Genesis y los 50 años de The Lamb Lies Down on Broadway: la importancia del disco, su influencia y un festejo muy especial

En el cincuenta aniversario del sexto disco de Genesis, músicos argentinos destacan su trascendencia y la banda Genetics se apresta a tocarlo en vivo de manera completa en el Teatro Coliseo

Por  OSCAR JALIL

septiembre 5, 2024

FOTO: ARCHIVO LA NACIÓN

En los primeros días del verano boreal de 1974, Peter Gabriel se debatía entre continuar al frente de un grupo en ascenso o pegar un viraje drástico que sacudiese la modorra del llamado rock progresivo británico. La voz de Genesis convenció a sus compañeros, que, con algunas reservas, comenzaron a trabajar en una obra conceptual. Un álbum doble centrado en la odisea urbana de Rael, un puertorriqueño recién llegado a Nueva York en busca de su hermano perdido.

El personaje inicia un largo viaje en donde la realidad se mezcla con visiones oníricas, en esos laberintos interiores conviven íconos de la cultura norteamericana junto a varias referencias bíblicas. La trama, compleja y sinuosa, produjo el disco más oscuro y controvertido del quinteto inglés. The Lamb Lies Down on Broadway sigue siendo hasta hoy una cumbre creativa irrepetible, el último registro de Gabriel como voz e imagen de Genesis y también una obra que provoca pasiones en una inmensa minoría de seguidores argentinos.

“Las composiciones son muy buenas en todo el álbum, a nivel canción es el mejor disco de Genesis; a nivel lírica también, las letras me parecen muy divertidas. The Lamb… se sale del formato clásico que sonaba en discos anteriores como Foxtrot o Selling England By The Pound”, dice Sergio Rotman a modo de rescate de su pasado adolescente como escucha obsesivo de rock sinfónico. “Mi canción favorita es ‘Lilywhite Lilith’, un punto muy alto de Genesis. ‘The Lamb…’, la canción, es medio Bowie, medio Eno, influencias de cosas que iban a explotar poquito después”.

Como tantos otros músicos de la década del 80, el saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs y fundador de bandas post-punks como Cienfuegos y El Siempreterno, Rotman se educó escuchando los discos que en Argentina se editaban de manera dispersa durante los 70. “Sabía lo que había pasado en el grupo, que ya se había ido Gabriel. Primero escuché Seconds Out -álbum en vivo de 1977- y las versiones me sonaban más al estilo de Phil Collins. Cuando llegué a The Lamb me gustaron mucho más porque me parecían más rockeras, más duras”.

Fernando Samelea reconoce que en su educación musical y sentimental The Lamb también ocupa un lugar relevante, ahora convertido en un flashback de efectos múltiples. “Lo escuché siendo muy chico, en la casa de un amigo más grande. La edición argentina no era muy buena, el disco nos sonaba como opaco y sin agudos. Muchos años después mis amigos de Guitar Craft me regalaron la edición en CD remasterizada, y pude escuchar esos hi-hats y ese sonido a la perfección. Fue redescubrir el disco. Recuerdo ‘The Carpet Crawlers’, que tiene un hi-hat de Collins que en la edición original estaba enmascarado y ahí brillaba muchísimo más”, dice el baterista de Fricción, Clap y tantos otros proyectos que cubren más de 40 años de trayectoria como baterista, historia que por estos días lo tiene como integrante de la banda que acompaña a Charly García en su regreso al disco con La lógica del escorpión.

“En sus momentos más sorprendentes, tanto en la sala de ensayo o con este material que está por salir, Charly siempre vuelve con algún toque de Tony Banks”, dice Samalea sobre la influencia y fascinación que ejerce el tecladista de Genesis en la vida y obra del compositor de “Eite Leda”.

The Lamb Lies Down on Broadway es un punto de inflexión en las carreras artísticas de Peter Gabriel y Genesis, división de fuerzas que dominará con hits planetarios buena parte de la década del 80. El sexto disco de estudio significó el fin de los excesos de la edad de oro del rock progresivo y también una fractura en el núcleo interno del quinteto inglés. El álbum doble tuvo un éxito modesto en su momento de edición, pero la historia surrealista de un pibe de la calle vagando por Manhattan se ha mantenido mucho mejor que otros proyectos de pares como Emerson Lake & Palmer, Yes o Jethro Tull. Por su ambición, inventiva y absoluta extrañeza, The Lamb es un antecedente para obras de peso como Ok Computer de Radiohead, donde oscuridad y belleza elaboran otro tipo de diálogo de seducción. Las letras ambiguas y la trama del álbum siguen generando debates y comentarios en los sitios dedicados a Genesis. Desde las páginas de The New Yorker, el periodista y escritor Jon Michaud sostiene que “si la medida de una obra de arte es la cantidad de exégesis que inspira, entonces The Lamb es el Ulises de los álbumes conceptuales”        

Muy al sur del lugar que inspiró la historia de Rael, una banda argentina interpreta con fidelidad asombrosa diferentes momentos de la historia de Genesis. Tomás Price (voz), Leo Fernández (guitarras), Claudio Lafalce (bajo y guitarras), Horacio Pozzo (teclados) y Daniel Rawsi (batería) formaron Genetics en 2011 y este sábado 7 de septiembre en el Teatro Coliseo vuelven a recrear The Lamb en vivo respetando la puesta original de luces y proyecciones. En la gira presentación, Gabriel abandonó los disfraces que daban vida a los personajes repartidos en las canciones de Nursery Crime (71), Foxtrot (72) y Selling England By The Pound (73). El nuevo look se inclina por una imagen más austera: campera de cuero negra, remera blanca, jeans y zapatillas, el pelo corto y una expresión pendenciera convirtieron al cantante en Rael. Durante 102 shows por Europa, Estados Unidos y Canadá, la banda presentó el álbum de principio a fin, una jugada suicida y, en cierta forma, decepcionante para los seguidores que recién se estaban familiarizando con el nuevo material. Recién durante los bises surgía “Watcher of the Skies”, un clásico incluido en Foxtrot. Tres pantallas situadas en el fondo superior del escenario, mostraban las diapositivas que ilustraban la odisea del boricua. Los duración de los temas, mucho más breves y directos, y también el espacio para la experimentación, como en “The Waiting Room” donde aparece Brian Eno en los créditos del disco doble, es otra marca de quiebre respecto del pasado.    

“Si bien venía escuchando rock progresivo desde 1971, descubrí a Genesis recién a principios de 1974, sencillamente porque no se editaban sus discos en Argentina”, dice Horacio Pozzo, tecladista de Genetics y dueño del difícil rol que ocupaba Tony Banks. “En tercer año del secundario hice nuevos amigos y ellos estaban al día con lo más under del rock inglés: lo último de Genesis era Selling England by the Pound y rápidamente me enamoré de la banda. En esos años mi viejo viajaba y me traía vinilos (¡un campeón!) y cuando llegó con The Lamb yo no lo podía creer, ni sabía que existía el disco”.

El primer recuerdo del tecladista al escuchar el álbum es de extrañeza. A mis dieciséis años, tocando el piano y la guitarra desde niño, creciendo con lo más moderno de Los Beatles, tardé un par de semanas en disfrutar el nuevo disco. Ahí me di cuenta de que cierta música es de asimilación lenta y requiere de una escucha intencional repetida, una actitud que se perdió bastante en este siglo”.

En diciembre de 1974, a pocas semanas de comenzar la gira presentación, Peter Gabriel decidió dejar definitivamente la banda. “Estábamos en Cleveland”, recuerda el mánager Tony Smith en el libro de Armando Gallo I Know What I Like y en el mismo párrafo aparecen las explicaciones del cantante y letrista. “Había llegado al límite de mi influencia sobre el grupo en lo que significa poder imponer mis ideas. Y en el siguiente álbum iban a querer que hiciera menos letras, por ejemplo, porque yo ya había hecho todas las de The Lamb”.

Antes de convertirse en Flavio Casanova, el futuro cantante de la mítica banda de rockabilly seguía de cerca la discografía de Genesis. “Escuché The Lamb por primera vez a fines de 1977 cuando cursaba tercer año en el Colegio Nacional de La Plata. Ya conocía Nursery Crime, Selling England By The Pound y tenía la edición nacional de Foxtrot desde un año antes”, dice Flavio Sarmiento sobre aquellas primeras impresiones adolescentes. “Desde la tapa diseñada por Hipgnosis se percibía algo muy diferente a los discos anteriores, mucho más agresivo, más real, más mundano. Ya con el primer tema (“The Lamb Lies Down On Broadway”) cuando la canción explota después de la intro se notaba el sonido más directo, una especie de trompada de sonido sobre mis sensibilidades, temas más cortos y concatenados entre sí. Me acuerdo que era imposible levantar la púa”.

Algo de esa escucha atenta y detallista acompañó al chico que completaba su educación musical con visitas frecuentes al bar Einstein, el Stud Free Pub o el Zero Bar, un recorrido por el under porteño para un pibe platense destinado a convertirse en el cantante de Casanovas. “Grabé la voz del primer disco en 1986 junto a Daniel Melero como productor artístico y Mario Breuer en la consola de sonido de los estudios Panda”, cuenta Flavio que trabajó las sesiones de voz sin el resto de la banda. “Charlamos previamente con Daniel la idea de incorporar elementos que me habían conmovido en el aspecto vocal y de expresividad tomados de las diferentes facetas en la voz de Peter Gabriel logradas en The Lamb. Eso de que cada tema sea una historia diferente, cantada de un modo distinto para poder transmitir y lograr catarsis en el oyente muy a pesar de mí limitado registro de aquellos primeros años. Temas como ‘Ambiente Color Sepia’, ‘Ella es un Aguila’ y ‘Evasión’ son prueba elocuente de ello. Para lograrlo creamos microclimas atenuando la luz y utilizamos además del Neumann principal, cinco micrófonos tipo PZM con los cuales pudimos captar hasta respiraciones, suspiros y distintos colores e intensidades de voz”.

La partida de Peter Gabriel, el nuevo rumbo que tomó la banda -luego de probar más de 100 cantantes para reemplazar la voz principal y decidirse finalmente por Phil Collins, baterista de Genesis y futuro rey del pop ochentoso-, condenaron a The Lamb a permanecer en una extraña tierra media. Poco a poco empezó a ganar preponderancia y convertirse en el disco más logrado del quinteto inglés, y hasta la excusa para reunir al grupo y realizar una gira en 2004 dedicada a recrear a The Lamb, pero Gabriel dijo no, se negó a participar en una gira mundial, prefería unos pocos conciertos que no alteraban su agenda de shows como solista. Tres años después, la idea original derivó en el tour de regreso Turn It On Again con Collins, Banks y Mike Rutherford al comando de la nave Genesis.

Genetics, en una de sus presentaciones junto a Steve Hackett

La imagen del cordero recostado en una calle de Nueva York revela un momento único en la historia del rock, la mitología de aquellos shows originales también revela algunos problemas de sincronización entre las diapositivas que contaban la historia de Rael, los efectos lumínicos y otros efectos escenográficos. Cincuenta años después la tecnología achicó el marco de error que dejaban a Genesis al borde del temido infierno estilo Spinal Tap. Nada de eso afecta a la puesta de Genetics. La formación argentina hace rato que superó el mote de banda tributo, más cerca de la interpretación clásica. La performance del quinteto impresionó a Steve Hackett, el guitarrista de la formación esencial de Genesis, y lo condujo directamente a compartir escenario y salir de gira como uno más del grupo, la última aventura compartida terminó con un Luna Park con entradas agotadas en agosto del año pasado.

“Llevar esta música a los teatros es un desafío excitante. Y a la vez es volver con alegría a mis 16 años cuando tocaba esos temas con muchas limitaciones. Jamás imaginé que iba a salir de gira con Hackett y ahora su relación con Genetics se volvió algo casi natural. Una maravilla. También es el resultado de muchos años de trabajo”, dice el tecladista de Genetics. “Cuando uno se pone en los zapatos de otro músico pasan cosas. Hay un tema de The Lamb muuuuy complicado, un tour de force de Tony Banks, desplegando polirritmias y orquestaciones intrincadas en ‘The Colony of Slippermen’. El joven Tony quería lucirse. Y la primera vez que tocamos ese tema con Genetics en el Teatro Coliseo, levanté la vista hacia la platea y toda la sala estaba hipnotizada con el disfraz de nuestro cantante! Nadie prestaba atención al trabajo compositivo en los teclados. Ahí sentí en carne propia la competencia que debía existir en aquellos talentosos pibes de 24 años. ¡Por suerte esto no pasa en Genetics!”.