“¿Mirá si no te gusta esta frase, Rosso?”, dice el periodista y disquero uruguayo Fernando Pau y mira con la complicidad que otorga una amistad de más de cuatro décadas a Alfredo Rosso. Y lanza, nomás, la frase: “Su carrera en periodismo escrito, tanto como radial, está a vuestra disposición en Wikipedia, por lo tanto no aburriré cada uno de los blasones que el homenajeado de hoy tiene como medallas de honor en su uniforme de rockero”. Y Rosso, custodiado por el busto de Artigas y una bandera uruguaya al fondo, lanza una sonrisa que se reproduce en el rostro de los colegas, músicos, familiares y amigos que colman en salón Montevideo de la legislatura porteña para celebrar la distinción como Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires al periodista que, ya en 1987, el Indio Solari mencionaba como uno de “los vejetes” (¿el otro? Claudio Kleiman), antes de dedicarles “Aquella solitaria vaca cubana”, en un célebre recital de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en Cemento.
Aquella dedicatoria ricotera es una de las tantas medallas que podrían mencionarse. Pau, por su parte, destaca la incursión de Rosso en la BBC, hablando de música argentina. “Imagínense ustedes la cara de los tipos de la BBC de Londres”, relata Pau, “un tipo que llega de Sudamérica y finalmente le terminan pidiendo que haga, en inglés por supuesto, un programa de música argentina. Tenía que ser Alfredo, no había otra persona que pudiera hacer eso”. Rosso, que desde hace 20 años conduce La casa del rock naciente en Rock & Pop, tiene otros tres programas en el aire: La Trama Celeste en AM 750, Figuración en Nacional Rock, y Truco Gallo por Radio UBA, junto al ya mencionado, y también benemérito, Claudio Kleiman. Rosso integró redacciones de medios emblemáticos como Expreso Imaginario, Cerdos y Peces, Rock And Pop, La Mano, Rolling Stone, y fue colaborador en los diarios Clarín, La Nación y Página/12. También trabajó en discográficas (BMG, Music Hall, Warner, Sony Music) y fue programador y productor musical en Radio Rivadavia, donde dio sus primeros pasos en la radio. También fue dueño de un par de disquerías en la galería Bond Street, Tabú y Fénix, entre 1985 y 1994. Entre sus clientes más célebres podemos mencionar a Adrián Dárgelos y el Indio Solari.
La escena transcurre al caer la tarde del lunes 7 de agosto. Rosso, miembro fundador de la revista Expreso Imaginario, un símbolo de la resistencia y la comunicación alternativa en los 70, durante la última dictadura cívico-militar, es uno de los periodistas culturales más respetados y queridos de la escena local. Por eso, entre los asistentes hay colegas de distintas generaciones: Pipo Lernoud, Nicolás Igarzábal, Yumber Vera Rojas, Lupita Rolón, Julián Marini, Eli Ambiamonte, Sergio Pujol, Mariana Iglesias, Sol Socolosky, Sergio Marchi (quien había recibido esta misma distinción hace unos meses) y Mariano Nieva. También, el editor Leandro Donozo, de Gourmet Musical, el histórico manager Peter Deantoni (Pappo, Los Abuelos de la Nada), el DJ y productor Alejandro Pont Lezica (director de Radio Nacional), el músico y gestor cultural Diego Boris, el baterista platense Isa Portugheis (fundador del grupo Diplodocum Red & Brown), el artista plástico Guillermo X. Sesma y el productor Juanjo Carmona. El que entrega el diploma es el legislador Roy Cortina, quien durante su mandato al frente de la comisión de Cultura, ha impulsado reconocimientos a otras personalidades vinculadas al rock nacional como Lito Vitale y Willy Quiroga (Vox Dei) y los fotógrafos Gabriel Rocca y Andy Cherniavsky. Y explica: “La voz de Alfredo ha marcado a generaciones. En sus programas, Alfredo hace gala de una habilidad única para contextualizar la música en el panorama cultural y social en el que surgió cada ritmo, cada letra. Profundiza en las historias detrás de las canciones y los artistas, creando un vínculo auténtico entre la música y la audiencia. Por eso su influencia perdurará en la historia del periodismo musical argentino y su legado continuará inspirando a todos aquellos que buscan comprender y amar la música en todas sus dimensiones”.
Luego de los discursos de Cortina y su amigo Pau, Alfredo Rosso toma la palabra y lee un texto que podría ser el prólogo su autobiografía musical. Comienza hablando de su encuentro seminal con Los Gatos, en tiempo de su pubertad, y el modo en que “La Balsa”, himno primitivo del rock argentino, iba a ser determinante en el devenir de su propia historia. “Cambió mi vida para siempre porque conocí un mundo que no tenía nombre, pero que fue despertado por un par de estrofas de la canción: ‘cuando mi balsa esté lista partiré hacia la locura, con mi balsa yo me iré a naufragar’. Lentamente iba a comprender que esa locura era detenerse a pensar y lo más importante: no permitir que nadie escriba el libreto de tu vida”, sostiene.
Rosso, que en su afán enciclopédico, analítico y poético, conjuga y pone en consonancia la música con los movimientos estéticos, políticos y sociales de cada época, explica: “Me di cuenta que me gustaba ser un cable conductor entre los músicos, los artistas y el público. Descubrí que tenía buena predisposición para escribir, contar y describir esta cultura diferente. Por fortuna, nunca perdí las ganas de querer saber más”. Y cita la célebre frase de la “Cantanta de puentes amarillos”, el clásico de Luis Alberto Spinetta. “Aunque me fuercen yo nunca voy a decir, que por pasado toto tiempo fue mejor: mañana es mejor”, dice Rosso. Podría ser un lugar común, pero en el caso de Rosso hay una consonancia directa entre el dicho y el hecho: pese a su extensa trayectoria, Alfredo está siempre atento a los talentos emergentes.
El cierre es musical: Omar Giammarco interpreta dos bellísimas canciones, “La asesina de las pelotas pulpo” y “No me dejes un domingo”. Con su gola ceremonial, Rosso sonríe, posa con su flamante diploma, propone un brindis, posa para las fotos, se abraza y parte en busca de una nueva canción que sirva de puente entre los artistas y el público.