Lo nuevo de Judas Priest: todo lo que necesita un disco de heavy metal clásico

La banda de Rob Halford vuelve con su sonido más clásico en 'Invencible Shield'

Por  DIEGO MANCUSI

marzo 11, 2024

FOTO: Archivo La Nación

Cuando en una reseña se dice que una banda hizo su disco “en piloto automático” es, casi siempre, para criticarla. Lo que se intenta señalar es una falta de compromiso y un exceso de confianza en el oficio: un tema compuesto “en piloto automático” es uno hecho sin esfuerzo ni intención de trascender, como intentando sacarse el trabajo de encima de apuro, sabiendo que con lo aprendido con los años alcanza para aprobar con 6.

Invincible Shield es un disco que Judas Priest hizo en piloto automático pero -a no confundirse- en un sentido completamente distinto. Para desarrollar la idea hay que hablar de tres etapas en la historia del grupo: los dorados 70 y primeros 80, la resurrección que representó Painkiller en el 90 y el período que vino tras la vuelta de Rob Halford, de Angel of Retribution de 2005 hasta nuestros días. En la primera etapa fueron encontrándose de a poco a sí mismos hasta convertirse -por estilo y estética- en la banda pesada definitiva (“el heavy metal no existía cuando empezamos. Tocábamos rock con un enfoque pesado como lo hacía Black Sabbath. ¡Los dos éramos heavy metal y no sabíamos! Fue una evolución. Nos tomó como diez años, en realidad. Para cuando salió British Steel [1980] se terminó de acomodar todo: no era sólo la música, era también la imagen”, le dijo el bajista Ian Hill a Rolling Stone en 2023). En la fase de Painkiller, los fans y la prensa coincidieron en destacar el desenrosque: despojados de esa necesidad autoimpuesta de aggiornarse o “demostrar”, se dedicaron de una forma casi lúdica a homenajear a la quintaesencia del heavy metal que ellos mismos ayudaron a definir. Y finalmente, en los últimos veinte años se lucieron menos en obras conceptuales experimentales como Nostradamus (2008) y más cuando se dedicaron a ser, sin vueltas, Judas Priest (caso Redeemer of Souls de 2014 o -sobre todo- Firepower de 2018). Construyeron un imaginario en los 70, lo perfeccionaron en el inicio de los 80 y triunfaron cada vez que lograron relajarse y volver a ser eso que aprendieron a ser en su mejor momento. Sin volantazos inútiles: en piloto automático.

Eso es Invincible Shield: la obra de una banda que asimiló el heavy metal, lo digirió, lo inoculó en su ADN y, simplemente, lo deja fluir. Lo dijo el guitarrista Richie Faulkner: “Es estrofa, estribillo, estrofa, estribillo, solo, estribillo, fin; a veces se va y juega un poco… bien en el estilo del viejo Judas Priest de los 70, como en ‘Sinner’ [tema de Sin After Sin, 1977], esa onda”. No se esfuerzan por apabullar, pero apabullan igual porque eso es lo que hacen por naturaleza, cada vez que entran a un estudio y no se pierden en sus laberintos. Y entonces el escudo del título es invencible y también irresistible, porque cómo hacés para aguantarte las ganas de salir corriendo al escuchar el riff de “Panic Attack” o el de “The Serpent and the King”. El tándem inicial se completa con el tema que le da nombre al disco y está marcado por la velocidad, hasta que “Devil in Disguise” los lleva a un paso medio donde manda el groove y, al mismo tiempo, da inicio al apartado místico que también incluye a “Gates of Hell” (con un estribillo que muestra todo lo que les deben los del glam-metal), “Crown of Horns” (una power ballad con énfasis en power) y “As God is my Witness” (riff, urgencia y melodía).

Todo sigue con “Trial by Fire”, una épica que empieza con un crescendo arengador y estalla en histrionismo y oscuridad. También va por el lado del ocultismo “Escape from Reality”, en la que Halford echa mano a la parte grave de su registro hasta que en el estribillo vuelve a ser el tenor maldito de siempre. “Sons of Thunder” se destaca por el riff fibroso a dos guitarras, denodadamente rutero, en plan “Painkiller”. Y para el cierre, un tributo a los caídos del metal con “Giants in the Sky”, que se sube a la marcha de “Holy Diver” para -pura coherencia- recordar a Ronnie James Dio, a mitad de camino entre el himno pesado y el cántico pirata.  

Es difícil escaparle a los simplismos para explicar Invincible Shield porque ellos mismos evitaron toda sofisticación: hicieron un disco de heavy metal clásico, normal, el que le viene a la cabeza a cualquier metalero cuando escucha la frase “un disco de Judas Priest”. Nadie se imagina sintetizadores aunque los hayan usado. Nadie piensa en un álbum conceptual aunque los hayan hecho. Un disco de Judas Priest es uno riffero, veloz, cargado de agudos imposibles y disfrutable de punta a punta. Técnico, porque no lo pueden evitar, pero a la vez contundente, por el mismo motivo. Asumen quienes son y actúan en consecuencia. En piloto automático, pero bien.