Andrés Ciro Martínez: “La luz de los ojos es lo más importante que uno puede tener”

Antes de desembarcar por primera vez en el Teatro Colón y festejar así los 25 años de Rolling Stone en Argentina, el músico repasa su vida a través de las historias de un puñado de canciones

Por  Sebastián Ramos

noviembre 6, 2023

Ignacio Arnedo

Julio Libonatti grita gol, gol, gol. Mira hacia el cielo y vuelve a gritar, pero el rosarino no escucha su voz. El rugir de la hinchada tapa todo. Son 25.000 personas que celebran con fervor en el estadio del Club Sportivo Barracas. La selección argentina de fútbol le gana 1 a 0 a su gran rival rioplatense, Uruguay, y con el tanto de Libonatti se llevará su primer Campeonato Sudamericano de Selecciones, hoy Copa América, tras tres finales perdidas consecutivamente. Fue el 30 de octubre de 1921 y cuando el referí señaló el final del encuentro, la multitud invadió la cancha, sin alambrado, y, como cuenta Osvaldo Bayer en su libro Fútbol argentino, “carga a sus hombros al héroe de Rosario y grita: ‘¡al Colón, al Colón!’. Y así es llevado el héroe desde el estadio hacia el centro”.

“Al Colón, al Colón”. El grito de guerra con el que por aquella época las masas elevaban a alguien surgido del ámbito popular —tanguero, baladista o futbolista— a un estatus “mayor”. La consagración de un talento excepcional ofrecida por el pueblo. “Al Colón, al Colón”.

Andrés Ciro Martínez en la tapa de la revista Rolling Stone #308 (Foto: Ignacio Arnedo)

Andrés Ciro Martínez está por completar esa parábola del artista popular, que en su caso inició en los pubs de El Palomar a fines de la década del 80 y cerrará el próximo 4 de diciembre con su primera presentación en el Teatro Colón, como acto central de la celebración por los 25 años de Rolling Stone en Argentina. “Es imponente, eh”, dice Ciro, mirando el teatro desde un costado del escenario, mientras una docena de bailarines ensaya para su próximo estreno. “Vine varias veces al Colón a escuchar música clásica, pero nunca lo había visto desde esta perspectiva”, comenta durante una visita previa al teatro nacional para la producción fotográfica de este número.

De joven, cuando recién daba sus primeros pasos arriba de los escenarios, una noche pasó cerca de la cancha de River en el auto de un amigo y se dijo a sí mismo que alguna vez tocaría ahí (profecía que cumpliría por duplicado, convirtiéndose en el primer músico argentino en presentarse en el estadio de Núñez con sus dos proyectos musicales, Los Piojos y Los Persas). Pero esto de llegar al Colón no aparecía ni en sus sueños. Al menos no hasta que en 2021 comenzó a pensar en un proyecto para llevar sus canciones al formato sinfónico. Cosas del destino, en medio de ese proceso, en agosto de aquel año, Rolling Stone lo acompañó hasta Mendoza a grabar esos temas con la orquesta filarmónica de la provincia cuyana, registro que poco después se convertiría en el álbum Sueños (Un viaje en el tiempo). “No estaba seguro de cómo iban a quedar mis canciones orquestadas”, decía por aquellos días. “Pero la verdad es que nos gustó mucho el trabajo que hicieron dos jóvenes arregladores mendocinos, Joaquín Guevara y Juan Emilio Cucchiarelli. Al escuchar temas como ‘Antes y después’, con el riff tocado por los violines y un arreglo de percusión alucinante, me dieron el valor para encarar la grabación de un disco con orquesta”.

“Vine varias veces al Colón a escuchar música clásica, pero nunca lo había visto desde esta perspectiva”, dice Andrés Ciro (Foto: Ignacio Arnedo)

En los últimos veinticinco años, Ciro se afianzó como uno de los compositores más populares del país, llenando estadios y atravesando con sus canciones a un par de generaciones, inclusive saltando los decorados del rock, como dicen por ahí. Sus letras hoy son remeras, banderas y tatuajes y sus melodías ya son parte del aire. Escribió canciones sobre el devenir del hombre suburbano de los años 90, sobre el amor, la locura y la muerte. Ciro escribió sobre la civilización, sobre el Barón Rojo, sobre María y José y sobre un dios díscolo sin más armas en la mano que un diez en la camiseta. Fue cronista de su tiempo y retrató el sentir de la clase media/trabajadora argentina. Sus temas pueden hablar tanto de las peripecias de un mozo desbocado de un bar de Palermo como de una modelo adolescente que sufre de soledad, de los problemas que conllevan el desarrollo capitalista y el progreso económico y de los “doctores crotos”, vapuleados por la indiferencia del sistema.

“Me gusta mucho la poesía de Pappo. Es sencilla y fresca”, le dijo a Rolling Stone en la primera tapa de Los Piojos, allá por 2000. “También la de Viejas Locas. Algunas cosas pueden parecer infantiles, pero el rock and roll es así. No tiene que tener una intelectualización compulsiva… No me interesa tratar de ser un escritor, sino un cantante que cuenta cosas, o que las dice y que no se olvida de la música. Me gusta que la palabra sea sonora, y muchas veces no es la poesía más lograda o mejor escrita: me interesa que sirva en función de la canción. Son cosas que tienen que ver con la búsqueda del sentido común”.

“Las letras de los temas siempre surgieron de vivencias, de cosas que nos pasaban en el día a día“, sostiene Ciro. (Foto: Ignacio Arnedo)

El concierto en el Teatro Colón no sólo será un festejo por el cuarto de siglo de la revista, sino también el reconocimiento para un artista que compuso la banda sonora de buena parte de nuestros lectores. En esta, su quinta portada para Rolling Stone, Ciro repasa su vida a través de 25 canciones/clásicos/himnos que ya son parte de la historia del rock de acá. Un viaje por esos momentos de inspiración, influencias y anécdotas que revelan la cocina, el detrás de escena, de una obra singular.

“Siempre me gustó más la poesía que se entiende, entre comillas. Yo tuve una época, breve, en la que escuché a Spinetta y me parece un tipo fusionado con la música. Es un ser musical, como me parece Rubén Rada, por ejemplo, pero Rada desde la letra me conmueve. Spinetta desde la letra no tanto. De hecho, la mayoría de las veces no lo entiendo. Quizás entre un extremo y otro esté el Indio. Aunque tampoco te diría que las letras del Indio son las que más me gustan, si bien tiene cosas que me parecen geniales. Las letras de Pappo me parecen extraordinarias. O las de Manal, esa referencia crudísima, mezcla de rayo láser con una lanza, que penetra en lo que se ve, en la descripción de lo que se ve. Eso me parece tan difícil de hacer como una poesía difícil de entender. Yo trabajo en ese sentido las letras, en encontrar la imagen, encontrar lo que atraviesa al otro, que es lo que me parece que tiene que buscar el que emite un sonido arriba de una tarima”.

“La primera canción que hice para Los Piojos creo que fue ‘Llevatelo’”, recuerda Ciro. (Foto: Ignacio Arnedo)

Termina la sesión de fotos en el salón dorado del Colón y Ciro se presta entonces sí a recorrer su vida musical. Pero antes, mientras se cambia, queda lugar para una pregunta ineludible y fuera de programa: Después del reencuentro con Piti Fernández en su último show en Vélez, luego de años de estar distanciados, ¿se abre la puerta para un posible regreso de Los Piojos en 2024? “Yo no me apuraría. Pero la verdad es que Piti tuvo actitudes ante ciertas situaciones que me gustaron y por eso lo llamé y hablamos y lo invité para que sea parte del show. Puntualmente hubo un homenaje a Los Piojos en el Centro Cultural Kirchner, del cual nosotros no íbamos a participar por cómo se estaba armando, y lo llamaron a Piti y él también se negó porque entendía, como nosotros, que Los Piojos eran una banda y que ninguno se puede parar y querer adueñarse de eso. Después de tanta agua bajo el puente, este reencuentro fue una manera de vernos y estuvo bueno. Pero yo tengo mi proyecto, tengo mi vida, y yo qué sé… Igual, ¿quién sabe lo que puede ocurrir de acá en más? Sólo tuvimos un encuentro con Piti y lo vi bien, lo vi buena onda, pero insisto, para mí todavía es muy pronto para aventurar nada, para hacer conjeturas… Por ahora, disfrutemos del Colón”.

1. “Llevatelo” – Chac tu chac (1992), Los Piojos

La primera canción que hice para Los Piojos creo que fue “Llevatelo”, porque “Tan solo” y “Cruel” son posteriores y después hay temas a los que yo les hice la melodía y la letra sobre una zapada, como, por ejemplo, “Pega pega”, que nunca grabamos. Pero que me senté a componer un tema y que haya quedado en el primer disco, en Chac tu chac, el primero fue “Llevatelo”. Me acuerdo de que había escuchado “Sign O’ the Times”, de Prince, y me gustaba esa cosa que empezaba como con un bombo de batería y después se iban sumando instrumentos. De ahí tomé la idea de arrancar con un bombo derecho y que de a poco se fueran sumando cosas y me acuerdo de que nosotros la veníamos tocando desde los primeros shows y en un momento los Ratones Paranoicos sacaron “Rock del gato”, que tiene esa cosa totalmente básica del rock, que también tenía “Llevatelo”, que pasan a la cuarta. Unos pibes del barrio venían y me decían: “¡Che, los Ratones les robaron ese tema!”.

Yo entré a Los Piojos en 1989, antes hubo un par de formaciones cambiantes, entonces a algunas canciones que ya estaban les cambié la letra o parte de la letra, como “Siempre bajando”. Había una llamada “Linda nena”, que la grabamos en demos y que tampoco llegó nunca a un disco. En esa época las hacía con una criolla y me las trataba de acordar. No tenía grabador todavía. Después sí, había unos walkman que grababan, pero hasta entonces anotaba las notas con la guitarra, los cantaba seguido en mi casa y después se los mostraba a los chicos y ahí ya éramos cinco para acordarnos.

2. “Tan solo” – Chac tu chac (1992), Los Piojos

Fue la primera que tuvo un impacto en la gente y la que más rápido se aprendieron. Al segundo show que la tocamos, sin que nadie todavía pudiera grabar un concierto, ya la estaban cantando todos. Creo que el gancho estaba en la letra, cómo va desenroscando la historia, lo que habla sin decirse. Me imagino que mucha gente se habrá sentido identificada. Vivíamos en un PH con Micky y en esa época también se había venido a vivir Tavo por unos meses con nosotros. Me acuerdo de habérselo mostrado a ellos dos. Lo escribí de una, a partir de una experiencia, una visita que tuve en ese PH, que quedaba en el límite entre Villa del Parque y Floresta, en la calle Lascano. No había temas lentos de Los Piojos, salvo algún blues. Hacíamos “You Gotta Move” y “El blues del San Martín”, que era sobre el tren San Martín, pero nada más. Este era más canción, me parecía medio blandito, pero a ellos les gustó. Entonces me puse a buscar un estribillo, pero no lo encontraba y de pronto vi que por ahí estaba el disco de The Police, So Lonely… “Tan solo”. Me cerraba bárbaro para la idea de la letra que tenía.

La versión que quedó en el disco tiene la característica de que yo estaba resfriado, había dormido poco y mal, ahí en Del Cielito, y encima, en el momento en que tiene que entrar la armónica, nuestro técnico aprieta mal un botón y me come el principio de la frase, por eso hay como un silencio. Falta la primera parte de la armónica porque Adrián Bilbao, el ingeniero de grabación, pinchó mal. En esos días teníamos los minutos contados para grabar y no se podía hacer otra toma, así que quedó y de última no estaba tan mal. De hecho, ahora en vivo lo sigo tocando así, como quedó grabado en el disco.

3. “Los mocosos” – Chac tu chac (1992), Los Piojos

Las letras de los temas siempre surgieron de vivencias, de cosas que nos pasaban en el día a día, según el momento en que estábamos. O por ahí, a veces escuchando un tema de Lou Reed, como no entendía la letra, me disparaba imágenes. Quizá agarraba alguna palabra y de eso armaba una historia. Cuando escribí “Los mocosos” había escuchado el tema “Dirty Boulevard”, y esa canción me cerró para algo que hacía rato que quería escribir y no encontraba la forma.

Yo me tomaba el tren San Martín, desde El Palomar a la Capital, y bajaba en Retiro. Y ahí cruzaba la Plaza de los Ingleses y veía a los pibes pidiendo. Tenía esas imágenes del Big Ben argentino mezclada con la marginalidad y todas esas cosas que quería describir, y de repente, escuchando a Lou Reed con auriculares, que cantaba eso de “I wanna fly, fly, fly away”, se me aparecieron esos pibes que veía con la bolsita de Poxy-ran. Como que la música me llevó a cerrar toda esa historia y le encontré el marco musical que necesitaba.

4. “Cruel“ – Chac tu chac (1992), Los Piojos

Este es un tema en que la melodía salió primero, pensando en una canción de los Beatles, al menos las primeras cuatro notas: “Un mundo cruel, una noche cruel”. Eso lo tomé de “let me take you down, ‘cause I’m going to”, de “Strawberry Fields Forever”. Estaba buscando, tirando acordes y pensé en esa canción y salió en un instante.

5. “Ay, ay, ay“ – Ay, ay, ay (1994), Los Piojos

El primer disco se puede decir que lo produje yo, pero Ay, ay, ay fue el primero con un productor de afuera de la banda, Alfredo Toth. Él hizo que nuestros temas sonaran más pulidos, y canciones como “Ay, ay, ay”, que duraban como ocho minutos, se redujeron a la mitad. Nos sorprendió que nos hiciera ensayar más, cuando para nosotros ya estaban listas. Siempre me quedó la duda un poquito de cómo habrían quedado si las hubiésemos grabado como realmente eran, porque hubo largas discusiones. Discutía mucho con Alfredo y con Adrián, porque ellos eran muy prolijos y yo apuntaba a que no fuera tan prolijo, no me interesaba. Me gustaba más la cosa en vivo, la mugre en el sonido. Los Piojos suenan bastante prolijos, en buena parte producto de las batallas que ganaron. Y lo que puede haber de desprolijidad lo gané yo.

6. “Pistolas” – Ay, ay, ay (1994), Los Piojos

Grabé todas las armónicas del tema en una toma, medio a las apuradas, con la banda que entraba a grabar después ya metiéndose en el estudio, porque era tipo canchita de fútbol, ¿viste? Nos estábamos yendo y de repente nos acordamos de que faltaban las armónicas. “Pará, pará, pará”. Alfredo laburaba mucho los bajos, las bases, porque él es bajista, y a veces quedaban medio la voz y la armónica para el final. Ellos, como productores, luchaban mucho para que se entendiera lo que yo cantaba, querían que modulara más. Yo les decía que lo dejaran así, era una lucha.

El tema salió jugando con las palabras: “Tanto, tanto, te cuidabas, y ahora estás encofinada”. La hice en La Piojera, en la casa que teníamos en la calle Libertad, medio dejando que las palabras fluyeran solas, pensando en una chica que habían matado en la puerta de un boliche de Ciudad Jardín, a la que le habían pegado un tiro en el pecho. A la vez era un momento de represión contra los jubilados, toda esa violencia del ajuste de Menem. Y así como en “Cruel”, la melodía arranqué tomándola de “I am the Walrus”, de los Beatles: “I Am he as you are he as you are me and we are all together”. Aunque después dispara hacia otro lado. Los pibes estaban tocando una armonía de cuatro acordes y me acordé de ese tema y probé tirar una cosa de una nota fija, que atravesara todos los acordes. No es algo que hiciera muchas veces, pero me gustó cómo quedaba.

7. “Ando ganas” – Ay, ay, ay (1994), Los Piojos

La imagen salió de un boliche al que fuimos una noche con Pocho y unos amigos de él, del otro lado de El Palomar. No éramos de ir a boliches, nunca fui bolichero. Fuimos ahí, a uno que se llamaba Mirage, y había una chica que bailaba muy sensual, que movía las piernas que era una locura. Esa imagen me disparó la letra… Ese fue el comienzo, el disparador, después por ahí hablás de otras cosas. Me acuerdo de que no me gustaba decir “ando con ganas”. Me entorpecía técnicamente, como fluía la melodía era mucho mejor “ando ganas”, era más suave. Y después armé el estribillo ahí en la sala, buscando los acordes. No sé quién fue que tiró primero la armonía de la estrofa, pero me acuerdo de que a mi viejo era el tema que más le gustaba del disco. Eso de “ando ganas” llamó la atención. Una piba una vez me dijo que le sonaba como si fuera un idioma muy antiguo, que le gustaba, pero le causaba una cosa extraña. A veces uno acomoda, viste, eso pasa, acomoda las palabras y en realidad lo que vale es el primer impulso y eso es lo que debería quedar. Porque uno después racionaliza al pedo. Me pasó muchas veces de encontrar letras originales en un cuaderno con versos que me gustan más que los que quedaron grabados.

8. “Te diría” – Ay, ay, ay (1994), Los Piojos

Como cuento en los shows, este tema tiene que ver con una de las muchas inspiraciones que me sugirió conocer a una señorita. “Te diría” cuenta quizás el momento más oscuro de esa relación, en donde era todo muy oscuro, muy dark y donde la muerte estaba dando vueltas y se mezclaba con el amor y la entrega. Siempre me gustó ese acorde en la cuarta aumentada, que también aparece en temas como “Genius” o en “Qué decís”. Hace poco descubrí un tema de Charly García que es buenísimo y que está hecho con la cuarta, así. Uno que dice algo de la bailarina… [Ciro lo busca en su celular y el tema que suena es “Linda bailarina”, incluido en el álbum Rock and roll, yo].

9. “Muy despacito” – Ay ay ay (1994), Los Piojos

Este tema lo escribí durante la etapa final de una enfermedad de mi viejo. Básicamente tenía depresión, con mezcla de alcohol y fármacos de unos cuantos años. En el caso de mi viejo creo que se daba la situación de que era una persona muy capaz, con muchos poderes: fuerza física, inteligencia, bla, bla…, pero todo llevado a una cosa de exigencia patológica, heredada un poco de su generación, porque nosotros en ese sentido ahora hemos aflojado. Eso de ser supermacho y superhombre y todo tenía que ser lo mejor, o era una porquería; o era un genio o era una mierda, un pelotudo. No había nada en el medio. Ver a una persona con toda esa autoexigencia, verla caerse a pedazos, fue durísimo. Y es el día de hoy que me emociono al cantar el tema, no lo puedo creer. A veces, cuando la canto y viene la parte que dice “abajo el sol, abajo el sol, llover”, me viene una cosa y es como si fuera el primer día. Es muy loco. Me mata pensar que una persona se puede dejar caer así. Además, no lo vi morir a mi viejo. La última vez que lo interné, me fui a un viaje que ya tenía programado con la que entonces era mi mujer y en el medio el tipo convenció a alguien para que lo sacara de ahí y salió y se murió. No lo vi morir, pero sí caer y eso es duro para cualquiera.

10. “Verano del 92” – Tercer arco (1996), Los Piojos

Yo no esperaba de ninguna manera el nivel de reproducción que tuvo el tema, pero algunos, como Adrián, el ingeniero, cuando la grabamos me cantaba el coro, “oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh”, y me hacía el gesto como que cargaba una carretilla con la guita de Sadaic que íbamos a cobrar por esa canción. Para mí todo eso era inimaginable. Me acuerdo de que estábamos grabando en el estudio Del Cielito y un día vino Juanse a hablar con Gustavo Gauvry, el dueño, y llegó en una Renault Fuego. Yo decía: “¿Cómo carajos se hace para llegar a eso?”. Porque cuando no tenés un mango no lo podés ni pensar. Yo alquilaba algo con Micky, después alquilamos La Piojera entre cuatro, no había ninguna posibilidad de que pudiéramos comprar un auto.

Estamos hablando de la época de Menem, que si bien había uno a uno en el tipo de cambio, ya había empezado la debacle y la falta de laburo era tremenda, los locales estaban cerrando en todas partes. Un pibe de veintipico de años apenas si podía alquilar algo digno. Y de repente bueno, este disco fue un boom tan grande que me pude comprar un (Volkswagen) Gol usado, que me lo vendió un amigo. Y ahí sentía como un poco de culpa, porque toda la vida había viajado en bondi y en tren y de un día para otro tenía mi auto y me compré un chalecito en Ciudad Jardín y fue un cambio muy grande. Tenía miedo de que la gente pensara que había cambiado. No fue fácil para nosotros toda esa exposición. Por eso también en la tapa del disco siguiente, Azul, el piojo tiene el ojo cortado, como que todo ese éxito no fue gratis. Pasar a una exposición tan grande te cambia el día a día, de repente todo el mundo te habla, te busca, todos te dan consejos, todos me decían “¿por qué no van a lo de Tinelli?”. Nos llamaban para que fuésemos a cerrar el programa de Mateyko. Me acuerdo de que nos ofrecían 60.000 dólares en esa época y dijimos que no. Lo que hice fue tratar de que todo fluyera de la manera más orgánica posible.

11. “Maradó” – Tercer arco (1996), Los Piojos

Yo era muy fana de él y con mi viejo lo veíamos siempre. Para mí era dueño de una magia única que, fuera como fuera el partido, si estaba él, podía pasar cualquier cosa. Empecé a escribir “Maradó” cuando lo detienen en el departamento de Caballito y lo terminé de armar cuando lo dejaron afuera de la Copa del Mundo de 1994 de Estados Unidos. Un poco pensando en toda esa cosa política frente a la magia de la pelota, lo contrasté con toda esa mentira del neoliberalismo, de Menem, de la joda loca, de eso que decía que íbamos a ser el Primer Mundo. Quería hablar de Maradona y la contrafigura de él, como ídolo, genio y representante de algo puro del juego del manejo de una pelota y la revancha de él contra los ingleses, contra el norte italiano y como estandarte de los que no tienen jeta. Yo vivía con mucho pesar todo ese discurso menemista, del éxito y de la farandulización. Me parecía nefasto, porque el pueblo se estaba cagando de hambre. Diego se pudo equivocar en un montón de cosas, de tan espontáneo que era. Pero él no se bancaba la careteada y representó siempre a los más carenciados. Por eso para todos nosotros Maradona siempre será mucho más que el mejor jugador de fútbol.

12. “El balneario de los doctores crotos” – Azul (1998), Los Piojos

Seguimos con la época de Menem, las privatizaciones, la pauperización de los profesores, de los maestros, de los científicos, de los médicos. Mi viejo era investigador, era médico endocrinólogo, y yo siempre me pregunto cuánto tuvo que ver en su declive que no hubiera un Estado que lo respaldara. Él hizo investigaciones y tuvo premios de Estados Unidos con publicaciones en revistas sobre alternativas al tratamiento del cáncer y en esa época nos empezaron a llamar por teléfono a mi casa, a las tres de la mañana. Nos llamaban para amenazarnos, porque hacía tratamientos alternativos que eran perjudiciales para los laboratorios… así de turbio era todo. Y mi viejo siempre me decía cómo se investigan sólo los temas que los laboratorios quieren. Acá no se investiga el Chagas, porque es una enfermedad de pobres, entonces a los laboratorios no les importa. De eso habla también “El balneario de los doctores crotos”, mientras la gente en ese momento vivía pendiente de la farandulización de la política, de las boludeces que montaba Menem con las modelos o con la Ferrari y del uno a uno. El tipo termina siendo dueño de nada: ni de la gallina, ni de la vaca, ni de la tierra, ni de la lata, ni de los aviones, ni de los trenes, ni de las rutas. Es un croto que no es dueño de nada.

13. “Agua” – Azul (1998), Los Piojos

Era una época un poco lisérgica, y una vuelta volvimos de Arpegios, un lugar en el que empezábamos a tocar a las tres y media de la mañana y terminábamos con el sol saliendo, y nos subíamos al flete de Pedrito, que se perdía siempre, así que tardábamos un montón más. Me acuerdo de que cuando llegué a mi casa, ya de día, abrí la canilla del jardín, ahí en La Piojera, y no sé por qué me quedé mirando el agua unos 40 minutos. Ahí pensé sobre el agua y nació un poco este tema y la idea de que “la tierra es tierra de color azul”, como que las cosas son distintas de como nos las enseñan muchas veces o de lo que pensábamos o de lo que nos dicen. Primero se me había ocurrido que tuviera un coro tipo góspel y alguien después tiró lo de hacerlo con un coro de niños. Cada tanto todavía me cruzo con alguna madre que me dice que su hijo cantó en esa canción.

14. “Ruleta” – Verde paisaje del infierno (2000), Los Piojos

“Sobre mi calle estás y yo ya te coroné”, dice la canción, y es una metáfora de la situación de coronar un número cuando jugás a la ruleta y apostás también a los que están a su alrededor. Y tenía que ver un poco con toda esa cosa de la gente en torno a Los Piojos, ¿no? Eso de que éramos una banda de la calle, que ellos ya nos habían puesto en un lugar, que nos habían coronado. Más allá de eso, el tema también habla de una posible situación personal con una chica. Tenía esas dos tramas. De cómo la gente que hoy está con vos mañana puede cambiar y caer en otro casillero y olvidarte. Y lo mismo podía pasar con una chica.

“Y toda mi vida aquí estoy apostando, girando la bola va, dónde vas a parar hoy”. Yo siempre aposté en mi carrera. Al principio, cuando empezábamos en esto de la música y todos éramos jóvenes, vi mucha gente de nuestra misma edad que por ahí no se la jugaba entero por lo que estaba haciendo. Hace un tiempo leí una entrevista que le hicieron a Charly García y lo explicaba bien. Le preguntaban cuál era el secreto de su éxito y él decía: “No tener plan b”. Cuando éramos pendejos, no teníamos un mango, no teníamos difusión, no teníamos técnica, no teníamos conocimiento. Teníamos pasión y, evidentemente, después tuvimos algo de talento y tuvimos suerte. Esas son las tres cosas que se necesitan: talento, dedicación y suerte. No teníamos plan b y he visto mucha gente, a lo largo de mi carrera, que sí lo tenía. Pibes que por ahí los padres tenían plata y entonces les compraban una Fender que nosotros ni podíamos soñar, y hacían música, pero sabían que si fallaba el asunto estaba la empresa del viejo. Esos pibes no iban a llegar. El tipo que tiene otros planes, no se va a romper el culo yendo a un pub y tocar para cincuenta personas que están empastilladas y que te escupen o que se pelean o que se tiran encima, como hicimos nosotros. Este era nuestro único plan y teníamos que morir en esa. Entonces poníamos todo. “Ruleta” habla de eso. Es un festejo al respaldo de la gente, pero sabiendo que ese respaldo siempre puede desaparecer, siempre puede cambiar. Creo que, a través de más de treinta años de carrera, he desarrollado cierta fidelidad y relación con el público, en parte porque nadie puede decir que yo me fui antes de un show, que me cagué en la gente, que hice un recital por la mitad, que no invertí en la estructura, que mis músicos estaban a mitad de ganas.

“Ruleta” es una celebración de esa relación, sabiendo que nada es eterno y que una relación tiene dos partes y puede cambiar. Mario Pergolini tuvo mucho que ver con el éxito de esa canción, porque cuando fuimos a llevarle el disco, nos dijo que este era el tema de difusión, que era muy piojoso. Ni nosotros le poníamos tantas fichas. Terminamos haciendo un video con la productora de él y le fue muy bien.
La melodía, así como contaba antes que hubo un par de temas que nacieron de melodías de los Beatles, se me ocurrió pensando en “Factory Girl”, de los Stones, cantando con las mismas notas. “En Comodoro rasgaste mi piel, un largo viaje al desierto cruel”.

15. “Luz de marfil” – Verde paisaje del infierno (2000), Los Piojos

La otra vez encontré una letra y es reloco porque arranca nada que ver. Habíamos ido a La Alhambra, en Granada, y me había flasheado mucho. Ahí compré unas cajitas para regalar, que venden en cualquiera de esos locales para turistas, que son como de marfil. Empecé a escribir sobre esa cajita, que se la había comprado a una chica, y de repente apareció la idea de la luz del marfil y eso se convirtió en algo más importante. Hablo con ella o de ella cuando dice “las montañas pueden acercarse, cuando el día, se deshace”. Pero después se transformó como en un mensaje de vida, o de la vida de las personas a través del tiempo y sobre qué es lo importante. Porque al final lo más importante es la luz que sostiene una mirada y que además esa luz puede cambiar su intensidad y su brillo. “Vi tus ojos con el fuego enfrente, barcos sin tiempo, por la corriente. Cuida siempre esa luz de marfil, que te acompañe hasta las puertas del fin”. Porque al final, eso es lo único que importa, más allá de todo lo material y todos los éxitos y todo lo que quieras. La luz de los ojos es lo más importante que uno puede tener.

16. “Como Alí“ – Máquina de sangre (2003), Los Piojos

Fue un tema un poco en respuesta a lo que estaba de moda en esa época. Porque en ese momento siempre eran críticas hacia el rock, en el suplemento de Clarín especialmente, y por ahí venía alguien de la música electrónica y le daban una cobertura que por lo menos era el doble o más de la que se le daba a cualquier otro show de rock en Argentina, que probablemente llevaba tres veces más de gente. Yo pensaba: “¿Les pagan o son todos fanáticos de la música electrónica?”. Quizás eran ambas a la vez. Pero la cuestión es que era todo música electrónica y siempre críticas al rock. Entonces un día fui a ver de qué se trataba la movida, fui a uno de esos boliches, a Pachá, donde iba a pasar música el cantante de Jane’s Addiction, Perry Farrell, que después fue el que creó el Lollapalooza. Y me impactó ver cómo estaban puestos los pibes. Todos terminaban como Alí, que tenía párkinson. Un día Micky me muestra un viejo casete con un demo que teníamos y el tema encajaba perfecto con esta idea que tenía dando vueltas.

17. “Pacífico” – Civilización (2007), Los Piojos

Eran momentos oscuros, nebulosos, de borrasca y de tinieblas dentro de Los Piojos. Había cierto cansancio, habían pasado 20 años ya y había situaciones que no iban hacia ningún lugar, no se modificaban. Uno hablaba y después era como volver a empezar, estábamos llegando a un punto sin retorno. Teníamos charlas, por ahí discutíamos 40 minutos, y al día siguiente era otra vez volver a empezar de cero. “Muestra qué inútil fue mi hablar”, dice la letra. Y por otro lado estaba el amor de la gente y toda esa situación de tironeo de una cosa y de la otra. De sentir que, pasara lo que pasara, la gente iba a llevar el piojo tatuado en la piel y eso ya era la prueba de que había valido la pena todo, de que habíamos llegado al corazón de la gente. Había algo como de despedida en la canción, porque yo entendía que ya había dicho todo lo que tenía que decir y veía que no había del otro lado ninguna respuesta, ningún cambio.

18. “Civilización” – Civilización (2007), Los Piojos

Esta la soñé. Al disco le faltaba un concepto, tenía una buena cantidad de temas que me gustaban, pero le faltaba algo que los aglutinara. Y había algo que justamente venía pensando, de la situación de la naturaleza, del mundo, cierta contradicción entre el progreso y la destrucción del hábitat, de hacia dónde nos estaba llevando el progreso económico. Estaba buscando ese concepto, que fuera algo más grande que hablar de Los Piojos o del amor o de cosas puntuales, quería algo que hablase del momento y que englobara las demás canciones también. Por esos días había estado charlando con una mentalista, Nora, que es una persona que te puede atemorizar y que me había hablado de un panorama un poco tétrico del mundo y de la perspectiva hacia el futuro. Una noche me fui a dormir y me desperté con la melodía, pero me sonaba también como la de un tema de Manu Chao, entonces busqué a ver si no era algo copiado de él, les pregunté a mis amigos y a los chicos y al final no.

19. “Antes y después” – Espejos (2010), Ciro y Los Persas

Paradójicamente, “Antes y después”, el primer tema del primer disco de Los Persas, era un vals que estaba de la época de Los Piojos, que al final la grabamos con otro ritmo. Era un tema que yo no terminaba de armar, que me faltaba un estribillo. Tenía algo, pero en ese plan de vals se hacía larguísimo. Quedó afuera de un par de discos de Los Piojos. Cuando nos juntamos con Juan [Gigena Ábalos, guitarrista y director musical de Los Persas] en la nueva etapa, le mostré las cosas que tenía, y probamos de cambiarlo a 4×4. A él se le ocurrió el riff y después le buscamos un estribo, que lo hicimos un día que también estaba Chucky de Ípola, que tocó con nosotros al principio. “Nuestro amor renacerá, con idéntica pasión. Almas sin transmutación, nuevos cuerpos que serán”. Esa es la frase clave del tema. La transmutación de las almas.

20. “Insisto” – Espejos (2010), Ciro y Los Persas

Fue el tema definitivo para la señorita a la que le había hecho tantos temas de Los Piojos: “Y qué más”, “Gris”, “Te diría”, “Qué decís”, “Olvidate (Ya ves)”, y algún que otro verso de “Ay, ay ay”. La letra lo dice: “Y dejó detrás de sí/ Tristes versos que oigo en mí/ Y qué más, tarde gris/ Te diría, qué decís/ Si te olvidaste, si te olvidaste de mí”.

21. “Astros“ – Espejos (2010), Ciro y Los Persas

Es una canción que escribió mi ex, la mamá de las chicas, Carolina de la Presa. Yo le hice algunas partes, el riff, el puente, pero básicamente es un tema mágico de Carolina. La letra dice cosas muy locas. En los shows hago temas que hicimos entre los dos o algunos más de ella, como por ejemplo “La rosa” y también “Luz”, que es un tema que había hecho ella con Manu, mi hija, y que yo le cambié la letra y lo usé para una película, Ley primera, de Diego Rafecas.

22. “Barón Rojo” – 27 (2012), Ciro y Los Persas

Fue un tema que tenía dos opciones de letras: uno hablaba del Barón Rojo y otro de las medias de un asistente que tenía un olor a pata insoportable. Por suerte quedó la del Barón rojo, ja. Habla de un pibe que labura de mozo en un bar de Palermo, juntando las migas, y a la noche se convierte en una especie de Isidoro Cañones o una suerte de depredador que sale de caza, pero donde no tiene nada claro, nada seguro y toma, consume lo que haya disponible, y por eso vuela sin instrumentos, sin ninguna seguridad de adónde va a llegar.

Frente a la inseguridad del vuelo, me vino la contracara con la figura de Enrique Piñeyro. Me preguntaba: “¿Piñeyro también volaría así?”. Una amiga de Lole, mi hija, que lo conoce, escuchó el tema y se lo pasó. A los pocos días nos mandó a decir que le había encantado el tema y que, si queríamos nos hacía el video. Y así fue que hizo, yo creo hasta hoy, el video más caro de la historia del rock argentino. Una cosa tremenda: dos días de filmación en Balcarce, con dos aviones biplanos alquilados, con hotel, con un staff gigante, con cena bien regada. Después filmamos en el Casino de oficiales, un caserón cerca de la Casa Rosada, con todos los uniformes… Fue muy divertido, todo a lo Piñeyro.

23. Mírenla – 27 (2012), Ciro y Los Persas

Yo había conocido a varias chicas modelos que venían a la capital y me impactaba el nivel de soledad que tenían, que muchas veces vivían en pensiones, que por ahí eran propiedad de la agencia para la que trabajaban, pero con camas cuchetas, mientras ellas tenían que ir de acá para vendiendo una cosa de glamour que no existía. Me pareció una realidad bastante triste, esforzada. Esta cosa de la soledad o de vender una imagen y después tener que irte a dormir con otra realidad, en una cucheta, llorando porque extrañás a tu familia. O sea, un jugador de fútbol puede estar extrañando y su objetivo es jugar al fútbol y ser profesional. Pero una pibita que va a un evento está vendiendo que es hermosa y feliz. Entonces esa contradicción me llamaba la atención.

Después, cuando murió Jazmín De Grazia, fue como un disparador para terminar esa idea, pero en realidad no es que la hice para ella, sino que me impulsó a escribir ese tema que ya tenía dando vueltas. Era un reggae y cuando produjimos el disco entre Juanchi Baleirón y yo, ahí él tiró el ritmo que tiene, lo sacó un poco del reggae y creo que quedó un buen tema, que disfruto mucho de tocar en vivo. Acá tuvo un poco el karma de ser un hit y ser como romántico, entonces el público más rockero como que no aceptó el crossover que hizo, de sonar en otras radios y que nos conociera otra gente. Pero lo cierto es que fue un tema que nos abrió muchas veces la puerta, yo creo, de algunos festivales por ahí no tan grandes, no tan conocidos en el ámbito del rock. Y eso lo ves en la repercusión que tuvo el tema en la gente.

24. “Similar” – Naranja persa (2016), Ciro y Los Persas

Se lo escribí a mi ex, a la mamá de Alejandro, que es una persona con mucho ímpetu, bien italiana, explosiva y con potencia. Una de las cosas que me gustaron cuando la vi caminando, cuando la conocí, y yo en ese momento necesitaba alguien con esa pulsión similar a la mía. Enseguida hubo mucho entendimiento y feeling. El tema después habla de momentos en que ella estaba terminando con su ex y tenía quilombos. Por eso dice “en la vieja oscuridad, no busques lo que ya no está”.

25. “Toaster (Give Me Back My)” – Naranja persa (2016), Ciro y Los Persas

A veces el rock esquiva las sutilezas o las ignora directamente. Para mí lo más importante de “Toaster” es decir “y a los jueces quién los juzga”. Como la estrofa del Martín Fierro: “La ley es tela de araña, y en mi ignorancia lo explico, no la tema el hombre rico, no la tema el que mande, pues la rompe el bicho grande y sólo enrieda a los.chicos”. Y bueno, tomé una anécdota sencilla, que fue el robo que padecí en mi casa (entre otras cosas se llevaron mi tostadora), para decir esto no es nada, lo que importa es que todo esto es producto de lo que vienen haciendo los políticos hace muchos años, con total indiferencia. Y así va todo. Lamentablemente hasta que no haya un cambio más profundo, real, y que todos tengamos que ver, los robos van a seguir creciendo, porque se empieza a robar desde arriba, y todo lo que se afana arriba es lo que tendría que llegar a las escuelas y a todos los lugares donde no llega nunca. Eso no quiere decir que el chorro de la calle no tenga que tener un castigo, pero digo, todo arranca arriba, que además es gente que tiene la educación y las posibilidades de vivir por derecha.

Fotografías: Ignacio Arnedo

Make up: Estefanía DÁngelis

Agradecimientos: Agustín Dusserre, Fernando Haidar, Lole Martínez, Leopoldo Montero y Charly Gallegos

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