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P&R: Alicia Keys

La estrella neoyorquina habla sobre su evolución como artista, sobre Chopin y Beethoven, además de reflexionar sobre racismo, feminismo y la cultura latina

Fotografías por Marcos Hermes

septiembre 13, 2023

Alicia Keys está en su camerino y se prepara para el encuentro con sus fans antes de un show en Bogotá. En el backstage se siente un espíritu libre de tensiones, y la amabilidad parece ser la directriz para quienes harán posible un concierto increíble. En la habitación no hay grandes lujos ni excentricidades. Hay algunos humidificadores, un teclado, un refrigerador, un par de mesas y dos sofás. Ella viste enteramente de rosado, está descalza y transmite un montón de paz.

Para romper el hielo, hablamos un poco acerca del ahogo que pueden generar los 2600 metros sobre el nivel del mar en la ciudad, una circunstancia de la que nadie puede escapar, especialmente si ha venido a cantar ante miles de personas que llevan más de 20 años esperando para verla.

El esposo de Alicia (el productor Kasseem Dean, ‘Swizz Beatz’) parece haber sentido más la altura, y se levanta de un sofá para venir a saludar muy amablemente cuando ella nos presenta; poco después él sale hacia otra área del backstage. Hemos llegado hasta acá con la ayuda del fotógrafo brasilero Marcos Hermes, que viene acompañándola en su gira por América Latina. En 2002, el mundo conoció a Alicia Augello Cook con Songs in A Minor, que fue la primera muestra de su voz profunda, potente e inspiradora, el primer anuncio de su virtuosismo en el piano, además de una impecable exhibición de R&B que respiraba soul y hip hop en cada compás. Aunque tenía apenas 20 años, Alicia no jugaba a conquistar públicos adolescentes, tal vez por la profundidad y perspectiva que siempre le ha dado su formación en música clásica.

Ahora, dos décadas después, con millones de álbumes vendidos en todo el mundo, con una gigantesca y fervorosa legión de fans a nivel global, y un montón de Grammy más tarde, estamos en el camerino para hablar un rato con una mujer luminosa a la que miles de personas esperan en este mismo instante.

Fotografías por Marcos Hermes

Alicia, ¿qué tan diferente es tu vida ahora si la comparas con el futuro que imaginabas al grabar Songs in A Minor?

Oh… definitivamente nunca podría imaginar casi nada de esto. Creo que sí alcanzas a visualizar ciertas partes en tu mente, como que la gente cantaría mis canciones o que estaría en un gran escenario con todas estas personas… Hay partes que sí puedes imaginar, pero realmente no lo sabes, ni puedes imaginar lo que pasará. Es muy diferente, lo he pensado mucho, incluso he pensado en que mis sueños ni siquiera eran lo suficientemente grandes para algunas cosas que me han pasado. Incluso con mis sueños no podría haberlo imaginado, y no lo soñé, porque no tenía la capacidad para soñarlo. Es muy diferente, pero yo sigo siendo la misma, y esa es una de las cosas de las que estoy más orgullosa. Estoy muy orgullosa de mi energía y de que he podido mantenerme humilde, genuina, honesta, autentica, y cosas así.

¿Cómo describirías tu evolución como artista desde que comenzaste de manera profesional?

Mi evolución como artista… es muy grande, y es interesante porque en ciertos aspectos sabía más al comienzo. Sabía más porque me conocía mucho, tenía claro lo que quería y lo que no. Como música, estaba explorando mi sonido, buscando cómo ser un punto de conexión para la gente. Estaba empezando a conocer el poder de la música, no lo conocía.

Ya tocaba el piano, ya tocaba música clásica, y tocaba bien, pero estaba aprendiendo cómo componer, cómo crear cosas que realmente la gente recordara, cómo crear una canción atemporal y todas estas cuestiones, de las que todavía no tengo respuesta, pero entiendo la base para algunas de ellas. Así que, mi evolución como artista, compositora, productora, porque lo hago todo, es mucho más desarrollada, porque ahora sé lo que me gusta, contrario al comienzo, cuando no sabía tanto. No sabía bien qué me gustaba, y todavía estaba explorando e intentando entenderlo todo… Todavía estoy explorando y me encanta hacerlo, y siempre voy a querer experimentar con la música, siempre voy a sentir curiosidad al respecto; sin embargo, ahora siento mucha más confianza sobre lo que escucho, sé lo que me gusta, lo que no, y lo puedo verbalizar de una manera más rápida.

Al comienzo sentía que debía complacer a la gente, o hacer lo que a otros les gustaba o lo que querían que yo hiciera. Ahora sé que puedo confiar en mis instintos, y esa es la diferencia, esa es la evolución.

¿Cómo identificas lo que no quieres?

Está aquí [se señala la cabeza y el corazón]. Primero que todo, intento no tener demasiados prejuicios, quiero tener la mente abierta; para mí es muy importante ser así, porque yo no lo sé todo, nadie lo sabe todo. Pero, al mismo tiempo, sé bien cómo me siento, y he progresado en cuanto a confiar en mis sentimientos, así es cómo reconozco qué me gusta y qué no. Es como si me preguntara: “¿Me siento feliz con esto? ¿Esto me hace sentir alegre? ¿Me emociona? ¿Me da energía?”, y ahí sé si me gusta.

Si parece demasiado difícil o complejo, o si requiere mucho esfuerzo para resolverlo o hacerlo, entonces también lo sé; “¿Sabes? Creo que no me gusta esto”, porque no debería ser difícil. Y con esto no quiero decir que las cosas no requieran esfuerzo; pero tampoco deberían ser como una pared de ladrillos contra la que te golpeas constantemente. Debería fluir, así es cómo sé si me gusta. Lo sé porque mi espíritu me lo dice, como que se me ilumina y me da esta sensación, me siento bien. Y cuando me siento bien, sé que puedo confiar en ello.


“Una mezcla entre la música clásica, el soul y el hip hop; la combinación de esos tres géneros crea mi sonido”.


Estudiaste piano clásico, ¿qué tan útil ha sido esa formación musical para tu carrera?

Lo ha significado todo. El piano clásico ha sido absolutamente todo para mí y para mi carrera, ha sido muy importante y muy especial, muy poderoso. Me ha dado algo diferente a lo que pienso que los demás suelen tener; la mayoría no tiene esa familiaridad con la música clásica, ni la habilidad para interactuar con ella, relacionarse e incluirla en sus creaciones.

Ha sido el cimiento de mi identidad como artista, una mezcla entre la música clásica, el soul y el hip hop; la combinación de esos tres géneros crea mi sonido. Por eso ha sido una influencia enorme, y definitivamente no sabía que sería una influencia tan grande como lo es, pero ahora lo sé.

Incluso cuando hice la versión de ‘If I Got You’ para Queen Charlotte, con una orquesta de más de 76 músicos… ahí está lo clásico, esa es la base que, para mí, lo hace realmente especial. Es algo que me sale con naturalidad, no se siente artificial. La música clásica es como mi mejor amiga, mi arma secreta, es lo que me ha dado todas las herramientas para leer partituras, tocar música, entender los compases y las estructuras rítmicas, crear cosas que son únicas… Ha sido lo mejor.

¿Cómo describirías las conexiones entre música clásica y, por ejemplo, hip hop, soul y R&B?

Para mí todo eso es lo mismo. O sea, para mí, todo viene del corazón, del espíritu, del alma; todo viene de una emoción profunda que alguien sintió de una manera hermosa. Cuando Chopin escribió su ‘Preludio de la Gota de Lluvia’, tenía un sentimiento muy fuerte que solo pudo expresar de esa manera, y por eso lo puedo sentir; cuando lo escuchas, lo puedes sentir.

Cuando escucho a Nas rimando en ‘N.Y. State of Mind’, sé que sentía algo profundo y lo tuvo que compartir, lo tuvo que decir, y por eso es que, cuando lo escucho, lo siento. Cuando pienso en Nina Simone, en ‘Four Women’ o ‘See-Line Woman’ ella sintió algo y lo tuvo que sacar de esa manera, y cuando la escucho, pienso: “Esa es la relación. La relación proviene de la emoción y eso es lo que los hace iguales”. Y aunque se expresen de maneras diferentes, “Esto tal vez debería ir en piano, o en un clavicémbalo, o con violines”, “Esto tal vez es mejor con un ritmo de batería MPC o con un sample” o “Esto podría tener una guitarra o un bajo en vivo”, no importa cuál sea la expresión, sino de dónde proviene, y eso, para mí, es lo que nos une a todos.

Fotografías por Marcos Hermes

¿Con qué frecuencia oyes la música de Chopin o Bethoveen?

Los adoro, y los escucho muy seguido. Son sonidos muy hermosos, unas maravillas sonoras. Me encanta Debussy, lo considero muy especial. Muchas veces escucho esa música en busca de inspiración o simplemente por querer un gusto diferente, ya sabes, un sabor diferente para lo que quiero hacer, o los escucho si se siente bien en un momento dado.

¿Tocas piano clásico a diario?

No todos los días, pero sí me he encontrado por momentos retomándolo, tocando algunos patrones, y diciendo, “Quiero aprender esto o quiero recordar aquello, o quisiera traer esto otro de vuelta”, o “Esto es algo que siempre he querido tocar, voy a empezar a hacerlo”. Hay diferentes momentos en los que suelo traerlo de regreso.

Cambiando un poco el tema, ¿qué tanto ha cambiado el panorama para las artistas femeninas durante estas dos décadas de tu carrera en la industria musical?

Mmm… bueno, sabemos que se necesitan más cambios, eso está clarísimo. Pero, algo que me parece positivo sobre las artistas femeninas es que hemos podido crear nuestra propia dinámica, nuestra propia perspectiva, nuestra propia versión de nosotras mismas. Quizá en una época, o en varias, la gente ha tenido que encajar en un estilo, pero siento que ahora hay gente más auténtica, diversa e interesante en la escena musical. He visto una mejor acogida a los artistas afroestadounidenses de country, pero, incluso, dentro de esa aceptación, todavía se necesitan más mujeres en la mesa, porque la consciencia está más abierta.

No sé si es que no ha sucedido lo suficientemente rápido para mí, porque podría darse más rápido, pero sí siento que las mujeres tienen más claro quiénes son, qué pueden ser, las diferentes categorías en las que pueden destacar; también veo que se respeta y se busca más el arte y las historias de las mujeres porque ya hay un mercado para ellas. Sin embargo, al mismo tiempo, considero que no es suficiente; aún hay muy pocas mujeres productoras, pocas mujeres compositoras, pocas mujeres ingenieras. Y es que hay muchos aspectos que detienen su desarrollo, se da a un ritmo muy lento, pero pienso que, en general, ha habido grandes movimientos y progresos.

Como mujer, ¿sientes una mayor conexión cuando escuchas música hecha por otra mujer? ¿O qué pasa allí?

Sí, considero que sí; aunque creo que la música es música, y todas las diferentes formas en las que te llega son especiales. En mi caso, cuando escucho una canción de una mujer, escrita por una mujer, interpretada por una mujer, puedo escuchar la temática, el sentimiento, se siente la conexión, y pienso que eso naturalmente resonará, porque siento que estoy escuchando a alguien que me entiende. Pero no es lo único que me gusta en esa situación, claramente me encanta la buena música, venga de quien venga, pero siento que hay un mayor vínculo cuando hay una mujer detrás, me siento orgullosa, me siento emocionada, y me gustaría que tuviera más reconocimiento.

¿Has visto algún cambio real con respecto al racismo en la industria de la música?

[Hace una larga pausa y respira profundamente] Me parece que hay algo que está pasando con los artistas y es que tienen mayor control sobre su música, hay más entendimiento y apropiación, y más conciencia sobre lo que es la propiedad. En el pasado, los artistas no tenían muchas oportunidades de ser dueños [de su música], pero mencionas a los artistas afroestadounidenses en particular, porque han sido muy influyentes en la música de todo el mundo. Debería haber un mayor nivel de propiedad para los artistas afro particularmente, pero en sí, para todos los artistas. Todos los creadores de contenido deberían ser dueños de su trabajo a perpetuidad, hay una mentalidad de esclavitud que se ha ido derribando en los últimos años; considero que sí ha cambiado y que la gente se ha dado más cuenta de ello, queriendo ser dueños de sus grabaciones, y sabiendo que es importante poseerlas, ser dueños de su contenido, de sus creaciones. No reciben tanto por adelantado, pero pueden ser propietarios de eso.

En ese sentido, sí he visto progreso y veo una diferencia; no obstante, desafortunadamente, la industria musical es como ese viejo club de chicos, y usualmente siguen siendo hombres blancos y mayores. Eso debe cambiar, así como la política tiene que cambiar. Así como ahora que, en diferentes partes del mundo, estamos viendo a los más jóvenes entrar en la política para cambiar las viejas costumbres, porque no puede ser la misma gente impulsando y creando esos mismos pensamientos y reglas obsoletas.

Sí siento que ha habido un cambio, pero puede haber más, siempre puede haber más. Pienso que hay un progreso en lo que respecta al racismo en la industria, pero se necesita más. Hay racismo en muchas partes del mundo, muy institucionalizado en muchos niveles, es una locura, y va a tomar mucho tiempo desaprenderlo. Nuestro trabajo es enseñarles a nuestros hijos eso, nuestro trabajo es asegurarnos de apoyar a las mujeres, a los artistas racializados, promover la diversidad, las diferentes voces, apoyar a quienes estén promoviendo estas cosas, a quien las esté dirigiendo, comercializando. Dejar atrás esas cosas “normales” a las que las personas están tan acostumbradas, y lo veo, realmente veo que está pasando cada vez más.

Fotografías por Marcos Hermes

Siendo una artista tan importante, ¿te sientes responsable por ese tipo de causas y temáticas?

Sí, siento que, como una persona humana que vive en este planeta, es importante aprender, crecer, hablar y discutir sobre estos temas. Por eso, con mi ingeniera, que ha estado conmigo desde prácticamente el comienzo, desde el segundo álbum, creamos una organización llamada She’s The Music, y se basa en cómo cambiamos la dinámica, cómo cambiamos los asientos en la mesa, quién debería ser invitado a la mesa, quién puede ser parte de los procesos de toma de decisiones y aspectos así. Por eso creo que, una gran parte de ser una artista a la que la gente escucha o respeta por sus pensamientos, es compartir estas ideas y crear las oportunidades para que se den, es muy importante. Pero no solo soy yo quien puede hacerlo, tiene que ser todo el mundo, pero definitivamente es algo que me tomo muy en serio.

Alicia, ¿qué significa para ti la cultura latina?

Dios mío, es muy hermosa, muy amorosa. ¿Sabes? Me pusieron mi nombre por mi madrina, que es una puertorriqueña afro, y la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida. Para mí, ella es el epítome de ese amor, de esa pasión, de esa energía. Pienso que, cuando vienes a América Latina -no venía hace al menos 10 años, y jamás había estado en Colombia, es mi primera vez-, sientes otro nivel de amor, otro deseo de conexión, y otro nivel de sinceridad y generosidad. Siento que es una comunidad enorme y hermosa. Musicalmente también es muy hermosa, tiene muchísima historia y riqueza; rítmicamente es muy especial y única. Simplemente están a otro nivel, y me siento muy feliz de ser tan aceptada, amada y recibida aquí. La conexión es muy real, muy especial, y cuando vengo, es como si estuviera volviendo a casa, a una fiesta increíble.


“Considero que no es suficiente; aún hay muy pocas mujeres productoras, pocas mujeres compositoras, pocas mujeres ingenieras. Y es que hay muchos aspectos que detienen su desarrollo, se da a un ritmo muy lento…”.


¿Por qué crees que actualmente hay tantos artistas latinos en la cima de las listas?

Porque son increíbles, y porque siento que tienen una verdadera comunidad, muy hermosa, y que realmente se apoya mutuamente. Se nota que la comunidad quiere apoyar este hermoso estilo latino, ¿sabes a qué me refiero? En donde sea, en América Latina, en Suramérica, en Puerto Rico o México, se siente el deseo por querer apoyar a tu gente, y por eso creo que se da, porque la comunidad está activa, se siente a la comunidad decir: “Esta es mi gente, este es mi sonido, esta es mi zona, esto es lo que amo, y están hablando en mi idioma”. Existe ese deseo de apoyar, y me parece que es algo muy especial, porque no se da en todas las culturas.

¿Por qué piensas que en los Estados Unidos han aceptado tanto la música latina últimamente?

Porque es genial, es maravillosa, se siente bien, el ritmo es increíble y las melodías son contagiosas, los beats son fuertes. Considero que, cuando una persona se apropia de lo que la hace especial, no puedes evitar ponerle atención. Cuando alguien se apropia de lo que lo hace único y lo comparte, y lo hace de una manera genuina y honesta, no puedes evitar fijarte en ella. No vas a poder ignorarlo, porque cuando lo escuchas, te golpea, lo sientes, se siente esa energía y se siente en todas partes. Simplemente pasa.

Pienso que es genial, tiene poder y fuerza, es algo único que se siente en todas partes. La cultura latina está en todas partes, no hay lugar al que no haya llegado. Así como la cultura afro; todos estamos en todas partes. Y ahora los jóvenes pueden escuchar lo que quieran, cuando quieran, como quieran; no tienen que esperar a que pasen una canción por la radio, no tienen que esperar a que alguien les diga que es buena, uno sabe lo que es bueno, y eso le da vida y lo mantiene vigente. ¿Qué piensas tú?

Fotografías por Marcos Hermes

No sé… creo que el mundo debería conocer más música latina, no solo el pop urbano.

¿Más variedad?

Sí, el mundo debería conocer más la salsa, por ejemplo, o bolero. El reggaetón ya ha estado ahí durante más de 20 años…

Quieres más, quieres algo diferente, quieres más variedad. Y bueno, a todo el mundo le pasa, cuando llegas a cierto estilo, la gente se enfoca en él por mucho tiempo, y hay demasiados matices dentro de ese estilo, que no tienes la oportunidad de conocerlos todos. ¡Pero se podría!

Sí, pero pienso que el mundo podría conocer mucho más sobre la cumbia, por ejemplo… Has vendido millones de discos, tienes muchos premios Grammy, pero ¿hay algo que aún no hayas logrado como artista y que todavía persigas? ¿Algo que te obsesione de alguna manera?

De hecho, hay bastantes cosas que todavía no he hecho. Lo que realmente me obsesiona es la conexión. Estoy muy agradecida de que haya tanto que todavía no he hecho, de que todavía me falte tanto por hacer. El otro día pensé: “Wow, nunca he tocado en Coachella”, y no sé si lo haga, pero es interesante, ¿no?

Hay muchas cosas que no he hecho y que te harían pensar, “Vaya, ¿por qué no lo ha hecho?”. Sin embargo, lo que realmente me motiva es la conversación y la conexión. Siento que, cuando estoy aquí, puedo estar realmente presente. Ni siquiera sé mucho español, solo un poco, pero lo entiendo y me hago entender. Esa conexión espiritual es la que me obsesiona, la habilidad para hacer que la gente no se sienta sola, que se sienta capaz de alcanzar todo lo que busca. Siento que ahí está una conexión que nos permite creer en el otro, y cuando me hablan y yo hablo con ellos, se siente como una conversación con un amigo, o con alguien a quien realmente le importas, no solamente con alguien que está haciendo algo rápido por salir del paso. Eso es lo que me obsesiona, ampliar esa conexión de manera que eleve el espíritu. Para mí, todo eso comienza con la música y llega a muchos lugares diferentes. Esa es mi obsesión y es lo que quiero seguir haciendo en múltiples niveles.

En un par de horas vas a estar tocando y cantando para miles de personas, ¿qué pasa por tu cabeza antes de subir al escenario?

Me siento muy emocionada, me siento agradecida de poder venir hasta aquí, viajar desde donde nací, para conectar con la gente con la que he tenido una relación de años, pero que nunca he conocido. Me siento muy afortunada de poder tomar este momento y sentir conmigo en el escenario la energía que esta gente ha podido experimentar a lo largo de esta semana, u hoy, y poder conectar de esa manera espiritual que se da con la música, que te permite volar y estar presente.

Me doy cuenta de ello y me siento muy agradecida de poder hacer eso juntos. Me emociono cuando oramos antes de salir, y rezo para poder llegarle aunque sea a una persona en la audiencia y para que pueda, a su vez, llegarle a alguien más; esa es la energía en la que creo, y eso es lo que siento en mi alma antes de salir al escenario.

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