Las directoras de habla hispana del siglo XXI reflejan su diversidad cultural, su visión única y su contribución al panorama cinematográfico contemporáneo. Todas ellas abordan una amplia gama de estilos y temáticas, que van desde las problemáticas de carácter social y político hasta el suspenso, el terror y el cine experimental. Su trabajo se convierte, además, en una muestra de la riqueza cultural y la complejidad de las sociedades latinoamericanas, explorando temas como la identidad, la migración, el género, la sexualidad y la historia regional.
Estamos hablando también de unas directoras que están comprometidas con la representación de las mujeres en el cine; tanto delante como detrás de la cámara. Sus películas a menudo ofrecen perspectivas feministas y exploran las experiencias y luchas de las mujeres en diferentes contextos culturales y sociales. Esto lo logran gracias a un enfoque innovador y experimental en relación con la narrativa y la estética visual. Muchas de ellas desafían las convenciones cinematográficas tradicionales y buscan nuevas formas de contar historias, utilizando técnicas como el montaje no lineal, la narración fragmentada y el simbolismo visual.
El cine realizado por directoras de habla hispana del siglo XXI a menudo hace eco de las nuevas consciencias que caracterizan a las nuevas generaciones de cara a las realidades económicas, sociopolíticas, educativas, de género, derechos humanos, y memoria histórica, entre otras. Sus películas se convierten, entonces, en puntos de partida para importantes reflexiones y conversaciones que sacuden distintos entornos, y ponen sobre el mapa temáticas que necesitan hablarse.
A pesar de los desafíos que enfrentan en términos de financiamiento y distribución, han logrado un reconocimiento significativo a nivel internacional, ya que sus películas han sido seleccionadas en importantes festivales de cine, llevándolas a recibir premios y elogios de la crítica especializada.
Como se puede ver a continuación, las directoras hispanohablantes del siglo XXI son diversas, innovadoras y comprometidas, y su trabajo contribuye de manera significativa a enriquecer el panorama cinematográfico global. Sus voces, sus visiones particulares y su perspectiva femenina continuarán desafiando, transformando y refrescando al cine del nuevo milenio.
Lucrecia Martel
(Argentina)
Esta directora se ha convertido en una leyenda viva del cine argentino gracias a un particular estilo caracterizado por un enfoque sensorial y atmosférico, donde se presta una atención meticulosa a los detalles visuales y auditivos para crear una experiencia inmersiva, y donde se exploran temas sociales y políticos de una manera sutil y subtextual, para capturar la complejidad de la vida.
Martel es conocida principalmente por tres películas: empezando por La ciénaga (2001), su primer largometraje —producido por Pedro Almodóvar— estableció su reputación como una autora talentosa y provocadora. La película retrata la decadencia de una familia de clase alta en la provincia argentina, y muestra su habilidad para explorar temas difíciles como la alienación, las clases sociales y la sexualidad.
Sus otras dos obras destacadas son La mujer sin cabeza (2008), que examina la culpa y la negación en la sociedad argentina a través de la historia de una mujer que atropella algo con su automóvil y luego trata de ocultar el incidente. Y Zama (2017), un estudio histórico sobre la burocracia y la decadencia colonial, que continúa siendo objeto de análisis y debates acalorados entre los amantes del cine y los estudiosos.
Estos tres trabajos llamaron la atención de los estudios Marvel, quienes le pidieron que dirigiera la cinta de La viuda negra, protagonizada por Scarlett Johansson. Martel declinó, criticando el estilo sonoro y visual de la popular franquicia de superhéroes.
Carla Simón
(España)
La sensibilidad y empatía de esta directora barcelonesa a la hora de explorar las complejidades emocionales de la infancia y de la familia se refleja en todo su trabajo, caracterizado por una narrativa sutil, una dirección de actores naturalista, un enfoque intimista y sensible, y una especial atención a los detalles; esta última es una cualidad de todas las directoras que conforman este listado.
Las dos obras más destacadas de Simón son Verano 1993 (2017), su ópera prima y una cinta semiautobiográfica, que narra la historia de una niña que lidia con la pérdida de sus padres y su ajuste a una nueva vida, evocando el cine de Víctor Erice (El espíritu de la colmena) y Jacques Doillon (Ponette). Por su parte, Alcarràs (2022) es un hermoso retrato coral sobre una familia en un entorno rural, que mantiene el tono naturalista y biográfico que hace parte de su estilo y que bebe del cine de Robert Altman (Nashville), Arnaud Desplechin (Un cuento de Navidad), Luis García Berlanga (Bienvenido Mr. Marshall) y, en especial, del italiano Ermanno Olmi (El árbol de los zuecos).
Claudia Llosa
(Perú)
Desde su poderoso debut Madeinusa (2006), la autora limeña ha evidenciado un hermoso estilo visual y poético que contrasta con el abordaje de temas sociales y políticos dolorosos y escabrosos, eso sí, plasmados con una perspectiva única y un enfoque artístico distintivo.
Hasta la fecha, su obra más reconocida internacionalmente es La teta asustada (2009), una película que aborda las secuelas psicológicas de la violencia sexual durante el conflicto armado en Perú. La película recibió el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín, convirtiendo a Llosa en la primera directora peruana en ganar este prestigioso premio.
En 2014, Llosa dirigió No llores, vuela, cinta en inglés protagonizada por Jennifer Connelly y Cillian Murphy, que evidencia su talento para transmitir las emociones y los conflictos internos de sus personajes. Y es que esta directora tiende a centrarse en personajes complejos y multidimensionales, cuyos viajes emocionales son el foco principal de sus películas. A menudo, estos individuos enfrentan circunstancias difíciles y luchan por encontrar significado y redención en un mundo turbulento.
Además, Llosa muestra una predilección por escenarios y paisajes y un notable manejo de la luz y el color, que a menudo sirven como metáforas de los estados psicológicos de sus protagonistas.
Francisca Alegría
(Chile)
Una directora chilena con un enfoque visualmente cautivador, que permite al espectador sumergirse en un mundo lleno de belleza, misterio… y vacas. Una de las obras más destacadas de Alegría es su cortometraje Y todo el cielo cupo en el ojo de la vaca muerta (2016), ganador en el Festival de Sundance, que cuenta la historia de una mujer de 85 años que es visitada por el espíritu de su patrón.
Aunque sus historias pueden estar salpicadas de elementos fantásticos y sobrenaturales y están arraigadas en la vida cotidiana y las experiencias personales, Alegría logra tocar temas universales como la pérdida, la memoria y la conexión humana, lo que permite que sus películas resuenen con su audiencia.
El cine de Alegría es un reflejo de su compromiso con su país y su gente, y a menudo ofrece una mirada perspicaz y conmovedora de la vida en la región. Los personajes que se materializan en las películas de Alegría suelen atravesar dramas de diversa índole en su proceso de búsqueda de sentido y propósito en la existencia.
Su primer largometraje, La vaca que cantó una canción hacia el futuro (2022), se enfoca en una mujer que regresa a su hogar de infancia luego de que su papá ha sufrido un infarto, para encontrarse con el fantasma de su madre muerta, y continúa en su abordaje sobre la identidad, la tradición y la historia de Chile y América Latina, territorios impregnados de grandes dosis de realismo mágico.
Laura Mora
(Colombia)
Se trata de una autora que tiende a enfocarse en narrativas realistas y auténticas, que reflejan la complicada vida cotidiana de su país. Sus historias suelen estar inspiradas en eventos reales o basadas en experiencias personales, lo que le otorga a su trabajo una sensibilidad única y una conexión emocional con el público.
Su impresionante ópera prima fue Matar a Jesús (2017), que cuenta la historia de Paula, una joven cuyo padre es asesinado por un sicario. Después del asesinato, Paula se encuentra cara a cara con el hombre que mató a su padre y se ve obligada a confrontar sus propias emociones y deseos de venganza.
Mora se destaca por su capacidad para abordar temas sociales y políticos complejos en sus películas, como la violencia, la corrupción y la injusticia. Sus historias a menudo exploran las implicaciones humanas y emocionales de estos problemas, ofreciendo una perspectiva crítica y reflexiva sobre la realidad colombiana. Su dirección hábil y su enfoque honesto a la hora de tratar temas difíciles la llevó a superarse a sí misma con Los reyes del mundo (2022), una road movie agreste y salvaje, que sigue a un grupo de jovencitos que han sido endurecidos por el hambre, la soledad y la violencia, evocando al cine de Luis Buñuel (Los olvidados) y Víctor Gaviria (Rodrigo D. No Futuro).
Como ocurre con muchas de las escogidas para este listado, sus personajes buscan su lugar en el mundo en medio de grandes dilemas morales que reflejan contextos profundamente dolorosos, propios de nuestros países. Es una directora muy interesada en explorar la dualidad humana y los conflictos internos que enfrentan sus personajes con situaciones en las que deben confrontar sus propias contradicciones y tomar decisiones difíciles que afectan sus vidas y las de quienes los rodean. Asimismo, Mora utiliza una cinematografía cuidadosamente compuesta y una dirección artística detallada para crear atmósferas de alto impacto. Sus películas están llenas de imágenes poderosas y simbólicas que resaltan la belleza y la complejidad de la experiencia humana en la marginalidad.
Tatiana Huezo
(El Salvador)
Dos de las obras más destacadas de esta documentalista son El lugar más pequeño (2011), que explora las secuelas emocionales y psicológicas de la guerra civil en El Salvador a través de las experiencias personales de los sobrevivientes; y por su parte, Tempestad (2016), que examina el impacto del crimen organizado y la violencia en México con base en las historias de dos mujeres que luchan por encontrar la justicia y la redención en un país asolado por la corrupción y la impunidad.
Noche de fuego (2021), su primera película argumental, adapta libremente la novela Prayers For the Stolen de la escritora estadounidense con ascendencia mexicana Jennifer Clement, que sigue la historia de una niña que vive con su madre en un pueblo mexicano donde la mayoría de los habitantes están involucrados en el cultivo de amapola por órdenes del cártel local. Mientras el padre trabaja en Estados Unidos para supuestamente ayudar a su familia, madre e hija deben enfrentarse a la dura realidad de sobrevivir por sí solas en un entorno marcado por la violencia y la opresión.
Huezo es una cineasta con una profunda sensibilidad hacia las experiencias humanas, especialmente aquellas afectadas por la violencia, la injusticia y la desigualdad. Sus películas exploran las emociones y las luchas de las personas en contextos difíciles, destacando su humanidad y dignidad. Su enfoque en la narración visual y la exploración temática permite múltiples interpretaciones y reflexiones. Sin embargo, su cine siempre denuncia la violencia, la impunidad y la injusticia. Sus películas son testimonios poderosos que buscan crear conciencia sobre cuestiones urgentes y promover el cambio social, por ello se centra en personajes reales y testimonios auténticos en sus películas, permitiendo que sus historias se desarrollen a partir de las experiencias y las voces de aquellos que las viven.
Manuela Martelli
(Chile)
Esta actriz comenzó su carrera en la década de 1990, participando en varias producciones teatrales, televisivas y cinematográficas en Chile. Su talento y dedicación la llevaron a obtener reconocimiento a comienzos del 2000, gracias a sus actuaciones naturales, honestas y convincentes en destacadas cintas como Machuca (2004) y Navidad (2009).
Además de su trabajo como actriz, Martelli incursiona en la dirección cinematográfica con sus primeros cortometrajes Apnea (2015) y Marea de tierra (2016) y luego con el celebrado largometraje 1976 (2022), un retrato íntimo de Chile durante la dictadura de Pinochet.
El estilo de dirección de Martelli se caracteriza por su sensibilidad hacia los temas sociales y humanos, así como por su capacidad para crear personajes complejos y convincentes. Y es que su cine muestra una profunda sensibilidad hacia los aspectos humanos de sus historias, centrándose en las emociones, relaciones y experiencias de sus personajes. El amor, la pérdida, la identidad y la búsqueda de sentido en la vida se plasman en unas representaciones realistas producto de su experta dirección de actores, con la que logra capturar momentos genuinos y auténticos en la pantalla. Su trabajo como actriz y directora ha contribuido significativamente al cine chileno actual.
Laura Baumeister
(Nicaragua)
La película La hija de todas las rabias (2023) marca un hito en la historia del cine nicaragüense al ser el primer largometraje de ficción dirigido por una mujer. Más que una simple ópera prima, esta obra se destaca por su valiente incursión en un entorno carente de una industria verdaderamente consolidada y sin la posibilidad de contar con fondos significativos, reflejando el espíritu pionero de las primeras cineastas de la historia, como lo fueron Alice Guy, la madre del cine argumental o Germaine Dulac, la madre del cine experimental.
La trama aborda temas recurrentes en los cortometrajes previos de la directora (Fuerza bruta, de 2016, y Ombligo de agua, de 2018), en donde se exploran las complejas relaciones familiares y las fronteras entre lo humano y lo animal. Ambientada en el mayor vertedero de Nicaragua, su largometraje presenta un contraste entre el paraíso infantil y la monstruosidad de los adultos, explorando la resiliencia y la imaginación como mecanismos de defensa ante la brutalidad de la realidad, evocando el cine de Guillermo del Toro.
La comparación con el director de El laberinto del fauno no es gratuita; para del Toro y para Baumeister, la fantasía y los sueños se convierten en herramientas para reinterpretar la realidad y encontrar empoderamiento en medio de la adversidad, así logran mostrar la forma en que la imaginación puede realmente transformar la vida. Su obra audaz y conmovedora destaca por una narrativa visualmente impactante y emocionalmente resonante.
Michelle Garza
(México)
Además de evidenciar su predilección por el género de terror, la maternidad es un tema central en su ópera prima, Huesera (2023). De acuerdo con la directora, “Es una exploración del proceso de una mujer durante su primer embarazo, mientras una entidad macabra la tortura y cuestiona sobre su deseo de llevar una vida doméstica… Empecé el guion en la temporada en la que perdí a mi mamá. El tema de la maternidad está en el día a día, seas o no mamá. A veces eso puede volverse un poco horrible. Para mí fue la semilla. Me empecé a cuestionar mucho la vida de mi propia madre y de mí misma. Me inspiré mucho en una de mis abuelas”.
Con su primer largometraje, Garza destaca la importancia de mostrar otras formas de familiaridad, cuestionando la idea impuesta de la familia nuclear como único camino hacia la felicidad. De su inquietante trabajo se infiere que para una mujer es muy común tener dudas sobre la maternidad y la construcción de la familia, y el género del terror es ideal para explorar estas inquietudes. “La maternidad nos afecta a todas, incluso a aquellas que no son madres, y el terror proporciona un medio efectivo para abordar esta complejidad”, ha dicho ella.
En una entrevista con el Instituto Mexicano de la Cinematografía, Garza expresó su intención de desafiar la noción de la familia nuclear como única opción. Para ella, el feminismo impregna todos los aspectos de la vida, incluyendo la forma en que habitamos el mundo y nos relacionamos; como cineasta, se siente comprometida a hablar sobre temas silenciados y desafiar tabúes desde diversas perspectivas. En este momento, Garza se encuentra realizando su segundo largometraje de terror sobre una niña y su abuela llamado Palizada.
Clare Weiskopf
(Colombia)
Esta talentosa directora, productora y periodista colombiana con raíces británicas se destaca por su enfoque apasionado en la realización de documentales que exploran diversas problemáticas sociales. Sus obras reflejan un profundo compromiso con temas como el conflicto armado en Colombia, la violencia sexual y la difusión cultural, especialmente en relación con la expansión de la música latina.
Su primera película, Amazona (2016), es un poderoso documental que sigue la historia de su madre, Valeria Meikle, quien, tras la trágica pérdida de su hija Carolina en la catástrofe de Armero, decide buscar su propia identidad en la selva amazónica colombiana. La película explora el proceso de sanación y autodescubrimiento de Valeria, así como la relación compleja entre madre e hija.
Alis (2023), su segundo trabajo, dirigido en conjunto con Nicolas van Hemelryck, explora temas como el amor propio, el abandono y la soledad en el universo femenino. En esta película, varias adolescentes de un internado en Bogotá nos hablan sobre una compañera ficticia creada a partir de sus propias vivencias. Realizado a lo largo de cinco años, el documental profundiza en temas como la identidad de género, la sexualidad, el amor, la música y los miedos. La cámara captura la esencia de estas jóvenes, mostrando su evolución desde la timidez inicial hasta la autenticidad. Alis revela el poder transformador de la imaginación y cómo un personaje ficticio puede llegar a ser real para quienes lo crean.
En este momento, Weiskopf se encuentra en la realización de un tercer largometraje documental cuyo título, Morir, es también uno de los temas con los que más ha insistido en su cine.