Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Cinco datos que quizá no sabías de Show No Mercy de Slayer

La emblemática agrupación de metal reeditará su álbum debut en una entrega especial por motivo de su 40 aniversario

Por  VALENTINA VILLAMIL

noviembre 16, 2023

Gene Ambo.

En 1981 el mundo vio nacer a Slayer, la banda de thrash metal que remodeló el panorama del género con una fusión sin precedentes de intensidad, velocidad y oscuridad. Hija de la unión entre el metal y el punk, Slayer se convirtió en una agrupación pionera de todo un género, estableciendo, no sólo un estilo musical, sino una actitud intransigente que los distinguiría durante décadas. A lo largo de su trayectoria, Slayer se mantuvo fiel a su sonido y se negaba a ceder ante las presiones de la corriente dominante. En su lugar, adoptaron un compromiso con la brutalidad y fuerza que moldeó su identidad.

Han pasado 40 años desde que la banda se dio a conocer con su álbum debut, Show No Mercy. Lanzado originalmente el 3 de diciembre de 1983 por Metal Blade Records, el álbum fue la piedra angular de una brillante carrera. Para celebrar su aniversario, el álbum se reeditará en una edición especial en vinilo lleno de “sangre”. Esta edición especial solo tendrá 250 copias en todo el mundo e incluye LP masterizado para vinilo a partir de las cintas originales, un slipmat, póster, flyers de conciertos, tarjetas con autógrafos y un libreto del LP que narra la creación de este icónico álbum. 

Mientras tanto, te dejamos cinco datos para conocer más del trasfondo de una obra musical que redefinió el metal y catapultó a Slayer como una de las bandas emblemas del género.

1. Fue un álbum autofinanciado 

Show No Mercy es un testimonio de la determinación de Slayer por perseguir un sueño, ejemplificado notablemente por la producción autofinanciada del álbum. A principios de la década de 1980, la banda se enfrentó a la ardua tarea de dar vida a su álbum debut y, al más puro estilo de “hazlo tú mismo”, tomaron las riendas del asunto. Este esfuerzo vino del vocalista Tom Araya, quien, además de su papel como líder de la banda, trabajaba como terapeuta respiratorio por aquel entonces. Araya aportó sus ahorros para financiar el proceso de grabación.

Pero esto no fue todo, ya que el padre del guitarrista Kerry King desempeñó un papel crucial en el apoyo a las aspiraciones de la banda. El padre de King intervino aportando fondos adicionales que les dejó con un presupuesto demás para la producción. Así, la banda se aventuró en el estudio para crear una oferta musical que acabaría convirtiéndose en una piedra angular, no solo de su carrera, sino del thrash metal.

2. Araya y King lideraron el proceso creativo y conceptual del álbum

La grabación del disco no sólo marcó la entrada de Slayer en la escena del metal, sino que también mostró las diversas influencias que dieron forma al paisaje sonoro del álbum. Influenciados por un amplio espectro de grandes del género, la banda creó un sonido único que rendía homenaje a sus inspiraciones musicales al tiempo que se labraba un espacio propio y distintivo.

Araya admiraba profundamente a agrupaciones como Venom, Judas Priest, Iron Maiden y Mercyful Fate, quienes en su momento mezclaban el metal clásico y la ola emergente del thrash. King, por su parte, se sintió atraído por la imaginería satánica, subrayando aún más la fascinación de la banda por temas oscuros que se evidencian tanto musical como visualmente.

Los ecos de estas influencias resuenan a lo largo de Show No Mercy, creando un tapiz sónico que funde la intensidad del thrash con la teatralidad del metal clásico. El álbum se convierte en una amalgama musical, con temas como ‘The Antichrist’, ‘Die by the Sword’ y ‘Black Magic’.

3. Dave Lombardo no estuvo del todo satisfecho con la manera en la que la batería fue grabada

Reflexionando en retrospectiva atrás en 2015, Lombardo expresó abiertamente su descontento con el álbum, en particular con respecto al proceso de grabación de la batería. El principal problema giraba en torno a la lucha del ingeniero por conseguir la mezcla adecuada entre los toms y los platillos debido a su volumen. Ante este reto, se empleó una solución única: amortiguar los platillos con toallas y grabar los toms y los platillos por separado. Este enfoque poco ortodoxo pretendía mitigar el choque sonoro y lograr un sonido de batería más “equilibrado y refinado”.

A pesar de la ingeniosa resolución del problema técnico, Lombardo, calificó a Show No Mercy como su álbum de Slayer menos favorito. Sin embargo, es esencial señalar que su insatisfacción se dirigía más a los aspectos técnicos del proceso de grabación que a la calidad de las canciones en sí. 

4. Su fascinación por la simbología Satánica supuso algunos obstáculos en la recepción del disco

Más allá de la música, Show No Mercy supone una exploración visual y temática que se adentra en territorios controvertidos y provocativos, especialmente a través de la incorporación de imágenes satánicas. La portada y la estética general del álbum se crearon para evocar una sensación de oscuridad y rebelión, en consonancia con el agresivo estilo musical y los temas líricos de la banda.

En la contraportada del álbum destacan el “lado 666” y las cruces invertidas, elementos los cuáles también estuvieron presentes en sus actuaciones en vivo. El guitarrista Jeff Hanneman, empuñando su instrumento, aparece en una imagen impactante que se suma a la atmósfera ominosa del álbum. 

El Centro de Recursos Musicales para Padres (PMRC, por sus siglas en inglés) se mostró en desacuerdo con las imágenes y el contenido lírico de Slayer, lo que llevó a la banda a recibir correos en los que se les exigía que dejaran de publicar discos. Araya reconoció que la banda buscaba intencionadamente crear una imagen provocativa, con el objetivo de infundir una sensación de miedo e inquietud. “Por aquel entonces tenías ese PMRC, que literalmente se lo tomaba todo a pecho. Cuando en realidad estás intentando crear una imagen. Intentas asustar a la gente a propósito”.

Portada y contraportada de Show No Mercy.

5. La gira que promocionaba el álbum también fue de bajo presupuesto y prácticamente autofinanciada

Armados con una lista de direcciones de locales y números de contacto proporcionada por el fundador de Metal Blade Records, Brian Slagel, la banda se enfrentó a la decisión crucial de irse de gira. Araya, que por aquel entonces aún trabajaba como neumólogo, tomó lasa riendas y dijo: “Hoy es el día. ¿Vamos a hacerlo?”. La urgencia se debía a que se dieron cuenta de que si no aprovechaban la oportunidad de salir de gira en ese momento, quizá nunca lo harían.

La organización de esta serie de conciertos distaba mucho de ser glamurosa: Slayer viajaba en el Camaro de Araya, con todo su montaje anclado dentro de un U-Haul.   Durante el tramo inicial de la gira, Slayer trabajó sin manager. Doug Goodman, un fan entregado que había hecho cola en primer lugar para su concierto de debut en el norte de California, se tomó unas vacaciones para unirse a la gira, convirtiéndose, de hecho, en el “guía turístico” de Slayer.

Kevin Reed, un amigo de la banda, asumió responsabilidades como el montaje de la batería y la iluminación. Por su parte, el padre de Reed, Lawrence R. Reed, contribuyó a la identidad visual de la banda creando el minotauro con espada que aparece en la portada del álbum.

El hermano menor de Araya, Johnny Araya, se convirtió en una parte esencial del equipo con tan sólo trece o catorce años, trabajando como colaborador responsable de preparar el backline y el sonido.