Crítica: Radical

Desde México nos llega una de las mejores películas sobre maestros de todos los tiempos.

Christopher Zalla 

/ Eugenio Derbez, Daniel Haddad, Jennifer Trejo

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Cine Colombia

La sociedad de los poetas muertos (1989) fue una cinta adorada por muchos, pero que en realidad transmite un mensaje erróneo sobre lo que es la verdadera labor de la docencia. Como dijo en su crítica Roger Ebert: “Al final de un buen curso de poesía con un gran profesor, los estudiantes deberían amar la poesía; al final del semestre con el profesor de La sociedad de los poetas muertos, lo que realmente terminan amando es al profesor”. Como profesor y como crítico de cine no puedo estar más de acuerdo con esta afirmación.

Con ganas de triunfar (1988) fue otra cinta sobre un profesor excepcional, mucho mejor que la equivocada cinta de Peter Weir. En ella no tenemos a Robin Williams sino a Edward James Olmos interpretando a un maestro de matemáticas real que trabajó en la escuela secundaria Garfield High School en Los Ángeles. El profesor Jaime Escalante, contra todos los pronósticos, intentó enseñar cálculo avanzado a un grupo de estudiantes desfavorecidos, y lo logró. Pero la cinta se centró de una manera ingenua en los resultados del examen de Cálculo Avanzado del Programa de Colocación Avanzada (AP), que presentaron sus alumnos dos veces (se dudó de la legitimidad de los resultados académicos de sus estudiantes y acusaron de fraude a Escalante). Pero lo que sabemos y callamos muchos profesores es que un examen no demuestra absolutamente nada. 

Ahora, el director Christopher Zalla (Padre Nuestro), intenta corregir los errores de las dos cintas anteriores, adaptando el artículo Una forma radical de liberar a una generación de genios, escrito por Joshua Davis y publicado en la revista Wired en 2013. Y lo logró.

Eugenio Derbez, el protagonista de la película de Zalla, es un actor que ganó gran popularidad en México gracias a su participación en programas televisivos como Al Derecho y al Derbez, Derbez en cuando y La familia Peluche, que permitieron mostrar su versatilidad interpretativa y su gran talento cómico. Luego vino la película No se aceptan devoluciones, que él mismo dirigió, produjo y protagonizó y que se convirtió en la cinta hablada en español más taquillera de todos los tiempos. 

Más allá de las controversias suscitadas por una supuesta explotación del actor y productor a sus actores, lo cierto es que Radical quizás es una de las mejores películas sobre profesores de todos los tiempos (estamos hablando de un género que incluye clásicos como Jungla de cemento, Al maestro con cariño, La primavera de una solterona, The Paper Chase, La lengua de las mariposas, La escuela del Rock, Half Nelson, El profesor y La clase). Del mismo modo, en su intención humanista y en su denuncia sociopolítica, Radical es una obra mucho más inteligente, sincera y bienintencionada que la tristemente exitosa Sonido de libertad, ese trabajo infame y despreciable que bien podría definirse como “pornomiseria” y que se opone diametralmente a lo logrado por Zalla y Derbez.

Tanto el artículo de Davis como la cinta basada en él nos cuentan la historia de Sergio Juárez Correa (Derbez), un maestro excepcional en su trabajo con los estudiantes de la Escuela Primaria José Urbina López en Matamoros. Chucho (Daniel Haddad), el jefe de Sergio dirige esta escuela ubicada en una comunidad extremadamente empobrecida de México, afectada por funcionarios corruptos y la violencia constante de pandillas. Sergio es contratado a último minuto cuando un miembro del profesorado renuncia justo un día antes de que comenzara la jornada escolar. 

Los estudiantes de Sergio caminan rumbo a la escuela en medio de personas asesinadas. La biblioteca de la institución no sirve para nada y el centro de cómputo no tiene computadores. La mayoría de los estudiantes abandonan después del sexto grado para ayudar a sus familias o para unirse a las pandillas, y pasan por la escuela sin pena ni gloria, aburridos y desmotivados debido a unos profesores tan aburridos y desmotivados como ellos. 

Uno de los lemas impartido por la escuela es: “El silencio es la base de la obediencia; la obediencia es la base de la disciplina, y la disciplina es la base del aprendizaje”. Los profesores saben muy bien que si los estudiantes obtienen buenas calificaciones en las pruebas estandarizadas recibirán bonificaciones. Es por eso por lo que obtienen copias anticipadas de los exámenes para hacer que los estudiantes memoricen las respuestas. El financiamiento para el laboratorio de computación desapareció cuando llegó a las manos de los políticos. En otras palabras, la escuela a la que llega Sergio reproduce en micro el desesperanzador universo macro en el que se desenvuelven sus estudiantes. “A nadie le importas…no te metas en problemas” bien puede ser el lema del currículo oculto de la institución.

De acuerdo con el artículo de Davis, Sergio se inspiró en las ideas de Sugata Mitra, un profesor británico de tecnología educativa, que propuso un aprendizaje liderado por los estudiantes, basándose a su vez en las ideas impartidas por John Dewey a comienzos del siglo XX y Alexander Sutherland Neill en los años sesenta. Sergio decide mandar a la mierda los exámenes, los currículos y las calificaciones (en últimas, la burocracia) y reemplazar el papel del maestro como el sujeto que enseña, para convertirse en un catalizador y motivador del aprendizaje. “¿Qué quieres aprender” “¿Quién quiere equivocarse primero?” son algunas de las preguntas que Sergio les hace a sus estudiantes. 

Asimismo, Sergio levanta la autoestima de los niños. A una de sus estudiantes llamada Lupe (Mia Fernanda Solís), una niña obligada a cuidar de sus hermanitos mientras sus padres van a trabajar, le dice que puede llegar a ser una filósofa tan importante como John Stuart Mill. A otra estudiante, llamada Paloma (Jennifer Trejo), una chica extremadamente inteligente e interesada por las matemáticas y la astronomía, hija de un reciclador y que vive en un vertedero de basura, Sergio le dice que podría llegar a ser una importante ingeniera aeroespacial. Y a Nico (Danilo Guardiola), un chico metido al igual que su hermano mayor en el mundo del tráfico de drogas, Sergio le estimula su actitud rebelde y cuestionadora y lo ayuda a conquistar a Paloma.  

Radical nunca se olvida de que el protagonista no es el profesor sino sus alumnos. También nos enseña que, si queremos de verdad una revolución en la educación, tenemos que olvidarnos de los malditos exámenes y las absurdas calificaciones que desvirtúan el placer de aprender.  Pero la lección más importante de esta cinta está en que por más oscura que sean nuestras vidas, siempre hay una luz de esperanza. El papel de un maestro consiste en ayudarnos a encontrarla. Esta cinta tiene el mismo efecto de ese gran maestro que alguna vez tuvimos (o deberíamos tener) en nuestras vidas.

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