“Cada vez que hago una película, le doy todo lo que tengo. Creo que todos deberían hacer todo lo que hacen de esa manera”.
Francis Ford Coppola es uno de los cineastas más erráticos, enérgicos y controvertidos en la historia del cine. Conocido principalmente por su exitosa trilogía de El padrino, Coppola ha tenido una vida y carrera de triunfos impresionantes y contratiempos trágicos.
Ha ganado cinco premios de la Academia, recibido catorce nominaciones al Óscar y ha ganado dos Palmas de Oro del Festival de Cannes. Pero a lo largo de la década de 1980, los problemas financieros de Coppola, incluidos presupuestos fuera de control, fracasos costosos y problemas internos en su querido estudio Zoetrope, fueron ampliamente publicitados. La tragedia personal lo golpeó fuertemente en 1986 cuando su hijo murió en un accidente de navegación. Gian-Carlo tenía 22 años, cuando la lancha en la que viajaba, que era pilotada por Griffin O’Neal (el hijo del actor Ryan O’Neal), intentó pasar por entre dos embarcaciones que estaban unidas por un cable. Murió decapitado.
Las películas de Coppola, sobre las cuales suele disfrutar de un control total, varían considerablemente en estilo, género y contenido. Con la excepción de obras más personales (El Padrino y Apocalypse Now), y películas que reflejan su fascinación por la tecnología (La conversación y Golpe al corazón), el cuerpo de trabajo de Coppola sugiere a un autor en constante exploración como a un director intentando por ensayo y error, el completo dominio del oficio. “Siempre he aprovechado la oportunidad de hacer una película para aprender más sobre mí, lo cual todavía estoy haciendo…Hagan películas personales porque ese es el milagro del arte, y el arte debe tener riesgo, que es lo que le hace bonito”.
Coppola creció en un suburbio de Nueva York en el seno de una familia italoamericana creativa y solidaria (el padre de Coppola, Carmine, fue un ilustre compositor y su madre Italia había sido actriz). La tradición artística de la familia de Francis Ford Coppola se extendió con su hermana, la actriz Talia Shire (Rocky); el conocido actor Nicolas Cage, quien es hijo del académico August Coppola, hermano de Francis y Talia; y, por supuesto, está Sofia Coppola, una de las más grandes directoras de todos los tiempos y con un estilo muy diferente y una carrera mucho más sólida y constante que la de su padre.
Francis estudió teatro en la Universidad de Hofstra, donde dirigió la primera producción estudiantil de la escuela. Luego, en 1960, ingresó a la escuela de cine de la UCLA, obteniendo allí su maestría. Aprendiendo tanto en el aula como en el campo, los años de Coppola en la UCLA fueron altamente productivos. Pocos saben que el director de El padrino inició su trabajo profesional en una dupla de películas pornográficas suaves ejerciendo diversas funciones (The Bellboy and the Playgirls, Tonight For Sure).
Al igual que Martin Scorsese, Peter Bogdanovich, Jack Nicholson, Robert De Niro, Jonathan Demme y Ron Howard, Francis Ford Coppola se formó con el recientemente fallecido rey del cine de bajo presupuesto Roger Corman. Para él dirigió su primera película oficial, Dementia 13, mientras estaba en Irlanda en el verano de 1963. El director renegaría de ese largometraje de terror “clase B”, pero hoy en día es considerado como un verdadero clásico de culto. “Roger quería algo así como una copia barata de Psicosis… escribí el borrador del guion en una sola noche y después se lo describí a Corman, que quedó encantado… Los actores eran amigos míos de la UCLA, y pagaron el pasaje a Irlanda con tal de aparecer en la cinta. Debo admitir que tuve completa libertad, pero cuando le enseñé el resultado a Corman este exigió algunos cambios, sobre todo más violencia gratuita”.
El proyecto de tesis de Coppola en UCLA en 1966 fue Ya eres un hombre, una comedia tonta al estilo de las películas de Richard Lester y basada en el libro de David Benedictus, que fue distribuida comercialmente por Warner Bros., dejando así atrás a Corman para iniciar su carrera como director en los estudios de Hollywood. Coppola cambió algunos aspectos de la novela de Benedictus, ya que el escenario se trasladó de Londres a la ciudad de Nueva York, el trabajo de Bernard, el protagonista, se cambió de dependiente de una zapatería a asistente de biblioteca y se añadió un final más optimista. Más tarde, cuando se acusó que Ya eres un hombre era una copia barata de la comedia de Lester The Knack and How to Get It (1965), Coppola señaló que había sido escrita antes de que se estrenara esa película, aunque admitió que su trabajo estaba “definitivamente influenciado” por la cinta de los Beatles A Hard Day’s Night dirigida también por Lester.
En 1968, Coppola recibió su primera asignación como director de un gran estudio y el resultado fue el estrepitoso fracaso de taquilla conocido como El arco iris de Finian, un musical protagonizado por Fred Astaire y la cantante Petula Clark, quien consideró que el descalabro de la cinta radicó en el enfoque de Coppola, el cual, según ella, chocaba con el musical original: “Francis quería hacer de esta fantasía musical algo más real”.
Poco después, Coppola escribió y dirigió Llueve sobre mi corazón (1969), una road movie feminista pequeña y personal, protagonizada por Shirley Knight. En la cinta también actúan Robert Duvall y James Caan, dos actores a quienes Coppola luego reclutaría para El padrino. La cinta originalmente tenía cuatro horas de duración, pero Coppola y el editor Barry Malkin la redujeron a menos de dos. El resultado es una de las mejores obras del director. “La esencia del cine es la edición. Es la combinación de lo que pueden ser imágenes extraordinarias de personas durante momentos emocionales, o imágenes en un sentido general, reunidas en una especie de alquimia”.
Durante la década del sesenta, Coppola escribió y colaboró en más de una docena de guiones, incluida la adaptación de la obra de Tennessee Williams Una mujer sin horizonte (1966), que dirigió Sydney Pollack. Y, a los 31 años, culminó una década prolífica con su primer Óscar por el guion de Patton (1970), coescrito junto con Edmund North, para el director Franklin J. Schaffner.
En 1972, Coppola logró un éxito en taquilla y se aseguró la inmortalidad en la historia del cine con el monumental El padrino (1972), que dirigió para los estudios Paramount y que fuera producida por el legendario Robert Evans. La película, adaptada junto con Mario Puzo de la novela de este último, se convirtió, no solo en una de las mejores películas en la historia del cine, sino también en una de las películas más taquilleras, y le valió a Coppola otro Óscar al mejor guion adaptado. El padrino también ganó el Óscar a la mejor película y una nominación al mejor director para Coppola. “Llegué a ser bastante exitoso muy joven, y fue principalmente porque estaba muy entusiasmado y trabajé muy duro en ello”.
Protagonizada por Marlon Brando como el Don de la mafia Vito Corleone, el debutante Al Pacino como Michael, el hijo favorito que toma el control del imperio de Vito, Diane Keaton como la sufrida esposa de Michael, Robert Duvall como su fiel consejero y la hermana de Coppola, Talia Shire, como la hija del Don, El padrino se ha convertido en todo un clásico del cine estadounidense, dando lugar a dos secuelas, ambas dirigidas por Coppola. La realización de El padrino es material de leyenda y merece una nota aparte (existe una miniserie llamada The Offer de 2022 sobre las numerosas vicisitudes que se presentaron al llevarla a cabo). “Un elemento esencial de cualquier arte es el riesgo. Si no te arriesgas, ¿cómo vas a hacer algo realmente hermoso que no se haya visto antes?”
Después de trabajar en el guion de El gran Gatsby, Coppola volvió a la dirección en 1974 con La conversación. La película, que le valió a Coppola dos nominaciones al Óscar y que ganó la Palma de Oro en Cannes, presenta la obsesión del director por la relación del hombre con la tecnología, algo que fascinaría a Coppola a lo largo de su carrera y que goza de un excelente trabajo de sonido, diseñado por el gran Walter Murch. “El sonido es tu amigo porque el sonido es mucho más barato que la imagen, pero tiene el mismo efecto en la audiencia; de alguna manera, quizás tenga más efecto porque lo hace de una manera muy indirecta”.
Ese mismo año, Coppola dirigió y coescribió con Puzo la enormemente exitosa segunda parte de El padrino, ganadora de seis Óscares, incluidos Mejor película, director y guionista. Esta secuela, protagonizada por Al Pacino y Robert De Niro. Ambas partes de El padrino fueron luego reeditadas en secuencia cronológica para una serie de televisión de nueve partes que incluía un gran número de escenas eliminadas. La frase de cajón “las segundas partes nunca fueron buenas” se va al traste con esta cinta magistral, tan buena o mejor que el clásico que la precede. “Es irónico que, a los 32 años, en probablemente el mejor momento de mi carrera y con El padrino gozando de un enorme éxito, que ni siquiera era consciente de ello, porque estaba en otro lugar pensando en nuevos retos… Creo que además de suerte, el éxito de las películas de El padrino está en la combinación de lo que pueden ser imágenes extraordinarias de personas durante momentos emocionales, o imágenes en sentido general, agrupadas en una especie de alquimia”.
Coppola continuó su carrera con Apocalypse Now (1979), una ambiciosa película que se excedió en su presupuesto, con largos retrasos y propensa a innumerables catástrofes. Basada vagamente en El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. La producción de la película fue tan problemática que, según Coppola, “poco a poco nos volvimos locos” (su esposa Eleanor realizó un impactante registro de su realización en el documental El corazón de la oscuridad, y esto también merece una nota aparte). Después de muchos meses de difíciles rodajes en la jungla y de una edición extenuante, la producción tan esperada de 30 millones de dólares disfrutó de un estreno emocional en el Festival de Cine de Cannes, donde ganó la Palma de Oro. Un año después, la película obtuvo dos premios Óscar. “Esta no es una película sobre la Guerra de Vietnam, esto es Vietnam”.
Apocalypse Now fue seguida por once años de grandes decepciones en la taquilla, con las películas de Coppola a menudo sufriendo como resultado de las tendencias egocéntricas y conflictivas del director. La producción de 26 millones de dólares de Golpe al corazón (1982) fue una gran decepción financiera y crítica, debido en gran parte a la preocupación de Coppola por los costosos dispositivos de alta tecnología y las técnicas experimentales de computación y video, en detrimento de los valores básicos de la narración. “Aunque el conocimiento de la estructura es útil, la creatividad real proviene de saltos de fe en los que se salta a algo ilógico…”
En 1983, Coppola invirtió su propio dinero en dos adaptaciones de novelas para adolescentes de S.E. Hinton. Los marginados y La ley de la calle fueron criticadas por ser demasiado estilizadas y carecer de un fuerte impacto narrativo, y ambas perdieron dinero. “No quería estar rodeado de comodidades y colegas, que tienes cuando eres un gran director. Yo quería escribir trabajos personales”.
Mostrando una considerable tenacidad, Coppola se volcó luego a The Cotton Club (1984), un ambicioso musical ambientado en el famoso club de jazz de Harlem de los años 20. Durante el rodaje de esta extravagancia de 48 millones de dólares, Coppola pasó la mayor parte de su tiempo en su remolque personalizado de alta tecnología: El Silverfish, una fortaleza de audio/video de última generación repleta de cámaras, monitores, grabadoras y computadoras. “Parte del requisito para que yo sea un artista, es que estás tratando de compartir tu existencia personal con los demás y tratando de iluminar la vida moderna, tratando de comprender la vida”.
Tras el fracaso financiero de The Cotton Club, Coppola redujo su presupuesto para realizar una hermosa comedia ligera de viajes en el tiempo llamada Peggy Sue, su pasado la espera (1986), la cual fue estrenada el mismo año de Volver al futuro y que sirve como pieza de compañía para la película de su colega y protegido George Lucas, American Graffiti (1973), ya que ambas tratan sobre la juventud idealizada de nuestro pasado colectivo. La cinta logra capturar el aspecto y la sensación, los colores y las emociones de la escuela secundaria en la década de 1950 como nadie más lo había hecho (Jim Carrey hace una breve aparición en la cinta). Curiosamente, las nostálgicas Golpe al corazón, Los marginados, La ley de la calle, The Cotton Club y Peggy Sue tuvieron una segunda vida gracias a la nueva tecnología conformada por las cintas de video y la televisión por cable. “En definitiva, con todo el cine, solo estamos tratando de aprender sobre nosotros mismos”.
El drama sobre la guerra de Vietnam, Jardines de piedra (1987), agradó a algunos críticos, pero no al público. La mucho más impresionante Tucker: El hombre y su sueño (1988) fue protagonizada por Jeff Bridges en el papel del visionario de la industria automotriz de los años 40. La historia no carece de paralelismos con la propia carrera de Coppola en Hollywood, pero, más importante aún, Tucker centra la atención en el emprendimiento y la innovación, en un momento de la historia estadounidense en el que esas cualidades eran muy necesarias. Al igual que Peggy Sue, Tucker también revela un sorprendente sentido del tiempo, porque Coppola utiliza las convenciones cinematográficas de los años 40 para capturar el aspecto y la sensación de la época. Tucker es tanto sobre su memoria de la época como sobre la época en sí misma. “Si no estabas vivo en ese momento, esto es lo más cerca que llegarás”.
En 1989, Coppola dirigió el segmento La vida sin Zoe (coescrito por su hija Sofia) para la película antológica Historias de Nueva York y recibió las críticas más débiles de los tres directores participantes (los otros fueron Martin Scorsese y Woody Allen). “Si la película funciona, nadie se da cuenta de los errores… Si la película no funciona, lo único que la gente nota son errores”.
En la década de 1960, invirtió las ganancias de sus guiones en una empresa llamada Scopitone, un dispositivo que mostraba presentaciones musicales en una rocola, pero el mundo aún no estaba listo para los videos musicales. En los años 70, la revista City Magazine de San Francisco fracasó poco después de que se adueñara de ella. Su productora American Zoetrope, fundada junto con George Lucas, pasó por varias encarnaciones, primero en San Francisco, donde Coppola se había establecido desde el principio, y luego en Los Ángeles después de que compró los estudios Goldwyn con la visión de crear un estudio controlado por artistas. A raíz del fracaso de Golpe al corazón, fue empujado al borde de la bancarrota cuando sus deudas se dispararon a unos 30 millones de dólares. En enero de 1990, justo cuando Coppola comenzó a filmar El padrino parte III (1990), los estudios Zoetrope finalmente se declararon en quiebra.
Coppola estaba trabajando en Roma cuando surgió la oportunidad de dirigir la tercera parte de El padrino. Al borde de la ruina financiera y necesitado de un éxito, tal como lo había estado en 1971 cuando le entregaron la primera propuesta de El padrino, Coppola accedió a las súplicas del presidente de Paramount, Frank Mancuso, para una tercera entrega. Negociando el control artístico total sobre el proyecto, comenzó lo que se convertiría en una producción de 55 millones de dólares llena de rumores. El padrino parte III reunió a los guionistas Coppola y Puzo y a las estrellas Al Pacino, Diane Keaton y su hermana Talia Shire, esta vez acompañados por su hija Sofia, en reemplazo de Winona Ryder. La carrera como actriz de Sofia comenzó siendo niña, apareciendo en la primera parte de El padrino como una bebé que va a ser bautizada (también apareció en otras películas de su padre como Los marginados y Peggy Sue, así como en el corto Frankenweenie del debutante Tim Burton).
Queda demostrado que sea lo que sea que haga Coppola en el futuro, la serie de El padrino seguirá siendo el monumento a su carrera. Las dos primeras entregas recaudaron más de 800 millones de dólares en la taquilla internacional y muchos críticos (entre ellos quien escribe), las consideran las mejores películas en la historia del cine, con el perdón de El ciudadano Kane. El público puede haber llegado a El padrino por el drama de la mafia, pero la verdad es que se quedaron por la saga familiar. El conflicto que le da a la trilogía su poder mítico no es la tensión de la clásica película de gánsteres de “buenos” contra “malos” (aquí ni siquiera hay “buenos”). Es la tensión demasiado familiar entre compromisos profesionales y personales, como bien lo supieron entender y aprovechar David Chase y Vince Gilligan, los creadores de Los Sopranos y Breaking Bad. “Gánster o cineasta, aún estás dividido entre la casa y la oficina”.
Este es un conflicto cercano al corazón de Coppola. Practicando en la vida real el tema omnipresente de “El padrino” de la santidad de la familia, Coppola ha hecho consistentemente que miembros de su propia familia, incluido su padre Carmine, su hermana Talia Shire, su sobrino Nicolas Cage y su hija Sofia, sean contribuyentes clave en sus películas. Sin embargo, el papel coprotagónico de Sofia en El padrino parte III fue ampliamente citado como el defecto más grave de la película (y de manera objetiva, esto puede ser verdad).
Coppola pudo combinar el éxito en taquilla con su gusto por la elaborada producción en estudio con Drácula de Bram Stoker (1992), una adaptación extravagante y muy popular de la clásica novela de terror gótico, protagonizada por Gary Oldman y Winona Ryder (a quien Coppola le había prometido trabajar a futuro cuando ella abandonó la tercera parte de El padrino por agotamiento nervioso). El éxito de Drácula llevó a Coppola producir Frankenstein de Mary Shelley (1994), dirigida por Kenneth Branagh y protagonizada por Robert De Niro, pero esta última resultó siendo un fracaso de crítica y taquilla.
Además de su familia, Coppola ha sido una especie de “padrino” para otros directores, ejerciendo como productor ejecutivo para verdaderos autores como Paul Schrader (Mishima), Godfrey Reggio (Koyaanisqatsi), Wim Wenders (Hammett), Akira Kurosawa (Kagemusha), Tim Burton (Sleepy Hollow) y Victor Salva (Jeepers Creepers), y desempeñando un papel importante en la restauración de la clásica película muda de Abel Gance, Napoleón (1927), la cual siempre admiró. “La mayoría de los grandes directores tienen una obra maestra por la cual son conocidos. Kurosawa tiene al menos ocho o nueve”.Coppola también satisfizo su amor por la tecnología en una versión de la historia de Rip Van Winkle para la televisión por cable colmada de efectos digitales y en el cortometraje de fantasía de alta tecnología de Michael Jackson, Captain Eo (1986), realizado para los parques temáticos de Disney. En los años noventa, Coppola, quien estaba más enfocado en su oficio como vinicultor en Napa Valley que como cineasta, dirigió una cinta taquillera pero mediocre llamada Jack (1996), sobre un chico que crece cuatro veces más rápido de lo normal. “La gente siente que la peor película que hice fue Jack. Pero puede que, en el futuro, cuando se revisen las viejas películas que he hecho, se considere a Jack como uno de mis trabajos más grandes. Nadie lo sabe. Si la gente quiere odiar la película, odiará la película. Yo solo quería trabajar con Robin Williams”. Luego vino Legítima defensa (1997), una cinta con poca recaudación, pero excelente, basada en la novela judicial de John Grisham y protagonizada por Matt Damon y Danny DeVito. “Si hay una regla infalible que he aprendido en este negocio, es que yo no sé nada acerca de la naturaleza humana”.
Diez años más tarde, Coppola dirige El hombre sin edad, basada en la novela corta Tiempo de un centenario de Mircea Eliade, con Tim Roth como protagonista. El resultado fue un rotundo fracaso. Lo mismo sucedió con Tetro (2009), el neo noir protagonizado por Vincent Gallo filmado en Argentina y España, el cual fue mejor recibido por la crítica que El hombre sin edad. Twixt (2011), la cinta de terror protagonizada por Val Kilmer, completa una trilogía de fracasos que llaman la atención porque casi nadie ha escuchado sobre ellas, más allá de los cinéfilos con afán completista. “Siempre he aprovechado la oportunidad de hacer una película para aprender más sobre mí, lo cual todavía estoy haciendo”.
Esto nos lleva al ambicioso proyecto conocido como Megalopolis. Francis Ford Coppola comenzó a escribir esta cinta de ciencia ficción en la década los ochenta como algo personal y durante la filmación de Los marginados, Rob Lowe mencionó que Coppola discutía sobre la cinta acerca de la reconstrucción de Nueva York que pasa de la utopía a la distopía. Supuestamente, para financiar el proyecto, Coppola aceptó dirigir Drácula, Jack y Legítima defensa. En 2001, realizó lecturas con diversos actores como Russell Crowe, Robert De Niro, Leonardo DiCaprio, Nicolas Cage, Paul Newman, Kevin Spacey y James Gandolfini y grabó metraje en Nueva York, pero tras los eventos del 11 de septiembre, el proyecto se vio afectado. En 2019, retomó el desarrollo y confirmó a Jude Law y luego a Shia LaBeouf como protagonistas. El rodaje comenzó en noviembre de 2022 en los estudios Trilith de Georgia y se completó en marzo de 2023, aunque enfrentó desafíos de presupuesto y cambios en el equipo de producción. Adam Driver, uno de los protagonistas, dijo al respecto que “esta es una de las mejores experiencias de filmación de mi vida”.
Solo el futuro nos dirá si Megalopolis, que ya se presentó en Cannes, será el regreso a la gloria para el director. “En Estados Unidos, incluso los críticos, lo cual es una pena, tienden a clasificar las cosas por géneros. Tienen un momento difícil cuando los géneros se mezclan. Quieren categorizar cosas. Es por eso por lo que me encantan las películas de Wes Anderson y los hermanos Coen, porque no sabes lo que vas a conseguir, y muy a menudo obtienes algo que no esperas y eso es exactamente lo que se supone que no debe hacer un género”.
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