“Acá, contento por la copa”, dice, el lunes después del bicampeonato de América de la Selección argentina, Juan “Iñaki” Antonio, el frontman de Francia 98, la banda que formó en 2017 después de retirarse como jugador profesional de fútbol, a los 27 años.
Iñaki —que hoy tiene 35 años— viene de días felices. El pasado 11 de julio, Francia 98 —un combinado de canciones pop-rock que suenan bien argentas por sus reminiscencias a clásicos como Fito Paéz o Charly García u otros grupos de más acá como Los Tipitos o Ella es tan Cargosa— estrenó el single “El pescador”, el segundo adelanto su segundo disco, Buenas decisiones, que saldrá a la luz la segunda mitad de este año. Tanto la nueva canción, que es una balada de tono melanco, como el álbum, tienen la colaboración de Willy Piancioli de Los Tipitos, que mete voces en el sencillo y es el productor del disco.
“Es un disco de canciones, de música popular”, dice Iñaki. “Y también tiene algo de crítica a la escena de hoy, donde hay muchos intérpretes, pero no hay tanta banda con el formato clásico y que haga canciones”.
Francia 98 es un clásico, como un mundial. El grupo está compuesto por Iñaki en voz y guitarra, su hermano Danilo en el bajo y Agustín “Coco” Nieto (en segunda guitarra) y Joaquín Bonazzola (batería) completando el formato tradicional; al que se suman Marcos Cabeza en teclados y Nico Monti ukelele, claves en la construcción del sonido de la banda. “Creemos que la mejor manera de honrar la música popular es intentar hacerla”, agrega Iñaki. “Y esto es lo que nos sale hacer, bien o mal”.
El link al fútbol no está solo desde el nombre de la banda y el pasado de Iñaki, que cree que la pasión por la pelota es parte de la idiosincrasia argentina, algo que ellos quieren representar desde sus canciones. Por eso, el fútbol en su vida, en su música. Por eso la reversión que hicieron de “Un Estate Italiana”, el himno del mundial de Italia 90.
Diez años antes de decir basta y empezar el proyecto de su vida, Iñaki tenía 17 años y debutaba en la primera división de River. En ese equipo jugaban Ariel Ortega y Marcelo Gallardo, dos ídolos del Millonario. Era el año 2006, venía de jugar tres años en las juveniles de la CAI, de Comodoro Rivadavia, a donde tuvo que mudarse desde su Trelew natal, y de estar en la selección Argentina sub 17 con Hugo Tocalli como DT. (Paréntesis para anotar: compartió planteles, entrenamientos y partidos con Ángel Di Maria, Sergio “Chiquito” Romero, el Kun Agüero y fue sparring de la selección mayor cuando Lionel Messi empezaba su camino).
En 2010, luego de algunos partidos en la primera del club de Núñez, se fue a jugar a Italia, donde pasó por equipos como Parma, Brescia y Sampdoria. “En mi primera etapa en Italia tuve suerte. Me fue bien”, dice sin nostalgia. “Después, en la última etapa, cuando me estaba alejando, empecé a jugar en equipos más tranquis, ya me estaba por retirar”.
Y en esos años, se dio el quiebre. “Estaba solo porque mi mujer se había ido a Argentina. Fue medio revelador, de noche. Empecé a escribir y dije: ‘esto me gusta’. A los días la llamé y le dije que quería dejar de jugar, después le dije a mi representante. Y así fue”, recuerda, ahora sí, con un tono de voz más luminoso.
“Cuando empezás a tener cosas para decir, el deseo toma otra dimensión”, dice Iñaki, que hasta ese momento había tenido bandas adolescentes cuando vivía en Trelew y otras más dedicadas a covers cuando ya estaba radicado en Buenos Aires y jugaba en River. “La idea de dedicarme a la música vino cuando empecé a componer“, agrega.
Con ese plan llamó a su hermano Danilo, que era abogado, pero tampoco estaba feliz con su presente. Enseguida activaron el plan. Iñaki volvió de Italia, Danilo empezó a tomar clases de bajo con Javier Malosetti. Fue a tres clases semanales durante tres años. “Teníamos la emoción de querer dedicarnos a la música muy rápido y después te das cuenta de que es todo de a poco”, recuerda Iñaki. “Nosotros tuvimos mucho que aprender. Y pasó mucho tiempo hasta que pudiera salir bien esto”.
A Iñaki le gusta destacar que no fue fácil el arranque de Francia 98. Que no sabían mucho de música, que hicieron sus propias pedaleras. Que aprendieron a encajar la música con la lírica, que hicieron covers “para generar un clima artístico” y que hoy tienen una identidad clara y definida producto del trabajo y el esfuerzo.
“Cuando vuelvo de Italia para dedicarme a la música y formar una banda, pensaba que me iba a salir fácil. Porque en el fútbol fue más natural, casi sin buscarlo”, recuerda. “Con la música no. Hace como 8 años estoy con bandas y recién en 2023 empezaron a pasar cosas como la aparición de un sello, fechas que salen solas y así”.
Con ese envión y el entusiasmo del disco que está por venir, Iñaki —y Danilo— saben que este año tienen algo de último baile. Y atrás de eso, vuelve al fútbol: “Me da mucho orgullo ver cómo los pibes de la Selección pudieron llevar su don al cien. Van más allá de lo que uno imagina. Fueron capaces de fracasar muchas veces para lograr lo que querían”, dice y hace una pausa para después rematar la idea: “Cuando uno tiene el deseo bien plantado, siempre va para adelante”.