Jaz Coleman, el fundador inglés del Club Malvinas: “Hay tantos ejemplos de los males del imperialismo”

El líder de Killing Joke, la legendaria banda post-punk londinense, decidió radicarse en Argentina y ahora impulsa un "club" de artistas. "Dejo Europa para siempre", le dice en esta entrevista exclusiva a Rolling Stone

Por  DIEGO MANCUSI

abril 2, 2024

Jaz Coleman, de Killing Joke

La carta empieza con un testimonio indirecto sobre el hundimiento del ARA General Belgrano durante la guerra de Malvinas, sigue denunciando que la política de hacer primar la voluntad de los kelpers sobre la soberanía es una treta imperialista británica, pone como ejemplo la historia del archipiélago de Chagos, en el océano Índico, aconseja al presidente Javier Milei a buscar la reunificación siguiendo el modelo de Una Sola China (“persuadiendo aliados, negociando con socios y Estado-Naciones para convertirse en firmantes de Una Sola Argentina sólida, cuya posición de apoyo u oposición debe ser implacable”). Y termina haciendo referencia al flamante Club Malvinas, “cuyo objetivo consiste en utilizar la crisis económica actual a fin de impulsar una nueva revolución artística y cultural”.

Quien firma el texto Hacia una Sola Argentina no es un inflamado historiador local sino el músico inglés Jeremy “Jaz” Coleman, Chevalier des Arts et des Lettres, a quien la mayoría conocerá por uno de sus muchos trabajos anteriores: cantante de Killing Joke, una de las bandas más influyentes del post-punk inglés, formada en 1978, en Londres, y activa hasta prácticamente estos días (el año pasado falleció el guitarrista Geordie Walker, el otro miembro fundador junto a Coleman).

Por vínculos afectivos, pero también por interés genuino en la causa Malvinas y en la situación del país, Jaz Coleman -64 años- se radicó hace unos pocos meses en la zona norte del Gran Buenos Aires. Durante marzo anduvo por su Gran Bretaña natal con un tour de spoken word llamado Unspeakable, pero ya emprendió la vuelta. Lo espera ese club que menciona en su carta, fundado por él y algunos secuaces locales en febrero en el Strummer Bar, de Palermo: un rincón para juntar gente que agite el avispero en medio del caos que impera en la nación. Inquieto como pocos (más allá de su carrera en el rock, también incursionó en la música clásica y en la ópera, escribió libros sobre ocultismo y milita causas ambientalistas), Coleman viene a aportar su experiencia en la cultura, su inspiración en lo artístico y su pasión inclaudicable por la gesta malvinense.

¿Cómo encontrás al país hasta ahora?

Amable. Cálido. Acogedor. Para mí, un lugar está definido por las personas, por los personajes. Y hasta ahora tuve una muy buena experiencia en mi breve estadía en Argentina. Ya terminé con Europa, no vivo en el Reino Unido hace 35 años, pero estuve viviendo en Europa continental de forma intermitente, y es un punto trascendental en mi vida porque estoy dejando Europa, para siempre. No debería volver nunca. Y sí, estoy abrazando mi nueva vida en Argentina, que amo por muchas razones, por supuesto. Probablemente sea imposible para mí ver todo el país en lo que me queda, pero mi intención es empezar una nueva vida. Cuando Geordie [Walker] murió, para mí fue el fin de una era, y una de las cosas que me encantan es que no tenía relaciones en Argentina. No hay pasado, aparte de un show en 2018. Así que quiero contribuir a la vida creativa del país en medio de la crisis económica, lo cual siempre es bueno para hacer buena música y buen arte. Entonces, esto es lo que puedo aportar. Ofrezco mis servicios como productor y como inspirador en general. Me gustaría ser mentor de diferentes músicos. Hice mucho en mi vida, y estoy hablando tanto de música clásica como de música experimental y underground. Tengo más de una carrera y me gustaría compartir esto con personas creativas. Lo que estamos haciendo con el Club Malvinas es crear una comunidad. La estructura del Club Malvinas va a ser diferente a la de los clubes de rock convencionales. No es necesario tener plata para ser socio, pero sí hay que contribuir. Lo que espero es un lugar donde las personas que trabajan en las artes visuales puedan colaborar con músicos y compositores, y con personas creativas, pensadores y personas que piensan fuera de la caja. Será un punto de encuentro para que la gente venga y cada vez que nos reunamos quiero tres bandas además de diferentes DJs, y la diferencia va a ser que voy a alentar a los músicos a escribir música para la actuación, para que toquemos música nueva y organicemos talleres sobre innovación y sobre alejarse de los clichés, y ojalá con suerte podamos aprovechar esta crisis económica para crear un nuevo sonido y un nuevo espíritu de unidad.

La causa Malvinas caló hondo en vos. ¿Qué te motivó a involucrarte tanto?

Bueno, mi respuesta a esa pregunta es que, al ser de ascendencia angloasiática, me gusta ver los dos lados de la historia. Y en segundo lugar, soy antiimperialista. Estoy escribiendo el juicio a Pizarro con otros dos argentinos, y vamos a ir a Perú a juzgar a Pizarro, el conquistador de Cuzco, y vamos a volar una estatua suya. Y él es solo un ejemplo más del imperialismo. Vamos a usar el arte para lanzar un ataque. Cuando el Imperio Británico dejó la India, había un 13% de alfabetización y toda la riqueza había sido extraída, miles de millones habían sido extraídos del país. Hay tantos ejemplos de los males del imperialismo, pero si miras los principales focos de conflicto en el mundo hoy, fueron causados en gran medida por diferentes imperios en cada momento. Estamos viviendo el fin del imperio estadounidense. Los Estados Unidos tienen una deuda de 34 billones de dólares, y cuando eso se derrumbe y ocurra la desdolarización, es entonces cuando creo que se va a plantear la excusa para ir a la guerra, porque los elementos de nuestra élite neoliberal preferirían enfrentarse a la extinción antes que perder el dominio del dólar. Mi temor es que si nos volvemos demasiado adictos al dólar, vamos a caer con él. Quiero decir: el Reino Unido compró 860 mil millones de dólares en deuda estadounidense, así que cuando Estados Unidos entre en una recesión extrema… a lo cual, si lo pensás, nos dirigimos. El canal de Panamá se secó. En el canal de Suez no podés pasar con tus barcos de carga porque te bombardean los hutíes, los rebeldes. Podés ver que las cadenas de suministro globales se van a atascar en algunos puntos en un futuro cercano. Y, por supuesto, eso va a afectar a la economía global. Cuando mirás las agendas de los foros globalistas, de los cuales hay muchos, sabes que usan estas catástrofes para introducir monedas digitales centralizadas, y el peligro de la moneda digital es que simplemente pueden cortarte el suministro de alimentos, pueden ser usadas como un arma política contra las personas que ejercen su libertad de expresión.

Estuve viviendo en México no hace mucho y había 12 millones de personas sin hogar a mi alrededor. Estas personas no van a tener monedas digitales. Es el primer paso hacia la esclavitud digital y la hambruna. Cuando nos volvamos adictos al globalismo, eso va a tener un impacto profundo en el mundo. Lo que Argentina viene pasando desde hace tanto tiempo, está llegando al resto del mundo. Argentina va a ser el primer país en adaptarse a los nuevos cambios, así que hay que mirar lo positivo. Lo que estamos promoviendo con el club es la comunidad. Lo que pasó en la pandemia realmente fue diseñado, fabricado para empujar a las personas hacia un universo virtual; con el club estamos llamando a lo contrario. Salimos de nuestras casas y nos encontramos con nuestros amigos y personas que tienen pensamientos similares sobre la libertad y las artes y disfrutamos de la compañía mutua. Estas cosas tienen un mayor significado. Tenemos que alentar a todos a producir alimentos porque puedo ver que con la crisis económica muchas personas van a pasar hambre, y esto es lo más importante en nuestra agenda inmediata: el derecho de cada argentino a la comida, el agua y el refugio. Las necesidades primarias, como dijo [el psicólogo estadounidense Abraham] Maslow. Esto debe hacerse a nivel local, y por eso pongo tanto esfuerzo en crear comunidad, que es el único objetivo que tenemos al comenzar el club.

En Argentina vivimos un momento de crisis extrema, acaso parecido a la del Reino Unido a fines de los 70. Incluso el presidente Milei dice ser admirador de Margaret Thatcher. ¿Pensás que una crisis de este calibre puede motivar un nuevo movimiento equivalente al punk?

Claro que sí. Creo más que eso: tenemos que pensar en un nuevo formato al por menor para vender música, para que no haya tantos músicos hambrientos, ¡ja! Y necesitamos empezar una nueva compañía discográfica en Argentina, que pueda darle espacio a un nuevo sonido y a un espíritu de resistencia. Lo que de verdad extraño del comienzo de mi carrera es el ambiente de los clubes, los sucios y malolientes clubes de punk, la libertad que se podía tener allí. Quiero recrear esa libertad y por eso vamos a llevar nuestro club directamente por toda América del Sur, lo vamos a instalar aquí, allá y en todas partes. En Colombia, en Lima, en Santiago, en todas partes. Va a ser un evento panamericano que va a estar siempre en gira, pero basado principalmente en Buenos Aires.

Inspiraron a muchísima gente con Killing Joke. ¿Qué pensabas cuando veías que aparecían bandas como Nirvana o Marilyn Manson, que tenían tanto en común con tu propuesta?

Esas cosas pasan. ¿Podés creer que Kate Bush es una gran admiradora de Killing Joke? La lista de músicos que fueron inspirados por la banda es inmensa. Fue Chris Cornell quien dijo que Killing Joke era el modelo a seguir, y creo que tenemos una especie de efecto espejo en la gente: vienen a vernos o nos escuchan y los inspira a ir y hacerlo ellos mismos, sea cual sea su medio, música o lo que fuera. Hemos tenido ese efecto en la gente a lo largo de nuestra carrera, y estoy muy orgulloso de ello. Para ser honesto, la única expectativa que tuve de mi carrera fue que nunca iba a parar. Nunca. Y eso es todo. Así que todo fue un viaje maravilloso, disfruté de la lucha y nunca pensé que iba a llegar tan lejos.

Sos ecléctico como artista: pasás del punk a la música clásica, a lo experimental, a muchos estilos distintos. ¿Disfrutás especialmente de cambiar de lenguajes?

Sí, sí. Me gusta alentar a los jóvenes en que cada uno nace con múltiples dones, y por lo tanto cada uno de nosotros es un renacentista potencial, como lo fue Leonardo da Vinci, que se movía de un medio a otro. Todo lo que tenemos que hacer es desarrollar múltiples habilidades simultáneamente, y eso intento hacer, con la dirección de orquesta y mis estudios de la tradición del misterio y lo oculto y mi amor por la arquitectura. Y con los rituales y la religión: los abordé uno por uno, y soy un predicador laico. Tengo un doctorado en música y en música clásica, y el punto es que nunca terminé la escuela. Soy autodidacta y esto es lo que Killing Joke y el punk me dieron: que no hay que tener miedo al fracaso, y que podemos hacer cualquier cosa. Cuando tenía 15, 16 años tenía como cuatro causas. No podías encontrar a un adolescente peor que yo. Pero yendo en contra de eso, era precoz, estaba ganando festivales internacionales de música clásica. Y, bueno, todo debería ser conducido por la pasión. Siempre animo a la gente a nunca hacer nada que no les gusta. Hacé solamente lo que amás de verdad. Si solo hacés lo que amás de verdad, nunca en tu vida vas a tener que trabajar.

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