Cockney Rejects: fútbol, piñas y rock and roll. Pero no les hablen de Scaloni…

Antes de tocar en Buenos Aires, Jeff Turner, voz de la banda insignia del "street punk" inglés, repasa su historia como músico, boxeador y hooligan. Y de su amargo recuerdo del técnico de la selección argentina.

Por  Daniel Flores

abril 24, 2023

Jeff Turner, de Cockney Rejects

Gentileza Leo Galceran

Jeff Turner vivió una vida de película. Criado en la zona portuaria del East End londinense, de chico compitió como boxeador, pero a los 14 años, en 1978, dejó el deporte para formar una banda punk con su hermano Mick, los Cockney Rejects. Él al micrófono, Mick en la guitarra, ambos hooligans del West Ham United, “inventaron” su propio tipo de punk-rock: temas cortos, guitarreros y con estribillos de cancha, cargado de obvios ecos de las tribunas que los hermanos frecuentaban semanalmente. A los 15 años, Turner firmaba su primer contrato discográfico con EMI.

Grabaron canciones de la hinchada y tocaron con camisetas del West Ham, lo que les garantizó el amor de la parcialidad del club, pero también la sed de venganza de los hinchas de otros colores (con particular animosidad en ciudades como Liverpool y Birmingham). Eran tiempos de crisis de violencia en el fútbol inglés y los Cockney -que habían logrado rechazar el público filo nazi que a principios de los 80 merodeaba por muchos shows punks-, terminaron cayendo víctimas de los hooligans que de algún modo habían convocado. No sin antes ver frustrados algunos conciertos debido a batallas campales de dimensiones épicas y cada vez más peligrosas.

Dejaron de tocar, regresaron convertidos en una especie de AC/DC muy poco atractivo para los new-wavers y volvieron a caer en desgracia. Sólo a unos 15 años de su formación, en los 90, notaron sorprendidos desde su humilde East End que, alrededor del mundo, poco a poco habían proliferado discretamente fans e imitadores de su inconfundible estilo “street-punk”, también conocido como “oi music”, a raíz de un malentendido que el propio Jeff le contará a Rolling Stone en esta entrevista. Así que se reactivaron, retomaron y ampliaron su circuito de giras internacionales, como la que los trae este domingo 30 de abril por tercera vez a Buenos Aires. Ciudad y conurbano en donde bandas como 2 Minutos –o al menos temas como “Piñas van, piñas vienen”– no existirían sin el precedente de Cockney Rejects y tracks como “Flares and Slippers”, “Police Car” o el autobiográfico “War on the Terraces” (“Guerra en las tribunas”). Tan de película fue todo lo que le pasó a Jeff Turner y su banda que, efectivamente, mereció el documental East End Babylon (Richard England, 2012).

“Empezamos en 1978 y fue todo muy rápido. Apenas habíamos tocado cuatro veces y firmamos contrato con EMI, una de las compañías discográficas más grandes del mundo. Tuve que ir con mi papá porque era menor de edad, tenía solo 15 años –recuerda Jeff desde la ciudad catedralicia de Canterbury, Kent, donde vive ya hace unos cuantos años, a 100 km de Londres-. Empezamos a tocar mucho más, nos hicieron un montón de publicidad, salimos de gira. Era un chico y tuve que madurar a los golpes y rápido. Cuando me acuerdo de esos días, pienso que fue demasiado, muy pronto. Arrancás por diversión, pero cuanto mejor te va, pronto la música se convierte en una “carrera”. Malos managers, malos contratos… Y la diversión se pierde”.

Hay algo que distingue a Cockney Rejects de muchas otras bandas punks: ustedes siempre reivindicaron el rock clásico. Algo que no muchos punks hicieron, más bien lo contrario…

Soy un gran fan de Hendrix y también de los Faces. ¡Para mí, el primer punk rocker fue Jim Morrison! Sin duda. El punk fue genial, pero no duró mucho, tres o cuatro años.

Si no fuera por Mick Jagger y los Rolling Stones nada de esto hubiera sido posible. Led Zeppelin es hasta el día de hoy mi banda favorita y tengo todos sus discos. Sabés que en Inglaterra teníamos este programa de televisión, Top of the Pops, y ahí veía con mi hermano a todas estas bandas y eso fue lo que me hizo querer tocar, ese momento de escapismo de la realidad de una familia de clase trabajadora, mirando en la tele. Después aparecieron los Sex Pistols y entendimos que no tenías que ser el dios de la guitarra para formar una banda. Buenísimo. Pero hasta hoy escucho cualquier tema de los tres primeros discos de Queen y me llevan a aquellos años. Angus Young, Steven Tyler, de ellos aprendí que en el escenario estás para dar el mejor show; de eso se trata. Nunca lo escondimos: siempre bancamos a los rockers. Aunque bandas que también nos gustaban, como The Clash, los odiaran.

Cuando la gente o la prensa los empezó a etiquetar con el sello de “música oi”, ¿se sintieron cómodos?

Nunca quise que me pusieran ninguna etiqueta de nada. Te voy a contar algo, esta es una historia real. Fuimos a tocar a Leeds y en una publicación musical salió una reseña en la que nos destrozaban. En un momento, el periodista decía que el cantante, es decir yo, solo sabía decir tres palabras entre tema y tema: “oi, oi, oi”. Nos pareció gracioso así que compusimos una canción titulada así, “Oi, oi, oi”. Increíblemente, unos meses después había una especie de movimiento llamado “oi music”. Una locura. Nosotros dijimos “fuck”, no queremos que nos etiqueten de ninguna manera, somos una banda de rock and roll. Pero supongo que ya era tarde.

Cockney Rejects, en vivo en Rosario, en una visita anterior a la Argentina. Foto: Gentileza Leo Galcerán

Después, la música oi fue de algún modo tomada por militantes de derecha…

Mirá, la mayoría de los músicos en esas bandas te puedo decir que no tenían un solo hueso de conciencia política. Mucho menos de derecha. Cuando nosotros empezamos a tocar, bandas como Sham 69, Angelic Upstarts, y las de ska, como Madness, tenían el problema de que los seguía público de ultraderecha. Aparecimos nosotros y los mismos tipos dijeron: “Vamos a probar con estos”. Pero vinieron y nosotros los recontracagamos a trompadas. Con nosotros no pudieron joder, sabés, éramos una banda de boxeadores y peleadores callejeros, les partimos la cabeza y no volvieron nunca más. No tengo tiempo para la política, ni extrema derecha ni extrema izquierda, no los quiero cerca de mí, jamás.

¿Cómo se les ocurrió tocar “I’m Forever Making Bubbles” (nota: canción popular norteamericana apropiada por la hinchada del West Ham United)?

Es una canción que se cantaba en la cancha, que viene de un jugador al que le decían Bubbles y se parecía al nene de una vieja publicidad de jabón. Nosotros estábamos muy metidos en la hinchada del West Ham United. Nos propusieron tocarla y nos gustó la idea. Enseguida fuimos al programa que te decía, Top of the Pops, y la tocamos ahí. A partir de ahí, quedamos por siempre identificados con el West Ham. Lo cual tuvo sus consecuencias: desde entonces, a cualquier ciudad que íbamos, nos esperaban hinchas de otros equipos para pelearse con nosotros. Y nosotros no éramos de retroceder. Nunca nos importó un carajo, la verdad. Pero fue difícil porque se generó mucha violencia, infelizmente. Nos prohibieron en muchos lugares porque un show de Cockney Rejects se volvió una situación peligrosa. Por suerte eso quedó en el pasado, ahora la gente viene y la pasa bien.

El flyer de la gira dice que es la última. ¿Es así?

Hemos viajado tanto, girando sin parar, que vamos a seguir tocando, pero ya no haremos tours largos. No es el final. Es el fin de las giras de quince shows por Australia, ese tipo de cosas. Uno va creciendo y no queremos vernos como un montón de viejos que ya no se pueden ni mover en el escenario. Eso me mataría. Y sin duda llega el momento en que no ya podés hacerlo. Estoy por cumplir 60, no quiero parecer que me desenterraron de mi tumba para llevarme a tocar. Tocaremos algunos shows, iremos a algunos festivales y veremos qué pasa…

Practicaste boxeo de joven, ¿seguís entrenando?

Boxeo, juego al tenis, al cricket, sí, me mantengo en forma. Es mi trabajo. Ya sea que toque para 50, 200 o 5.000, mi trabajo es entretener a la gente. Por ejemplo, sé que en Argentina tienen estos terribles problemas económicos, que la gente no tiene plata. Si hicieron el gran esfuerzo de pagar para mi concierto, se merecen que dé el 150 por ciento de mí, nada menos. Es lo mínimo que puedo hacer, por una cuestión de respeto. Cockney Rejects se hizo un nombre por un tipo de show, muy intenso, y obviamente llega una edad en la que tus posibilidades de hacerlo decaen. Pero yo no pienso estafar a la gente.

Si te hubieran dicho, cuando recién empezabas y tenías 14 años, que tocarías en Sudamérica, ¿qué habrías respondido?

¡Que estabas drogado! Jaja. Mi mujer es brasileña y viajamos a su país todos los años, para visitar a la familia. Con la banda hemos tocado en América Central, en Colombia, en Argentina, por supuesto. Cuando era chico, Sudamérica era como una tierra desconocida. Nadie en el East End había viajado jamás por Sudamérica. Por mucho tiempo, no tuve ni idea de que en Brasil o Argentina hubiera una escena de rock. Después, llegué a tocar hasta en ciudades como Rosario y a pasar momentos increíbles, como estar compartiendo un asado en un jardín y que salgan las cervezas y las guitarras acústicas y estar con amigos pasándola bien, cantando nuestras canciones… En momentos así, te sentís muy afortunado, ¿sabés? Ahí te das cuenta de que tocó una vida magnífica…

De Top of the Pops a un asado en Rosario…

¡El asado en Rosario estuvo mucho mejor que Top of the Pops, te lo aseguro, jaja! En serio, es un gran viaje. Pero aún queda camino por recorrer…

Ahora entiendo un poco mejor por qué grabaron una versión de “Learning to Fly”, de Tom Petty, un tema que habrá sorprendido a muchos punks…

Claro, como dice la letra, todo lo que sube tiene que bajar. Puede salir bien o mal, pero vale la pena intentarlo, ponerte a prueba. Se trata de aceptar el desafío y no quedarte en tu zona de confort.

Tuvieron varios argentinos en el West Ham, Tévez, Mascherano y incluso un técnico campeón del mundo, ¡Scaloni!

Mascherano es un jugador fantástico, pero que no llegó a su nivel en el West Ham. Tévez es genial y siempre será un héroe para nosotros, aunque haya jugado solo una temporada. Pero es gracioso que menciones a… ¿cómo se llama? Lionel Scaloni, ¿no? Tu técnico nos costó la FA Cup en 2006. Íbamos ganando 3 a 2 con el Liverpool. En los últimos minutos, Scaloni recibe la pelota y, en vez de patearla lo más lejos posible, la toca despacio y se la deja a uno del Liverpool, que se la pasa a Steven Gerrard; patea desde afuera del área y mete el empate. Vamos a penales y perdemos. ¡Así que mejor no hablemos de Scaloni!

CONTENIDO RELACIONADO