Crítica: Gran Turismo

Primero Super Mario Bros. y ahora Gran Turismo. Este es un buen año para las películas basadas en videojuegos.

Neill Blomkamp 

/ Archie Madekwe, David Harbour, Orlando Bloom, Djimon Hounsou, Geri Halliwell

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Sony

Gran Turismo es el videojuego de simulación de carreras más popular y respetado de la industria. Desarrollado por Kazunori Yamauchi (fundador de Polyphony Digital) y Sony Interactive Entertainment, se publicó por primera vez en 1997 para la consola PlayStation, y desde entonces ha sido elogiado tanto por su realismo como por su dedicación a la autenticidad en la simulación de carreras y la representación de automóviles.

En términos generales, las adaptaciones de videojuegos en el cine no han gozado de una buena reputación, y el antecedente más cercano a Gran Turismo es la horrible cinta basada en Need For Speed, otro popular juego de carreras de autos. Pero este año, gracias a la estupenda serie de HBO The Last Of Us (sin duda, la mejor adaptación de un videojuego llevada a la televisión) y la maravillosa versión animada de Super Mario Bros. llevada al cine, se renueva la esperanza de que los videojuegos y el cine por fin tengan una relación armónica, funcional y exitosa. 

Lo anterior se confirma con la película basada en Gran Turismo, dirigida por el sudafricano Neill Blomkamp, la persona detrás de las impresionantes cintas ciberpunk Distrito 9, Elysium y Chappie

De una manera astuta, los guionistas Jason Hall (El francotirador) y Zach Baylin (King Richard) nos remiten al programa Nissan GT Academy del 2011, una colaboración entre Nissan y PlayStation gestado por el ejecutivo de Nissan Darren Cox, que buscaba convertir a los jugadores de Gran Turismo en corredores de autos profesionales. En un nuevo caso en donde la realidad supera la ficción, Moore se convirtió en una especie de Willy Wonka y como si se tratara de la versión automovilística de la cinta ochentera El último guerrero espacial, a los mejores gamers se les dio la oportunidad de comprobar su talento virtual en el mundo real.   

Para su alocada misión, Cox (aquí convertido en Danny Moore e interpretado por Orlando Bloom) buscó apoyo en Jack Salter (un más que sólido David Harbour), el ingeniero automotriz y ex corredor de autos, ahora convertido en entrenador de este peculiar grupo de jóvenes aspirantes. Como suele ocurrir en este tipo de películas, al principio Salter se muestra renuente, y considera imposible que un chico que no ha salido de su cuarto jugando videojuegos, pueda convertirse en un corredor profesional, pero poco a poco se dará cuenta que la idea no es tan delirante como parece.

El cambio de actitud se da en parte por el desprecio que Salter percibe de parte de Nicholas Capa (Josha Stradowsky) un corredor ególatra para el que trabaja, pero también por el talento que evidencia en el joven Jann Mardenborough (Archie Madekwe de Midsommar), uno de los elegidos. Es así como Salter termina convirtiéndose en el mentor de Jann, en una divertida mezcla entre el sabio maestro Miyagi de Karate Kid y el rudo Mickey de Rocky.  

Jann es un chico británico que le dedica horas a Gran Turismo para desilusión de su padre Steve (Djimon Hounsou), un jugador de fútbol que quiere ver a su hijo saliendo de su cuarto y realizando algún tipo de actividad física. Su madre Leslie, encarnada nada menos que por Geri Halliwell (mejor conocida como Ginger de las Spice Girls) es un poco más comprensiva, mientras que su hermano Coby (Daniel Puig) se burla de él y sus sueños.

La cinta de Blomkamp toma lo mejor de los clásicos sobre el automovilismo como Grand Prix, Le Mans, Días de trueno, Rush: Pasión y gloria y Ford contra Ferrari, y el resultado es una emocionante película de carreras que apelará tanto a los amantes del juego como a los que poco o nada saben del videojuego. El trabajo de edición de Austyn Daines y Colby Parker Jr. es sobresaliente y el mínimo uso de efectos de computador se agradece con creces (el verdadero Mardenborough actúa aquí como doble de acción). 

También se destaca la lección de la cinta, que nos plantea que los sueños se pueden alcanzar, siempre y cuando se les dedique a ellos trabajo, tiempo, esfuerzo, dedicación y constancia, ya que esta cinta enfatiza mucho en que pasar de los videojuegos a las pistas reales no es tan fácil como se cree). 

Pero la versión fílmica de Gran Turismo no está exenta de problemas, los cuales radican en una estructura narrativa tremendamente canónica y predecible (chico noble y heroico que lucha por sus sueños) y la molesta sensación de que estamos viendo un infomercial de PlayStation y no una película real. 

Pero si la comparamos con la malograda Need For Speed, con Rápido y furioso X (lo peor del año hasta ahora), o con los múltiples desastres a la hora de rastrear la historia de los videojuegos populares llevados a la gran pantalla, lo cierto es que Gran turismo termina siendo una cinta emocionante, entretenida y, por qué no decirlo, ganadora.

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