Blair y su pop para llorar en el fin de fiesta: “Si no hubiese tenido tanto éxito con el primer tema, no me lo hubiese tomado en serio”

Con apenas 22 años, Julieta Aylén Ordorica agota conciertos y figura en la grilla de los principales festivales de 2024

Por  JUANA GIAIMO

diciembre 27, 2023

Ligia Majul

Para los que siguen escena indie, el nombre de Blair se volvió difícil de ignorar en los últimos meses. En noviembre, se subió al escenario del Estadio River Plate junto a Louta, el artista local que abrió los tres shows de Taylor Swift en Buenos Aires. “Se me cumplió el sueño de mi vida, no necesito nada más”, tuiteó luego. Además, formará parte de los próximos Lollapalooza y Cosquín Rock.

Su disco debut, Llorando en la fiesta, salió en noviembre de 2022. El boca en boca, las redes sociales y el algoritmo ayudaron a que agotara Niceto en agosto de este año con un público que nunca dejó de poguear sus canciones de corazón roto. “Fue relindo porque ahora se está cumpliendo todo lo que yo esperaba que pasara con el disco”, le dice Blair a Rolling Stone. 2023 lo cerró con otros dos Nicetos, el 12 y el 13 de diciembre.

Blair es el nombre artístico de Julieta Aylén Ordorica, una chica de 22 años oriunda de Punta Alta que aprendió a tocar la guitarra gracias a su hermana mayor y que un día simplemente decidió filmar un videoclip con sus amigos. Lo hizo para divertirse, pero por esa magia de la plataforma obtuvo 30 mil reproducciones en un día. “En esa época del trap, la gente miraba un montón de videos en YouTube. Ahora por ahí ven el video una vez o dos y lo van a escuchar a Spotify. En ese momento eran reimportantes los números de YouTube, más que los de Spotify”, dice. “Yo creo que, si no hubiese tenido tanto éxito con el primer tema, como que no me lo hubiese tomado en serio”.

Se trata de la canción “Al final del día”, que tiene un beat de trap y la voz con Auto-tune, y cuyo primer verso llama la atención: “Arte en cada esquina de mi habitación y lágrimas en cada parte de mi colchón”. Después de sacar varias canciones de trap, en la pandemia se reencontró con la música de su adolescencia: The Cure, Fleetwood Mac, The Smiths, y muchas canciones estilo Aspen que ella define como “canciones de auto de papá”. “Esas canciones que, sobre todo las de los 80, tienen un montón de capas”, cuenta. “De repente, pasar de lo que yo hacía, que era más minimalista, a volver a reconectarme con eso fue reloco, pasar de escuchar 24/7 trap, trap, trap… claro, era como que me habían lavado el cerebro y de repente me volvieron a reconectar”.

En 2021 conoció a Dante Saulino [guitarrista de Mike Amigorena y musicalizador de Canal 9] y arreglaron para grabar algunas canciones. “Hicimos una fecha con Dante y yo estaba retriste porque se habían vendido 40 entradas nomás. Como habíamos ido a pérdida y recién estábamos conociéndonos, le dije: ‘Al final no voy a poder grabar el EP porque no me alcanza la plata, grabemos, de última, un tema’”. Sin embargo, en Navidad, Dante la llamó para decirle que le quería regalar el EP. Julieta estudia diseño gráfico, así que sólo tenía diez días libres. Pero, para sorpresa de los dos, terminaron grabando un disco entero en el que se pueden escuchar todas las influencias que menciona.

Las canciones tienen un ritmo llevadero y melodías poperas con un dejo melancólico gracias a esa producción ochentosa en donde las capas se funden como la niebla. Las letras de desamor son abiertas y cándidas. “[La gente] me decía que yo agarraba y, de forma simple y universal, representaba cosas que les pasaban a todos. Siento que en el disco quedaron letras bastante simples, no hay casi ninguna metáfora que sea complicada de entender, tipo Spinetta”, dice. Es cierto, pero escribir de forma tan clara tampoco es fácil. Frases como “Quiero ser lo que pasa por tu mente cuando no te concentrás” (de “Opuesto complementario”) o “Yo trato de entender que ya no sos mi amor, pero mi mamá pregunta por vos” (de “Rothmans”) tienen el encanto irresistible de la transparencia.

Justamente son las letras una de las cosas que la alejaron del trap. “Sentí que me limitaba un montón. No digo que no se pueden hacer buenas letras haciendo trap sino que a mí me pasaba eso. Entonces, bueno, me harté [risas] y quise cortar todo de raíz”, dice. Incluso cuenta que estuvo averiguando cómo eliminar esas canciones viejas de Spotify —al cierre de esta edición, todavía no lo hizo—. “Hay un montón de gente a la que le gusta, obvio, pero yo no me siento para nada identificada y entonces lo quiero borrar de la faz de la Tierra”.

El título Llorando en la fiesta surgió al final de la grabación del disco, después de que viviera esa situación. “Si lo querés analizar, es básicamente el no encajar en un lugar. Todos están llorando —dice y enseguida se corrige—. Digo, todos están pasándola bien y vos estás llorando”. Ese fallido puede explicar por qué encontró una base de seguidores que se identifican tan fuertemente con ella. Las redes sociales están llenas de chicos y chicas que hablan sobre la soledad, que hacen memes sobre tener ansiedad y que expresan el deseo de encontrar el amor como en las películas. Todos estamos llorando en la fiesta. Sin embargo, en la gran mayoría de las canciones de trap más populares abunda la ostentación del dinero y las relaciones sexuales. Sin caer en el conservadurismo, e incluso sin dejar de escuchar trap (ya que los gustos musicales hoy no tienen tantos límites), la música de Blair y sus seguidores son una manifestación de que las personas siempre buscan canciones que les hablen a ellas y que las acompañen en su día a día. 

“Siento que se acercan por la verdadera esencia, no es que escucharon una canción en una playlist, les gustó, entonces se la guardaron y después no entienden todo el resto. Es gente que se acerca porque de verdad le gusta y lo entiende”, dice Julieta.

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