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Sesión terapéutica con el elenco de Manes

El elenco de Manes nos da pistas sobre qué significa ser hombre y mujer en el nuevo milenio, sobre la deconstrucción de la masculinidad y sobre cómo la vida es una constante transformación.

septiembre 23, 2024

Cortesía de Prime Video

La serie Manes es una producción colombiana desarrollada por Daniel Ayala López y Diego Ayala López y basada en la serie de televisión de 1996 Hombres, escrita por Mónica Agudelo. Estrenada el 15 de febrero de 2023, la serie ha captado la atención del público por su forma ingeniosa de abordar temas contemporáneos como las relaciones de pareja, la masculinidad y los dilemas emocionales en el contexto de un grupo de amigos que maneja una exitosa compañía.

La historia sigue a Julián (Sebastián Carvajal) y sus amigos, quienes han creado Billuka, una Fintech de renombre en Colombia. En medio de sus vidas laborales, el amor entra en escena cuando Antonia, interpretada por Laura Londoño, llega de España buscando un nuevo comienzo y se convierte en el interés amoroso de Julián, generando una serie de conflictos entre el amor y los negocios.

El 11 de septiembre de 2024, la serie estrenó su segunda temporada, en la cual los personajes enfrentan crisis personales que los llevarán a redefinir quiénes son y lo que realmente desean.

En esta entrevista, conversamos con algunos de los actores principales: Laura Londoño (Antonia), Natalia Jerez (Mafe), Juan Pablo Urrego (Daniel), Simón Elías (Tomás), Diego Cadavid (Ricardo), Brian Moreno (Santiago) y Juan Fernando Sánchez (Jacobo). Ellos nos hablan sobre sus personajes, la evolución en esta segunda temporada y cómo la serie explora temas como la masculinidad, las relaciones interpersonales y los desafíos del nuevo milenio.

ROLLING STONE:  La primera pregunta es para cada uno de ustedes, y es la siguiente: ¿Qué no debería ser un hombre? 

LAURA LONDOÑO: ¡Lo que son todos! (risas) Desleal, cobarde. Sobre todo cobarde.

DIEGO CADAVID: Machista. Creerse que es dueño de personas. Nadie es dueño de nadie.

NATALIA JEREZ: No ser quién es.

¿Es decir? 

NATALIA JEREZ: No ser quien en su esencia máxima.  

Algo así como pensamientos, emociones y acciones en armonía. Muy bien. 

JUAN PABLO URREGO: No ocultar quién es uno. O sea, no dejarse llevar por apariencias, por círculos sociales, sí, por mantener ahí como una fachada, que a veces uno se pone mochilas que pesan mucho, y al final toca como liberarse y ser quien es, y ya. La vida va a ser mucho más liviana así…

SIMÓN ELÍAS:  Esto lo hablamos hace poco, y tiene que ver con cómo los hombres tenemos un poco esa presión social de pertenecer o no a un nivel o cierta responsabilidad impuestas, y por eso es tan importante lo que dicen de ser realmente lo que uno es, porque en la serie lo vemos, y es como todos somos diferentes, pero también todos tenemos una esencia y debemos ser fieles a esa esencia, sea lo que sea.

BRIAN MORENO: Sí, yo también creo que uno debería ser fiel a uno mismo, o sea, porque si tú dices “¿qué no debería ser un hombre?”, según quién, podría preguntar. Entonces, creo que mientras uno conserve… como bien lo dijiste, sus pensamientos, sus emociones y un accionar coherente, está bien. O sea, creo que la tranquilidad de ser lo que uno quiere ser… si estás tranquilo con eso, bien. 

NATALIA JEREZ: Ahora, todos estamos en ese aprendizaje.

BRIAN MORENO: Sí…todo suena muy lindo, pero ¡somos actores! (risas) Todavía no lo hemos logrado.

Cortesía de Prime Video

Quisiera entonces preguntarles, conectando con la anterior pregunta, ¿qué deberíamos los hombres comenzar a cambiar? En el sentido de que se está hablando mucho sobre los hombres en el nuevo milenio, la deconstrucción masculina, ¿qué deberíamos cambiar del pasado para proyectarnos a un futuro?

DIEGO CADAVID: Deberíamos ser más vulnerables 

JUAN FERNANDO SÁNCHEZ: Más honestos con nuestras emociones y con nuestra fragilidad. 

LAURA LONDOÑO: Mmm… Debería ser. No parecer ni poner postura de ser, sino sentir más. Y desde ese lugar de sentir más, ser. Es lo que se conoce como coherencia.

NATALIA JEREZ: Mira, yo siento… Yo me acuerdo de una cosa que leí una vez, que decía: “Las mujeres de hoy en día buscan hombres que todavía no son, y los hombres, mujeres que ya no somos”. Entonces sí, va un poco ligado a eso y es como, definitivamente, esas viejas reglas ya cambiaron. Estamos cambiando. Nos estamos acercando mucho más de un género al otro. Las mujeres cada vez cumplimos muchos más roles en la sociedad y en la vida, y los hombres también. Y creo que en esa medida, claramente, pues sí, somos mujeres por algo y conservamos esos lugares divinos desde la feminidad, y los hombres también desde su protección y quienes son. Pero en todo caso, ese acercamiento nos hace espectaculares como géneros, y como compañía, y como complemento.

SIMÓN ELÍAS: Hay un elemento que a mí me parece fundamental que los hombres tal vez no tenemos que no cambiar, pero sí de pronto afinar, y es escuchar más a las mujeres. Yo siento que las mujeres en el último siglo, por lo menos, han tenido una voz mucho más fuerte, pero les ha tocado una lucha muy grande. Y siento que hasta ahora estamos los hombres empezando a escucharlas, y empezando a escuchar realmente qué es lo que nos están pidiendo. Realmente no nos están pidiendo nada del otro mundo, sino simplemente igualdad. Y yo creo que sí es muy importante que como hombres muchas veces escuchemos.

¿Somos iguales o somos diferentes y complementarios? Ese es el dilema, ¿ustedes qué piensan?

JUAN PABLO URREGO: Complementarios, seguro. Eso seguro.

SIMÓN ELÍAS: Para mí, el género se borra. O sea, para mí no hay género. Sería más como nos identificamos como seres humanos realmente, y ahí pues…somos complementarios como seres humanos, nos necesitamos. Pero al mismo tiempo, siento que, y volviendo un poco a lo anterior, es muy importante también la individualidad de cada uno de nosotros.

Dijiste algo muy interesante, y es que “el género se borra”. ¿Será que el género como discurso es algo que debemos borrar, esas convenciones sociales que nos dicen cómo debemos ser como hombre o como mujer?

SIMÓN ELÍAS: Yo creo, y siento que es un tema que puede ser muy subjetivo en este momento, pero para mí personalmente no siento que se deba borrar. Al revés, yo creo que hay que mantenerlo. Sin embargo, hay que también entender que hoy en día ya se está transformando también. Entonces no es borrarlo y olvidarlo, sino estar abierto a adquirir todo lo nuevo que puede estar pasando y las nuevas transformaciones que están ocurriendo.

NATALIA JEREZ: Yo creo que desde la humanidad somos iguales, y desde el género somos complementarios, más allá de a qué género pertenece cada cual.

¿Cuáles serían entonces esas particularidades que nos definen desde el género, como hombres o como mujeres?

NATALIA JEREZ: Pues como mamá, te puedo decir que somos dadoras de vida y también somos receptoras de energía, y los hombres son dadores de energía, o sea ya en términos físicos o sexuales…

Cortesía de Prime Video

Hay algo que me gusta mucho de la serie, y es que subraya algunos de los vicios o de los absurdos que los hombres vivimos. ¿Me podrían hablar de eso?

JUAN PABLO URREGO: ¿A qué te refieres con vicios?

Por ejemplo, dentro de esas convenciones a veces creemos equivocadamente que ser hombre es…

JUAN PABLO URREGO: ¡Claro!

Creo que la serie es muy astuta a la hora de detenerse frente a eso. Entonces, ya pensando en sus personajes específicos, ¿cuáles serían esos defectos o esas particularidades que como hombres, y tú Natalia como mujer, se viven en la serie?

JUAN PABLO URREGO: Pues de pronto, no sé si estoy equivocado, y te hablo desde Daniel, mi personaje. Yo creo que es esa concepción de coleccionar mujeres, y de verlas como un trofeo. Entonces, cuantas más mujeres me coma, cuantas más mujeres me levante, soy más hombre. Entonces yo creo que eso es una de las cosas que hay que dejar atrás.

Exacto, y eso hace parte de ese, llamémoslo por su nombre “machismo”. 

JUAN PABLO URREGO: ¡Exacto!

Y es pensar que ser hombre me define la cantidad de mujeres que conquisto, como si fuera un Don Juan, cuando el vacío existencial de hacer eso va a la par con esa cantidad, cuando en realidad el amor no tiene que ver con la cantidad sino con calidad en términos de una relación.

JUAN PABLO URREGO: Sí, totalmente de acuerdo. 

BRIAN MORENO: Fíjate que la pregunta que hiciste me lleva a pensar, ¿qué clase de hombres somos y qué clase de hombre le estamos mostrando a la sociedad que somos? Porque Santiago…siento que desde mi personaje, él es un tipo de hombre, pero se muestra distinto ante la sociedad. 

Entonces, ante la sociedad se muestra machista, se muestra que él tiene el control de absolutamente todo, se muestra con la visión de que la mujer tiene que estar en la casa, en la cocina, arreglando esto y lo otro, menospreciando a la mujer. Pero cuando se intercambian los roles y él se va para la casa, vive otra cosa totalmente distinta, o sea, porque la relación que él tiene con su mujer es lo opuesto, casi como si ella fuera el hombre de la relación y él se convirtiera en la mujer.

Y me parece que en esta segunda temporada, poder ver eso es pues un gran plus, porque no nos quedamos solamente en mostrar el estereotipo de “manes” que vimos en la primera, sino que en esta estamos ahondando mucho más en lo que decía Nati, y en lo que planteas en tus preguntas, y es cómo y qué somos como seres humanos. Eso, me parece, es lo que que tiene esta temporada que es muy interesante.

Sí, creo que tiene que ver con eso, el no ser justo con uno mismo. Entrar en esa dicotomía de cómo me muestro, con una máscara frente a los demás, frente a quien quiero ser yo, y que de pronto no me atrevo a mostrar.

BRIAN MORENO: Sí, yo creo que va por ese lado.

SIMÓN ELÍAS: Sí, pues yo creo que en el caso de Tomás, mi personaje, él es una persona muy reservada, muy callado, pero también se da cuenta. Él vive casi que su proceso él solo y en esta segunda temporada, pues va a empezar a entender mucho cómo debe actuar frente a la sociedad y frente a su relación con las mujeres y eso lo va a llevar, pues por muchos conflictos.

Cortesía de Prime Video

Quisiera también preguntar por esas mujeres que ustedes interpretan, en términos de sus cualidades y sus defectos también, porque creo que “manes” también aborda qué está pasando con las mujeres hoy.

NATALIA JEREZ: Claro que sí. Mira, precisamente Mafe es una mujer pragmática, que es muy independiente y se mueve también en este mundo laboral de hombres. Es una mujer que está muy metida en su trabajo y todo esto, y precisamente también le cuesta mucho trabajo tener una relación de manera clásica. Para ella, comienza a volverse un reto eso, porque no encuentra un tipo de relación que sea fácil de llevar para ella y se topa con esta relación con Daniel que, aparentemente para los dos, es lo que cada uno necesita en este momento. Entonces, bueno, fantástico desde la forma, pero cuando se empiezan a dar cuenta en realidad, los dos necesitan de eso, como todos los seres humanos, que es el amor. También necesitan conectar desde lo profundo, necesitan sentirse queridos, necesitan algo más profundo. 

En el caso de Mafe es el de sentirse contenida y querida, no solo que le atraiga alguien o atraer a alguien y tener una relación ligera y casual, sino realmente como volver a sentir, que es en últimas lo que nos conecta a todos desde la humanidad. 

Entonces, el principal problema de Mafe es que por estar debatiéndose en lo que quiere ser se olvida de lo que es. 

LAURA LONDOÑO: Por mi parte, yo puedo decir que Antonia es una mujer que está aprendiendo a balancear esos objetivos laborales con sus objetivos sentimentales. Es una mujer que, precisamente por el mundo que tú estás diciendo, hoy en día estaba muy enfocada hacia su trabajo, su carrera, y lo demás era como: “No quiero distraerme mucho con esto”.  Sin embargo, la realidad de ser humana la obliga a aprender a hacer malabares, encontrar un equilibrio entre las dos cosas, a no dejarse ahogar cuando naufraga. Saber que ella misma se puede salvar. Encontrar un equilibrio es súper importante porque necesitamos reconocer una cantidad de aspectos de nosotros mismos para sentirnos realizados. Y no es solo si somos exitosos profesionalmente o si nos casamos y tenemos hijos. No es escoger una sola, sino poder equilibrar las varias facetas que tenemos.

Entonces, en términos de tu personaje, estamos hablando de un dilema, y es poder cumplir con unos sueños, con unas expectativas, y al mismo tiempo buscar la felicidad y la plenitud en una relación.

LAURA LONDOÑO: Sí, va por ese lado, pero no sé si sea un dilema. Yo creo que la felicidad y la realización que mencionas, que está ligada aquí en este caso a la parte emocional, también está en la parte laboral, sin duda. Lo que pasa es que no es desconocer las demás, es saber que no solo vas a encontrar esa realización logrando una de ellas, sino reconociendo todas. Incluso la realización y la felicidad no están en que todas sean exitosas, sino en que por lo menos todas sean reconocidas. 

A veces uno invierte más en una y descuida la otra, y ahí está el desequilibrio. 

LAURA LONDOÑO: ¡Sí! el balance es muy difícil de encontrar, como los malabares, como en el circo. Tener todas esas pelotas al aire al mismo tiempo es súper difícil, pero es lo lindo, es lo que requiere toda tu presencia, toda tu atención, e intentarlo por lo menos.

Esa es precisamente la situación de las mujeres en el nuevo milenio… demasiados malabares, más que los hombres, ¿no es cierto?

LAURA LONDOÑO:  Sí, pero a años luz, ridículamente más. 

Estamos dando puntadas clave para entender lo que es ese machismo.

DIEGO CADAVID: Lo hablo a nivel personal, pero también pensando en lo que le pasa a Ricardo. Yo creo que siempre he sentido que la competencia es supremamente nociva, ¿me entiendes? Siempre he tratado de no competir en nada, nunca me ha gustado. Siempre he rechazado la competencia, en todo. Ni siquiera conmigo mismo quiero competir. Pero también me he visto en situaciones como la de Ricardo, que es competir contra sus amigos, Competir para ver quién es el más “chimbita”, quién es el que más esto o lo otro. Si sales con una chica o pasa algo con un grupo de mujeres, lo que te interesa es contarles a tus amigos. No es sobre la noche que tuviste, sino cómo lo vas a contar al día siguiente para ponerte al nivel de ellos. Esa competencia es muy nociva y mala para los hombres.

Sí, tal vez por eso dicen que a los 50 o pasando los 50 la competencia ya para…

DIEGO CADAVID: Exacto, llega un momento más tranquilo, y siento que es parte del proceso de madurez que también estoy viviendo. Ya no quiero ese tipo de competencias. Si salí con alguien, te lo cuento, pero no para ponerme al nivel de otros. Eso es lo que le pasa a Ricardo, una crisis de estar con personas menores y querer ponerse a la altura de ellos. 

La competencia está muy metida en la psique masculina, el ser más grande, más exitoso, conquistar más mujeres. ¿Y para qué?

DIEGO CADAVID: Exacto, ¿para qué? El éxito, lograr cosas, conseguir plata… Mi papá me decía en un momento: “Necesito más plata”. Y yo le respondía: “¿Pero para qué más?”. Y me dejó pensando “¿De verdad, cuántas más? ¿Para qué más? ¿Para más problemas? Hoy en mi vida, como estoy, prefiero menos problemas, menos cositas. Entre más lejos de las cosas, mucho mejor para mí.

JUAN FERNANDO SÁNCHEZ: Mi personaje de Jacobo Paz tiene una virtud y una debilidad al mismo tiempo. El “man” aparentemente es muy confiado en sí mismo, tiene un grado de confianza muy grande. Pero eso termina convirtiéndose en la antítesis, porque se convierte en un tipo pretencioso y un poco arrogante. Y eso deriva en otra cosa: aparentemente si está confiado, es porque tiene certezas. Y en últimas, lo que se ve es que sus debilidades no están en sus certezas. Es esa dualidad de ser alguien con mucha confianza en lo que hace, en su arte, en la proliferación de su arte, pero en últimas se queda en discurso. Termina siendo gaseoso, porque solo es una pose de un artista pretencioso, con postura. No existe en absoluto.

Esa postura de mostrarse al otro más que ser honesto consigo mismo.

JUAN PABLO SÁNCHEZ: Exacto. Gira en el mundo de las conveniencias. Es algo así como: “¿Cómo puedo llegar a este festival y ganar algo?”, pero a través de algo que en el fondo no tiene sustancia. Sus historias terminan siendo una pose, no una verdadera denuncia o historia, sino una pose frente a una problemática que le conviene para llegar a un fin. 

Y de pronto la clave no está en el fin, sino en entender por qué estoy llevando a cabo un camino, ¿no?

JUAN PABLO SÁNCHEZ: Exacto. Creo que ese es el dilema de Jacobo. Sí, sí, sí.

Cortesía de Prime Video

Ahora, en términos de la segunda temporada de la serie, yo me doy cuenta de algo, no sé si estoy equivocado, ustedes me dirán. Pero en la primera temporada se perfilan los personajes, y en esta ocurren cosas que llevan a la transformación de ese perfil. ¿Ustedes qué piensan al respecto?

NATALIA JEREZ: Sí. Lo que yo creo que es muy lindo de esta temporada es que en la primera se mostraron cómo eran las personalidades de cada uno de ellos y esta segunda temporada como la vida misma ya viene con retos, los escritores nos van a poner esos retos en los diferentes tipos de relaciones y nos vamos a ver conflictuados y esa situación nos va a vulnerar y vamos a transformarnos, a mostrar esos otros lados que tenemos nosotros mucho más profundos. 

Entonces yo creo que la clave de la segunda temporada de Manes es la transformación, el cambio. 

NATALIA JEREZ: Sí, como estas personalidades definidas frente a los retos de la vida, los llevan a cambiar.

LAURA LONDOÑO: ¡Total! Yo creo que es justo eso. Ya lo habíamos mencionado, lo ha dicho Diego también. Como que en la primera temporada se trata un poco de las máscaras, digamos, de todos, pero sobre todo de los “manes”. Mostrar un poquito quién es cada uno, y aquí ya se ahonda más. Pero la manera de ahondar es desde la crisis de todos, desde una urgencia y una necesidad que viene de afuera, de asumir, de dar un viraje en la vida, de tomar decisiones nuevas por sucesos que ocurren abruptamente. 

A todos les pasa eso, cosa que me encanta, porque sucede en la vida real. Y es la manera real de ir descubriendo quiénes somos, de ir descubriendo estos personajes. Saber que, además, no están escritos en tinta indeleble, sino que nos vamos transformando, igual que los seres humanos. Antonia era de una manera en la anterior temporada, pero ahora no, porque le pasaron cosas. Como cuando te dicen: “¿Cómo has cambiado?” Pues, ¡menos mal! Si no, la vida me habría pasado por encima. Voy cambiando, y seguiré cambiando, si Dios quiere. Entonces, sí, nos pasa eso a todos.

Entonces, estaríamos hablando de la persona desde su significado griego, como una máscara. Una máscara que nos ponemos ante los demás, y cómo lo que nos sucede hace que de pronto digamos: “Esta máscara ya no está funcionando”, o de pronto: “Tengo que quitármela”.

LAURA LONDOÑO: Sí, y lo peor es que tenemos muchas máscaras en el bolsillo. “Me quito esta, pero tengo otra”. Y en ese afán, al principio, ninguna funciona. Me toca quitármelas todas, y ¡qué horror! ¡Qué susto, qué miedo! Pero no hay de otra. 

JUAN PABLO SÁNCHEZ: O a veces metes la mano al bolsillo y sacas la que no es.

Y de pronto no necesitamos ninguna.

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