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Tár

Cate Blanchett se supera a sí misma y vuelve a demostrar que es una de las mejores actrices de todos los tiempos

Todd Field 

/ Cate Blanchett, Nina Hoss, Noémie Merlant, Mark Strong, Sophie Kauer

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de UIP

El músico y actor Todd Field (Sleep With Me, Twister, Eyes Wide Shut), decidió dirigir su primer largometraje en el 2001 y el resultado fue una inquietante obra maestra del suspenso, que la crítica comparó con lo mejor de Hitchcock, Kubrick y Haneke. Cinco años después, Field superó a su ópera prima con Little Children, una potente pieza psicológica, que se atrevía a explorar sin timidez y con empatía, el delicado tabú de la pedofilia. Después de ese profundo impacto en la cinefilia, Field se retrajo y desapareció de las salas de cine por quince años…hasta ahora.

TÁR, su tercera cinta como director, es la mejor de su filmografía. Si Robert De Niro logró una de las mejores actuaciones en la historia del cine con Taxi Driver, y años después logró algo imposible, superándose a sí mismo con Raging Bull, lo mismo podríamos decir sobre Cate Blanchett. La actriz australiana llegó a la cima de su carrera con un complejo retrato acerca de una mujer que va perdiendo gradualmente su cordura en Blue Jasmine, la maravillosa cinta del maestro Woody Allen. Ahora Blanchett sube un escalón más, con su interpretación de una directora de orquesta al borde del colapso. Con esta cinta, Blanchett nos demuestra que junto a De Niro, es una de las mejores de todos los tiempos.

La cinta de Field es arriesgada, valiente, profunda, oscura, honesta, sinuosa y violenta. La actuación de Blanchett es inteligente, visceral, contundente, electrizante y laberíntica. El director y guionista escribió esta cinta pensando en la actriz y es casi imposible que otra mujer hubiera logrado semejante interpretación.

Lydia Tár es una reconocida directora de orquesta producto de la ficción, quien tiene a su cargo a una de las orquestas filarmónicas más importantes. Ella es una mujer acomodada, apasionada por la música, sensible, crítica y sin miedo de tomar decisiones difíciles o de manifestar claramente los argumentos que apoyan sus firmes opiniones. Como figura pública, no tiene miedo de reconocerse como lesbiana y de hacer pública su relación con Sharon Goodnow (una estupenda Nina Hoss), la primera violín de la orquesta de Berlín, con quien tiene una hija pequeña.

Pero los esqueletos en el armario de Tár comienzan a asomarse. La directora de orquesta es una persona ansiosa, pasivo agresiva, algo ególatra, no controla con facilidad sus emociones y padece de hiperacusia e insomnio. Freud tenía un término para ello: neurótica. Tár dirige un programa de apoyo a jóvenes talentos y circulan rumores sobre relaciones íntimas con sus discípulas, especialmente con otra directora quien, al parecer, se ha obsesionado de una manera malsana con ella.

Tár confía y depende en demasía de su asistente Francesca (una maravillosa Noémi Merlant), otra amante de la música, mucho más neurótica que su jefe, con quien probablemente la directora compartió un pasado turbio. Y luego llega el asunto de una clase magistral en la prestigiosa Academia Julliard, donde Tár se enfrentó a un estudiante que se identifica como bipoc (persona no blanca y discriminada) y pangénero (persona que se identifica con más de dos géneros). El estudiante se rehúsa a tocar a Bach por considerarlo un músico racista y misógino. Tár intenta infructuosamente de hacerle entender que la vida de Bach no demerita su genialidad. La artista pierde los estribos y el estudiante termina ofendido, retirándose de la sala.

A eso se le suma la aparición de Olga Metkina (encarnada por la chelista profesional Sophie Kauer). Tár está impresionada por su talento y hay una atracción que va más allá de lo profesional, como lo puede observar en silencio Sharon. La directora busca cómo hacer a la joven brillar, pero la respuesta de Olga es la de una clásica millennial: sorna, burla y desdén por su falta de juventud y por los años de tremendo trabajo que le llevaron a la directora llegar a su posición privilegiada, la cual perderá rápidamente.

Esta cinta hubiera terminado en un panfleto simplista sobre la cultura de la cancelación, si no fuera por la inteligencia y sensibilidad de Field como director, un alumno de Kubrick quien sabe perfectamente como aprovechar al máximo el talento del director de fotografía Florian Hoffmeister (Antlers), de la editora Monika Willi (colaboradora frecuente de Haneke), de la compositora Hildur Guðnadóttir (Joker) y de un maravilloso equipo dedicado a un impresionante y meticuloso diseño sonoro.  Y por supuesto, no se puede dejar de alabar el trabajo de Blanchett, la gran actriz de Manifesto, Carol y de la ya mencionada Blue Jasmine, con una actuación de la que se hablará por décadas. Los amantes de las grandes actuaciones, por favor, tomen nota.

Hay películas que logran reflejar a la perfección el espíritu de los tiempos y TÁR es, definitivamente, una de ellas. El acto final, que es mejor no revelar, es tan estremecedor y contundente como todo el camino que Field y Blanchett recorren para llegar a él. 

Al respecto de esta película, Martin Scorsese dijo lo siguiente: Desde hace mucho tiempo, muchos de nosotros vemos películas que prácticamente nos permiten saber hacia dónde se dirigen… Quiero decir, nos toman de la mano y, aunque a veces es perturbador, nos consuelan en el camino de que todo estará bien al final. Esto es engañoso, ya que uno puede adormecerse en esto y finalmente acostumbrarse, lo que lleva a aquellos de nosotros que hemos experimentado el cine en el pasado, que nos desesperemos por el futuro de la forma de arte, especialmente para las generaciones más jóvenes. Pero eso quedó en los días oscuros… Las nubes se levantaron cuando vi la película de Todd, TÁR. Lo que has hecho, Todd, es que la estructura misma de la película que creaste no permite esto [repetir fórmulas]. Todos los aspectos del cine y de la película que has utilizado dan fe de ello. El cambio de localizaciones, por ejemplo, el cambio de localizaciones por sí solo, hace lo que mejor hace el cine, que es reducir el espacio y el tiempo a lo que son, que es nada. Todo esto converge a través de una magistral puesta en escena, con unas composiciones tan maravillosas como controladas, precisas, peligrosas y precipitadas. Lo que has hecho, Todd, es un verdadero acto de alto nivel…”

El maestro tiene razón. TÁR es cine con letras mayúsculas y es una obra que nos devuelve la esperanza en el séptimo arte.

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