Así se grabó ‘Guerrero de la luz’, el disco (casi) póstumo de Fer Pita, líder de Heroicos Sobrevivientes

Sebastián Bereciartúa, productor del último álbum como solista del líder de Heroicos Sobrevivientes, explica el proceso por detrás de una placa con destino de culto

Por  HUMPHREY INZILLO

abril 21, 2024

Fer Pita en el estudio de Delta Discos, en Ingeniero Maschwitz, verano de 2023.

GENTILEZA DELTA DISCOS

El 31 de diciembre de 2022, Fer Pita llegó desde su hogar en Accasusso hasta Ingeniero Maschwitz, para empezar el año en la casa del productor Sebastián Bereciartúa, sobrino de Vitico, exguitarrista y mánager de Viticus, donde también funciona su estudio, Delta Discos. La invitación trascendía el afecto que se tenían. El objetivo era que el líder de Heroicos Sobrevivientes le mostrara las veinte canciones nuevas que había compuesto en los últimos meses y que formarían parte de su próximo disco. El vínculo profesional entre ellos había comenzado en la pandemia, cuando Sebastián le produjo “Jamás te rindas”, lanzado como single en agosto de 2021. Aunque, en verdad, Sebastián había sido telonero de Heroicos con algunas bandas de su adolescencia y luego habían compartido escenario en las múltiples ocasiones en que Pita había sido invitado de Viticus. Pero fue recién en tiempos de confinamiento que Bereciartúa le hizo la propuesta: “Te quiero grabar un disco”. El resultado es Guerrero de la luz, el álbúm (casi) póstumo, con destino de culto.

Pita, emblema de la Patria Stone, murió en su casa, en la madrugada del jueves 4 de abril de 2024, producto de una insuficiencia hepática. Unos días después, Bereciartua, todavía conmovido, habló con Rolling Stone. “Lo más raro de todo esto, en este momento en que lo estamos despidiendo, es que parece que alguien me hubiese dicho a mí y a todos los que participamos: ‘¡Hagamos esto sí o sí, ya!‘”, confiesa. “Y resulta ser una obra que salió casi al mismo tiempo que él nos dejó. Creo que eso es lo que la hace tan fuerte. Él siempre escribió de manera épica y trascendental, no son letras mundanas o de situaciones cotidianas, sino que siempre escribió cosas fuertes sobre la resurrección, el fuego y la muerte. Pero, obviamente, ahora todo toma otro vuelo”.

Hasta sus últimos días, Pita estuvo pendiente del álbum. Llegó a escucharlo terminado y a ver el arte de tapa definitivo. “El orden de los temas lo definimos cuando él estaba internado. Lo mismo con el nombre del disco y la portada. A él le encantaban los caballos, y me dijo que se imaginaba montando a uno. Entonces, se me ocurrió pedirle a mi tía Adriana Zaefferer, que es una artista plástica especializada en pintar caballos mundialmente reconocida, un retrato de Fer. Por suerte, ella entendió la situación. Teníamos una urgencia, porque mi objetivo era que Fer pudiera ver el disco con la portada, tal cual iba a ser publicado”. 

Nico Bereciartúa, de The Black Crowes, junto a Pita. (Foto: Gentileza Delta Discos).

Para Guerrero de la luz, Bereciartúa buscaba un concepto sonoro opuesto a Bastardo Rock & Roll, el anterior disco solista de Pita, editado en 2016. “Yo quería grabarlo a él solo con la guitarra, porque las canciones, así como estaban, ya eran divinas. Y también pensaba en agregar algunos músicos para lograr lo que tenía en mente, un sonido tipo Bob Dylan”, expone Bereciartua. “O sea, respetar lo folk que trae la canción desde el principio y que se fueran sumando algunos instrumentos, pero siempre manteniendo el origen de la canción, ¿no? Por eso elegí a Ariel Herrera, bajista de Blues Motel, que tiene una forma de tocar a lo Paul McCartney. No es un bajo que hace una base cuadrada, sino que constantemente está haciendo frases y melodías, como se tocaba el bajo en los Beatles”. 
Bereciartúa no sólo fue el productor del disco, también se encargó de la mezcla e interpretó la guitarra en varias canciones.

Julio Rosello, coproductor del disco, junto a Fer Pita. (Foto: Delta Discos).

Casi todas las guitarras están tocadas por Fer. “Hay algo ahí, en cómo él se expresa al cantar, en la unión de la voz y el rasgueo en la mano derecha que es insuperable”, elogia Bereciartúa. “Yo quería captar eso, pero él por momentos estaba medio reacio. En todo el proceso nos mandamos miles de mensajes, y él estaba lleno de ideas. Algunas guitarras las grabó Adrián Herrera, de Blues Motel, aportando el estilo de Jimi Hendrix. Las canciones de Fer son muy épicas, y a veces son complejas de tocar. Pero yo no buscaba que todo sonara prolijo, sino que fuera auténtico”.

El tecladista Sebastián Voyatjides, integrante de Blues Motel, también hizo sus aportes, en base a los arreglos que el propio Fer Pita le sugería, principalmente en decenas de audios de WhatsApp, a Bereciartúa. En el álbum participan, entre otros, Pucho Ledesma en la batería, Nico Bereciartua [primo de Sebastián, exViticus, actualmente integrante de The Black Crowes], María y Olivia Pita en coros [las hijas de Fernando] y Luciano Candenas [guitarrista de Heroicos Sobrevivientes que también aporta un laúd]. 

Seba Padovani, Ariel Herrera, Pucho Ledesma, Sebastián Bereciartúa y Fer Pita. (Foto: Delta Discos).

“Solo estoy mirando al fuego, y escuchándolo crujir, como rogando a los cielos, que tengan piedad de mí”, canta Pita en “Solo se muere mil veces”. Con la noticia de su despedida de este plano, la letra, como muchas otras del álbum, se resignifican. Aunque esa no haya sido la causa de su muerte, Pita había atravesado hace unos años un cáncer, que había logrado superar. Sin embargo, hay algo místico, épico y sombrío, que adquiere una nueva dimensión, y que deja las emociones a flor de piel. “Me lo dijo una de sus hijas”, cuenta Sebastián conmovido. “Parece que se estuviera despidiendo. En los últimos tiempos estuvo internado en una clínica de Vicente López, y yo lo visité muchas veces. Pero nunca tocamos el tema. Mi plan era impulsar y hacíamos de cuenta como que no pasaba nada. En las últimas charlas, definimos el orden de los temas e, incluso, los reordenamos para que entraran casi todos en un vinilo. Su vida era tocar y tocaba muy seguido. En agosto del año pasado le festejamos el cumpleaños con un show en Lucille, que estuvo repleto. Su vida era eso, no paraba de tocar, no paraba de componer, estaba todo el día con la guitarra encima. Por eso, sus últimos años fueron superproductivos”.