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Que la voz de Silvana Estrada nos acompañe para siempre

La veracruzana es la prueba de que un entorno inspirador, una gran sensibilidad y un enorme talento son la receta para crear canciones que sanan, conmueven y perduran.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

mayo 8, 2024

Silvana Estrada es una artista del pasado, del presente y del futuro. Hoy es una de las cantautoras latinoamericanas más celebradas. Con su voz privilegiada y sus letras cargadas de sentimiento es capaz de crear canciones que conmueven hasta las lágrimas, sanan heridas, invitan a bailar o hasta se convierten en himnos de movimientos sociales. Silvana crea música que durará para siempre. La mexicana ganó el Premio Grammy a Mejor Artista Nuevo en 2022 y este año fue nominada a Mejor Interpretación de Música Global por ‘Milagro y Desastre’.

Construyendo sus instrumentos

Creció rodeada de son jarocho en Coatepec, en el estado de Veracruz, en México. Desde chica vio cómo sus padres, además de ser artistas, creaban instrumentos de cuerda frotada en su taller, así desarrolló una mayor apreciación por la música, por sus procesos, y por el esfuerzo que había detrás de ella. 

Mientras sus padres construían los instrumentos, ella recopilaba otro tipo de instrumentos a manera de conceptos y experiencias, esos que le darían la capacidad para resaltar como una artista única en su generación. “Crecí en una familia de músicos, de luthiers. Mi papá construye contrabajos y cellos, mi mamá violas y violines, que les dicen instrumentos de cuerda frotada. Es toda la primera línea de las orquestas, las cuerdas frotadas de metal. Al mismo tiempo, mi madre es clarinetista y mi padre es contrabajista. Entonces, yo crecí en un ambiente muy musical, y desde una perspectiva distinta, porque me tocaba ver cómo se hacían los instrumentos, la parte más artesanal de la música. Generé una relación de mucho agradecimiento con la música porque para que yo haga música tiene que haber alguien que se para muy temprano a construir este instrumento”, comenta en conversación con ROLLING STONE en Español.

Estrada creció en el campo, y allí veía de todo. “Me tocaba bajar al pueblo y ver a la gente bailando danzón los domingos”, recuerda. “Fui creciendo con muchas músicas distintas y muy de la mano de lo que me iban enseñando mis padres, que son unos cantores maravillosos”. Creció cantando con ellos. Silvana ponía la voz, su padre la guitarra y su madre el cuatro venezolano. 

Para esa niña de Coatepec, la música era disfrute y diversión. Es por eso que ahora, como adulta, sigue procurando pasarla bien. “En ocasiones no me sale, porque también es una cosa de sufrir a veces, pero en general intento tener una relación con la música centrada en sanar, divertirme, en generar comunidad a partir de las canciones y la música como fuerza de atracción de la gente linda del mundo”. 

Silvana había tenido acercamientos con la canción latinoamericana desde muy pequeña, pero fue cuando conoció el jazz que su relación con la música se volvió mucho más estrecha. “Para mí lo que se cantaba era el son, los boleros y el folclore a grito pelado, sin micrófono, para mí la voz era eso. Cuando me empezó a interesar el jazz, mi mamá me pasó un disco que estaba en la casa, un compilado de Billie Holiday, y me enamoré”. 

“Me encantó, porque me agarró en una etapa en la que ya empezaba a sufrir por los chicos. El jazz apareció en un momento de mi vida en el que necesitaba un poco de oscuridad”, relata. A los 13 años, con las emociones a flor de piel, Silvana escuchaba canciones como ‘Strange Fruit’, ‘You Don’t Know What Love Is’ o ‘I’m A Fool To Want You’. “Empecé a jalar ese hilito, y aparecieron cantantes que se han vuelto referentes, como Ella Fitzgerald. Entendí una cosa que no había entendido y es que los cantantes también podemos improvisar. En ese momento decidí entrar a estudiar jazz y me cambió la vida, fue increíble”, recuerda. 

A partir del jazz, Silvana aprendió a improvisar y a estructurar armonías. Adicionalmente, empezó a estudiar trompeta: “Fue un instrumento complementario. Le dediqué mucho tiempo a la trompeta. Curiosamente dejé de tomar la asignatura de canto, y estaba nada más con la trompeta. Siento que también eso me liberó mucho, y muy rápido encontré mi voz”, asegura sobre su relación con este instrumento de viento. 

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Por otra parte, en un momento dado, llegó un acompañante a su vida que cambiaría su rumbo musical por completo. El cuatro venezolano apareció para cambiar su perspectiva ante la composición, pues al sentirse limitada, se volvió a aproximar a la música desde la experimentación. “Fue mi llave a la libertad. Al no saber tocarlo, tenía toda la libertad de explorarlo y hacer cualquier cosa sin esperar nada. En el piano estudiaba mucha teoría, pero en el cuatro sentía que inventaba todo”, recuerda Estrada. “Por primera vez pude tomar un poco de mis poemas y universo melódico, y por fin hacer canciones. Fui muy feliz cuando encontré el cuatro y pude juntar esos dos universos a los que les he dedicado más tiempo y me hacen más feliz”. 

Reflexionando sobre algunos discos que la formaron, habla sobre Mercedes Sosa en Argentina (En Directo): “Este disco para mí es el que más me impactó de pequeñita. Que una voz así existiera y cantara canciones fuertes, llenas de amor y de humanidad, me caló hasta el alma. Mis papás lo escuchaban mucho en Coatepec, y luego lo cantaban en las fiestas”. Otros discos, como Arvolicos d’almendra de Soledad Bravo, Bachata Rosa de Juan Luis Guerra, Lady in Satin de Billie Holiday,  Ella Fitzgerald Sings the Cole Porter Song Book  de Ella Fitzgerald, de julieta Venegas, y algunos más, le dieron una gran perspectiva de diferentes sonidos y ayudaron a formar como una de las artistas más aclamadas de su generación. 

Además de crecer rodeada de música tradicional, tenía una gran sensibilidad que hoy se traduce en sus letras. Estrada se describe de pequeña como muy alegre, pero también muy sufrida. “Me conmovía mucho, lloraba de felicidad y lloraba de tristeza”, relata. “Me acuerdo de estar muy chiquita y leer Elegía de Miguel Hernández, un poema que le escribe a su amigo que lo matan y recuerdo deshacerme en lágrimas muy chica, y así con un montón de autores”.

(En Orihuela, su pueblo y el mío se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería)
YO QUIERO ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano,
Alimentando lluvias, caracolas y órganos, mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos Y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irán a cada lado disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Elegía, de Miguel Hernández, 10 de enero de 1936

Siendo apenas una niña empezó a escribir sus primeros poemas y cuentos. Ahorraba para comprarse libros que engrosaban una colección a la que en la Navidad y los cumpleaños llegaban cosas de José Carlos Becerra, Alejandra Pizarnik o Pablo Neruda. “Creo que nunca pensé que se pudieran unir la poesía y la música, no sé por qué. Yo era una niña bastante entregada a la canción latinoamericana”, asegura.

Así, Silvana fue generando un universo metafórico. Ahora reconoce lo importante que es para un artista tener un universo visual y de circunstancias que se resignifiquen a lo largo de su obra. “Fue a los 16 que exploté, necesitaba cantar cosas que me interpelaran”. Acompañada de su cuatro, por primera vez pudo tomar un poco de sus poemas y su universo melódico para hacer canciones.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Hoy Silvana forma parte de una generación de grandes artistas hispanohablantes que crean música con propósito, que hacen canciones desde el cariño a la música misma. En un contexto actual en el que el panorama es más vasto, inmediato y —en ocasiones— vacío que nunca, la importancia de que existan propuestas honestas que hagan un esfuerzo por aportar mensajes significativos es cada vez mayor. “Todo mundo dice cosas, pero es importante decir cosas que de repente implican una suerte de riesgo, una honestidad que implica un riesgo”, asegura. Sin embargo, Silvana asegura que vivimos en un momento en el que hay muchísima música maravillosa. “Por suerte la música es tan grande que toda la música cabe”, dice.


“Me siento parte de una generación que le está dedicando mucho amor a la canción, a las palabras y a decir cosas”.


“Si tuviera que definir a la generación con la que me identifico es una generación muy valiente, trabajadora, autosuficiente y hermosa”, dice. “Hay una especie de, ‘Conservemos lo hermoso y lo bello’. Reflexionando sobre la importancia de la existencia de estos artistas, dice: “Por lo menos para mí, es muy importante hacer un espacio en el que entre toda la gente que no está entrando en todo lo otro, un espacio en el que exista una alternativa. Yo creo que la importancia está en eso, no en ser mejores o peores, simplemente que haya diversidad y que el público pueda elegir dónde y cómo quiere vivir su musicalidad y su comunidad”. 


“Creo que estamos en un momento en el que, por la manera en que está construída nuestra industria, se ha institucionalizado lo que se espera de cada quien. Si está pegando este género, se espera que todo mundo haga lo mismo. Yo me siento perteneciente a un grupo de músicas y de cantautoras que estamos arriesgando un poco más, en el sentido de que estamos buscando hacer algo que no precisamente pertenezca al mainstream o a lo que se espera de nosotras”.


También ahonda sobre el reto “tan distinto” de hacerse un espacio en la música como mujer. “Siempre se nos ha puesto una vara altísima a las mujeres”, dice. “Por mucho tiempo era, ‘Sí canta, pero no compone’ y luego, ‘Vas a componer, pero tiene que estar buenísima’, aparte tiene que ser medio actriz y muy graciosa. Siento que soy parte de una generación en la que nos hemos liberado un poco de esa vara y hemos dicho, ‘Voy a hacer canciones, voy a hacer las canciones que yo quiero hacer y que pase lo que tenga que pasar’”, asegura. “Yo veo a mis compañeras y digo: ‘Wow, somos muy trabajadoras’. No estamos esperando que una disquera nos venga a descubrir y a salvar, somos muy proactivas porque la época lo permite. Estamos en una época muy democrática porque cualquiera entra a subir su disco en una plataforma”. 

Silvana Estrada escribió hace 3 años una de las canciones más poderosas de la música en español de los últimos años, y una de las que se han convertido en himnos del feminismo y de la lucha contra la violencia a las mujeres. En ‘Si me matan’, Silvana no solo plasma una expresión poética y nostálgica sobre la herida tan grande que ha dejado la violencia de género en su país, además, enmarca una canción que honra a la vida y a la resistencia. “Nos han quitado tanto, nos quitaron el miedo”, canta la veracruzana en este tema, por el que recibió la nominación a Mejor Canción Cantautor, en la 24° entrega de los Latin Grammy.  

Silvana Estrada ha formado una comunidad de lazos estrechos con artistas de distintos orígenes y perspectivas, como su gran amiga Natalia Lafourcade, además de David Aguilar, Álex Ferreira, Guitarricadelafuente, Augusto Bracho, Laura Itandehui y muchos otros. Ese sentido de comunidad ha sido de suma importancia para ella. “Es de lo mejor que uno puede experimentar a la hora de hacer música y compartirla. Esos lazos que van más allá”, dice. “Hay una cosa de tener a los colegas cerca, tenerles cariño y que te tengan cariño, que es como una especie de orden y de tierra. Muchas veces siento que mis colegas son como mi tierra porque si me voy muy lejos o me pierdo, siempre tengo la referencia de Natalia que me ata, o la referencia de David que es un maestro, o Álvaro que es otro amigo maravilloso que también vive la música. Todos vivimos la música muy distinto, Natalia es una superestrella, David es un súper compositor y compone para muchísima gente, a Álvaro le gusta vivir bien, entonces, hace pocas giras y todas son de calidad”.

Asegura que a pesar de su cercanía, todos viven la música muy distinto. “No solo hacemos música diferente, vivimos diferente, queremos cosas diferentes, no existe un cuadradito al cual meterse cuando eres músico. Hay mil maneras de hacerlo y la mejor manera es la que se sienta bien y la que vaya con tu corazón”, reflexiona. “Eso he aprendido mucho los últimos años en los que he tenido la suerte de conocer a tanta gente que admiro. Lo que más rescato es que no hay nadie igual, no hay ni una sola persona que haya hecho lo mismo, ni a nivel musical, ni de vida, ni familiar, ni a nivel espiritual. Yo creo que en esa diferencia generamos una comunidad que nos ata a la salud mental, al cariño, al autocuidado y a la libertad”. 

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

La primera edición de los Premios ROLLING STONE en Español presenció un emotivo momento en el que se hizo notar la importancia de ese sentido de comunidad mencionado. Natalia Lafourcade fue galardonada como la primera Leyenda ROLLING STONE en Español durante la gala celebrada en Miami. El premio fue presentado a ella por Silvana y Kevin Kaarl. “Estudiar su discografía es darse un clavado a la música mexicana, y no solo por el amor y la honra que le ha puesto a nuestra raíz, sino porque su discografía es hermosa, extensa y va a casi todos los géneros de nuestro país”, dijo Silvana. “Con su inconfundible voz, su estilo distintivo y sus letras colmadas de tanto sentimiento, se ha consolidado como una de las voces femeninas más influyentes de todos nuestros tiempos”, añadió Kevin.

“Amiga, me honra que me des esto. Me honra que me lo den”, les dijo Natalia, quien después procedió a dar su discurso. “Estuvo muy bonito”, recuerda Silvana durante nuestra plática. En la gala, Silvana también presentó algunas de sus canciones y estuvo nominada a Promesa musical del Año y a Álbum del año. 

Una voz que renace entre raíces 

El panorama musical actual está marcado por una gran cantidad de interesantes artistas que están retomando sonidos del pasado para traerlos al futuro. Músicos y músicas que retoman sus raíces para combinarlas con sonidos modernos y presentar propuestas sorprendentes. En este contexto, es fácil pensar en Silvana Estrada como una gran referente de esta aproximación musical, sin embargo, para ella no ha sido una decisión consciente. Estrada no ha decidido voltear a ver a sus raíces para crear música, simplemente creó música con los referentes que tenía. “Yo crecí solo con mis raíces. Yo no tuve acceso a la radio; por ejemplo, realmente a Nat la conocí ya grande, como a los 16”, recuerda. “Mi único referente pop de muy chiquita fue Julieta Venegas porque mi papá por azares del destino decidió comprarme un CD de cumpleaños. Lo demás hasta los 15 eran Soledad Bravo, Chico Buarque, Mercedes Sosa, Violeta Parra o Willie Colón. Son cosas de generaciones muy anteriores. La primera vez que decidí hacer canciones, simplemente las hice, y hasta la fecha casi siempre solo las hago. Lo que pasa es que como mis sonidos principales son de otras épocas, tiendo a escribir con esos sonidos y a pensar en esos sonidos”.

Aprovechando para recomendar el nuevo libro de Rick Rubin, El acto de crear: una manera de ser, Silvana reflexiona sobre algo que el icónico productor menciona en sus páginas. Él asegura que nuestro cerebro es una esponja limitada, por lo que tenemos que cuidar el contenido con el que lo alimentamos. “Es limitada la cantidad de cosas que podemos retener, entonces, mejor que sean cosas maravillosas. Yo tuve la suerte de tener una familia que mientras yo estaba en mi época de esponja total de cabeza y espíritu, me enfrenté a cosas muy hermosas”, dice. En la época de mayor absorción de esa esponja, Silvana se encontró al campo, a la naturaleza, a la música clásica, al jazz, al folklore. “Generé mi música con esos referentes. Por eso a veces me siento tan conectada con, por ejemplo, Violeta Parra”, asegura. “Eso es mi adolescencia, esas eran mis canciones de amor, esa era mi Britney Spears supongo, ¿no? Entonces cuando me siento a escribir, esas son mis imágenes”.


“Yo siento que para eso sí hay que cuidar la raíz. No es estudiar la raíz para tomarla, sino cuidar que lo que hay en ti sea genuino. Más que la raíz del folklore, sino realmente tu raíz”.


Sanación, catarsis y la reconciliación con la tristeza 

En 2022, Silvana lanzó su álbum debut de larga duración en solitario, Marchita, un conjunto de canciones que -como ella misma explica- escribió desde su habitación sin ninguna expectativa de que fueran escuchadas. En esos temas, Silvana lidia con una ruptura, se reconcilia con la tristeza y hace un proceso muy catártico y sanador. La mexicana describe el álbum como un “antes y un después”.  

“Le tengo mucho amor y mucho cariño”, reflexiona Silvana sobre su relación con ese material a dos años de su lanzamiento. “Yo amo Marchita, lo amo, me encanta. Soy muy feliz en ese disco y fui muy feliz en ese disco. Yo creo que lo bonito de pasársela bien es que luego tienes recuerdos bonitos y es como una postal. Si en la postal te la pasas bien, pues siempre es como volver a un lugar donde fuiste feliz”.

Como un dulce respiro al alma, el álbum de la compositora se vive y escucha como un abrazo en el que la música, casi artesanal, transcurre en medio de memorias que bien podrían convertirse en un poema infinito. A lo largo de once temas, entre ellos ‘Te guardo’, ‘Carta’ y ‘Sabré olvidar’, Silvana Estrada mantuvo la premisa de preservar y defender la esencia de su música. “Para nosotros fue claro que el disco tenía que ser minimalista y los mensajes de las canciones tenían que quedar al frente. Todo lo demás podía o no estar. Solo pensamos en lo necesario y fue muy lindo apegarnos a las necesidades de cada uno de los temas”, detalló en una entrevista para ROLLING STONE realizada en 2022. 

Bajo la producción de Gustavo Guerrero, Silvana se adentró en El Desierto, un estudio al que define como un paraíso, para cimentar el cierre de una etapa que, como parte de una dualidad, se marchita, únicamente, ante la necesidad de darle paso a un nuevo florecer. “Como dice Roberto Juarroz, un poeta argentino que me encanta,  ‘El amor es simplemente eso: la forma del comienzo tercamente escondida, detrás de los finales’”, recita. “Así que Marchita es un cierre y, al mismo tiempo, un nacimiento. Al entregar el disco, me estoy dando la oportunidad de tener un canvas en blanco para volver a reinventarme”, declaró en ese entonces.  

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Silvana Estrada finaliza el disco con ‘La enfermedad del siglo’, una versión instrumental de ‘Más o menos antes’, en la que expone al amor como uno de los grandes pesares del pasado, presente y futuro. “Me gustó la idea de terminar como empecé. El título llega como parte de un fragmento que dice: ‘La enfermedad del siglo me estremece con esta bruma, ahora que somos náufragos en la luna’ y, para mí, esa enfermedad es un poco el amor. No es el COVID, porque te digo que yo no tenía idea [Risas] . Así que la gran enfermedad de todos los tiempos va a ser el aprender a amar y ser amados; y me atrevería a decir que le pertenece mucho a estos tiempos. Por fin estamos cambiando muchos paradigmas sobre lo que entendemos del amor y el desamor. Se van ampliando un montón de conceptos, así que, específicamente ahora, el amor está en un proceso muy convulso de reinventarse, de narrarse de diferentes maneras, así que la enfermedad nos va a aquejar, lo ha hecho o lo seguirá haciendo”.

Ahora, con una perspectiva diferente a ese entonces, habiendo llevado las canciones a escenarios por todo el mundo, Silvana asegura que los shows han sido de muchas emociones liberadas. “Esos shows son súper catárticos, yo siento a la gente como sanando cosas, algo se está acomodando y es muy hermoso eso. A la vez es muy intenso, me siento muy honrada y me pone en un lugar de mucha humildad decir, ‘Esto es de la gente’. Yo estoy aquí dándolo todo, quiero que se la pasen bien, y me preparé para esto durante mucho tiempo, pero realmente esta experiencia es en colectivo y es personal, es de cada quien. Siento que sí tengo un grupo de canciones que he hecho a partir de este conocimiento que he ganado a través de Marchita.  

En diciembre de 2022, ROLLING STONE en Español estuvo presente en la primera presentación de Silvana Estrada en el Teatro Metropólitan de la Ciudad de México. Una noche para cerrar ciclos

“He aprendido cómo funciona un show y cómo se mueve la energía, no digo que lo controle, sino esta es la magia a la que uno se enfrenta y hay un flujo de energía”, explica sobre las presentaciones de Marchita, el álbum que describe como “su universidad”. “Una canción triste al final puede ser una fiesta porque la tristeza no es un dolor, sino es un estado de conciencia muy hondo”.

Así, gracias a la sanación y las lecciones que ha dejado Marchita para Silvana, ha tomado una vida propia: “Yo me siento súper agradecida porque ha sido mi maestra todos estos años y es otra mujer que ha tenido que trabajar mucho para estar donde está y le tengo mucho respeto también, porque es un álbum salido de la nada. Yo no tenía nada, ni dinero, ni nada. Se hizo con muchos favores de muchos amigos y de mucha gente que confió en el proyecto. Fue el primer milagro al que tuve realmente acceso, un momento muy milagroso”. 

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Reinvención 

“Creo que reinventarse significa muchas cosas”, dice Silvana. Su segundo material de estudio ha sido uno de los más esperados del año. Sin embargo, el proceso no ha sido sencillo. El álbum debut lo creas durante toda tu vida, pero el segundo llega con presiones, compromisos, expectativas y periodos de tiempo más limitados. “A mí me ha costado mucho parar el tren y decir: ‘Oigan, no, esperen. Necesito tiempo’”, admite Silvana. 


“Tengo todas estas canciones, pero necesito saber quién soy yo ahora frente a estas canciones”.


La época de reinvención que está viviendo la aclamada cantautora no es simplemente algo inmaterial, pues el cambio ha llegado a lo físico. “Ese ‘reinventarse’ en mi caso ha sido casi físico porque las cosas que he experimentado a partir de Marchita han sido muy locas. Hay problemas de salud que antes no tenía y fui desarrollando con cinco años de gira loquísima sin parar. Ahora tengo que hacer estiramientos como señora y tengo que ir al pilates porque si no me empiezo a doblar como flor”, admite Silvana entre risas. 

Esta transición también ha traído consigo retos mentales, que han llegado con desafíos como el dejar su casa, dejar de ver amigos y la lamentable pérdida de su mejor amigo. “Necesito mi tiempo de terapia para asimilar todo lo que ha significado”, dice. También asegura que no le interesa sonar igual a sus canciones anteriores, pues no las está creando la misma Silvana. “Soy abismalmente otra persona. Cuando murió mi mejor amigo, me hice muy grande, y me gustaría no serlo, pero me hice consciente de la muerte que es terrible. Ojalá los creadores pudiéramos ser niños. Sí soy otra y tomo más precauciones para cuidar a mi niña interior porque ya no está tan a flor de piel”. A pesar de los retos que han llegado, Silvana asegura que también le ha traído “cosas maravillosas”.  

Marchita fue una carta de presentación para Silvana que inició cerrando un ciclo para abrir otro igual de iluminador. “En ese momento se abrió otro ciclo que fue de picar piedra, viajar por Europa, viajar por Latinoamérica, viajar en México, viajar a Estados Unidos”. 

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

La compositora sembró las semillas de Marchita y cosechó los frutos, ahora está dejando que la tierra vuelva a ser fértil. “Los cultivos asesinos que siembran hasta que la tierra muere duran muy poco tiempo. En cambio, cultivar, sembrar, cosechar y dejar descansar; esa tierra tiene la posibilidad de regenerarse y estar así hasta la eternidad”, asegura. “ Siento que estoy en un punto de contacto con la tierra y decir, ‘A ver, ¿qué necesita mi tierra?’ Si necesita descanso, pues descansamos, si necesita ponerse a componer con los amigos, pues nos ponemos a componer con los amigos, o si estoy en un momento de fertilizar un poco y generar que la tierra reciba estas canciones”. 


“Y entiende que la tristeza, después de tanto se hizo mi aliada” -Silvana Estrada en ‘Más o menos antes’


Además de encontrarse en el periodo de creación de su próximo disco, Silvana está lista para embarcarse en una gira por Latinoamérica que llegará a países como Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y México. Algo que podemos tener seguro es que las canciones de Silvana nos seguirán acompañando para siempre. 


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