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El viaje latinoamericano de Phil Manzanera y Lucho Brieva

Los dos amigos vuelven a la versión corroncha de sus álter ego para un demencial recorrido por el continente

Por  IGNACIO MAYORGA ALZATE

marzo 7, 2017

Cortesía PHIL MANZANERA

Dos corronchos —la manera peyorativa que tienen los cachacos de nombrar a los costeños— se encuentran en las playas de Cartagena y comparten una alucinación colectiva. El primero se ha pasado de tragos con el aguardiente, el segundo ha ingerido una cantidad importante de ayahuasca. Ambos ven un caballo blanco y alado que les señala al norte y les da a entender que la tierra prometida está en los Estados Unidos. Los compadres se montan a su fiel corcel de acero, un automóvil al que llaman Lowrider, para enfilar hacia el norte, pero en medio de su intoxicación equivocan el camino y terminan dando una vuelta por toda Suramérica. Así comienza Corroncho 2, la nueva aventura sonora de Phil Manzanera, importante guitarrista de la legendaria Roxy Music y productor de innumerables proyectos, y Lucho Brieva, artista y diseñador barranquillero quien reside en Londres hace varios años.

Brieva arribó a Londres de la mano de su entonces esposa Chrissie Hynde, fundadora de The Pretenders, y acompañado por Chucho Merchán se encontró casualmente con Manzanera. “Yo conocía a Chucho y le estaba dando mi estudio para mezclar un disco de caridad que estaba haciendo. Y se fue como a las tres de la mañana”, explica Phil Manzanera desde Cartagena, en donde celebró recientemente su cumpleaños 66. “A las 10 de la mañana llegaron Chrissie y Lucho. Chrissie no sabía que yo estaba viviendo allí. Ahí nos conocimos. Lucho me explicó que era de Barranquilla y fue como encontrar un hermano. Desde ese día él vive en el apartamento de abajo, es un enclave colombiano en Notting Hill”.

Encontrar a Brieva fue para Manzanera como un viaje a la raíz, a la tierra de su madre, quien siempre estuvo muy pendiente de transmitirle la mitad de su herencia latinoamericana, que le viene por el lado de la familia que el guitarrista tiene en Barranquilla. Con eso en mente, y por invitación de Hynde para que grabaran un disco en español, Manzanera y Brieva trabajaron desde 2003 a 2008 en Corroncho, el primer álbum que introdujo a estos compadres. “En un primer nivel es solo música: jugamos con la cumbia, la salsa, el rock y lo que nos dio la gana”, explica Manzanera. “Luego fue como poner una luz en algunos asuntos sociales del hombre latino, cosas que son supuestamente políticamente incorrectas, para abrir una especie de discusión y divertirnos. Ese es el concepto básico”. Aquel disco plagado de invitados célebres que iban desde Enrique Bunbury hasta Robert Wyatt se convirtió en una osada apuesta de Manzanera, siempre ávido de experimentar en el ámbito sonoro, que se vio correspondida por el humor descomplicado y fresco de Brieva.

“Teniendo esas dos figuras que son casi nuestros álter ego, la cosa sale un poquito como el concepto de Gorillaz, pero con colombianos de la costa, y sus aventuras, de las cosas que hacen”, explica el guitarrista británico. “El primer disco estableció estos personajes y, en el segundo, se van en un viaje de carretera, que se supone es hacia la tierra prometida”. Aunque el álbum se tomó otros cinco años en componerse, los tiempos han coincidido para que tenga mayor resonancia el día de hoy. “Es muy del momento porque se supone que Estados Unidos ahora no es la tierra prometida. Entonces tiene mucha resonancia, lo empezamos hace cinco años, pero cuando sale hoy, me parece que tiene más cosas muy importantes que decir. Tiene más resonancia que hace cinco años”.

Grabando con Jorge Villamizar.

El tiempo de producción tiene total sentido a la luz de la cantidad de sonidos que se exploran en el álbum y el gran número de invitados que convergen en esta nueva aventura discográfica. El elenco de colombianos abanica a músicos de todos los espectros sonoros: de Andrea Echeverri (segunda voz en el llamado andino de Agüita fresca), Lao Ra (coros y la cálida vendedora de arepas cucuteñas en Arepa) o Pernett (Caballo blanco, Palo santo), entre muchos otros. Además, Enrique Bunbury presta su rugido para El Ray de los caminos. “Yo adoro a Enrique. Siempre ha sido muy simpático conmigo”, dice con cariño Manzanera. “Tiene la voz de un león, le da el ciento por ciento y yo admiro mucho eso. Si yo le digo que me acompañe en un proyecto, no importa lo que sea, él se apunta. Eso vale mucho para mí”.

La constante investigación rítmica de Manzanera llevó a que Corroncho 2 saliera a viajar por todo el continente y se empapara de la pluralidad que integra la identidad multicultural de estos territorios. Así, por ejemplo, El tango infinito está empapado de la música porteña de Buenos Aires, mientras que Palo santo presenta una reflexión en torno a los ritmos indígenas colombianos.

Además de las canciones propias, Brieva y Manzanera adaptaron con inteligencia piezas del cancionero anglo y, dándoles una vuelta de tuerca, lograron que su significado cambiara para adaptarse a la travesía de los corronchos. “Creamos nuevas canciones, pero también utilizamos canciones bien conocidas. Por ejemplo, cuando llegan a Chile y van subiendo a los Andes, pasan por el desierto de Atacama y tomamos la canción de Oasis, Live Forever”, explica Manzanera. “Cambié unas palabritas en la traducción y puse unas letras de Pablo Neruda adentro, de repente es una canción para los que enterraron en el desierto en lo que se llamó la “Caravana de la muerte” de Pinochet. Y, poniendo esa canción en ese contexto y en ese lugar, tiene un sentido y resonancia completamente diferente a la canción de Oasis”. Así mismo sucede con Aleluya, adaptación del clásico de Leonard Cohen, que encuentra a los amigos borrachos y con el corazón roto en una cantina en la Plaza Garibaldi de México D.F.

Corroncho 2 es una reflexión sentida y llena de humor sobre la esencia latinoamericana, la riqueza de los ritmos propios del continente y la exaltación de la belleza natural que hacen de los paisajes del continente un tesoro invaluable. “Cuando estoy con Lucho me siento más latino. Y cuando hablo español me siento más latino. Cuando hablo inglés puedo ser muy inglés. Mi padre era inglés y mi madre colombiana”, explica Manzanera. “Yo tengo una dualidad en muchísimas cosas de mi vida. De vez en cuando me encanta jugar ese papel. Cuando estoy con mis primos aquí en Colombia, me siento parte de la comunidad colombiana. Aunque si estoy en Londres con lords y ladies yo puedo jugar ese papel de inglés. A veces uno tiene una perspectiva interesante viniendo de afuera y mirándose por dentro”. Quizás esta sea la enseñanza más importante de Corroncho 2: el devolvernos la posibilidad de jugar a ser latinos, de vivir nuestra identidad como un motivo de orgullo, de entender que la tierra prometida está en nuestras playas, ríos y selvas. “Porque la tierra prometida no es Estados Unidos, tienen que enfocarse en su propio país, hay tantas riquezas aquí mismo. Veo que esto, aunque está hecho de una forma liviana, el mensaje llega”, explica con su eterna sonrisa Phil Manzanera antes de la celebración de su cumpleaños en Cartagena, en el país de su madre.

La celebración costeña de Phil Manzanera

El mismo día que cumplía 66 años, el 31 de enero, Phil Manzanera y Lucho Brieva decidieron lanzar Corroncho 2 en Cartagena. Desde temprano el Bazurto Social Club se fue llenando de personas que, tras haber visto a Manzanero en el Hay Festival, decidieron continuar celebrando de su mano. “Fue buenísimo, primero que todo, el público fue increíble. Un público súper especial”, explica Humberto Pernett, quien acompañó a los corronchos durante el festejo. “Era un martes, no era un día normal de rumba, entonces la gente que fue asistió porque de verdad se moría por ver ese show. Phil estaba contento. Tenía su mesa para él. Yo me encargué de la producción del evento, de llevar el backline y todo ese montón de cosas y de llevar el equipo técnico para que el concierto fuera un éxito. Llevé mi banda local de Barranquilla, que es con dos de los muchachos de Colectro. Acá todos somos familia. Iba Pacho Cuadrado, percusionista de Puerto Colombia y lo bonito es que su concepto era el deCorroncho. Entonces claro, todos los músicos corronchos desde la Costa, todos barranquilleros, él estaba muy contento de sentir ese calor humano que da el Caribe. Creo que logramos una experiencia bonita para todos”.

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