Hace tres décadas, Billie Joe Armstrong le daba una bienvenida irónica a un falso paraíso en ‘Welcome to Paradise’. Ahora, a los 51 años, con algo más de seriedad, les da la bienvenida a sus problemas en ‘Dilemma’, una canción movida, pero reflexiva, extraída del decimocuarto álbum de estudio de Green Day, Saviors, el cual da guiños al rock de los 50 y a los Ramones. “Estaba sobrio, pero ahora estoy ebrio de nuevo”, se lamenta en el coro. “Estoy enamorado y en problemas / No quiero ser un muerto viviente”, dice en uno de los mejores cortes del disco.
Después de todo, decir que una banda de punk está envejeciendo es quizás el mayor oxímoron de la música. Pero Green Day, al igual que The Clash, hace mucho tiempo se dio cuenta de que, para alcanzar su salvación, tenía que alejarse del punk y explorar mucho más sus influencias musicales a medida que satiriza al mundo entero. Aquel criterio permitió que la seriedad y la ironía de Armstrong, en compañía de canciones fáciles de recordar, hiciera de Saviors una especie de regreso para el trío, que en 2020 se había adentrado en el terreno del pop con su LP Father of All Motherfuckers.
Dado que las melodías alegres siempre han sido la mayor fortaleza de la agrupación, el coro de ‘1981’ es pegajoso, sin importar que la letra sobre “hacer mosh bajo la lluvia ácida” sea totalmente retorcida. Pero Armstrong siempre ha tenido la habilidad de adornar letras pueriles con cambios astutos en los acordes. ‘Coma City’ y ‘Corvette Summer’ son canciones de rock puro, e incluso la segunda rememora a bandas de los 80 como J. Geils Band, REO Speedwagon o Bachman-Turner Overdrive. Además, en la canción que titula al disco, el grupo reivindica su misión de restablecerse como los mayores sobrevivientes del rock & roll: “Somos de los últimos rockeros que generan conmoción”, dice uno de sus versos que se elevan con una guitarra al estilo Pete Townshend. Y con el apoyo del coproductor de Dookie, Rob Cavallo, los músicos en gran parte cumplen con su objetivo.
Las letras de Armstrong pueden clasificarse en tres categorías: canciones que tratan sobre crecer (‘Dilemma’ y ‘Father to a Son’), canciones absurdas que no tratan sobre nada (‘One Eyed Bastard’ y ‘Bada-bing, bada-bing’), y, por supuesto, las que contienen carga social. La banda jamás ha perdido su visión política, por ejemplo, su líder recientemente actualizó la letra de ‘American Idiot’ durante un show de Año Nuevo para arremeter contra “la agenda MAGA [Make America Great Again]”. Algunos de los cortes que exponen sus posturas son divertidos, como ‘The American Dream Is Killing Me’ con su sátira del conservadurismo, ‘Bobby Sox’ con su orgullo bisexual, y ‘Coma City’ con su crítica a los “imbéciles del espacio” que destruyen el planeta. Pero el frontman se desatina en ‘Living in the ’20s’, donde se mofa del terrible tiroteo ocurrido dentro de un supermercado en Boulder, Colorado, en 2021. “Gasté mi dinero en un lugar sangriento”, canta. “Estoy jugando con fuego y encendiendo Colorado”. El tema roza más con el voyerismo que con la protesta, cuando la ocasión pudo haber sido aprovechada para cantar algo con más significado sobre el control de las armas.
Aun así, Green Day nunca ha destinado todos sus esfuerzos para hacer activismo con su música, en cambio, ha optado por reír mientras el mundo arde a su alrededor –como lo hace el niño de la portada del disco. Justamente es esa actitud la que le ha permitido sobrevivir al peligroso oficio del punk rock, y sus miembros lo saben. “Todo el mundo es famoso, estúpido y contagioso”, se escucha en ‘Fancy Sauce’, la canción que cierra el LP y que es una especie de parodia a Nirvana. “Todos moriremos jóvenes algún día”. Pero lo más sorprendente de Saviors es cómo la banda, en gran medida, se ha puesto mejor con los años.