El rapero Dano busca un lugar en la tierra de sus padres: “Escribo historias de Madrid y cuentos sobre Baires”

En su segundo disco, el hijo de Mavi Díaz (Viudas e Hijas de Roque Enroll) y el bajista Roberto Amerise se la juega por la conexión albiceleste

Por  JUAN FACUNDO DÍAZ

junio 12, 2023

Foto: GIANFRANCO TRIPODO

“Yo puedo llegar a tener un lugar en Argentina”, dice Dano con total convencimiento. “Lo digo con mucho respeto y mucho cariño a la gente que realmente lleva toda la vida laburando allí, sin querer pisar a nadie ni nada. Pero siento que puedo tener un lugar y me gustaría aprovecharlo”.

Dano habla sabiéndose ajeno, mirando con distancia y cautela, pero en rigor, Danilo Amerise Díaz es argentino. Su rol como artista continúa el legado familiar de Mavi Díaz, su madre, integrante de Viudas e Hijas de Roque Enroll, y su padre, el bajista Roberto Amerise. Además, es nieto de Hugo Díaz, el histórico armoniquista de folclore, tango y jazz e hijastro de Gonzalo Palacios, quien grabó con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Sumo, Los Twist y más. Sin embargo, cuando era chico se mudó a Canarias con su madre, luego a Londres y finalmente a Madrid, donde está instalado desde casi toda su vida. “Soy de Argentina, mi familia es argentina, mi cultura es argentina, mi ADN y todo, pero siempre hice música de acá, yo rapeo en madrileño. Soy de acá, un pibe de Madrid en el fondo. Un argentino que vive en Madrid”. Sin embargo, hubo muchos artistas de la talla de Duki, Nathy Peluso, Neo Pistea, Ysy A, T&K, Cazzu y tantos otros más que se encargaron de posicionar a Dano en un lugar de total importancia para la música argentina, con mucho respeto, admiración y cariño. “La notoriedad que tengo allá no me la gané por mí mismo, a mí me la dio otra gente”, afirma. Y esa doble identidad, esa pata en dos tierras, la refleja en “Operaciones” cuando dice: “Escribo historias de Madrid y cuentos sobre Baires”.

“Soy de Argentina, mi familia es argentina, mi cultura es argentina, mi ADN y todo, pero siempre hice música de acá, yo rapeo en madrileño”, dice Dano (Foto: GIANFRANCO TRIPODO)

Lo que sí se ganó por mérito propio fue un nombre valorado dentro de la escena y una palabra autorizada en materia de hip-hop. Después de haber cofundado e integrado el colectivo artístico Ziontifik, que generó un cambio de paradigma en materia audiovisual y narrativa en la escena española, Dano logró posicionarse como un trabajador clave en la música por sus aportes en materia de productor, arreglador, beatmaker, rapero y filmmaker. El lanzamiento de Istmo (2019), su primer larga duración, un álbum profundamente personal y denso emocionalmente, fue un antes y un después y despertó una expectativa y presión de parte del público para con su siguiente trabajo, algo que se hizo esperar por años. “Por lo general, los artistas te cuentan lo lindo que fue el proceso de composición. Pero la verdad es que este proceso fue horrible”, dice Dano entre risas. 

Para sacar su nuevo disco, Dano se hizo carne del refrán judío que afirma que aquel que quisiera hacer reír a Dios tan sólo debe contarle sus planes. El artista argento-español lo adaptó y con los suyos lo repitió como mantra a medida que aparecían diferentes adversidades en el camino. Siempre pasa algo, bueno o malo, que desafía la idea original. Y es que en Dano las ideas brotan. Fue así que el proceso de construcción de El hombre hace planes, Dios se ríe, el álbum sucesor del exitoso Istmo, fue tedioso, duro. Las mejores condiciones de trabajo ganadas a fuerza de sus diferentes labores dentro de la industria también trajeron consigo presiones inéditas para un artista que se mantuvo siempre independiente. De esa forma debió cumplir con plazos impuestos por terceros o responder a un equipo de personas cada vez más grande mientras se ocupaba en paralelo de componer un disco a la altura de las expectativas que, además, le permitiese dar el siguiente paso en su gran plan: desembarcar de forma total en la escena musical argentina.

La forma en la que nació El hombre hace planes, Dios se ríe fue un desafío para Dano, personal y musical. “Fue muy complicado, muy difícil económicamente en un año muy duro. Hubo tiempos que se extendían y fechas que había que cumplir a las que no se llegaba. Mientras más gente hay laburando en un proyecto, más difícil es contentar a todos o que el resto no sienta que estás faltándole a su trabajo. Y eso ha traído discusiones que me han hecho replantear muchas cosas y cuestionar algunas movidas, no de mi relación con el arte o la música, sino a nivel modus operandi, de cómo poder seguir haciendo esto y no sufrir tanto”. Sumado a esto, mientras se chocaba con los engranajes de la industria después de haber construido los cimientos de su imperio desde la independencia, también sentía la presión artística de parte de sus seguidores. Sin intenciones de entregarle a la gente una especie de continuación de su álbum anterior, se inventó la idea de presentar el nuevo disco como si fuese un mixtape. Y, además, para sortear todos los tormentos personales y logísticos, se apoyó en el más profundo amor: la amistad. A lo largo del disco, entre temas, casi como un juego constante, suenan audios de WhatsApp de amigos y colegas que le insisten por el estreno del álbum, lo apuran y presionan entre risas y chistes que esconden un dejo de verdad: la necesidad de los amigos para empujar los límites y la admiración como motor principal del amor fraternal. 

El resultado de todo ese periplo fue un disco de hip-hop, puro y duro, para nada urgente. Con un trabajo melódico profundizado que hace énfasis en los estribillos cantados, donde las armonías y melodías toman un protagonismo que en el álbum anterior no tenían, Dano se da tiempo a sí mismo para hacer más fuerte el impacto. “Mi búsqueda era compensar esa expectativa del oyente, esa densidad que tiene Istmo, con estímulos, estímulos y estímulos”, explica. Y la firmeza de ese paso adelante es la forma en la que continúa su premisa, esa de compartir información y hacer escuela en cada movimiento. Lejos de las fórmulas de laboratorio algorítmicas, las coreografías virales de TikTok y las colaboraciones que buscan solamente acumular reproducciones más que una combinación artística, Dano plantea un rap etéreo con un respeto muy firme por las bases de la cultura hip-hop y un cariño muy manifiesto por su propia obra. “Todos mis planes de adolescente los conseguí/ pero miro mi cuenta y veo que aún no soy Jay-Z/ sigo queriendo serlo”, dice en “Feeling It”.

Aun cuando intentó escapar y despegarse de todo el bagaje conceptual que encerró a Istmo, la crisis de la llegada a los treinta, las frustraciones personales de esa transición y un reflejo autobiográfico muy personal y honesto, su vida sigue imprimiéndose en sus canciones sin que lo intente directamente. El hombre hace planes, Dios se ríe habla de los nuevos interrogantes que se abren en el tercer piso de la vida: la relación con los padres, cuánto heredamos de ellos y cuánto corre por nuestra cuenta, cuestionamientos sobre tener hijos, la muerte, lo logrado, el camino recorrido, los sueños que quedan por cumplir y los destrozos de la cocaína en amigos y conocidos. En momentos extremos, en época de crisis cuando tambalean los cimientos, uno se refugia en sus lugares seguros, la familia y la amistad. Y allí está otra de las razones de haber transformado su álbum en un mixtape para la construcción de su propio universo. “No es algo que me inventé yo, es una cosa que se hacía en los discos de los 90 y quise traer un poco esa movida”, admite Dano. “En los mixtapes de esos años era muy común eso de los audios o de los mensajes, en esa época eran de contestadores automáticos. Era una manera en la que entendías un poco más el entorno del artista, con qué otros músicos se movía. No tengo que hacer una canción con esta persona, pero que entiendas que vibramos, nos respetamos o estamos en sintonía. Es un poco trazar un mapa de tu cabeza o de relaciones, ¿no? Ubicarte geográficamente en una red. En el fondo es un poco una foto, mirar a todos mis amigos, mirar a mi gente, qué linda y hermosa que es”. 

Y ese mapa conceptual que conecta a Dano con montones de colegas de España, Estados Unidos y Latinoamérica, tiene una gran cantidad de artistas argentinos entre sus filas. Bhavi, Neo Pistea, Nathy Peluso, Taichu, T&K, Negro de Corbeta Halcón, el grafitero Zear One y Duki, son algunos de los amigos que le piden por mensajes de audio que, finalmente, estrene nueva música. “Es una cosa que hice a propósito también, quería que hubiera más presencia argentina en general, tanto sonoramente como en los interludios para mostrar esa relación o ese amor que Argentina me ha dado. Siento que es muy fuerte y que es una cosa que no terminé de aprovechar del todo bien. Es muy loco y lo valoro mucho”, dice Dano.

Entre admiraciones cruzadas y colaboraciones, hay una serie de quiadas, una expresión española, más precisamente de Madrid, que habla de permitirse hacer una canchereada, darse un gusto. Y ahí nace la estelar aparición de Dante Spinetta en el disco con un solo de guitarra digno de uno de los héroes de las seis cuerdas de nuestro país. “Me quise dar un par de licencias. Como un gesto de ‘mirá lo que puedo hacer’”, cuenta Dano. “Una fue meter a Duki y a Mir Nicolás en el mismo tema, agarrar al pibe más pegado y al pibe más pegado en el underground y ponerlos juntos. Hacer que Juicy BAE se suba a un tema de R&B completamente puro con armonías y arreglos de voces. Tener a mi viejo tocando el bajo en ‘Santo Grial‘ y a mi padrastro tocando el saxo en ‘Olu Dara’ también. Y lo de Dante fue una cosa que también me sedujo mucho. Dante cantando es un capo, ha rapeado, ha arreglado cuerdas, ha hecho todo. Pero nunca se habla de él como guitarrista y para mí es un héroe de la guitarra”. 

Una vez más, la conexión argentina: “No hice nada allá, pero ahora tengo esa chance”, dice. Y tiene un designio. Dano sabe que siempre pasan cosas. Sabe, además, que a medida que uno avanza en el camino se van presentando nuevas y mayores dificultades. Pero sabe, y está convencido de ello, que para superar esos desafíos es casi inviable hacerlo sin un plan y prácticamente imposible hacerlo en solitario. Sus colegas argentinos han impulsado su nombre en la tierra que lo mantiene como un forastero, pero sus méritos propios le validan los pergaminos. Para su desembarco, Dano tiene un plan y lo está llevando a cabo. Y nadie, ni siquiera Dios, parece estar riendo.