Las historias por detrás de Isla de Oro, el nuevo álbum de Mi Amigo Invencible

Guiada por la producción de Martín Buscaglia, la banda mendocina apuesta fuerte con un disco de "nuevo rock rioplatense" que invita a bailar y celebrar el presente en un mundo que se desmorona a nuestro alrededor.

Por  OSCAR JALIL

octubre 27, 2022

Con su nueva formación, el sexteto mendocino busca un nuevo sonido, en sintonía con la pista de baile.

Nora Lezano

En la improvisada pista de Congo, los músicos de Mi Amigo Invencible celebran la sesión que Martín Buscaglia expone desde las bandejas, puro baile desatado al compás de tambores afrobeat. El músico y productor uruguayo acaba de instalarse en Buenos Aires por unos días para conducir los destinos del nuevo álbum de la banda mendocina. Antes de ingresar a los estudios Unísono, el encuentro parece una vigilia: algo de la vida secreta de las canciones está sucediendo en ese mismo instante en el coqueto club cultural palermitano. “Estábamos en los últimos ensayos, pocos días previos a entrar al estudio, ya con el disco y los arreglos cerrados. Luego de una jornada intensa de laburo, me fui a hacer las veces de DJ, pasando vinilos en Congo. Varios de los Invencibles fueron esa noche a escuchar, beber, etc… Y en medio de la sesión, vienen y me dicen: ‘Acabamos de componer un tema, bailando y cantando arriba de las músicas que estás poniendo’. Al otro día lo terminaron, y se agregó a la lista del disco”, dice Buscaglia desde Montevideo.  

El tema de creación colectiva se llama “Impecable” y forma parte de Isla de Oro, el nuevo álbum de la banda cuyana. La canción no se parece a ninguna de las que sonaron en la noche de Congo, un setlist más cercano al afrobeat de Fela Kuti, la cumbia colombiana o los exóticos ecos rítmicos de la música tailandesa. “Impecable es una palabra que acá en Uruguay se usa mucho como muletilla”, dice el productor y las flechas que dispara la canción son tan diversas como la cita en la letra a la línea de colectivos 146. 

Buscaglia se involucró de lleno en el disco de MAI, con el mismo sentimiento con el que uno puede encarar “una amistad o un romance”, según define el uruguayo. Foto: Nora Lezano.

Es pop, no hay duda, pero sin deudas a Virus o el rock argentino de los 80. Tampoco está impregnado de un perfume indie-manso, esa categoría reduccionista que capturaba un momento único del rock mendocino con proyección nacional. Nombres como Usted Señalemelo, Perras on the Beach, Luca Bocci o Alejo y Valentín formaron esa avanzada, un poco más jóvenes que los Invencibles y con otra ansiedad en las venas. MAI, en cambio, ya tenía una discografía y un largo recorrido por el circuito underground cuando explotó el boom cordillerano a fines de la década pasada. Desde atrás, con crisis internas, pero casi sin pausa, el sexteto liderado por la voz y las letras de Mariano di Cesare tiene buenas razones para fantasear con algo más ambicioso que la típica dinámica de una banda de rock independiente argentino.   

El álbum número ocho de Mi Amigo Invencible se grabó, vaya casualidad, en ocho jornadas durante el mes de mayo del año pospandémico. Unísono, el estudio fundado por Gustavo Cerati, funcionó como un refugio para el grupo en plena etapa expansiva y con algo más que necesidades básicas a la hora del registro. En pleno corazón de Florida (Vicente López), el lugar ofrece comodidad y una técnica más a tono con una banda preocupada por los detalles, las sonoridades ocultas y un ensamble acorde a la psicodelia cuyana, una rara cepa que mezcla melancolía y cadencia, buenas vibraciones y espíritu colectivo a favor del formato canción. 

Algo de eso se respira en uno de los últimos días de grabación. En la llamada “sala de esparcimiento”, los músicos resuelven el almuerzo con pedidos a un sushi club de la zona norte. Martín Buscaglia parece un Amigo Invencible más, viaja del control al living improvisado ajustando pareceres con Nicolás Voloschin (guitarra, voz y sintetizador), Pablo di Nardo (sintetizadores y coros), Leonardo Gudiño (percusión y coros) y el propio Di Cesare. En el último día asignado para el registro, Arturo Martin, quien ya grabó sus partes de batería, es el ausente con aviso, los demás esperan por Lucila Pivetta, la nueva bajista que completa el sexteto y también un círculo abierto a colaboraciones, proyectos solistas y un detallismo estético que domina flyers, artes de tapa y videos con guiños al cine arte.   

Isla de Oro tiene muchas virtudes, pero, tal vez, sea recordado como uno de los pocos discos cosecha 2022 que no hablan de la pandemia y que ni siquiera revelan los efectos opresivos luego de casi dos años en estado de alerta. “Nos llegó el concepto del vacío total, el sinsentido del presente. O lo más orgásmico, que es simplemente una sensación. No sé cómo explicarlo”, dice el cantante. “No sabemos qué puede llegar a pasar mañana, tratamos de disfrutar lo más posible. No pasar el tiempo amargándonos, tampoco hacer la vista gorda porque ahí es cuando te debilitás. Creo que el concepto está bastante claro: no hay certezas. Y medio que jugamos con eso”. Más simple y con la infalible capacidad de achicar caminos para llegar a la canción adhesiva, instantánea y con intenciones de perfección, MAI y Buscaglia arribaron a la conclusión de que ocho tracks es una medida ideal: síntesis e impacto melódico, casi una alianza para un rock rioplatense plantado en un aquí y ahora no tan explorado.     

El plan original proyectaba la posibilidad de un disco doble. “Le mostramos a Martín 16 temas y según sus percepciones fuimos corriendo canciones y dejando un núcleo, porque si nos poníamos a grabar doce quizá quedaban cosas inconclusas: ‘resumamos’, dijimos. Igual siempre se hace una selección y eligió las que tienen un espíritu más lumínico, más festivo”, decía Di Cesare en aquel mayo remoto. Más acá en el tiempo, el productor habla con el disco terminado. “Sí, son luminosas y directas, concuerdo. Ese color fue el que más me llamó la atención, porque todo el aspecto noctámbulo y psicodélico que tienen en sus letras y arreglos ya viene incluido por naturaleza, de fábrica, eso no se iba a perder nunca. Son composiciones que ya en su esqueleto, tocadas solo con una tecla o una viola, contienen ese misterio característico, no me pareció interesante el hacer hincapié o recalcarlo, igual esa calidad escurridiza ya estaba ahí inexorablemente”. El músico uruguayo pertenece a una familia clave en la cultura montevideana de los últimos 50 años: su padre Horacio “Corto” Buscaglia se destacó como músico, poeta, actor y publicista, y Martín confirma un linaje en donde conviven gigantes como Eduardo Mateo, “El Príncipe” Gustavo Pena y Fernando Cabrera

El productor Martín Buscaglia trabaja con MAI en una de las ocho jornadas de grabación.
Foto: Nora Lezano.

Antes de dar con el productor adecuado, MAI ya tenía las canciones compuestas y hasta un título posible para el sucesor de Dutsiland. Entre los nombres que se barajaron apareció uno horrible, pero bastante paradigmático: Dilema dímelo tú. “Dudábamos mucho, no teníamos muy en claro si las canciones ya estaban listas. ¿Para qué buscar un productor? Pero sí, somos un barco. Hay un líder pero es uno más de los piratas y necesitábamos alguien que comande porque al ser tantos necesitás una guía sí o sí, y yo no quería hacerme cargo de eso y los chicos no querían tener ese rol así que buscamos un productor”, dice Di Cesare. “Me encontré con Paul Higgs —que también es uruguayo y que terminó participando en el disco— y me contó su experiencia con Martín. Me gustó lo que me dijo de cómo abordaba las producciones de los discos, se los ponía al hombro. Sinceramente, nunca había escuchado una canción entera de Martín… No era determinante su estilo, lo que buscábamos era otra cosa”.

Del otro lado del río, Martín Buscaglia tiene su propia versión sobre el deseo de involucrarse en la operación Isla de Oro. “Los conocía y gustaba de ellos como parte de ese combo de nuevo pop argentino que anda en la vuelta, con raíces clásicas en su estirpe, pero al mismo tiempo decididamente del siglo XXI. El sumarse a este tipo de invitación tiene mucho de intuición, va desde el demo que escuchás, hasta el fluir y las palabras de una charla o un intercambio de mensajes. Un poco como una amistad o un romance, no diría que son cosas que uno necesariamente elige. Es más simple que eso”. Además del aura musical con la que el productor tuvo una afinidad instantánea, lo sedujo la propuesta de grabar a la antigua usanza, todos juntos tocando en la sala amplia de un estudio: “Vino de la mano de mis últimos intereses, que también fueron con énfasis en el alejarse de la computadora”.

Mirá el clip de “La araña”, uno de los temas que integran Isla de Oro

“Lo tenía bastante escuchado a Buscaglia”, dice la bajista. “No lo veía tan ajeno a MAI. Él es muy groovero, partiendo de ahí no me parecía algo loco o descabellado que estuviera al frente de la producción”. De aquella charla de mayo en Unísono con Isla de Oro todavía en ciernes, la confesión de los Invencibles frente al alejamiento de Mariano Castro y Juan Pablo Quatrini, miembros fundadores de la banda, sigue siendo un punto de inflexión en cinco años de historia. “Lucila llegó en un momento clave en el que estábamos lastimados por la partida de dos integrantes super importantes. Somos una banda de amigos, no somos una banda de músicos profesionales. Somos amateurs, principiantes y nos sostiene mucho la amistad. Ella entró a movernos el piso fuerte con una energía renovadora y que haya sido una energía femenina es importante. Si somos todos varones es aburrido. No quiero que sea un disco masculino, pero no por tendencia, sino porque me aburren esas cosas. Siempre me aburrieron”, dice Di Cesare.

 “Coma,  beba y regocíjese, será su última oportunidad”, dice la voz del señor Roarke, el enigmático anfitrión de La Isla de la Fantasía interpretado por Ricardo Montalbán. Es la bienvenida a un paraíso perdido o una advertencia ante peligros inminentes. Poco importa, luego de la frase de apertura suena “Un par de árboles” y ya brilla la elegante prepotencia pop que ya empezó a escucharse en los últimos singles de la banda (“Jardín secreto”, “Algo terminado”). El midtempo de “Olímpica” es otro estado de cadencia, Martín Buscaglia se hace cargo de una parte de la letra escrita a medias entre Di Cesare y Diosque. “Con Mariano nos conocimos en una gira, luego me llamó para escribir algunas letras porque estaba haciendo el disco con los chicos. Me mostró ‘Mapa’ y terminamos escribiendo ‘Olímpica’ y una más que no quedó. Creamos un vínculo especial en el que vamos a estar colaborando y trazando universos”, dice Juan Román Diosque, que acaba de lanzar un nuevo disco solista (Rampaluz), en donde colabora El Príncipe Idiota, proyecto solista de Mariano di Cesare.    

Es posible tomar a Isla de Oro como un mapa de novedades para el pop-rock del Río de La Plata, un disco de cruces y asociaciones, un laboratorio compartido que suma los nombres de Martín Buscaglia, Diosque y Paul Higgs, los créditos de Paula Trama (Los Besos) y Fran Saglietti (Francisca y Los Exploradores). “Para mí las invitaciones a cantar siempre son una geografía en sí misma. Siempre hay un juego de entrar al mundo del otro pero siempre las condiciones son distintas”, dice la voz de Los Besos y explica con ejemplos qué significa cantar en discos ajenos. “Hay personas enamoradas del personaje del mundo de una voz, como esa energía que una voz conduce y su textura y tal vez algunas invitaciones tienen que ver con que ese universo propio entre tal cual en la canción y después hay otras invitaciones que tienen que ver con armar una plasticidad o un juego de entrar al otro y crear un personaje nuevo”. 

Di Cesare y Paula Trama durante la grabación: “Mariano me invitó a colaborar con la letra y hubo una entrega ahí y una confianza que me emocionaron. Foto: Nora Lezano

Paula canta en la deliciosa “Accidentes geográficos”, otra cumbre de cadencia flotante y aires de ensoñación. “En principio, Mariano me invitó a colaborar con la letra y hubo una entrega ahí y una confianza que me emocionaron y me dieron muchas ganas de participar. Y después la aventura de entrar al disco, que es un modo de cantar y pintar un paisaje a la manera de Mi Amigo Invencible, pero creo que en particular de este momento de la banda. Que podría ser como una manera riffera de cantar, como si las voces buscaran imitar un poco esas melodías cortitas de guitarra. Después también pensaba en un juego que yo hago cuando estoy en alguna zona con horizonte montañoso o de monte, que es como ver la línea de montaña, hablando de accidentes geográficos, ver la línea del horizonte y cantarla como si fuese una partitura”, explica el sentido de plasticidad por la cual fue invitada. “A moldearme esa voz común, de esa comunidad a la que me sumo que tiene que ver particularmente con este momento estético, y el resultado me parece hermoso. Es un tema genial y también para mí es un viaje jugar a ser otro con el cuerpo y con las palabras”. 

Cada colaboración en Isla de Oro esconde un juego de complicidades y admiración, también completan la obra y hasta ofrecen miradas ajenas al núcleo duro de MAI. Paul Higgs acaba de editar Tridimensional, producido por Martín Buscaglia, y ahora sí, el círculo de confianza parece completarse. La conexión entre MAI y el excantante de Algodón nació luego de un show compartido en Montevideo en 2017. “La sincronía fue instantánea debido a que considero una especie de túnel de gravedad imposible e invisible que conecta Mendoza y Montevideo”, dice Higgs. Los músicos quedaron en contacto y la experiencia se repitió durante una gira por Córdoba con el joven Paul en plan solista. “Un verdadero trip de confianza. Más tarde fui invitado a varios ensayos donde me colgaron una guitarra e, inspirado por la frecuencia vibratoria cósmica que rige el magnetismo de las almas, inventé el motivo melódico insistente, insolente y lúdico que varios instrumentos en la grabación tocan”. El resultado es la canción que cierra el disco, “Manto negro”, un ejercicio festivo impensado en la época de los discos introspectivos, una gloriosa trifecta con excesos de melancolía: Relatos de un incendio (2011), La nostalgia soundsystem (2013) y La danza de los principiantes (2015). 

Como nuevos emblemas de identificación para tiempos raros, canciones en la frecuencia de “La araña”, con una preciosa cita a Los Gatos, o la revelación del instante en la intención suave que mueve a “Brontoscopio”, completan un viaje de 30 minutos en donde el ritmo es crucial y las canciones tienen la capacidad de flotar. “Hubo una intención de limpiar y despejar todo para que los elementos que quedaran se expandieran, y que todo flotara, la cual considero una cualidad Invencible, pero cuidando de que nunca fuese en detrimento del groove”, dice Buscaglia. “Para el laburo del audio en general, además de los mismos Invencibles, que saben lo que quieren, en eso fueron divinos tanto Nico Parker operando en Unísono, y finalmente el mix con Gustavo Montemurro. Fue importante mezclarlo en otra ciudad (Montevideo), con renovado frescor en la mirada. Con Gustavo hacemos una buena dupla, yo tiendo a una mirada que se deleita con los roots y él tiene todo un paladar hi-fi. ¡Buen maridaje!”. 

En la hermandad Invencible, la figura de Carlos Sidoni es otra pieza valiosa del engranaje. “Admiro mucho la capacidad que han tenido de evolucionar como intérpretes y creadores sin perder la esencia poética y musical de sus orígenes”, dice el manager y gestor cultural. En un lugar único, Sidoni maneja un método para no perderse en la marea de egos, deseos y frustraciones que mueven a toda banda en pleno proceso de expansión. “Siempre hago el ejercicio de extrapolar mi mirada a una externa, porque si me han dado el lugar privilegiado de aportar mínimamente a la obra, debo tener una mirada crítica, que rápidamente se me muta en la del público-fan. Desde ese lugar, coincido con mucha gente que me repite en cada show: ‘Se nota cómo cambiaron’. Seguir interpelando el espíritu, la razón y el cuerpo por igual tras tantos años de música es un logro que creo es la mejor forma de evolución. Cambiar sin perder la propia identidad”.

Isla de Oro crece de a poco en las plataformas digitales y ya tuvo su estreno caliente con tres shows en México. Recién llegado de la minigira que incluyó presentaciones en Guadalajara, Querétaro y Ciudad de México, Mariano Di Cesare revela primeras impresiones que pueden apreciarse en la cuenta de IG de mi Amigo Invencible: “Esta intención simple que tienen las canciones, jugando sin rodeos en Isla de Oro, se vio reflejada aún más en la naturalidad con la que el público mexicano de todas las ciudades que visitamos en esta gira coreaba las canciones como si las conociera de toda la vida. No habían pasado ni tres semanas de la salida del disco, y eso nos descolocó por completo. Hay un ritmo expansivo de las canciones con vida propia, no son apuradas ni urgentes, parecieran viajar a la velocidad de la luz”.