[Cuestionario RS] Mónica Ojeda: “Le tenemos mucho miedo a lo que genera movimientos descontrolados”

La escritora ecuatoriana Mónica Ojeda explica las referencias musicales de su nueva novela, Chamanes eléctricos en la fiesta del sol, y arma el line-up de su festival ideal

Por  HUMPHREY INZILLO

mayo 16, 2024

Mónica Ojeda, una de las plumas sub 40 más destacadas de Iberoamérica.

Lisbeth Salas (gentileza)

La música tiene un papel preponderante en Chamanes eléctricos en la fiesta del sol, la flamante novela de la ecuatoriana Mónica Ojeda. Hay referencias, por ejemplo, a la latintrónica, especialmente a Dengue Dengue Dengue!, de Perú, y a su compatriota Nicola Cruz, uno de los grandes referentes actuales de la música ecuatoriana. “De esa escena, me gusta que es un territorio musical que se permite la experimentación constante. Toma las nuevas tecnologías y saca de ellas sonidos que, en su repetición, nos recuerdan a la música chamánica. Es decir, una música que busca el trance y el éxtasis a partir de ritmos reiterados”, explica la escritora. “Me interesa también que, al mezclar tantas tradiciones sonoras distintas, hackean los sonidos y ritmos del norte global con los del sur. Esa horizontalidad de los sonidos me parece poética, pero no es una horizontalidad sin conflicto. A veces esos sonidos se pelean o están en disputa en una misma composición. Otra cosa que considero poderosa de la latintrónica es que permite que personas que no tienen necesariamente una formación musical reglada se pongan a crear desde un lugar mucho más lúdico, más accesible”.

Ojeda nació en Guayaquil en 1988. fue incluida en la lista Bogotá 39-2017 como una de los 39 mejores escritores latinoamericanos de ficción menores de 40 años. Nefando, su segunda novela, fue publicada en 2016 ​ e incluida como una de las diez obras representativas del llamado ‘nuevo boom de literatura latinoamericana’ por el diario español El País. De Chamanes eléctricos en la puerta del sol, dijo Mariana Enriquez: «En esta novela Mónica Ojeda invita a un festival andino retrofuturista en la montaña. Psicodelia, volcanes, desintegración. Y luego el lenguaje que arde y nada es lo que parece. Seguirla en este viaje es, sin duda, una experiencia intensa».

En una fragmento de la novela, Ojeda menciona varios géneros que son híbridos: “electropasillos, rumbablues, mambojazz, bachatapop y capishcafunk”. La escritora explica que, aunque no ha ejercido jamás el periodismo musical, suele leer mucho sobre música. “Y especialmente lo hice para la escritura de Chamanes eléctricos en la fiesta del sol”, asegura. “Mis libros de cabecera fueron El odio a la música y Butes, de Pascal Quignard; El mundo en el oído y Filosofía y consuelo de la música, de Ramón Andrés; La música. Una historia subversiva, de Ted Gioia y Resonancia siniestra, de David Toop. Me gusta que la música hace que mi cuerpo piense en otras cordenadas: hace posible que a través del goce del movimiento salga tanto la alegría como el dolor de estar viva. Quizás por eso en la novela me centré más en la experiencia musical ligada a la noche, a lo oculto y a lo sobrenatural”.

En varios fragmentos del texto Ojeda menciona una idea que une la vanguardia y lo ancestral (la tecnocumbia espacial con sonidos de la NASA, por ejemplo). “Todo de lo que escribo me interesa”, argumenta. “Me parece hermoso que cuando se descubrió el sonido del Big Bang flotando en el espacio, desafiando el tiempo, la gente lo describiera como un grito de nacimiento. ¿En qué momento el grito se transformó en canto? En todo sonido hay algo antiguo, en toda experiencia musical una búsqueda por el origen”.

También hace referencia a Tim y Jeff Buckley, que parece ser una excusa para contar la historia por detrás de la canción “Song to the Siren”. “Me pareció que era una historia que le iba a hablar de cerca a Noa [una de las protagonistas de la historia], que fue abandonada por su padre a los ocho años. Tim también abandonó a Jeff, y Jeff se convirtió en un músico como él. Quizás esa fue su manera de estar cerca de su padre: pese a que lo rechazaba, en el fondo parecía buscarlo siempre. Noa va a buscar a su padre al bosque alto porque quiere ir hacia el lugar de origen e interpelarlo, buscar una profecía que le dé pistas hacia dónde ir. Jeff encuentra la profecía paterna en el fondo del río en donde se ahogó: como él, se hizo músico y murió joven. Jeff siguió los pasos de su padre hasta la muerte, el canto de su padre hasta la muerte. ‘Song to the Siren’ va justamente de eso, de cómo a veces seguimos lo que deseamos hasta el final aunque eso implique nuestra destrucción”.

En la última década, con Nicola Cruz como máximo exponente, la música ecuatoriana experimentó un desarrollo y una proyección fronteras afuera, con artistas como el bajista Alex Alvear y el grupo Wañukta Tonic, la cantante Huaira Ukai, el grupo Swing Original Monks y el pianista Daniel Mancero, entre otros. “Hay muchos grupos ahora que están haciendo cosas interesantes. A ese listado, yo agregaría a Taita Machine, Quixosis, Urkumanda, Huaya-Nay, entre otros. Yo vivo en España desde hace seis años, así que hay seguramente muchos grupos más que no conozco aún”, se excusa.

En otro fragmento del texto, otro de los personajes, Pamela, le dice a Noa: “(…) el diablo es todo lo que no es Dios, es todo lo que agita el cuerpo: el blues, el canto llanero, el rock, el jazz, el yaraví, la bomba, la cumbia, el reguetón, la salsa, lo descontrolado, lo negro y lo indio, lo cholo, lo que despierta la melodía subterránea, o sea, lo sedicioso de adentro, lo que se subleva”.  Dice la escritora: “Tradicionalmente se ha endiablado cualquier ritmo o género musical que invoque lo sexual o el desorden. Esto es porque se emparenta con una experiencia dionisiaca, y la música también ha sido utilizada (igual que muchas otras artes) como instrumento de poder. Pensemos en la música bélica. Wagner, Beethoven, entre otros, fueron reivindicados por muchos Estados como música oficial, patriótica, viril. Históricamente la música que no ha respondido a los ideales de comportamiento social, de etiqueta y de protocolo y de moralidad, ha sido satanizada. Le tenemos mucho miedo a lo que genera movimientos descontrolados. Es una cuestión política”.

Mariana Enriquez y Samantha Schweblin son dos de las escritoras argentinas que elogiaron enfáticamente la obra de Ojeda. “Me parecen escritoras potentes, muy distintas entre sí y, sin embargo, unidas por lo inquietante de sus textos”, explica la ecuatoriana. “Ellas abren una grieta en la realidad por donde entra lo desconocido y lo revoltoso. Las leo con admiración”.


En medio de su agitada agenda, Mónica Ojeda se toma un tiempo para responder el Cuestionario RS.

1. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a una disquería? ¿Qué disco te llevaste? ¿En qué formato?

Hace tres meses fui a una tienda de vinilos y me llevé It’ll End in Tears de This Mortal Coil.

2. ¿Te acordás de los sueños habitualmente? ¿Tenés algún sueño recurrente?

Casi nunca me acuerdo de sueños completos, solo de fragmentos. Sueño bastante con agua, eso sí: a veces caudalosa y opaca, a veces quieta y transparente.

3. ¿Sos buena cocinera? ¿Cuál es tu especialidad?

Risotto de langostinos.

4. ¿Tenés mascotas? 

Tuve gatos y un perro. Ahora mismo no tengo mascotas, pero me gustaría volver a tener en el futuro.

5. ¿Cómo armarías el line-up de tu festival ideal?

The Prodigy, Massive Attack, Pj Harvey, Nick Cave and The Bad Seeds y Benjamin Clementine.

6. ¿Cuál es el instrumento más raro que tenés en tu casa?

Una ocarina.

7. ¿Cuál era tu dibujito animado favorito cuando eras chico? ¿Y ahora?

Charlie Brown.

8. ¿Tuviste alguna experiencia sobrenatural?

No, pero ojalá pronto.

9. ¿Cuál es el último libro que leíste?

La virgen cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara.

10. ¿A qué celebridad te gustaría tener entre tu público?

Me encantaría que me leyera Warren Ellis.

11. ¿Cuál es el objeto más viejo que atesorás?

Una primera edición de La noche, de Jaime Sáenz.

12. ¿Qué actor podría protagonizar la serie sobre tu vida?

Yo no le recomendaría a nadie que hiciera una serie sobre mi vida. Pobre.

13. ¿Cuál es tu deporte favorito?

Dormir.

14. ¿Cuándo fue la última vez que pediste un autógrafo?

Hace dos días, a una amiga.

15. ¿Cuál fue tu primer recital?

Un concierto de Radiohead en Buenos Aires.

16. ¿En qué creés?

En la poesía.

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