Crítica: El Pingüino (The Penguin)

El spin-off de The Batman destaca por la gran actuación de Colin Farrell, pero se aleja demasiado del universo de la película de Matt Reeves.

/ Colin Farrell, Cristin Milioti, Theo Rossi, Rhenzy Feliz, Clancy Brown, Theo Rossi

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Max

La serie de 8 episodios basada en el villano de Batman creado por Bob Kane y Bill Finger en 1941, inmortalizado en la televisión por Burgess Meredith en los años 60, en el cine por Danny DeVito en los 90 y ahora asumido tanto en el cine como en la TV por un irreconocible Colin Farrell, es un cruce entre el cine de gánsteres y los relatos de superhéroes, que se distancia deliberadamente del universo del Hombre Murciélago para decepción de los ávidos lectores de cómics y los amantes del personaje. 

Farrell retoma su papel de Oswald Cobb (antes Oswald Cobblepot) tras su impresionante transformación en The Batman (2022) de Matt Reeves, y una vez más, demuestra su habilidad para desaparecer bajo capas de maquillaje y caracterización, brindando una actuación poderosa que nos recuerda no solo a los gánsteres del cine de los años 40 interpretados por Edward G. Robinson y James Cagney, sino también al paroxístico Tony Montana de Al Pacino que protagonizó el remake de Scarface dirigido por Brian De Palma y escrito por Oliver Stone, así como al Tony Soprano asumido magistralmente por el fallecido James Gandolfini en The Sopranos.

Su interpretación de un mafioso ambicioso que busca llenar el vacío de poder dejado tras la muerte de Carmine Falcone (Mark Strong) y que recluta a un chico huérfano llamado Víctor Aguilar (Rhenzy Feliz) como su trágico secuaz es cautivadora, con un equilibrio entre brutalidad y humanidad. Farrell adopta un tono y estilo que evoca al género de gánsteres pasado y contemporáneo interpretando a un personaje complejo marcado por traumas (su infancia es más que perturbadora) y subestimaciones. El desarrollo de su ambición en Gotham, una ciudad en caos, nos recuerda las luchas de los dos Tonys (Montana y Soprano) por el control y el respeto. Además, la interacción entre Cobb y Sofia Falcone (Cristin Milioti), la mentalmente perturbada heredera del imperio familiar, nos recuerda los intensos dramas entre “familias”, donde el poder y la traición son moneda corriente.

La serie, sin embargo, también evoca inevitablemente otras producciones basadas en el universo de Batman, como Pennyworth y especialmente Gotham. En el primer programa, el énfasis estaba puesto en los orígenes de un personaje secundario convertido en protagonista, como también sucede en The Penguin. En el segundo, se contaban dos historias paralelas: la primera que tenía que ver con el proceso que llevó al joven Bruce Wayne a convertirse en Batman (algo que ya se había hecho con Superman en la edulcorada Smallville); y la segunda, con el ascenso al mundo criminal de El Pingüino (Robin Lord Taylor), lo que incluía una relación edípica con su madre Gertrude (Carol Kane), su rivalidad con los Falcone e inclusive, el reclutamiento de un joven aprendiz. Los que no vieron Gotham, pueden llegar a fascinarse con The Penguin, pero los que seguimos con paciencia los 100 episodios divididos en 5 temporadas, nos preguntaremos: ¿por qué contar lo mismo de nuevo? La respuesta tiene que ver con reciclaje, franquicias y sobresaturación de contenido. 

El mayor defecto de The Penguin reside en la desconexión que tiene con su propia fuente original. A pesar de estar ambientada justo después de los eventos catastróficos de la cinta causados por The Riddler (Paul Dano, que aquí no aparece), la serie parece temer alejarse demasiado del cine de gánsteres puro y no asume riesgos al abrazar el mundo del cómic. Batman está completamente ausente (el personaje de Pattinson tampoco aparece por ningún lado), y la trama no tiene una conexión clara ni con la película ni con la secuela planeada. Esto genera otra frustrante pregunta: ¿para qué ver esta serie? Si los fans de Batman buscan una expansión del universo iniciado por Reeves, The Penguin nos dejará insatisfechos, ya que parece más una exploración de los bajos fondos y el ascenso al poder en paralelo de dos líderes criminales, sin ningún suceso importante o relevancia para el desarrollo del Batverso. 

Y es que al igual que en Gotham, The Penguin explora los entresijos del crimen en una ciudad distópica, pero mientras Gotham jugaba con el mito de Batman, aquí la serie se desmarca por completo del Caballero Oscuro, optando por centrarse en un villano que sabemos, no va a tener ninguna relevancia en la secuela cinematográfica de Matt Reeves. 

Al final, The Penguin es una serie bien realizada con una actuación excepcional de Colin Farrell pero que, por su falta de conexión con el mundo más amplio de The Batman y su inclinación hacia el drama criminal convencional, deja una sensación de vacuidad. Si bien los amantes del género de gánsteres apreciamos las similitudes con Los Soprano y Scarface, aquellos que también buscamos algo más enraizado en el universo de Batman cuestionamos su relevancia.

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