Kiss en Argentina: del primer River en 1994 a la (no tan) despedida en el Campo Argentino de Polo

Para palpitar el regreso de la banda a Buenos Aires como parte del festival Masters of Rock, el 28 de abril, este tour en el recuerdo por sus siete visitas históricas

Por  DIEGO MANCUSI

abril 20, 2023

(Foto: Emiliano Rodríguez)

Este artículo fue publicado originalmente en el bookazine dedicado a Kiss de Rolling Stone Argentina

La rivalidad entre Queen y Kiss es un invento argentino del que Carlos Spadone intentó aprovecharse en 1981. La banda británica había tocado en el país unos meses atrás y el empresario (el mismo que durante el menemismo se haría “famoso” por el caso de la compra de leche en polvo adulterada para repartir en escuelas) intentó cerrar el círculo trayendo a sus némesis. Devaluación catastrófica (y flojera de papeles de Spadone en lo financiero) mediante, el proyecto quedó en la nada. Dos años más tarde, se llegaron a vender entradas para un show de Kiss en la cancha de Boca.

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Pero la amenaza de un grupo de ultraderecha llamado Comando 2 de Abril (que advirtió que volaría la Bombonera “en mil pedacitos”, por considerar a los miembros del grupo “drogadictos, degenerados y homosexuales”) terminó amedrentando a la banda, que decidió cancelar apenas días antes el concierto. Lo cual no impidió que el organizador, un tal Daniel Muñoz, se fugara con la recaudación, dejándoles a casi 50.000 personas su ticket como souvenir.

Kiss en River, abril de 2009 (Foto: Marcelo Gómez)

La primera vez: 3 de septiembre de 1994

El Kiss Army local tuvo que esperar hasta 1994 para ver en vivo a su banda favorita. El 2 de septiembre de ese año el cuarteto pisó suelo argentino por primera vez para cerrar al día siguiente en la cancha de River el Monsters of Rock, festival en el que compartieron cartel con Slayer, Black Sabbath (con Tony Martin en la voz), Hermética y Gatos Sucios. Tocaron sin maquillaje y con la formación que incluía a Bruce Kulick en la guitarra y Eric Singer en la batería. El disco que venían a presentar era Revenge (1992), pero de su tracklist solo hicieron “Unholy” y “Domino”. El resto del set fue un repaso de clásicos que -más allá de algún inevitable capricho no satisfecho- dejó contento a la mayor parte del público: abrieron con “Creatures of the Night”, “Deuce” y “Parasite”, atendieron a la vieja escuela con “Black Diamond” y cerraron con “Heaven’s on Fire” de Animalize (1984) y -por supuesto- “Rock and Roll All Nite” de Dressed to Kill (1975).

El primer show completo de Kiss en Argentina

La muerte de dos fans, que intentaron saltar de una bandeja a otra del Monumental y cayeron al vacío, empañó la celebración, pero el show previsto para el 5 de septiembre en Obras y los otros tres que se agregaron con el grupo ya en Buenos Aires (también en el Templo del Rock, el 14, 15 y 16 del mismo mes) no se suspendieron. La prensa se dio el gusto de pedirle a Gene que mostrara la lengua (no la mostró) y de preguntarles si pisaban pollitos en escena (“no, los compramos muertos y los comemos, igual que ustedes”).

Llegan los originales: 14 de marzo de 1997

En la visita de 1994, el productor Daniel Grinbank contó que Gene Simmons y Paul Stanley le habían dicho que su siguiente paso por Buenos Aires sería con la formación clásica, o sea, con Ace Frehley en la guitarra y Peter Criss en la batería. Los fans se lo tomaron en broma: las cosas entre los líderes y los integrantes despedidos no estaban precisamente en paz, así que nadie esperaba que tal cosa sucediera de verdad. Y, sin embargo, así fue: en 1996 Gene y Paul invitaron a sus excompañeros a tocar en su MTV Unplugged y la reacción fue tan positiva que hubo reconciliación y gira. Al año siguiente, el Alive/Worldwide Tour trajo a los cuatro históricos a la Argentina para hacer otro River. Con Malón, V8 (sin Iorio) y nada menos que Pantera como teloneros, el grupo se abocó a darles a los fans lo que querían: Kiss tradicional, el de los 70, con seis canciones de Destroyer (1976), cinco del debut homónimo del 74, su cover de “2000 Man” de los Rolling Stones y nada de su etapa a cara lavada. Hubo hitos festejados como “Firehouse” y “C’Mon and Love Me”, pero hasta los fans más enfermos se quejaron de las deficiencias de sonido, agravadas por el viento.

Kiss hablando en español en una entrevista del programa El Rayo

“Finalmente pudimos comprobar que la rebeldía de Kiss es infantil. Pólvora quemada y, a esta altura, cuatro veteranos que estaban en la lona y volvieron al ruedo para juntar unas monedas con un gran esfuerzo de producción y ninguna novedad musical”, decía la crítica de La Nación. El momento sentimental de la noche fue “Beth”, la balada que había quedado afuera de sus sets desde la partida de Peter Criss. El cierre, otra vez con “Rock and Roll All Nite”, dejó con ganas de más a los kissmaníacos que cumplieron con su sueño de ver al Demonio, al Chico Estrella, al Hombre del Espacio y al Gato sobre un mismo escenario. Poco más de diez años atrás escandalizaban a los puritanos como si fueran la mismísima encarnación de la degradación humana; a esta altura, en cambio, ya eran un número clásico, un monstruo más del show business.

El circo vuelve a la ciudad: 10 de abril de 1999

En 1999, ya estábamos en el futuro, por lo cual un espectáculo con pretensiones de rupturista como un show de Kiss debía presentar algún truco tecnológico “del mañana”. El Psycho Circus Tour lo tenía: unos anteojitos que permitían disfrutar las visuales en temas como “Firehouse” en 3D. El público argentino lo pudo apreciar el 10 de abril de ese año en River, estadio al que la banda llegó con la excusa de presentar Psycho Circus (1998), su primer disco grabado con la formación clásica desde Dynasty de 1979 (en Unmasked del año siguiente, Peter Criss tiene el crédito como baterista, pero en realidad sus partes las tocó Anton Fig).

El recital de Kiss en River de 1999 completo

En un momento en el que megabandas como los Stones y U2 competían por el escenario más imponente, Kiss se metió en la discusión con un stage construido sobre una plataforma de 50 metros de ancho por 18 de alto, iluminado por más de 300 kilovatios de luces, distribuidas en 200 metros de estructuras de aluminio suspendidas del techo. El canal Volver grabó el concierto con catorce cámaras en HD y lo transmitió días después en un especial conducido por Eduardo de la Puente: fue el primero de los shows en la Argentina que pudo verse por televisión. Después de los teloneros, Villanos, Kiss subió con una lista de temas que, una vez más, estuvo copada por Destroyer (tocaron seis canciones de ese disco, entre ellas “Detroit Rock City”, “God of Thunder” y “Shout It Out Loud”) y el debut autotitulado. Del flamante Psycho Circus sonaron “Into the Void”, “Within” y la que da nombre al álbum. Lógicamente la etapa “desmaquillada” volvió a quedar al margen, y hubo un cambio en el cierre: en lugar de la infaltable “Rock and Roll All Nite”, se fueron sobre los últimos acordes de “Black Diamond”. La dinámica grupal se percibió fría: la revista Kiss Fever decía que “su relación en escena es casi nula: lo que se dice una auténtica relación laboral”.

Otro Monumental lleno: 5 de abril de 2009

Una década tuvo que pasar para que Kiss volviera a Buenos Aires. Para 2009 el idilio entre los originales ya era un recuerdo: en 2001 Criss fue reemplazado por Eric Singer (aunque volvió brevemente entre 2002 y 2004) y de octubre de 2002 a hoy el puesto de primer guitarrista de Ace lo ocupa Tommy Thayer. Así llegaron a su conocido Monumental, otra vez en el marco de un festival: en este caso cerraron la cuarta jornada del Quilmes Rock, en la que también tocaron Ratones Paranoicos, Las Pelotas, Molotov y Massacre. Aunque en todo el Alive 35 World Tour usaron trajes similares a los de la época de Destroyer, por primera vez aquel álbum no fue el gran protagonista de su presentación porteña: Kiss (1974) metió seis canciones en el setlist y Hotter than Hell (1974), cinco. Alive! (1975), el mítico disco en vivo cuyo casi-aniversario servía de excusa para la gira, se vio representado en su totalidad, con la excepción de “Rock Bottom” y “Firehouse”.

Los fans de Kiss en River, abril de 2009 (Foto: Marcelo Gómez)

Por primera vez la alineación pintada tocó en Buenos Aires una canción de los años sin pintura: “Lick It Up”. Aun sin la magia de ver a los cuatro fantásticos sobre el escenario, los fans apreciaron el vigor que aportaron Singer y Thayer. “La mejor visita de Kiss con maquillaje”, decía la revista Fever, y el desfile irreprochable de hits, la performance revitalizada por los nuevos miembros y el apabullante despliegue de luces y pirotecnia le daban la razón. Hubo lugar para dos bloopers: el cable que levantaba por el aire a Gene Simmons en su vuelo simulado falló y hubo que bajarlo a mano (“nos jugamos la vida todas las noches por ustedes”, gritó, y remontó así una situación digna de Spinal Tap), y en el saludo inicial, el bajista perdió la brújula y le dio las buenas noches a… Santiago de Chile. Las cifras oficiales hablaban de 50.000 espectadores.

Pirotecnia de transición: 7 de noviembre de 2012

Fue raro el show de 2012. No hubo cambios en cuanto al lugar (el Monumental, siempre) o a la formación (con Thayer y Singer una vez más), pero al setlist lo metieron en una licuadora y la energía del grupo pasaba por un bajón histórico. Menos de un mes antes habían editado el que hasta hoy es su último disco: Monster (2012). Definido por Gene Simmons como “una mezcla de Destroyer (1976), Revenge (1992) y Sonic Boom (2009)”, el álbum era un rebote hacia un sonido más pesado, pero no tenía el potencial hitero de otros trabajos. Por eso, y porque muy pocos habían podido escucharlo al momento del show, solo los fans más recalcitrantes disfrutaron que cinco de los 18 temas hayan sido de ese disco. A algunas de esas canciones, como “Hell or Hallelujah” y “Long Way Down”, les faltaba rodaje en vivo y sonaron desajustadas. Tres temas de Destroyer , dos de Creatures of the Night (1982) y un paisano de cada pueblo en el resto: una lista atípica que fue recibida con cierta frialdad. Eso, y que a los Kiss históricos se los notaba oxidados, cansados, sin el brío de otros conciertos.

El hit “Rock and Roll All Nite” en vivo en River, noviembre de 2012

La voz de Paul acusaba el paso del tiempo y Gene daba todo, pero se quedaba corto. Algunos olvidos de letras y otro blooper (una tarima elevaba a cada uno de los integrantes y luego bajaba… salvo la del bajista, que eligió quedarse arriba en otro gran momento Derek Smalls) sumaron confusión a la situación. Tommy Thayer cumplía años y sopló la velita sobre el escenario, pero hasta ahí llegó la emotividad. Salvo por los hits inoxidables (la apertura con “Detroit Rock City”, el cierre con “I Was Made for Lovin’ You” y “Rock and Roll All Nite”) y algún favorito del Kiss Army (“Black Diamond” con multiestallido pirotécnico), el concierto pasó con más pena que gloria y muchos lo tomaron como un presagio de un inevitable final. Eso sí: el unplugged en el meet & greet con entradas a mil dólares sonó impecable.

Cambio de camiseta: 16 de abril de 2015

Kiss en… ¿Vélez? Para el que fue el tour por su 40° aniversario, por primera vez en su historia de visitas a estadios de Buenos Aires el grupo cambió el Monumental por el José Amalfitani (había tocado además en Obras indoors en el 94). Allí, los fans fueron testigos de un par de confirmaciones y otras tantas rectificaciones. Se ratificó que el desgaste del grupo había llegado para quedarse: las performances vocales de Stanley a los 63 estaban (lógicamente: ni Kiss le gana a la naturaleza) muy por debajo de las de sus años de oro. Gene tampoco era la furia que solía ser, aunque los fans rescatan su mejoría con respecto a la presentación anterior. Sin embargo, varios vaticinios aciagos se cayeron: el ensamble parecía funcionar de nuevo, la entrega sobre el escenario era total y la lista de temas (liberada de la obligación de presentar un nuevo disco) recuperó el atractivo de clásicos como Destroyer o el debut homónimo y se limitó a incluir apenas los cortes de difusión de casi todos los demás (de los 90 sonó “Psycho Circus” y de los 2000, “Hell or Hallellujah”: no más que eso).

Un saludo de Kiss a la Kiss Army de Argentina para promocionar el show en Vélez de 2015

La tormenta que se posó sobre Buenos Aires aquella noche le dio, además, un toque de épica: el viento complicó las cosas con el telón de apertura (el que se debía desplegar mientras se oía el clásico “¿querían lo mejor? Tienen lo mejor”) pero la lluvia convirtió a “Love Gun” -con Paul Stanley empapado en su tarima en medio del estadio- en una postal imborrable para los presentes. En la visita de 2012 se veía asomar en el horizonte una despedida no tan honrosa; con todo, tres años más tarde confirmaron que -con los achaques inevitables- todavía tenían cuerda. Nunca se puede saber con Kiss: ya en 2002 hicieron el Farewell Tour (“la gira del adiós”) y meses después de terminarlo dijeron “ja, ¿se lo creyeron?” y volvieron al ruedo.

La (falsa) despedida: 23 de abril de 2022*

Quienes hayan estado en el show despedida de Kiss [N. del E.: así lo anunció la propia banda en la previa del concierto, aunque meses más tarde confirmó una nueva visita al país en el marco del festival Masters of Rock] en el Campo Argentino de Polo, de Buenos Aires, quizá hayan sentido que las agujas retrocedieron casi cuarenta años. Hasta un tiempo en que el rock duro tenía un costado naíf, si se aplican los parámetros de hoy: caras pintadas, zapatos con plataformas gigantes, mucho brushing y proclamas del estilo “fui hecho para amarte y tu fuiste hecha para amarme a mí”. Es raro pensar que ese glamour haya sido contracultural (o al menos un poco incómodo) alguna vez, pero lo fue. O eso dicen.

Kiss en el supuesto último show de la banda en Buenos Aires, en abril de 2022 (Foto: Santiago Gallo Bluguermann)

Lo que ocurrió en el Campo de Polo fue algo parecido al final de esa inocencia, el cierre de una buena película de aventuras: los mejores performers del mundo, los reyes del artificio hard-glam-rockero se despidieron de su público argentino, compuesto por post-cuarentones a punto de romper en llanto y adolescentes tratando de descifrar los códigos de la fantasía. Como parte de su gira End of the Road, Kiss dio su último aliento en estas tierras y esto fue lo que pasó. Leé la crónica completa haciendo click acá.

*El autor de esta crónica es José Totah.

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