. De hecho, la disputa de esta historia parece una charla de levante en el medio de la pista con alguien que ya se cruzó un par de veces. Nuevos culebrones, quizás.

En “Tuyo (cover) una que quise ser” aparece el riesgo del disco por la base musical que se incluye. Parada en Centroamérica, y con un parche ajustado en un bongó, Nicki canta sobre algún deseo futuro amparada en un aire de bachata. Es otro de los temas en los que canta muy bien pero que desentona con el espíritu sonoro y espiritual de Alma. Un paso hacia atrás, es decir, hacia Parte de mí. En “Caen las estrellas” vuelve el rencor, o el enojo, y en una base tecno dice “Como puede ser tan indiferente cuando se trata de mí”. Ysy-A se suma al tema para acelerar el trámite. Con su fraseo manija, la canción no cambia de sujeto, y le sigue reclamando falsas promesas a otro. Le hace el aguante a la protagonista y revienta a tiro de palabra con un feat que genera la mayor personalidad de todas las colaboraciones. Es difícil no darse cuenta cuando uno de los creadores de “Modo Diablo” se hace presente en la sala. Ese don que tiene para no terminar de decir ninguna palabra final y que igual se entiendan.

El cierre es con “Tienes mi alma”, donde manifiesta la independencia femenina (“yo solita me salvé”) y se desliza por los efectos digitales de su voz como lo hace Rosalía. No de la misma forma sino con las mismas intenciones. Una vez más, a los efectos y las programaciones no se le suma una melodía clara y el ritmo solo lo marca la voz. Hay un sentido crudo, en un ámbito urbano, durante todo el disco que también aparece en este último track. Una búsqueda que tiene a la joven artista pensando, o reflexionando, sobre lo bueno de aquel grado cero de su carrera. Ese momento en el que se definió como una de las grandes voces de su generación todavía desde las calles de Rosario. En Alma, su tercer disco, Nicki Nicole tiene algo importante entre manos. Una posibilidad de equilibrio entre estética e interpretación que la puede ubicar, finalmente, en su propio camino.