Durante la madrugada de este 11 de septiembre, Morena y sus aliados, que gobiernan México con mayoría, aprobaron en el Senado uno de los cambios en la Constitución más polémicos de la historia reciente del país. La controvertida reforma judicial de López Obrador llevará al país a un estado de incertidumbre, donde los jueces serán elegidos por voto popular —algo que ningún otro país de su tamaño ha hecho.
La tarde del 10 de septiembre, un grupo de manifestantes irrumpió en el Senado en protesta contra la reforma. Tras forzar su entrada al salón de plenos, gritos de “traidores” inundaron la cámara alta mientras banderas de México ondeaban desde el segundo piso. Los senadores de la oposición alentaban la resistencia.
Tras los eventos, los legisladores se vieron obligados a suspender la sesión y convocar su reanudación en la antigua sede del Senado, la casona de Xicoténcatl, en el centro de la Ciudad de México.
El presidente había estado persiguiendo la reforma el último año de su mandato con el apoyo de su sucesora Claudia Sheinbaum. Al final, lo ha conseguido gracias a Miguel Ángel Yunes Márquez, senador del PAN que dio a Morena la mayoría calificada de 86 votos que necesitaba para aprobar la reforma a la Constitución. “Ni cobarde, ni traidor”, defendió Yunes durante su intervención en la sesión del Senado tras denunciar ser víctima de un “linchamiento público” y de agresiones dentro de su propio partido.
Ahora, la reforma deberá ser ratificada por los Congresos de al menos 17 Estados, algo que no será difícil para Morena, que gobierna dos tercios del país. Así, López Obrador podría promulgar su reforma antes de dejar el poder. En pleno septiembre, mes de la patria y la libertad, el pueblo de México resiste ante un gobierno que amenaza con la destrucción del poder judicial.