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Cristina La Mar: entre el mar, los poemas y la música

La sensibilidad es su mejor cualidad, pero la intérprete española tiene, además, una voz única y un gran camino por delante

agosto 27, 2024

Alba Tomico

Cristina La Mar creció con el sonido del mar en sus oídos y el aroma salado del Mediterráneo en el aire. Nació en Lloret del Mar, un pueblo en la costa de Catalunya que inspiró los primeros poemas que hoy componen los mejores versos de sus canciones. Las olas y los atardeceres fueron su primer escenario, y ahora, con algunos sencillos y un álbum en su haber, ha empezado a acercarse a un público dispuesto a desentrañar cada nota y cada palabra de su propuesta sonora.

La Mar no es fan de un género en concreto, nunca lo fue. Desde pequeña solo ha admirado mujeres “fuertes y capaces de transmitir”, como Amy Winehouse, las españolas Rosario y Lola Flores, e incluso aprecia el hip hop con intérpretes como Lauryn Hill. “No me importaba la perfección vocal, sino el impacto de la voz”, admite, recordando el proceso autodidacta que desarrolló su estilo.

“Ni siquiera sabía que este sueño se podía hacer, que uno podía dedicarse al arte. En mi familia nadie es artista, así que yo lo amaba, pero en mi realidad no existía”, recuerda. La música siempre fue el secreto mejor escondido para ella. Creciendo en un pueblo, lejos de las grandes ciudades con un sinfín de oportunidades, este sueño no era más que eso.

“Una vez llegó una profesora nueva a la escuela a quien le dije, ‘Es que me gusta cantar y escribir’. Seguro habrá pensado, ‘¿Y esta chica loca?’”, recuerda. “Pero me dice, ‘Bueno, canta’. Y le canté una canción de Adele. Quedó impactada. Entonces me dio la llave de un aula de música en secreto para que yo pudiera ir y aprender por mi cuenta”.

Luego agrega que; “Más adelante hubo una función de estas de colegio, donde uno toca la flauta y esas cosas, e invitaron a mi familia. Pero no sabían que yo iba a cantar. Cuando canté sentí una fuerza muy grande en mí y en la gente. Y sobre todo en el hecho de dejar de ser yo y dejar de ser el público, sino que se unió algo”, dice Cristina, evidentemente conmovida por el recuerdo de esa emoción. “No solo quise ser cantante, sino querer ser como cuentacuentos, como una storyteller, como alguien que cuenta algo y alguien que crea conexiones. Fue en ese momento que todo hizo click”.

Alba Tomico

A partir de aquel momento, La Mar sintió la necesidad de aferrarse a ese sentimiento que la regocijaba cuando subía a un escenario. A los 16 años logró una beca para empezar a estudiar música en Barcelona, donde se adentró en el mundo del jazz y otras corrientes musicales. Esta formación inicial la llevó a seguir perfeccionando su arte en la Universidad de Bath, Inglaterra, donde completó una maestría en composición. Durante esos años se presentó en diversos clubes, restaurantes y bares junto a grupos y bandas de jazz. Fue en estos espacios donde se encontró con el deseo de cantar sus propias composiciones, aquellas que contaban su historia y plasmaban su identidad.

“Mis padres nunca fueron los mejores amigos de la idea. Aunque a mí no me importaba hacer otra carrera mientras pudiese hacer música. Les costó mucho, hasta hace unos años aún les costaba, pero me ven muy feliz y saben que le meto toda mi vida al proyecto”, admite. “Pase lo que pase, esto me hace feliz. El resultado va más allá de un número. No es un objetivo simplemente, es una manera de vivir, con cosas que nos mueven, que nos quitan muchas horas, pero que nos dan mucha vida”.

Durante 2020 la pandemia resignificó su proyecto. Por aquel entonces, Cristina se encontraba culminando sus estudios en Londres, cuando tuvo que regresar a casa por el confinamiento. “Volví a España y yo venía de cantar jazz. Ya era artista, pero no tenía un proyecto sólido. En la pandemia cambió el mundo por completo y cambió el cómo percibimos la música, el arte e incluso cómo percibimos a las personas. Como que perdimos un poco el tacto”.

El Perderse & El Quererse
Un álbum lleno de influencias que van desde el mediterráneo y viajan hasta Colombia, con vistos jazz y su voz flamenca.

En este periodo forjó nuevos valores desde la introspección, en lugar de sumarse a la banalidad en la que el mundo se estaba sumergiendo. “Gracias a la pandemia, yo me volví un poco más hippie, creo. En vez de usar más redes, empecé a ser muy consciente de las cosas que realmente importaban. Del tiempo, de qué música quiero hacer”.

Su transformación llegó con nuevos propósitos y, entre ellos, hacer de la música una realidad. Aislada del mundo, Cristina se dio cuenta de que debía encontrar un sentido más profundo en su arte, como siempre había soñado. Ahora su mirada estaba fija en crear un proyecto que se alineara con su renovada visión del mundo y la necesidad de conectar que siempre la ha acompañado.

Alba Tomico

“Fueron dos años en los que yo me estuve buscando. Pero me tomé ese tiempo para hacer terapia y aprender a meditar. Creo que fui lo menos mainstream que podía. Y si todo el mundo hace eso y a mí no me hace feliz, pues seguro que hay gente que necesita de lo otro, ¿sabes? Me empecé a fijar mucho más en la música así, más espiritual, más del alma, más de todo eso”.


“Tu hogar es lo que te ha construido, mi familia es la cosa que más amo en el mundo, pero mi corazón estaba en Colombia”.


La Mar siempre fue soñadora, e incluso, comenta, tiene una habilidad para hacer de sus sueños un medio premonitorio. “Es una cosa extraña que me pasa con todo en mi vida, siempre lo sueño antes. En realidad me muestra cosas que debo probar, mas no me afirma que vayan a salir bien. Y en un momento empecé a soñar con Colombia”. Cristina nunca había cruzado las fronteras de Europa, pero Latinoamérica parecía un destino que le estaba llamando entonces, sin razón. Pero su intuición no le falló.

“Un día me compré un tiquete, llamé a dos colegas y a mi familia ni se lo dije hasta el último día. Yo planeaba ir, solucionar este sueño y ya. Y desde el primer día que llegué, empecé a vivir cosas muy mágicas. Muchos músicos que conocí me recibieron con los brazos abiertos. Tenía cinco días de estudio reservado y luego me dedicaría a conocer. Al final se convirtió en todo un mes lleno de música, de compartir con otros artistas y escribir canciones”.

La catalana encontró su lugar en Colombia, un país lleno de cultura, música y pasión. Sin embargo, tuvo que regresar a España por algunas situaciones familiares que la mantuvieron alejada por un tiempo de la realidad que había descubierto. “Tu hogar es lo que te ha construido, mi familia es la cosa que más amo en el mundo, pero mi corazón estaba en Colombia”.

Colombia, sin proponérselo, se había convertido en el nido de sus sueños, en su naturaleza más pura, donde había conocido una manera diferente de vivir y sentir la música. “En Colombia todos sois muy humanos. Tenéis una energía tan fuerte que se les sale por la piel”, confiesa. Así es cómo, al regresar, su proyecto se impulsó para finalmente desvelar las primeras muestras de su trabajo, con sencillos como ‘Flores’ (junto al cantautor panameño Carlos Méndez) y ‘Extráñame’.

Recopilando escritos, Cristina se decidió por convertir sus poemas en canciones y sentar las bases para su primer LP con el apoyo del inglés Richard Blair (Aterciopelados, Carlos Vives, Vicente García). “Recuerdo que le envié los demos nerviosa y sin saber si le iban a gustar. Es un gran músico y persona, pero los demos ni siquiera contaban con la estructura tradicional de una canción”. Para sorpresa de la española, Blair entendió la intención de su música a la perfección. “Una mañana me llamó y me dijo, ‘Me has golpeado el corazón’”.

El 2023 supuso un año lleno de trabajo, en el que tomó forma su primer álbum, El perderse & el quererse. Colmado de melodías y atmósferas en piano, a cargo de Pedro Ocampo (hijo del gran Teto Ocampo), el álbum se lanzó en abril de 2024 como una especie de obra autobiográfica que la introduciría al mundo.

“A la hora de grabarlo no intentamos capturar la toma que mejor sonido tuviera, sino la que más transmitiera. La composición es muy del Mediterráneo, la voz es flamenca, y Colombia está en los tambores”, explica. El perderse & el quererse es una entrega que evoca nostalgia en una atmósfera de ensueño pero acogedora. “No tiene género, justamente lo que lo caracteriza es que viene del alma. Por eso se llama soul, por eso se llama flamenco, que es la fuerza del sentir y la música latina, que es la música del sentimiento. Todas estas canciones vinieron a mí desde el cielo. Son de todos, yo solamente fui el canal”.

Su música, una maravillosa amalgama que puede evocar elementos del trip hop, el ambient y el flamenco, refleja una conexión profunda con los lugares y personas que ha conocido. Ahora, Cristina no tiene ninguna intención de detenerse, pues sabe que aún hay un mundo por conocer y culturas por explorar. De momento se encuentra planeando una serie de conciertos entre Colombia y España, con los que está lista para darse a conocer “en diferentes facetas y junto a diferentes artistas”.

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