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Ni en Latinoamérica ni en el mundo existe la igualdad para las mujeres

A pesar de los avances en algunos países del mundo, la desigualdad de género sigue siendo un gran reto para el desarrollo y la justicia social para las niñas y mujeres.

Por  LAURA VÁSQUEZ ROA

marzo 15, 2024

sems-journal

Latinoamérica, como el resto del mundo, enfrenta una realidad de desigualdad en derechos para las mujeres. Si el mundo mantiene el ritmo actual, eliminar el matrimonio infantil requeriría alrededor de 300 años, lograr que las mujeres participen en forma igualitaria en cargos de poder tomaría 140 años, eliminar leyes discriminatorias tomaría cerca de 286 años y alcanzar paridad de representación en los parlamentos necesitaría cerca de 47 años, indican diversas agencias de las Naciones Unidas. 

El ritmo no es exactamente el mismo, ni ocurre de la misma forma en cada país, pero lo más impactante es que ninguna nación ha alcanzado la paridad de género completa. 

Todos los días vemos noticias sobre feminicidios o femicidios en esta región, muchos que quedan en la impunidad o que se justifican bajo las supuestas ideas del amor. De hecho, el Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) mostró en 2018 que cada dos horas una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer.

Desde que recientemente la sociedad empezó a prestar más atención a la desigualdad de género, los conteos sobre violencias, feminicidios y otros indicadores han expuesto el largo camino que falta por recorrer para lograr unas condiciones de vida justas, dignas y libres de violencia para las mujeres.

La división sexual del trabajo, la desigual organización social del cuidado, la falta de medidas de protección de la vida e integridad de las mujeres, así como las prácticas culturales que siguen poniendo a niñas y mujeres en situaciones discriminatorias frente a los varones, son parte de las causas que promueven esta condición.

La CEPAL presentó hace poco su informe La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la Agenda Regional de Género en América Latina y el Caribe. En este recopiló indicadores de género hasta 2023. Los hallazgos son en gran medida preocupantes. Por ejemplo, se estimó que para 2030, cerca de 20 millones de mujeres y niñas de América Latina y el Caribe vivirán en condiciones de pobreza extrema, bajo el umbral internacional de 1,90 dólares al día, si mantenemos las condiciones actuales. 

Frente al cuidado, las mujeres dedican tres veces más tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, según reportaron 16 países de la región ante la CEPAL. A su vez, en 2022, el 41,8% de las mujeres sufrió algún grado de inseguridad alimentaria, en comparación con el 32,7% de los hombres, indicó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En el año 2022, la tasa de desempleo para las mujeres de 15 años y más fue más alta (8,6%) que para los hombres (5,9%). Por otra parte, el 54,7% de las mujeres y el 52,4% de los hombres con empleo en el mercado laboral en la región se encontraban trabajando en condiciones de informalidad en ese mismo periodo.

Un dato interesante se encuentra en el ámbito educativo. La tasa de matrícula en la educación superior fue del 65,7% para las mujeres y el 47,5% para los hombres. Además, el promedio de años de estudio de las mujeres de 25 a 50 años fue de 10,2 años, algo levemente superior al promedio en el caso de los hombres de esa edad (9,9 años). A pesar de que este dato parece ser paritario, vale aclarar que las mujeres siguen subrepresentadas en las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Los casos de violencia de género y violencia contra las mujeres representan una gran preocupación para las organizaciones defensoras de los derechos humanos. El Observatorio encontró que más del 63% de las mujeres ha experimentado algún episodio de violencia por razón de género en distintos ámbitos de su vida en los países de la región y que al menos 4.050 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 2023. En más del 60% de los feminicidios fue la pareja o expareja quien lo perpetró.

La desigualdad de género es un asunto mundial

El Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) encontró en su informe de junio de 2023, que el Índice Global de Brecha de Género marca diferencias que prevalecen en países con economía fuertes y que se consideran “desarrollados”, como Islandia, Noruega, Finlandia, Nueva Zelanda, Suecia y Alemania. Pero, incluso Islandia que por decimocuarto año consecutivo ocupa la primera posición (91,2%) y ha cerrado más del 90% de su brecha de género, no llega a hacerlo completamente.

En el mundo del trabajo esta brecha es muy notoria. Basta revisar el informe de 2024 del Grupo Banco Mundial que encontró que las mujeres gozan de menos de dos tercios de los derechos que tienen los hombres y que ningún país brinda igualdad de oportunidades a las mujeres, ni siquiera las economías más ricas del mundo. Las diferencias legales, las tareas de cuidado, las violencias, entre otros factores son variables que impactan el goce de derechos en igualdad para las mujeres.

Las brechas de género se encuentran tanto en la legislación de los países como en la vida cotidiana. Las protecciones legales, por ejemplo, son menores de las que las mujeres necesitan en aspectos como el acoso sexual, la violencia doméstica o los feminicidios.

El informe del Banco Mundial evaluó a 190 economías y la diferencia entre las reformas legales versus los resultados reales para las mujeres muestran grandes desigualdades. Un ejemplo de esto es que 98 de estas economías han promulgado leyes para la igualdad en remuneración por el mismo trabajo. No obstante, de estas solo 35 han adoptado medidas de transparencia o mecanismos de cumplimiento para abordar la brecha salarial.

La desigualdad de género además impide el desarrollo de los países

Desde una perspectiva liberal de la economía, la posición desigual de las mujeres frente a los hombres tiene un impacto negativo en las agendas de desarrollo. Algunos cálculos de los economistas del Grupo Banco Mundial consideran que, si se eliminaran las desigualdades, la autonomía económica de las mujeres daría un gran impulso a la economía mundial. Para esto la transformación requiere leyes y prácticas antidiscriminatorias que permitan que ellas trabajen o dirijan negocios en igualdad de condiciones con los hombres.

Tea Trumbic, autora principal del informe del Banco Mundial, indicó que aumentar la participación económica de las mujeres es prioritario para amplificar sus voces en las decisiones que las afectan de manera directa, pues “los países simplemente no pueden darse el lujo de dejar de lado a la mitad de su población”.

Otros datos del informe muestran que solo una de cada cinco economías exige que se apliquen criterios con perspectiva de género en los procesos de contratación pública, lo que significa que las mujeres se ven excluidas en gran medida de una oportunidad económica cuyo valor se estima en alrededor de 10 mil millones de dólares al año. La diferencia en los derechos se extiende hasta la jubilación. 

Más allá de los datos, que pueden ser mucho más exhaustivos y que son necesarios para tomar medidas que cambien esta situación, lo que se encuentra es una gran tarea de la sociedad y los Estados para revertir la histórica brecha basada en el género. Garantizar una educación inclusiva, que promueva la equidad y la justicia social lejos de los estereotipos de género es una de las vías más necesarias para la transformación cultural que permita un mundo más justo con las niñas y mujeres.