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Holy Spider: Araña Sagrada

Una periodista intenta capturar a un asesino en serie, en un thriller oscuro y cruel inspirado en un escabroso caso real.

Ali Abbasi 

/ Zar Amir-Ebrahimi, Arash Ashtiani, Forouzan Jamshidnejad

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Cineplex y MUBI

Hace unos años, Ali Abbasi, director iraní radicado en Dinamarca, nos sorprendió con Border, una cinta neo-noir que mezclaba la estética de David Lynch con la de David Cronenberg. Actualmente, Abassi es el director de dos capítulos de The Last Of Us, la serie que ya se puede considerar como la mejor adaptación de un videojuego de todos los tiempos. Pero Abassi está también detrás de otra cinta Neo-Noir, que mezcla lo mejor del cine iraní de denuncia, con las atmósferas sórdidas y sádicas de Michael Haneke y David Fincher.

Holy Spider está basada en un caso real ocurrido en Mashad, la ciudad más sagrada de Irán, y que gira en torno a un asesino en serie llamado Saeed Hanaei y apodado “el asesino de arañas” por la prensa. Este obrero fue arrestado en el 2001 por el asesinato de dieciséis trabajadoras sexuales. En un escabroso caso de “limpieza social”, Hananei fue considerado un héroe por los fanáticos religiosos, quienes vieron sus terribles crímenes como una misión sagrada.

La versión ficcionada de Abbasi (existe un documental llamado Y llegó una araña y otra cinta titulada Araña asesina, basadas en el mismo caso) nos muestra a Hanaei (Mehdi Bajestani) como un devoto y en apariencia inofensivo esposo y padre de dos hijos, que de una manera inexplicable solicita el servicio de prostitutas, para llevarlas a su propio hogar y estrangularlas sin consideración. Sabremos que Hanaei fue un veterano de la guerra Irán-Irak que se lamenta por no haberse convertido en un héroe o mártir.

Entra en escena Rahimi (Zar Emir-Ebrahimi, ganadora del premio a la mejor actriz en el pasado Festival de Cannes por este papel), una periodista que viaja de Teherán a Mashad para investigar sobre los misteriosos asesinatos. El machismo y la misoginia no está ausente de las autoridades policivas y Rahimi verá obstaculizada su investigación en varias ocasiones e inclusive, será víctima del acoso sexual de Rostami (Sina Parvaneh), el mismísimo jefe de la policía.

Pero no todos los hombres son unos monstruos en Mashad. Rahimi encontrará un aliado en Sharifi (Arash Ashtiani), un reportero local con el que Hanaei se está contactando telefónicamente, pero que no será tan valiente y arriesgado como su colega. Siguiendo las reglas del thriller, Rahimi decidirá capturar al asesino haciéndose pasar por una de sus víctimas, cuando en la vida real, el asesino fue capturado gracias a una mujer que luchó contra él y logró escapar para acudir a las autoridades. 

En 1990, Jamie Lee Curtis protagonizó una cinta dirigida por Kathryn Bigelow llamada Blue Steel acerca de una mujer policía que es acosada por un psicópata y que, de una manera absurda, termina siendo exonerado de sus crímenes una y otra vez ante la indignación de ella. Algo similar pasa en Holy Spider, pero Abassi lo lleva más allá. Veremos cómo su esposa Fatima (Forouzan Jamshidnejad) lo terminará defendiendo y su hijo adolescente lo admirará y deshará continuar su tarea, en una situación tan oscura y nihilista, que bien parece material para una saga como Viernes 13.

Holy Spider es una película tremendamente oscura y difícil de ver, especialmente en las escenas que describen los asesinatos y en una recreación de los mismos llevada a cabo por los hijos pequeños de Hanaei, como si se tratara de un juego. Y aunque es un thriller canónico que marca una diferencia por desarrollarse en un contexto diferente al de los Estados Unidos, Inglaterra o Dinamarca, no por eso deja de ser un trabajo bien armado y muy pertinente para los tiempos del #MeToo.  

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