Músicos por músicos: Mimi Maura & Ivonne Guzmán

La cantante boricua y la voz de La Delio Valdez conversan sobre la maternidad, la migración y la importancia de derribar prejuicios

Por  HUMPHREY INZILLO

diciembre 7, 2022

El amor es bailar. Mimi Maura e Ivonne Guzmán, una charla íntima a pura gozadera.

Ignacio Arnedo

“Antes yo decía: ‘Si no duermo ocho horas, no puedo salir a cantar’. Desde hace un año, vengo durmiendo unas tres horas e igual tengo que salir a cantar, a laburar, a darlo todo…”, dice la vocalista bogotana Ivonne Guzmán. La razón de esa reducción en sus horas de sueño se llama Amadeo, tiene un año, una sonrisa compradora, pesa 12 kilos y está empezando a caminar. Su primogénito llegó en el año en que La Delio Valdez, la orquesta de cumbia colombiana en la que Ivy se desempeña como vocalista, alcanzó un crecimiento exponencial, con una seguidilla de tres estadios Luna Park, en agosto, y un concierto masivo en GEBA, compartiendo cartel con Los Auténticos Decadentes, Los Palmeras y Sol Pereyra, a fines del mes pasado.

Mimi Maura, que hace unos meses lanzó Alma adentro, le aconseja que haga la postura del niño, un clásico del yoga: las rodillas en el suelo, los glúteos sobre los tobillos, las rodillas separadas por el ancho de caderas, la frente en el piso, los brazos estirados hacia adelante. “Con unos minutos, recuperas 4 horas de sueño”, le dice a Ivonne con acento caribeño. Ivy se ríe: “¡La tenían clara los yoguis, eh! Se ve que les gustaba dormir poco…”.

Ivonne está feliz de conversar con su colega boricua: “Me siento espejada en la experiencia de ser inmigrantes, de tener a tu familia con vos en todos lados, de empezar a cantar un género y de repente terminar en otro. O sea, yo a vos te admiro un montón, como artista, como cantante y por cómo has encarado tu carrera, tan empoderada. Es super inspirador. Tener la oportunidad de compartir contigo es realmente un honor”. Mimi sonríe y, encantadora, devuelve el piropo: “Es un honor para mí compartirlo contigo”.

IVONNE: Venimos trabajando los looks, míos y de La Delio, en equipo. En todos mis proyectos armé un equipo con [la maquilladora] Déb y nos estamos inspirando en la cultura japonesa. Ellos están super adelantados: nos encanta la fantasía y la estética del animé, como Sailor Moon. Me imagino que debe ser impresionante estar en Japón. 

MIMI: De las tres veces que fui, la primera vez fue la más extraña porque todo lo que veíamos era hermoso. O sea, todo, todas, todos. Todo lo que miraba tenía una producción muy animé: los hombres tenían los pelos que parecían un dibujito animado y las chicas vestidas de una manera bastante estrambótica. Pero también te encontrabas con otras vestidas de kimono. O sea, estaba todo mezclado, un cruce entre el Nuevo Mundo y el Viejo Mundo. 

IVONNE: Una amiga me contó que el silencio en el subte es imponente. 

MIMI: Son muy educados. Si no te conocen, no te miran a la cara. Nuestro amigo y productor argentino japonés, Shogo Komiyama, nos acompañó y nos explicaba que no tienen la palabra “no” en su vocabulario. Su pareja es una DJ: es la única japonesa que te dice “no” muchas veces.

IVONNE: Me encanta ver parejas japonesas bailando salsa. La rompen. Hacen unas cosas increíbles. A veces me pongo a ver videos en YouTube de mundiales de salsa viejos, porque me encanta. La salsa colombiana tiene una particularidad en algunos pasos. Muchas veces no hay quién los imite, pero a veces los japoneses te meten eso y es impresionante. ¿A vos te gusta bailar?

MIMI: Bueno, como puertorriqueña debo decir que aprendemos a bailar en casa. Pero nunca lo hice de una manera profesional. No me considero una bailarina, pero si hay fiesta bailo toda la noche. 

IVONNE: Bailar es sentir el ritmo. Es difícil que un músico baile mal. Otra cosa es bailar profesionalmente. Yo nunca lo recontra estudié, pero con mis primas hacíamos coreografías y en las fiestas familiares bailábamos todos como locos. Creo que hay una cuestión centroamericana, donde el festejo y la alegría van con el baile.

MIMI: ¡Mover el cuerpo! Es una manera de desprenderse de los problemas. En Puerto Rico la gente generalmente no está para contarse problemas. A la gente le gusta juntarse a bailar y a pasarla bien. Se baila hasta en un placar, no importa donde estés.

IVONNE: Acá no hay tanta cultura del baile en pareja…

MIMI: Salvo en el tango. Yo tomé algunas clases en La Viruta, en Palermo. Y acá hay otros códigos. 

IVONNE: Me parece que en Centroamérica somos más intuitivos para bailar. Nosotras, como inmigrantes, tenemos una óptica distinta, como externa y comparativa de la cultura local. Y está buenísimo nutrirse de eso. Yo me he nutrido mucho de la cultura argentina. Por ejemplo, con las puteadas. En Colombia el lenguaje es muy protocolar. 

MIMI: Me pasa lo mismo. A mí me divierte muchísimo putear acá. Las malas palabras autóctonas no las empecé a decir hasta que nació mi hijo, Leroy. A él le empecé a decir: “No seas pelotudito” [risas].

IVONNE: A mí me divierte mucho putear. Mi pareja es cordobés, así que en casa sale mucho el “culeaíto” [risas]. Yo nací en Bogotá, me fui a Medellín a los cuatro años, y después viví en Camerún, con mis viejos y mis hermanos. Yo vengo de un familión, mi abuela tuvo doce hijos y tiene 54 bisnietos, distribuidos por todos lados. Y estoy acá desde hace 23 años. Sin embargo, me siento recontra colombiana. Hay algo de la raíz que igual te tira. 

MIMI: Eso no se pierde, porque uno es donde uno nació, y también donde se crio. Donde  fuiste a la escuela… Yo fui a muchos lugares. Viví en Chicago de niña, también en México, dos años. Mi papá era músico y estuvimos dos años en Naucalpan, en Ciudad Satélite, el barrio de los de Café Tacvba. En el DF, muy cerca de las pirámides.

IVONNE: Nosotros estuvimos de gira por allí hace poquito y nos faltaron las de Teotihuacán. Amadeo tenía cuatro meses y como casi no hay sombra ahí, entonces no daba.

MIMI: Para nosotros, los artistas, lo más importante es poder viajar y conocer otras culturas. No sé si eso ha cambiado algo de lo que yo hago, pero seguro que aprendés a hacer distintas cosas, a moverte de otra manera.

IVONNE: Viajar y conocer otras culturas te da una apertura mental y eso después influye en la forma de encarar tu carrera, en la predisposición al cambio. Tú arrancaste cantando rock, metal. 

Mimi Maura & Ivonne Guzmán, dos acentos caribeños en Buenos Aires. Foto: Ignacio Arnedo.

MIMI: Me gustaba cantar desde que nací. Mi papá era cantante: yo tenía su disco y esa era mi influencia más importante. Así que cantaba en el colectivo, en el supermercado, donde sea. Y mis primeras bandas fueron a los quince. Primero tocando covers, de Guns N’Roses, Cher [risas]. Y después tuve una banda con mi hermano, donde empezamos a hacer rock en español y metal. Hace poco encontré unos casetes que me digitalizaron y que me volví a escuchar después de muchísimos años. Era un show en vivo y decía: “Hello, ¿me puedes subir el reverb un poco?”.  

IVONNE: ¿Vos lo acompañabas a tu papá a los conciertos?

MIMI: Él ya estaba retirado. Lo vi una sola vez, de grande, en San Sebastián, su pueblo natal, al suroeste de Puerto Rico. Tuve la oportunidad de verlo y con mi hermana nos subimos a cantar unos coros. 

IVONNE: Claro, cómo perderse eso…

MIMI: Para mí es natural apropiarse de la música de tus ancestros. En mi primer disco había tres canciones de mi viejo.

IVONNE: Es un regreso a la raíz. Yo también empecé haciendo una música distinta a lo que hago. Yo tenía una necesidad muy profunda de cantar. Mis viejos me habían regalado un micrófono, porque yo cantaba con un palo y los torturaba. Era el entretenimiento de las fiestas familiares. Cuando surgió la posibilidad de Bandana, cuando recién habíamos llegado a la Argentina, fue una fama muy repentina y muy intensa. De alguna manera yo sabía que había nacido para dedicarme a cantar. Siempre lo supe. Cuando se terminó Bandana, mi primer instinto fue calmar las aguas adentro mío, porque veníamos con mucho trabajo y mucha exposición. Emocionalmente era muy fuerte, más para una piba de 16, 17, 18 años. Todavía tenía que terminar el colegio.

MIMI: ¿Antes de Bandana habías cantado?

IVONNE: A los 13 años hice un curso exprés en Bogotá y grabé un demo con dos canciones. Una era de Christina Aguilera, la otra era “Amargo y dulce”, un clásico de la cumbia que ahora forma parte del repertorio de La Delio Valdez. Entre Bandana y la Delio, igual, pasaron muchos años e hice un montón de cosas. Entre ellas, canté con Dancing Mood.

MIMI: Claro, yo estuve viviendo en Puerto Rico entre 2009 y 2016.

IVONNE: ¡Fue en esa época! 

MIMI: A los 15 ganamos un concurso con la banda que habíamos armado con mi hermano y mi novio. Pero no me gustaban las competencias, tampoco el playback. En un momento tenía unas personas interesadas en que yo grabara con ellos. Lo primero que les dije es que si íbamos a la tele, yo no iba a hacer playback. Obviamente, todo se canceló en ese momento. Eso mismo me llevó adonde estoy ahora, y estoy feliz del camino recorrido.

IVONNE: A veces una hace cosas y piensa que te cierran puertas, pero en verdad te están abriendo otras. 

MIMI: Obviamente, si te exponés de una manera, sabés que vas a llegar a determinado lugar. 

IVONNE: Cuando Bandana quiso volver, yo había invertido tantos años en mi carrera, en estudiar, en un recorrido personal, que fue muy visceral decir: “No, yo estoy en otro lugar. No estoy para eso”. 

MIMI: Cuando uno decide que la música es parte de tu vida, no es una cosa de “aprovechar y hacerlo ahora que soy joven”. No. Sabés que lo vas a hacer hasta que estés arrugadita y viejita. Es un plan de vida. No lo voy a dejar de hacer, no me voy a retirar. Por eso tampoco hay que tener prisa en llegar. 

IVONNE: Ahora todo el mundo es artista por 15 segundos. Todo esto de Instagram es una locura, no estaba cuando nosotras éramos chicas.

MIMI: Ahora quizás sea más fácil exponerse y dar un salto a la fama. Yo creo que el éxito, en verdad, es poder ser feliz.

IVONNE: Se hace difícil encontrar un lugar estable con las ganas de exposición que hay. Con la ilusión de la inmediatez, no hay una valoración del proceso. Es importante darse la posibilidad de equivocarse. En ese sentido les jóvenes la tienen un poco difícil.

Por estar expuesta desde muy chica, tuve que derribar muchos prejuicios. Una vez, en la prueba de sonido de un show de Dancing Mood, uno de los plomos me preguntó si había estado en Bandana. Le respondí que sí y me dijo: “Ah, ¡bien igual!”. Todo el tiempo me pasaba eso. Un prejuicio re loco, y no sé si no tenía que ver también con ser una mujer en un espacio donde había muchos varones. 

MIMI: Han sido muchos años de lucha. Pero no es una lucha contra el hombre, sino contra el sistema. Yo desconfío cuando las cosas se politizan, porque los políticos siempre nos cagaron. Entonces hay que estar más abierto y más alerta de todo lo que va sucediendo, porque que no vaya a ser que esta falsa libertad que nos dan nos esté quitando otras. Las mujeres y los hombres somos diferentes porque tenemos energías diferentes. Somos como el yin y el yang, nos complementamos.

IVONNE: Me parece que es una revolución recontra importante que estamos viviendo, estoy de acuerdo con esto de que no es en contra de los hombres, porque yo siento que la energía femenina y masculina la tenemos todes. Me parece que es re importante abrir la mente a educarnos con ciertas cosas. Hablando de los géneros, vamos aprendiendo a reconocer y respetar otras maneras de percibirse. Esas aperturas todavía las estamos transitando. Cuando pienso en la educación de Amadeo, quisiera que él estudie en un lugar que no sea rígido, que le enseñen a plantar, que le enseñen a sociabilizar. El sistema educativo está distorsionado. Hay algunas prioridades que se corrieron por favorecer al sistema capitalista, que lo único que quiere es que seamos seres que producimos; la felicidad o la diversidad de deseos de las personas no importa. En ese sentido, creo que la revolución feminista viene a darnos opciones, a darnos posibilidades.

MIMI: Cuando estaba embarazada de Leroy, no había ni revistas sobre el tema. Y no había ropa de colores, tampoco. Todo era amarillo, azul o rosa. 

IVONNE: Hoy en día hay acceso a esa información y eso también va a influenciar en cómo nuestros hijes van a vivir y luchar. También hay una misión tremenda que es administrar las pantallas y el celular. Es una droguita muy difícil. 

MIMI: Leroy, con papá [el saxofonista Sergio Rotman] y mamá músicos, yendo de viaje para todos lados, tuvo la música disponible desde muy chico. Empezó a tomar clases a los 5 años. Pero la idea era que fuera un niño feliz y que él eligiera lo que quisiera hacer. Después se hizo gamer. Fue gamer muchos años y estaba mucho tiempo en la computadora y además tenía todo un grupo de amigos. Su vida social giraba en torno a eso, un mundo que Sergio y yo no entendíamos. Entonces tuvo que decidir, y decidió dedicarse a la música. Ahora toca con nosotros, está soleando mucho. Pero me acuerdo de cuando él tenía unos seis o siete años y estábamos de gira en Alemania. Lo dejé con una pandereta al lado del escenario. En un momento del show escuchaba los gritos de la gente y yo no entendía qué pasaba, porque no estaba haciendo nada raro. Y era él que estaba bailando arriba del escenario [risas]. 

IVONNE: Ahora me está pasando eso, girar con la familia es una bendición.

MIMI: A veces, cuando uno es más chico, terminas el show y todos los músicos se quieren ir de fiesta. Yo esa parte me la perdí. Pero son etapas.

IVONNE: Yo tuve a mi hijo de grande, a los 37. Entonces, como que ya hice todo eso de irme de joda. Ahora no lo extraño. Igual, sé que tampoco va a ser para siempre, y yo nunca fui muy jodona.

MIMI: Claro, pero después de cantar, yo no me puedo dormir. 

IVONNE: A mí me toca terminar de cantar y salir corriendo para darle la teta y tratar de dormir. Poco y mal.

MIMI: Habrá sido un año más difícil. Pero ya pasará.

Pelo & maquillaje Mimi Maura: Lore Velvet
Agradecimientos : Agostina Carla Actis (Vestuario Ivonne); Débra Torquato (Pelo & maquillaje Ivonne)

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