Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Ni enfermos ni monstruos: 51 hombres “común y corrientes” a juicio por violar a una mujer en Francia

Con complicidad del esposo de la víctima, 51 hombres del común abusaron de forma sistemática de una mujer en un periodo de diez años. Hoy enfrentan un juicio penal.

septiembre 5, 2024

WION

De forma organizada y sistemática, Dominique Pelicot, un hombre de 71 años, drogó y promovió el abuso sexual de su esposa en su propia casa por casi una década. La mujer era su pareja desde los 18 años, con ella hizo una familia y vivían en Aviñón, Francia.

La sobreviviente de estas violaciones que fueron cometidas por más de 70 hombres, de los cuales son 51 los que hoy están asociados al proceso penal, no supo de este terrible abuso sino hasta mucho tiempo después cuando su esposo fue acusado por filmar a mujeres sin consentimiento en público.

La investigación comenzó con la detención de Pelicot en 2020, después de que intentara filmar por debajo de la falda a tres mujeres en una tienda comercial. La policía confiscó sus dispositivos electrónicos y encontró 300 fotografías y un video de una mujer siendo agredida sexualmente, así como pruebas de la logística con la que Pelicot implementaba estos crímenes. Las indagaciones que tardaron alrededor de dos años, llevaron a la policía a determinar que esa mujer era su esposa. Ahí fue contactada. 

Los detalles del abuso circulan por internet ante la sorpresa de Francia y del mundo ante las dimensiones y la crueldad con la que actuaron Pelicot y los otros agresores. No todos los vinculados al caso están detenidos, pero varios siguen bajo investigación en libertad y otros no pudieron ser identificados como los demás, a partir de los videos que grababa el ahora exposo de la víctima.

Según las autoridades, Pelicot organizaba las violaciones en su hogar siguiendo una serie de protocolos para no alertar a la víctima, ni dejar rastro en su cuerpo, usando somníferos para dejarla inconsciente mientras decenas de hombres contactados por internet cometían agresiones sexuales contra ella. La lista de agresores es una muestra de la diversidad y normalidad de sus perfiles. Aunque a algunos se les ha vinculado con tenencia de imágenes de abuso sexual infantil, la mayoría llevaban vidas más bien comunes: obrero, jubilado, bombero, abogado, periodista, policía, carpintero.

Por solicitud de la sobreviviente, de 70 años, el juicio se está llevando de manera pública, a diferencia de lo que solicitaba la defensa que querían hacerlo a puerta cerrada. Acompañada de sus hijos y su abogado, la mujer ha asistido con entereza a las sesiones que buscan determinar la culpabilidad de su exesposo y los demás violadores. Grupos feministas se han manifestado frente al edificio de la Corte exigiendo justicia. 

La violación no es un asunto de monstruos

La tendencia común al describir a los agresores sexuales es su deshumanización. “Monstruo”, “loco”, “psicópata”, “anormal”, “bestia” son algunas de las palabras que se usan para nombrar a quienes violan y sus conductas se asocian a perfiles ajenos a la sociedad. Sin embargo, la violencia sexual no es un asunto de monstruos. Lo más común es que los agresores sean gente corriente, con familia, trabajos e incluso personalidades que parecen inofensivas. Este doloroso caso es una muestra de esto.

Los 51 acusados, que varían en edad entre los 26 y los 74 años, representan un amplio espectro de la sociedad francesa. La variedad en sus perfiles y la forma en que operaron para agredir a esta mujer nos permite ver que el orden social que permite la violación está arraigado en prácticamente todo el mundo.

Algunas especialistas en el análisis de la violación como fenómeno social hablan de un pacto patriarcal que favorece la violencia sexual mayoritariamente contra las mujeres y niñas. Rita Segato, antropóloga argentina, ha explicado cómo el pacto de complicidad entre hombres pesa más a la hora de cometer una violación, que los supuestos impulsos o el deseo sexual incontrolable. Para ella, esto obedece a un orden social y político que se basa en el control y la opresión de las mujeres como formas de reforzar esa masculinidad ideal, ese pacto entre hombres.

La inquietante realidad es que los depredadores sexuales son tan cercanos que muchas veces las violencias sexuales ocurren en el ámbito familiar, por parte de la pareja o son perpetradas por conocidos. Esto fue lo que encontró la CEPAL en un estudio sobre violencia sexual en América Latina y el Caribe en 2010. Recopilando información de los distintos países hallaron que en esta región, como en el resto del mundo, “la mayoría de los perpetradores que no son las parejas de las víctimas son conocidos por éstas, por ejemplo: parientes, vecinos, amigos, colegas, curas y maestros”.

Precisamente por esto, las expertas en la prevención de la violencia sexual insisten en la necesidad de transformar las normas sociales sobre lo que se espera que sean y hagan los hombres y las mujeres. Estos estereotipos que favorecen la sexualidad supuestamente descontrolada de los hombres y la sumisión de las mujeres, son los que promueven entre niños y hombres la idea errónea de la desigualdad que luego produce violencia.

El juicio contra Dominique Pelicot y los otros 51 hombres se lleva a cabo en un contexto de revisión sobre la gestión que reciben los delitos sexuales en Francia. Algunas de las legisladoras de ese país exigen una reforma que actualice y aclare lo que se considera violación, sobre todo para ampliar la definición a cualquier forma de sexo sin consentimiento. En este aspecto, el uso de drogas para permitir la violación es una realidad recurrente que alegan debe ser atendida por el Estado.