Este sábado, en Groove, desde las 19, Árbol realiza un festejo anticipado por los 20 años de Guau!, su disco más exitoso. El álbum se grabó entre marzo y julio en los estudios Del Cielito y Panda, en una producción del entonces quinteto y Gustavo Santaolalla, con Aníbal Kerpel como productor asociado.
Pablo Romero (voz y guitarra), Sebastián Bianchini (bajo y voz), Hernán Bruckner (guitarra) y Martín Millán (batería) es la formación actual de Árbol, luego de un largo impasse que duró entre 2010 y 2017. Eduardo Schmidt (voz, violín y acordeón) se había ido del grupo en 2006 para iniciar su carrera solista.
El tercer álbum del grupo del oeste fue definitorio. Árbol supo condensar en Guau!, el muy buen trabajo que venían realizando en sus álbumes previos (Árbol, 1999; Chapusongs, 2001), que incluían una multiplicidad de influencias: Rage Against the Machine, Molotov, Jane´s Addiction, Red Hot Chili Peppers, Frank Zappa, Les Luthiers, Café Tacvba y Hermeto Pascoal.
Con Guau! lograron alta rotación radiofónica, shows masivos (del Estadio Obras a los grandes festivales) y fanáticos en todo el país y en buena parte de Latinoamérica.
La portada del álbum y el soporte visual del grupo estaba a cargo de Laura Varsky, talentosa y prolífica diseñadora gráfica.
Aquí un repaso por cinco claves del disco:
1. Un comienzo arrollador: “Trenes, camiones y tractores”
“¡Tanta fuerza! ¡Tanta fuerza!”, esa es la clave de la canción que da inicio al álbum (y que solía utilizar el grupo para comenzar sus shows). Detrás de lo que parece ser una oda a la energía y al dinamismo, se esconde una canción de amor. “Aunque estés despeinada, me gustás igual/ Aunque estés en pijamas y sin maquillar/ Aunque estés enojada por lo que pasó/ Aunque ya no te vea me gustás igual”, dice el estribillo de esta colaboración entre Edu Schmidt y Pablo Romero.
2. Una balada colosal: “Pequeños sueños”
Compuesta por la dupla Pablo Romero y Edu Schmidt, “Pequeños sueños” obtuvo el puesto 44 entre las 300 mejores canciones del rock argentino en el siglo XXI según Rolling Stone. Una balada romántica, adherente, fantasiosa y nostálgica que podría haber sido el jingle de la Semana de la Dulzura. “Quise tener una bici que me lleve a todos lados”, dice la letras de la pieza que le abrió al entonces quinteto las puertas del mainstream.
3. El efecto Pugliese: “Suerte”
El bajista Sebastián Bianchini ya le había rendido un homenaje a Osvaldo Pugliese con un pin promocional de Amarillo, el grupo paralelo a Árbol que compartía con Nicolás Martin. Esta canción adrenalínica, escrita en primera persona, narra una sucesión de eventos desafortunados, casi como una versión en formato canción de After Hours, el film de Scorsese de 1985. Pero al final, la invocación frenética al maestro del tango, funciona como un talismán en forma de (segundo) estribillo. Bianchini acaba de lanzar hace unos días Fonotropo, su primer álbum como solista.
4. Una canción para Osvaldo: “Prejuicios”
“Menos mal que no lo conocí, agradezco nunca haberlo visto, ni haberme cruzado con él, ni haber oído hablar de él, ni de su forma de ser”, dice el estribillo de esta canción que, como lo indica su nombre, habla sobre los prejuicios. El estribillo, sin embargo, no es tan potente como las descripciones de Osvaldo, el protagonista de la canción, quien recibe epítetos poco agraciados sobre el sonido del violín que hace las veces de colchón: “Yo no soy quién, para hablar mal de nadie, pero… Osvaldo era un irrespetuoso, un tremendo hijo de puta, un ignorante, mentiroso, un avaro y malcriado, un jodido hinchapelotas…”.
5. Ricoteros a capella: “Jijiji”
Ya por los tiempos de Chapusongs, Árbol solía evocar al pogo más grande del mundo con una descorcentante y festejada versión coral del hit que el Indio Solari y Skay Beilinson habían compuesto para los Redondos. Fiel a ese espíritu lúdico y con una influencia de Johann Sebastian Bach en los arreglos, su relectura de “Jijiji” era una muestra cabal de la singularidad y la originalidad del grupo.