Lucía Seles, la vengadora romántica del cine argentino: “Tengo en el corazón todo lo que hay que hacer en el rodaje“

Su obra es un caos irresistible e inclasificable, como ella misma. Cineasta premiada, música y autora compulsiva de listas, la directora de la Trilogía del odio sale a la cancha.

Por  DAMIÁN DAMORE

octubre 23, 2023

Florencia Daniel

Creo que a Lucía Seles le gustaría leer el comienzo de esta nota y encontrar más referencias a su gusto por las canchas de fútbol del ascenso que a cuestiones de identidad de género. Lleva un nombre de mujer, sí; se mueve con gestos y comportamientos que se corresponden con el viejo canon de masculinidad, como si su DNI tuviera fuerza performativa. Lucía y su obra cinematográfica parecen haber aceptado que este embrollo será recurrente en su vida, entonces aborda el asunto sin vueltas. “Todo sucede por una razón”, dice. La elección de su nombre ni siquiera está relacionada con su sexualidad; no es una declaración de principios (hasta a los integrantes de Kiss dejaron de preguntarles por quiénes y cómo eran cuando no usaban maquillaje; impusieron su mascarada). Lucía Seles juega, se camufla, dibuja y borronea una impostura natural contra el sentido.

Vamos a encontrarnos para esta entrevista en el microcentro y me entero de su gusto por las confiterías tradicionales. Mi propuesta fue conversar en la acogedora Saint Moritz, en Esmeralda al 800; Lucía respondió con la fluidez de un centennial: “si t parece hay una + linda a mts de alli. la del socorro front a la iglesia del socorro, juncal y suipacha si podes a las 14 confirmada alli gracias damian” (sic).

Está claro que le gusta el tenis, ya lo verán más adelante, pero hay algo más detrás de la adopción del apellido de la tenista yugoslava, serbia, nacionalizada norteamericana y húngara. Es probable que todos esos desplazamientos identitarios tengan alguna relación con los cambios de Diego Fernández a Rocío Fernándes y luego a Lucía Seles. En 1993, un fanático alemán clavó una puñalada en el omóplato de Monica Seles cuando todo indicaba que podía disputar el puesto número uno del ranking con Steffi Graf. Un talento que se trunca por accidente, una historia de superación, la necesidad de cambio permanente…

Nuestra Seles habla sobre sí misma como mujer, sin evidenciar preceptos de militancia, ni el deseo de pertenecer a una comunidad. Mientras pedimos algo para tomar en la confitería El Socorro y empiezan a bordarse los intrincados dibujos de una conversación, me queda claro que su elección tiene implicaciones políticas desde un punto de vista inusual, tal vez más relacionado con el cine y la supervivencia en ese contexto específico.

Las atmósferas teatrales de las películas de Lucía Seles constituyen un núcleo que puede parecerse al de una comedia romántica lo-fi, al de una de disparates o al de un drama brutalista. Inclasificable, siempre desconcierta. Otra marca diferencial está en los impresos que remedan a los viejos SMS, pensamientos de la autora expuestos en pantalla, escritos a mitad de camino entre el español y el inglés, un singularísimo spanglish que no oculta errores de ortografía. Ese desprejuicio en sus videos —ella nunca lo llamará cine— le da un nivel de elegancia, humor y dramatismo extra a las historias. Por momentos borroso y por otros fluido, el cine de Seles es una suerte de estudio literario personal, alejado de toda posibilidad de imitación, que ahonda en el ejercicio de volar en cientos de pedazos la narrativa tradicional para lograr su (des)orden narrativo, su propia respiración.

“El montaje es todo desorden, sin montaje nada de esto tendría sentido; es la gran cadena que une todo. Bueno, esa idea es demasiado simple”, tira, corrige y reprocha en su diálogo con Rolling Stone.

Su primera aparición en festivales fue en 2006, todavía se llamaba Rocío Fernándes, estrenó Mujer sin n destino en Mar del Plata y ganó el Premio a la Mejor Película Nacional. Bajo ese seudónimo firmó películas como Baixo erotism (2005) y Dumbo 4 (2007), trabajos que produjeron cierta polémica en dicho festival.

Desde 2017, su nombre titilaba como un desatendido cartel de neón en la organización del Bafici. Desacuerdos con la organización del festival porteño acrecentaron la insatisfacción de la cineasta. El galardón en Mar del Plata ni siquiera fue tenido en cuenta como antecedente atendible. Aquella ganadora era Rocío Fernándes mientras que la persona que presentaba las películas ahora era Lucía Seles. Esto puede ser especialmente desconcertante en festivales donde se reciben miles de películas para su programación. Fue el momento de una calculada rebelión. La posibilidad de que le programaran una trilogía sin objeciones le pareció tan halagadora como remota. “La actitud intransigente de una penquista —apela al gentilicio de las nacidas en Concepción para defender su idea, interrumpida con un trago largo de Coca Cola que se lleva cualquier sentimiento de culpa con un barrido de burbujas— no se puede leer con calma”.

Para convencerlos, escribió una carta conmovedora al Bafici. La vengadora romántica del cine argentino logró su objetivo y se programó al fin su Trilogía del odio desencadenada, también conocida como Trilogía del tenis (se desarrolla en un complejo de canchas), originalmente compuesta por Smoke en tu corazón, Saturday Disorder y Weak Rangers. Fue bien recibida por la crítica y el público; el festival, casi sin darse cuenta, vio nacer una estrella en su propio cielo.

Una escena de Weak Rangers, película que originalmente integró “la trilogía”, poco después convertida en “tetralogía”. (Foto: GENTILEZA LUCÍA SELES)

La historia continuó este año con lo más nuevo de Seles: el festival programó Terminal Young, que resultó la Mejor Película de la Competencia Argentina. Transitoriamente, llamará a la serie Tetralogía Inconclusa, pero nada es seguro para Seles, que espera que la historia llegue a las ocho partes.

“En mis videos hay cero improvisación, porque si hay improvisación se destruye todo. Tengo en el corazón todo lo que hay que hacer en el rodaje. Por suerte cuento con un grupo de actores sublime: Gabriela Ditishein (Luján); Ignacio Sánchez Mestre (El Sanjuanino); Laura Nevole (la tenista); Martín Aletta (el dueño del complejo) y Pablo Ragoni (el contador). Puede agregarse alguien, como Susana Pampín, pero con ellos trabajo siempre”.

El repertorio ensanchado del rico mundo de Seles contiene las presentaciones de sus películas: son monólogos dedicados a sus obsesiones y caprichos —plasmados en figuritas plastificadas de sus ídolos—, lecturas de pequeños cuadernos que conserva con frenesí maníaco, libretas en donde acumula notas escritas con una letra cursiva infinitesimal sobre lo que debe hacer cada día. Siempre va acompañada de una bebida cola. Pepsi o Coca, le da lo mismo.

¿Siempre estás escribiendo algo?

Hace veinte años que llevo conmigo cero ocho [sí, dice 08] biromes de distintos colores. Me la paso todo el día anotando. No hay manera de que no tenga alguna birome encima, duermo incluso con 02 debajo de la almohada. Para mí es como estar en guardia, es una felicidad infinita; la mayoría de la gente no está en guardia todo el tiempo. Me angustia eso: paso por una confitería y veo que nadie está anotando nada. Para mí, ser grafómana es más importante que la angustia y la felicidad.

¿Por qué escribís con letra tan chica?

Es una manía que empezó cuando escribía mis diarios en libros de otras personas y lo que escribía tenía que ver con lo que leía de esos libros. No sé, la letra se fue achicando.

Su obra es un caos irresistible. Los pliegues que dejan sus películas destilan una energía hiperbólica y el vértigo de sus pasos es el de su forma de ser. La calidad de su obra radica en su intraducibilidad. El Complejo Teatral General San Martín organizó una muestra que incluye más que sus videos (como le gusta decir a ella). La serie estuvo integrada por sus primeros trabajos, dos cortometrajes y mediometrajes, la Trilogía del odio desencadenada, el estreno de Early Kirk-Iglesia temprana y Carrefour Virgin (las dos últimas, spin-offs de la tetralogía inconclusa, antes trilogía), cuatro conferencias que abordaron tradiciones “románticas y respetuosas”, más el estreno de cuatro obras teatrales y otras cuatro creadas junto a la Cofradía Eurobasquet en el marco del Programa Artista en Residencia, presentadas con la curaduría de Vivi Tellas.

En este barroco mundo de ideas, ¿qué es para vos el cine?

Para mí el cine es la bandera de estar todo el tiempo concentrada. Yo vivo concentrada. En el montaje, por ejemplo, si algo de lo que veo me duele, abro la mezcla de sonido. El que hace el sonido me odia. Lo que pasa es que no quiero un cáncer en el estilo, para mí la mezcla de sonido es algo menor al lado del montaje.

Antes te llamabas Rocío Fernándes, también fuiste Selena Prat, ¿lo de los nombres es un juego?

Para nada, es el resultado de estar compenetrada. Es algo que me da autobrío. Selena es para la parte musical –soy guitarrista clásica y bandoneonista– y también para cuando actúo. Como yo estoy todo el tiempo aislada, es una fortaleza. No me falla nunca lo de los nombres. Yo [pronuncia “io”], Lucía, soy una chilena orgullosa de haber nacido en Concepción.

¿El nombre Lucía Seles es definitivo?

Sí, seré Lucía Seles hasta que me muera, excepto que me ofrezcan algo extraordinario [risas].

La crítica define tu cine como disruptivo. ¿Qué pensás vos?

Son todas falsedades porque la disrupción es una falsedad también. Yo trato de no hacer nada que no quiera.

¿Cuándo empezaste a filmar?

Fue un viaje de trabajo que hice en 2005, había ido como bandoneonista a trabajar durante 04 meses en Emiratos Árabes. Allí compré una cámara digital. Soy rapidísima para rodar, mis rodajes duran dos o tres días y siempre me sobra material; perdón por utilizar la palabra material [risas]. Resulta muy incierto cómo funcionará todo, por eso me importa mucho escuchar más que mirar. Voy al rodaje con una lista, ¿ves? —muestra una de sus libretas—, voy tachando lo que rodé y lo que no.

Muestra el mapa del video The Urgency of Death (luego de la premier en el Bafici, en octubre será su estreno internacional en el Festival Internacional de Valdivia de Chile, ciudad en la que se programará un ciclo con su obra del 9 al 15; del 15 al 22 habrá otro en Santiago) y dice: Io in the train en el amanecer. La misma frase aparecerá impresa en la escena que abre la película, con un hermoso traveling del viaje desde plaza Constitución a La Plata vía Quilmes que expresa su pasión por los espacios abiertos.

Seles ama las “confiterías de señoras”, como las Ritz de La Plata. protagonistas centrales de The Urgency of Death. (Foto:

“Teníamos el rodaje a las siete de la mañana en La Plata y todos me decían que era peligroso que fuera sola y yo necesitaba hacerlo sola, como una promesa para mí misma, y me tomé el tren a las cinco de la mañana. Fui grabando todo ese viaje, terminó siendo muy importante el video y fue un milagro que lo pueda grabar porque en el tren sacás una camarita así y el clima nunca sabés cómo es”.

Sus reacciones, su verborragia, su calidez, todo en Seles resulta un exceso. Cuando su anciana madre alcanzó un punto crítico de salud, decidió tatuarse una mejilla con un poema dedicado a ella. Infla el pecho y se dice a sí misma qué es lo que la enciende. Por estos días está montando School privada Alfonsina Storni, uno de los tantos videos que tiene en mente estrenar. Admite que repite algunas palabras como mantras: hermoso, ilusión, hermana y respeto, por sobre todas las anteriores. A otras las rechaza de plano y les busca reemplazo: poesía (“es un género mal hecho y simple, a ese tipo de escritos le llamo fragments”), cine (videos centrales), teatro (piezas), letrista (compositora). Una daga se le clava en el alma, profundo: “Hay tanta información sobre mí que necesito controlar que, casi, no me gusta dar información que no tiene que ver conmigo”. Ama las “confiterías de señoras”, como las Ritz de La Plata (protagonistas centrales de The Urgency of Death), y las iglesias.

Lucía, de pie en el centro de la escena, ensaya junto a su equipo El basquet de Chile, una de las obreas estrenadas en el teatro Sarmiento, en 2022. (Foto: PATRICIO PIDAL/AFV/LA NACION)

Seles se transporta montada en su entusiasmo desde el mundo de la segunda división del básquet de Chile al final trágico de los poetas del país trasandino. “Soy una aficionada a todo, cuando ensayo guitarra clásica dejo de fondo un podcast maravilloso de básquet español que se llama Tirando a fallar y ahí me entero de que hay un periodista español que publicó un libro sobre el básquet soviético y la historia del CSKA de Moscú, el equipo del ejército. ¿No es hermoso? Yo quiero tener ese libro. Podcasts es lo único que consumo; esta —muestra una de sus figuritas plastificadas— es una forense que entrevistaron en el podcast de música clásica; y este es uno de los hombres de mi vida: Mario Parodi, un guitarrista clásico nacido en Turquía que terminó viviendo y muriendo en Remedios de Escalada, acá en el Gran Buenos Aires. Sus discos son maravillosos, ¡no sabés lo que son! Su hija también es guitarrista clásica. Me gustan las personas apagadas y románticas. Mis dos grandes ídolos son Fassbinder y Gardel. Y adoro too many hacer listas, acá tengo una que es como un Will magazine o un Fanzine testament:

00 para mi ser grafomana es + importante q la angustia y q la felicida.

02 io siempre estuve romantica concentrada y apasionada when todos los demas estavan salvajes y distraidas.

03 soi como una hermanita de choppin sin los poderes musicales de choppin.

04 soi como una chilena europea q adora el arroz 02 hermanos de verda.

05 io never seré una desflecada q le dicen la desflecá… como en una andalucia obvia. alwais seré una desflecada decente y sufrida.

06 when io play tenis io me amo y sufro x mis fallas y x eso ni me importa si me aman.

07 amo tb las etiquetas adhesivas son como my toppers ausentes de verda.

08 amo perdidamente los anuncios de radio clasica de mar del plata -mis favoritos son el de la cerrajeria mellado el super seria y musical de clases de piano y el del estudio turistico de betty ruso.

09 para mi una no puede vivir sin la calma y el retiro de las monjas no todo el dia + eso contenta es lo + importante q tiene q existir en mi vida.

10 when no me mole mirar edificaciones normales incluidas casi sus porteros electricos estaré casi muerta.

11 io siempre preferiré estar con my mind en sarandi q con la mind de las demas en paris.

12 si una pudiese mostrar sus tatuajes como comprobacion q eran verda en un momento exactly.

13 io lo q + querria es tener un camion semi-nuevo y escuchar alli la radio clasica de mar del plata y ser too many organizada y contenta al morir.

14 si una pudiese ir contenta de laverrap en laverrap.

15 estoy too many angustiada x q queda menos de 36 days de invierno.

16 q lindo seria ser famosa x robarme bandejitas de unas subways o axions o esso lejanas y q me quieran too many solo x eso.

Seles es la única cineasta que puede jactarse de haber sido premiada en el Festival de Mar del Plata y en el Bafici. Su esplendor es comparable al de José Celestino Campusano, un director que también ha roto con las convenciones establecidas —desde el piñazo de su ópera prima Vil Romance y la tentación de algunos críticos de colorear sin color con esa cascada birome que garabatea “Pappo del cine”—, pero el fenómeno Seles llevó la polémica a un abismo (si para entender la correlación es necesario ver por primera vez alguna de las películas de Campusano, el premio es doble).

¿Cómo encarnan las películas los aspectos invisibles de la sociedad actual? ¿La fantasía es una cosa del pasado? ¿Cómo puede el arte incorporar resistencia y ternura al mismo tiempo? ¿Qué hace que una película sea visionaria y qué movimientos estilísticos son capaces de capturar el presente? En febrero de este año, Smog en tu corazón fue parte del ciclo Softly Surreal, seguido de dos cortometrajes, en la Semana de la Crítica de Berlín, evento paralelo a la exhibición oficial del Festival de Berlín. Fue la última noche de la Semana de la Crítica y la primera parte de la tetralogía inconclusa fue una invitación al debate: sobre el escenario estaban la cineasta alemana Ulrike Ottinger, Lucía, el novelista británico Tom McCarthy y el cineasta australiano-holandés Rolf de Heer.

El Museo del Cine realizó un ciclo con la Tetralogía inconclusa odio desencadenada. (Foto: GENTILEZA LUCÍA SELES)

Ottinger y McCarthy no parecían tomarse en serio el trabajo de Seles. Cuando la presentadora les hizo algunas preguntas sobre la película, sus respuestas fueron generales. “No me gustan las películas con demasiadas líneas”, dijo Ottinger. McCarthy trató de explicar políticamente la película: “La protagonista tenista usa un suéter que dice Argentina y todos sabemos lo que pasó allí, su padre debe ser alguien que desapareció en la dictadura”.

Lucía reaccionó con el mismo humor que manifiesta en sus películas. A través de un traductor respondió: “Es imposible ser ácida conmigo. Si Robert Schumann todavía estuviera vivo, definitivamente estaría aquí para aplaudirme”. Otra puñalada romántica y vengadora. Aludir al compositor, pianista y crítico musical alemán del siglo XIX bastó para comprobar que el efecto estruendoso de la película daba por sentado el desentendimiento.

En 2022, Seles se encontró con la codicia creativa del director español Gonzalo García Pelayo, quien presentó en el Bafici Nueve Sevillas, una película sobre el flamenco. Digresión, pero no tanto: en los 90, García Pelayo se hizo muy popular en España porque creó con sus familiares un sistema legal para vencer a la ruleta del casino de Madrid y se convirtieron en millonarios. Filósofo de oficio, escribió guiones, música, películas, aunque nada le reportó más dinero que ese sistema de probabilidades titulado Nada es perfecto, que lo transformó en un héroe marginal. Usó el dinero para filmar y producir una obra frondosa (en 2022 rodó ¡once películas!). Cuando viajó a Buenos Aires, le suplicó a Álvaro Arroba, crítico español colaborador del Bafici: “Quiero a alguien que esté mal de verdad”. Arroba respondió: “Claro, quédate tranquilo que sé a quién recomendarte”. Seles no usa con frecuencia su teléfono y el encuentro se dilató, pero en cuanto García Pelayo consiguió su dirección de correo empezaron a trabajar juntos.

“Gonzalo es como un padre para mí, no puedo más que agradecerle. Además de su obra infinita, tiene una grandeza como un padre que te deja ser su padre. Lo mismo Javier, son personas que me ayudaron hasta el infinito”. Javier es el hermano menor (¡entre 16!) de Gonzalo, figura insoslayable del rock andaluz (manager de Triana, por ejemplo) y fue parte del elenco de las obras que Seles presentó en el Teatro Sarmiento.

Lucía no para y tiene planes ambiciosos para lo que queda del año. Quiere que diciembre sea su mes estrella, con una invasión total de su trabajo en la sala Arthaus (Bartolomé Mitre 434), lugar bastante nuevo en Buenos Aires. El programa que prepara incluirá cuatro (¡o seis!) obras de teatro y, si lo ponemos en términos convencionales, el estreno oficial de una de sus películas, The Urgency of Death o Terminal Young. Además, la película se verá en el cine Select de La Plata, en El Cairo de Rosario y en el Cine Club Del Carril en Córdoba. No es para menos, la tetralogía agotó las entradas en todas las proyecciones que se hicieron en septiembre en el Museo del Cine.

Pero eso no es todo, su otro proyecto es tan disparatado como su creatividad: quiere hacer un programa de preguntas y respuestas en YouTube junto a Susana Pampín (otra digresión, aunque tampoco tanto: su interpretación de La Cordobesa, la conductora del podcast favorito del taxista batero en The Urgency, es uno de los puntos altos del cine argentino este año). La idea es grabar en la terraza de Arthaus, con público presente y un jurado. ¿Qué tipo de preguntas? Pues, las del estilo selesiano, como: “¿Preferirías enamorarte para toda la vida o trabajar en una fábrica de lámparas?”

Se publican ensayos y análisis rigurosos sobre tu cine, ¿qué pensás de ese mundo que se mete con tus películas?

Es hermoso, valoro mucho cómo lo estás expresando. Hay cosas dando vuelta muy lindas; por ejemplo, un intercambio epistolar entre un crítico de cine y programador del Festival de Cine de Valdivia llamado Víctor Guimarães con una amiga argentina. En la revista Kilómetro 111 también escribieron algo muy lindo sobre mis videos. Yo soy muy resentida porque siempre creí que nadie iba a mirar ni darle importancia a lo que yo hacía, así que lo tomo como una venganza. Les tengo terror a las entrevistas porque escucho hablar a una directora o un director y digo “me quiero matar, ¿qué está diciendo?”. Yo respeto a las guitarristas clásicas, a las novelistas, pero los directores de cine me parecen lo menos. Para mí son como drivers larga distancia a los que les gusta el champán. A los drivers de larga distancia los adoro, eh.

¿No te sentís valorada por tus colegas?

Sí, sí, me cruzo con directores, me hablan, me siento respetada; pero lo mío es estar aislada.

¿Qué diferencia encontrás entre hacer cine y teatro?

Cada cosa precisa un temple y un corazón diferente. Nunca algo que queda harto lindo en el teatro puede quedar harto lindo en el cine o en un diario íntimo. Cada uno tiene sus rieles pero me parece que el cine es lo más sencillo que existe, me parece una disciplina fácil, aunque yo estoy montando 08 horas por día un video. Es pura manipulación. En el teatro es más difícil porque no hay control. Los actores están en riesgo. Odio eso.

¿Cuál es tu mayor fantasía?

Morir así. Estoy lista para morirme mañana.