Es probable que quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar de la película Valiente en las salas de cine, recordemos también el corto animado La Luna, acerca de un niño que trabaja por primera vez junto con su padre y abuelo en un viejo barco de madera. Su director, el italiano Enrico Casarosa, nos presenta su primer largometraje llamado Luca, el cual tiene el sello de calidad de Pixar y que se estrenó inicialmente en la plataforma de Disney+ por aquello de la pandemia y que ahora goza de la oportunidad de ser presentado en las salas de cine en todo su esplendor.
¿Es Luca un trabajo menor para los estudios? Quienes vimos Soul, la anterior película de Pixar y la primera que se presentó de manera exclusiva en la plataforma de Streaming, sabemos que eso no tiene por qué ser así, al igual que sucedió con Red, todo un clásico animado. Las tres debieron haber sido disfrutadas inicialmente en el esplendor de la gran pantalla y es por eso que Disney les dio por fin un estreno oficial.
Luca tiene la atmósfera de las comedias italianas de los años cincuenta, caracterizadas por sus retratos costumbristas de las vecindades y la vida callejera, que llevó a la fama a Sophia Loren y a Marcello Mastroianni (quien tiene una breve aparición en esta cinta). Pero también puede verse como una versión masculina de La sirenita, mezclada con el clásico Jules Et Jim de Truffaut (¡En serio!)
Sin revelar mucho sobre la historia (dejarse sorprender por las historias de Pixar es una parte central de su goce), basta con decir que su protagonista es un joven monstruo marino llamado Luca (con la voz de Jacob Tremblay), que al igual que la sirenita Ariel, sueña con los misterios del mundo de la superficie, pese a que su sobreprotectora madre encarnada por la gran Maya Rudolph, le advierte sobre los peligros de visitar un mundo en el que sus habitantes sueñan con matar monstruos marinos. Al igual que Nemo, el pez protagonista del clásico de Pixar, Luca desobedece a su madre, animado por otro joven monstruo llamado Alberto (Jack Dylan Grazer). Y como si se tratara de una versión libre y políticamente correcta de Ranma y ½, los dos pequeños monstruos se convierten en humanos, una vez dejan de tener contacto con el agua, pero irremediablemente vuelven a su estado original al humedecer sus cuerpos.
Alberto, el mayor, invita a Luca al faro donde vive y le enseña a tomar riesgos y a soñar con tener una moto Vespa (marca representante de la “italianidad”) para recorrer el mundo en completa libertad. Pero lo que en un principio parecía una versión para niños de Llámame por mi nombre, se transforma rápidamente en un triángulo amoroso cuando aparece Giulia (Emma Berman), una niña que reparte los peces pescados por Massimo, su corpulento padre con un solo brazo (Marco Barricelli) y que les cuenta a Luca y a Alberto sobre un concurso local en el que ha participado anteriormente y que implica montar en bicicleta, nadar y comer mucha pasta. Es así que los tres deciden concursar para comprar una moto Vespa y para acabar con la tradición impuesta por el odioso Ercole Visconti (Saverio Raimondo), el ganador en serie de estos concursos.
Hasta aquí se puede contar la historia de Luca, y es que después de este primer acto lleno de referentes y caminos ya recorridos por otras cintas de animación, es donde se produce el milagro. Sin que nos demos cuenta, Casarosa logra que nos enamoremos de todos los personajes y que no queramos abandonar ese encantador pueblito italiano cerca de Porto Rosso con sus mares y cielos azules y su deliciosa y generosa comida. En estos tiempos de confinamiento, no hay nada más tentador que decirle ¡Silencio Bruno! a esa cautelosa voz interior que habita en nosotros para olvidarnos de los miedos y peligros y arriesgarnos a viajar en una moto Vespa a campo traviesa y recuperar así nuestra libertad.
P.D. Se incluye una divertida escena post créditos.
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