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Crítica: Technoboys

Con nostalgia noventera, esta comedia sobre la industria musical y la cultura actual, logra ser una sátira inteligente.

Gerardo Gatica González, Luis Gerardo Méndez 

/ Luis Gerardo Méndez, Karla Souza, Daniela Vega, Gabriel Nuncio, Mónica del Carmen, Luis Rodríguez “El Guana”

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Netflix

Technoboys se presenta como una comedia que combina la nostalgia de las boy bands de los 90 con una aguda crítica a los discursos contemporáneos sobre cultura, inclusión y cancelación, todo bajo el manto del humor. La película, dirigida por Gerardo Gatica y Luis Gerardo Méndez, utiliza la historia de una banda ficticia en su intento por regresar al estrellato como un pretexto para explorar estos temas sociales, tan relevantes y controversiales para nuestra época.

Karla Souza, en su papel de Melena (una fusión entre Britney Spears, Shakira y Karol G), no solo ofrece un comentario satírico sobre la industria de la música y el empoderamiento femenino, sino que también canaliza experiencias personales, como su controversia relacionada con la identidad racial y la apropiación cultural. Souza, con su gran habilidad como actriz, aprovecha la superficialidad de su personaje para generar una crítica hacia la hipocresía mediática, ofreciendo un retrato más profundo y reflexivo de lo que a simple vista podría parecer.

Por otro lado, Luis Gerardo Méndez, quien también codirige, ofrece una actuación cargada de ironía. Su personaje, Alan (nuestro Justin Timberlake), se ve impulsado por motivaciones egoístas y personales (entre ellos su obsesión por Melena) que contrastan con los discursos inclusivos y políticamente correctos que abundan hoy en día. Esta dualidad convierte a Alan en un vehículo perfecto para la crítica a las posturas vacías que, a menudo, dominan el escenario público.

La química entre Méndez y Souza, previamente vista en la exitosa Nosotros los Nobles, es uno de los puntos fuertes de la película. Ellos logran equilibrar la sátira con la comedia física y emocional, lo que resulta en una combinación efectiva de crítica social y entretenimiento. Según Méndez, la comedia de Technoboys se sitúa “en el límite entre lo más divertido y la cancelación”, una premisa que de alguna manera se cumple al ofrecer humor irreverente mientras se examina el temor que muchas figuras públicas sienten ante la posibilidad de decir o hacer algo “fuera de lugar”.

En Technoboys, los actores secundarios juegan un papel importante en la dinámica general de la película. Daniela Vega, la estupenda actriz de Una mujer fantástica de Pablo Larraín, encarna a Charlize, uno de los miembros de la boy band que ahora es una mujer trans integrante de una banda punk anarquista y que sucumbe a la tentación económica que implica volver a su antigua banda. Gabriel Nuncio y Mónica del Carmen, reconocidos por su trabajo en películas como El norte sobre el vacío y Una película de policías, respectivamente, interpretan a George, el sensible y tolerante mánager de Alan y a Yanetín, una mujer que apoya a su ídolo del pasado, pese al maltrato que recibe de este. 

Del mismo modo, la personalidad de internet Luis Rodríguez “El Guana”, encarna a Babyface, uno de los miembros de Technoboys que pese a su entusiasmo, ya no posee ese rostro angelical que le dio su apodo; Fernando Bonilla es Freddy, el más políticamente incorrecto de la boy band y además en silla de ruedas; y Joaquín Ferreira como Leo, es el integrante que se ha retirado del mundo del espectáculo para vivir una supuesta vida espiritual. Es una lástima que pese a las buenas interpretaciones, estos personajes no se alcancen a desarrollar del todo (quizás para una secuela).  

Los villanos son varios, en incluyen a Ari Brickman, quien interpreta a Masiosare, antiguo mánager de la banda y ahora pareja sentimental de Melena; una banda de techno-merengue, enemiga jurada de los Technoboys; y un nuevo integrante que además es un gran fan. Estos personajes añaden su capa de humor absurdo, pero también reflejan la competitividad despiadada de la industria musical. Esta lucha por la relevancia, combinada con los cambios culturales y sociales, deja en claro que el mundo ya no es el mismo, y menos aún para los íconos del pasado.

Es inevitable comparar Technoboys con Popstar: Never Stop Never Stopping (2016). Ambas cintas son sátiras sobre el mundo de la música y exploran el tema del regreso de una estrella caída en desgracia. Popstar, protagonizada por Andy Samberg y su grupo cómico The Lonely Island, es una burla mordaz a la industria musical moderna, pero logra equilibrar su humor absurdo con una crítica aguda y coherente. A pesar de sus bromas y personajes ridículos, Popstar llega a ofrecer una estructura narrativa sólida, un estilo visual dinámico y ágil y personajes que, aunque exagerados, tienen motivaciones claras y un arco de desarrollo comprensible. El humor de Popstar se siente más fresco, inteligente y autorreflexivo, pese a que se estrenó hace 8 años, mientras que el de Technoboys intenta jugar con los estereotipos y el humor negro de una manera más torpe e irregular. 

En Popstar, la crítica a las estrellas del pop y a la superficialidad de la industria es clara, pero lo hace con un tono que, aunque irreverente, no se siente forzado. En contraste, Technoboys parece querer abarcar demasiados temas (apropiación cultural, inclusión, cultura de la cancelación) sin profundizar en ninguno de ellos, lo que termina diluyendo su mensaje. De todas maneras, el uso de la música original de Pablo Chemor y las canciones creadas por Ulises Lozano de Kinky y Amandititita, refuerzan la nostalgia y el tono satírico de la película, capturando a la perfección el espíritu de las boy bands noventeras con un toque contemporáneo.

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