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Utopia de Travis Scott es un paraíso, pero está vacío

El rapero es un curador excepcional, pero no tiene nada interesante que decir.

Por  ANDREE GEE

KRISTINA NAGEL

Travis Scott

Utopia

Después de su álbum de 2018, Astroworld, Travis Scott alcanzó tal éxito comercial que pudo vender velas, combos en McDonald’s, rines Forgiato y cualquier otra cosa que se le ocurriera y que le hiciera decir, “¡esto es genial!”. El rapero llevó esta visión de consumismo a su campaña promocional de Utopia, obteniendo resultados mediocres. Aún después de que su presentación en las Pirámides de Guiza fuese cancelada (la sola posibilidad de hacer un show allí era sorprendente, ya que no estaba claro si estaría autorizado para actuar de nuevo después de la tragedia de Astroworld), su nuevo álbum logrará un número uno gracias a su fandom, significando una victoria para el rap en Billboard.

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De Scott hay que reconocer que, si cualquier álbum moderno le apuntara a crear una marca para algún artista, Astroworld siendo una dosis bien suministrada de rap y trap logró hacerlo sin dejar de ser una aproximación artística. Pero hablemos claro: Utopia no se le acerca ni un poco. Ninguna de sus canciones de hip-hop es tan inmersiva como ‘Sicko Mode’ o ‘Stargazin’. A pesar de la presencia de Beyoncé, Bon Iver, Bad Bunny y The Weeknd, tampoco hay ningún corte que pudiera llegar a competir por ser “la canción del verano”. ‘K-Pop’ parece una búsqueda desesperada por las reproducciones que la fanaticada de Bad Bunny puede lograr. Dicho esto, que un artista no esté a la altura de sus obras no necesariamente significa que haya fallado.

Los paisajes sonoros hacen que valga la pena escuchar Utopia. ‘Modern Jam’ suena como una oda al hip-hop de los 80, pero es tan sutil que no parece una imitación. Las armonías vocales de ‘God’s Country’ evocan una película de terror sobre unos niños poseídos que merodean a las afueras de un pueblo. ‘Fein’ posee ese tipo de beat que es lo suficientemente bueno como para que Playboi Carti repita lo mismo 182 veces. ‘Lost Forever’ es un torbellino de blips de sintetizador y toques de tom-tom que se transforma en un abismo ideal para que Westside Gunn emerja de este con su rapeo.

Westside Gunn es un artista que, al igual que Scott, es de los mejores curadores que puede existir en el rap. Él ha dicho que construye álbumes cuyas colaboraciones podrían matarle, y se ha denominado a sí mismo como un gran armador. Si Scott aquí tiene la mentalidad de “supérenme”, entonces merece un Grammy por su gran ejecución ya que casi todos sus invitados se lo llevan por delante. Aunque esto no quiere decir que no intente sobresalir. ‘God’s Country’ y ‘Telekinesis’ cuentan con versos sólidos. En ‘Hyaena’ y ‘Looove’ enlaza magníficamente cada rima con diferentes sílabas y rapea con cadencias interesantes. Sin embargo, no hay suficiente sustancia. Esto no es ninguna novedad, pero que se espere una composición mediocre por su parte, no lo exime de ser criticado. Si no quisiera que se cuestionen sus líneas flojas, simplemente podría dedicarse a producir álbumes recopilatorios como Metro Boomin o DJ Khaled.

Uno inmediatamente quiere volver a escuchar a Rob49 después de que Scott le sigue con un verso corto en ‘Topia Twins’. Cuando Future lamenta en ‘Telekinesis’ que está “usando más drogas en su mansión solitaria/Caminando por ahí, alterado con las pepas en mis manos”, puedes sentir que finalmente alguien está describiendo como se debe al nihilismo de un joven rico. ‘I Know?’ es la típica canción sobre “tengo 20 mujeres pero ninguna lo hace como tú”, pero hay cinco artistas en el álbum (Drake, Future, 21 Savage, Young Thug e incluso The Weeknd) que podrían haberlo hecho mejor que él.

Scott muestra iniciativa con varios versos y cambios de ritmo, incluyendo uno de los mejores loops del año en la última parte de ‘Skitzo’, el cual suena como si proviniera de un inframundo en el que Biggie y Tupac resolvieron sus discordias a través de una canción. Por desgracia, el rapero te deja con las ganas de escuchar un buen freestyle, limitándose a dejarnos saber que él “prefiere a Ye antes que a Biden”. En ‘Sirens’, rima “detail” con “de-vail”, “he-ail”, “pee-pail” y “festie-vee-ail”, palabrejas que complementa con “festie-vee-awl”. Puede que su producción haya costado millones de dólares, pero esto no es un rap de un millón de dólares.

En redes sociales, Utopia también ha recibido un montón de comparaciones con Yeezus (que han derivado en halagos para el rapero de culto Blackie). Scott pasó sus primeros años como músico al lado de Kanye y estuvo involucrado en la concepción de Yeezus, por lo que uno solo puede preguntarse hasta qué punto la comparación entre estos dos discos solo son comparaciones de Scott con su trabajo previo. Así las cosas, las enseñanzas de Kanye se entreven en Utopia. ‘Lost Forever’ suena sospechosamente como una canción que hace referencia a su mentor. Las texturas sonoras tan meticulosas del álbum son el ejemplo más obvio. Pero los productores de rap y los fans se equivocan si creen que evocar la brillantez de Kanye se reduce al sonido y a los cambios de beat. Dejando a un lado las válidas críticas hacia Ye en 2023, en su mejor momento, él siempre fue un gran compositor de rimas, ya fuese porque estuviese alardeando, llamándose inseguro e hipócrita, o narrando una relación disfuncional. En ‘New Slaves’, Kanye alentó la histeria illuminati de 2013 al decir que las cárceles privadas y “el nuevo Jim Crow” eran horrores públicos, mientras que Travis sólo roza el pánico con el satanismo al rimar “Creen que soy satánico porque me siento como un pastor”. No hay punto de comparación.

El sentido de la estética siempre va a atraer potenciales adeptos a una obra de arte, pero es la pasión la que determina quién va a admirarla por siempre. Utopia es un disco ideal para fans más jóvenes que solamente quieren tener qué gritar mientras moshean (vistiendo la mercancía del artista), pero hay otros seguidores que esperan que los raperos posean algo que los destaque. Esto no se traduce en que necesiten ser unos monstruos de la composición o ser demasiado introspectivos, pero pueden ser irreverentes como Rob49, confusos como Young Thug, crudos como Future o simplemente tener un buen delivery como Playboi Carti. La música de Scott a menudo se siente como un dúo que hace que te preguntes por qué el productor sigue dándole hits a este tipo.

A nivel de producción, Utopia es extravagante. Es similar a las excentricidades de Kanye y a Heroes and Villains de Metro Boomin. Podríamos increpar la cantidad de artistas invitados y coproductores del álbum, pero si podemos ver galas de premios con la esperanza de obtener un buen meme con el mundo de celebridades, no deberíamos quejarnos cuando tantas se juntan para hacer su trabajo. No cabe duda de por qué Scott mantiene buenas relaciones con LeBron James y Kevin Durant: sabe cómo moverse en el estudio tal como ellos saben defender a sus equipos en la NBA. Pero la realidad es que a pesar de que es un curador excepcional, es un rapero medianamente aceptable. Aquellas dos realidades son disonantes en Utopia

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