Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Lola Índigo extiende sus alas y emprende un vuelo para encontrarse con El dragón

La artista española habla sobre su tercer álbum de estudio, lo que significa para ella ser “la dragona” y la diferencia entre Lola y Mimi

Por  MELISA PARADA BORDA

abril 1, 2023

Cortesía UMG

Un viaje a Ibiza era el impulso que Lola Índigo necesitaba para tomar el camino de la electrónica en su tercer álbum de estudio. “El viaje al que te lleva la electrónica, el paseo que te da… Dije, ‘Yo quiero hacer esto’”, cuenta la artista que días previos a conversar con Rolling Stone en Español estuvo presente en los Premios lo Nuestro y en una fiesta con Karol G.

El trabajo se titula El dragón y allí el pop urbano y reggaetón que podía hallarse en sus dos primeros LP, Akelarre (2019) y La niña (2021), ha adquirido otras dimensiones para acompañar a Lola –o Mimi, su apodo familiar– en su exploración de la madurez. El lanzamiento del disco será el próximo 14 de abril y mientras llega, hablamos con la cantante y bailarina española sobre esta nueva etapa en donde se transforma en “la dragona”.

 ¿Cómo ha sido esta etapa de cierre de la era de La niña?

¡Wow! Tenía ganas de dar carpetazo. Fue muy hermoso el viaje al pasado, a mi niñez y a todos estos sonidos que me inspiraban en la edad más infantil o más adolescente de mi vida, pero de repente una quiere ser “la dragona” y ser mayor. Me enfrasqué durante tanto tiempo entre la creación de La niña que también pilló pandemia de por medio y la gira que duró dos años… ha sido como una niña un poco larga [risas]. Igual amo ese álbum, amo ‘La niña de la escuela’ y todo, pero se me vuelve muy ansioso el sacar el disco ahora mismo porque ya necesito hacer ese cambio.

¿Que es para ti ser “la dragona”?

Justamente eso. Es la transformación completa de haberme encontrado como artista y haber evolucionado. Es un poco Pokémon esto [risas], pero sí, es como haberme convertido en esa fuerza que necesitaba para sobrevivir un poco en toda esta locura. Yo soy de un pueblo chiquitito del sur de España y de repente tengo una normalidad a mi alrededor, una vida muy cotidiana, muy sencilla y enfrentarme a todo esto de la industria, los premios, el brillo… He tenido que hacerme muy fuerte y hacerme unas alas grandes para sobrevolar toda esta situación.

¿Cómo fue pasar de esta vida tranquila a la fama y a todo el ajetreo que viene con ser artista?

Tienes que encontrar el equilibrio para mantener las dos cosas vivas y firmes. Yo lo logré porque tengo un entorno de toda mi vida, sigo diariamente con mis amigos de siempre pese a que yo vivo en Madrid y ellos en el sur, pero o suben a verme o yo bajo. Luego también mi coreógrafo, por ejemplo, es un chico también de mi pueblo que es mi amigo de toda la vida. Mis amigas son mis bailarinas, entonces he conseguido meter a toda la gente talentosa que me rodeaba desde siempre en mi proyecto. Gracias a Dios tenía mucha gente talentosa a mi alrededor, así que no ha sido muy difícil.

Has estado bien rodeada desde el inicio.

¡Sí! Al haber sido bailarina primero, tuve la oportunidad de conocer a muchos equipos y mucha gente talentosa antes de que me tocara hacer mi propio proyecto. Entonces cuando llegó el momento, tenía muy claro a quién quería conmigo.

¿Qué cualidades de ser bailarina aplicas ahora como performer?

La disciplina, el compañerismo, la humildad porque cuando eres bailarín lo das todo. Aunque estés en el fondo, aunque estés escondido, eres parte de algo que debe funcionar. Entonces cuando estás al frente, como yo estoy ahora, entiendes el trabajo de todos los que están detrás tuyo y probablemente eso es lo mejor que me ha dado.

Lola, ¿en qué se diferencia este álbum de El dragón de tus álbumes anteriores?

Cuando haces un primer álbum, no compites contra nada más porque no tienes nada tu espalda, entonces lo más puro que me salió fue explorar lo que estaba viviendo en el momento presente. Por eso digo que Akelarre, mi primer disco, era el momento presente. Sonoramente yo entré a tope con algún reggaetón brujo-místico y era el presente. La niña era el pasado. Fue mi segundo álbum y fue totalmente inspirarme en los sonidos de la secundaria, en la cima pop chicle de cuando escuchábamos a Britney, a Christina, a Gwen Stefani. El dragón, sin embargo, se inspira mucho en la electrónica, en el sonido atmosférico. Es como es un sonido envolvente porque en todas las canciones tiene ese momento de que te metes en un huevo.

 ‘Corazones rotos’, tu canción con Luis Fonsi, es una muestra de eso porque es súper dinámica, súper pista de baile pero en una atmósfera distinta.

Es una canción emocionante, te lleva por muchas emociones. Me obsesioné con conseguir eso, con empezar contando una historia y con el coro que no explota cuando empieza sino después. Quería conseguir algo que real fuera un viaje por la canción y al final hicimos ese pequeño puente con Luis, luego entra el pianito retro… No sé, quería que tuviera muchas partes y fuera como una historia contada a través de la música, no solo de la letra.

Lola, ¿qué se te viene a la cabeza cuando miras hacia atrás hacia la época en que salió ‘Ya no quiero ná’?

Que tenía unas ganas y una ilusión por comerme el mundo pero con mis amigos. Era como, “Quiero que hagamos conciertos y festivales. Quiero que llevemos esta canción lo más lejos posible, quiero que nos lo pasemos bien”. Yo siempre había bailado detrás de otros artistas y de repente estar cantando y bailando mi propia música… No sabía hasta dónde iba a llegar esto, ni cuánto más éxito iba a tener, pero íbamos a vivirlo a tope mientras durara y ya son cinco años. Y cada vez va más gracias a Dios y ahora giramos por Latinoamérica, es impresionante. Creo que mi objetivo máximo era lograr llevar la música más allá de lo que habíamos logrado en nuestro propio país y se siente muy fuerte.

¿Dirías que al principio te costó creerte el éxito que tuviste?

No porque toda mi vida lo manifesté. Desde que era muy pequeña contestaba sin dudarlo ni un segundo que quería ser cantante y bailarina. Y la pregunta que más odio en las entrevistas es la de, “¿Qué prefieres? ¿Cantar o bailar?”, ¡¿por qué he de elegir si son mis son mis oficios?! Es como el que tiene dos especialidades en su oficio, pues bueno, yo gracias a Dios decidí las artes escénicas y amo lo que hemos construido.

En este punto de tu carrera, ¿existe una diferencia entre Lola y Mimi?

¡Ah, claro! Toda porque Lola Índigo no tiene miedo, no tiene la inseguridad, se quita todo lo que tiene abajo del escenario. Recuerdo una vez que tuve una discusión muy fuerte justo antes de salir al escenario y tuve un ataque de pánico. Justo fue la gira de La niña y para subir a la plataforma de muñeca donde empezaba el show, tenía que subir unas escaleras. Recuerdo perfectamente hacer el clic al subirlas y cuando ya estaba ahí delante de la gente. Terrible, fue la vez que más heavy lo viví en mi carrera. Realmente es un superpoder estar ahí y olvidarte de todos tus problemas, y eso es gracias a los fans y al público.

CONTENIDO RELACIONADO