Cómo es el show de Fuerza Bruta, que inaugura sala propia en Buenos Aires

La compañía renueva su repertorio performático en ‘Aven, un lugar sin piso’

Por  MARTÍN SANZANO

marzo 23, 2023

Colgado de una red, Matías Quiroga desafía la corriente dentro de un torbellinos de papeles.

Catalina Serrano Massa - Gent. Fuerza Bruta

“Este es el show más feliz del mundo”, grita Francisco Camino para darle un cierre épico a una nueva función de Aven, un lugar sin piso, el flamante espectáculo de Fuerza Bruta. La frase es una declaración de principios y también el eje conceptual de la puesta. “Es un deseo, es la búsqueda de la felicidad. Empezamos a trabajar directamente con ese concepto como compañía”, le explica Diqui James, el cerebro detrás de todo esto, a Rolling Stone. El show más feliz del mundo es un viaje que comienza desde el mismo momento en que se ingresa a la Sala Sinpiso, ubicada en las inmediaciones del Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA). Diseñada, construida e inaugurada especialmente para este espectáculo. En otras palabras, el lugar propicio para vivir la experiencia Fuerza Bruta en su esplendor.

Para ir en busca de esa felicidad tomaron como punto de partida la naturaleza artificial. “La sensación de la belleza sigue estando en la naturaleza, de ahí el concepto de naturaleza artificial”, explica Diqui, miembro de la histórica Organización Negra y fundador de De la Guarda, los antecedentes que derivaron en lo que hoy se conoce como Fuerza Bruta. 

“Nosotros armamos nuestra escenografía con máquinas que son generadoras de acción, a partir de las cuales nos ponemos a jugar con la idea de la naturaleza artificial”, desarrolla. Por eso, elementos clave como el agua o el viento toman un protagonismo particular en las escenas de Aven. También hay mariposas y corredores de mundos, un tubo gigante para hacer tornados, máquinas de bailar, un DJ prendido fuego y hasta una ballena gigante que arenga al pogo, mosh y slam. 

Una compañía como Fuerza Bruta, que ya recorrió decenas de países en diferentes continentes, que estuvo a cargo de celebraciones históricas como la del Desfile del Bicentenario en 2010 o la apertura de los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018, tenía que salir a escena con algo diferente. Y, según James, esta premisa representó un verdadero desafío. Sus espectáculos suelen transitar por diferentes emociones hasta llegar al clímax, pero esta vez la cosa es diferente. “Acá vamos directamente a la euforia. Me dieron ganas de hacer algo feliz, algo que la gente disfrute y en donde no haya momentos de dudas, que sea un viaje feliz”, insiste. 

Que el elenco actual esté nutrido de jóvenes talentosos ayudó bastante. “La compañía es muy joven, son bailarines de la puta madre con una calidad técnica tremenda y a la vez una frescura, una alegría… Siempre remarco eso: ¡tenemos que lograr que la gente quiera estar haciendo lo que hacemos nosotros! Todo el tiempo trabajamos la idea de salir de la destreza y acercarnos más a la poesía, a generar esa sensación en el público”, dice el líder de la compañía. Y fundamenta: “En la teoría del teatro o el cine, la identificación con el personaje es clave. Nosotros buscamos exactamente eso, que el público quiera formar parte. Que sienta ‘yo quiero estar ahí, yo quiero hacer eso’”. 

Para disfrutar del show sin interrupciones, solo hay que dejarse guiar por las personas con linterna que se ocupan de armar grupos y trasladar al público a medida que se va desarrollando el espectáculo. Hay momentos en los que la sala se divide en dos con una gran tela negra y los que quedan de un lado no saben lo que está ocurriendo del otro, y viceversa. Hay otros en los que inevitablemente hay que bailar, agacharse, saltar o terminar empapado. De eso se trata la búsqueda de la felicidad en Aven, una palabra que, aseguran, no tiene ningún significado concreto. Aunque dicen que es una mezcla de aventura y paraíso, dos disparadores perfectamente identificables en la propuesta escénica del espectáculo.

Pero hay un elemento no menor en la experiencia de Aven y es que el asunto no termina cuando finaliza el show. La Sala Sinpiso también cuenta con un bar que sirve no solo para tomar algo en la previa, sino para amenizar el después. “Siempre me molestó que te saquen cuando termina un show. Después de lo que es vivir un espectáculo como el de Fuerza Bruta necesitás un espacio para relajar o bailar un  poco, tomar algo. Fue fundamental el arreglo con GEBA para esto”, dice Diqui. De esta manera, el público tiene la posibilidad de quedarse media hora más para escuchar un poco de música, compartir un trago entre amigos o simplemente aterrizar del viaje. 

Como si fuera poco, hay días especiales. Los viernes hacen una función de casi trasnoche y suman un after party con DJ que transforma el lugar en una rave. Y los domingos hay descuento para niños. “Se llena de chicos, de gente grande, de todas las edades y nacionalidades. Gente que tiene ganas de divertirse –asegura Diqui–. Se da un ambiente muy amistoso y heterogéneo. Es como el carnaval, un espectáculo para todos”.