Las Áñez trascienden dimensiones con sus voces

El dúo colombiano de Valentina y Juanita Áñez habla sobre la exploración de la voz, el folklor y los sonidos electrónicos en su proyecto musical

Por  MELISA PARADA BORDA

diciembre 29, 2022

Andrés Garzón Forero

Cuando Valentina y Juanita Áñez suben a un escenario, nadie más las acompaña, solo su viejo amigo el pedal de loop, un teclado y algunos instrumentos pequeños que usan en momentos muy específicos. Tampoco les hace falta una gran banda u orquesta ya que el sonido más importante de Las Áñez proviene de sus gargantas. “No somos instrumentistas aunque nos acompañamos con una que otra cosa de vez en cuando”, dice Juanita en una videollamada con Rolling Stone en Español días previos a su presentación en Rock al Parque. “Somos principalmente cantantes, entonces la composición sale de la voz, los arreglos están muy basados en eso y en la combinación de los dos timbres”.

En vivo, se les ve rotando por cada una de las “estaciones” que acomodan en tarima y que hacen que su show sea tan hipnótico que no puedes dejar de preguntarte cómo lo logran. En un momento las ves tocando instrumentos de percusión, un cuatro y un sintetizador; en otro, notas que únicamente requieren de un juego vocal y las palmas. Así han plasmado en la cinta gran cantidad de sus canciones, de hecho su primer disco, Silbidos (2014), se grabó como si fuera un concierto.

Desde aquel LP ya ha pasado tiempo y su proyecto musical pronto cumplirá una década de haber surgido en medio de su carrera universitaria de jazz y músicas populares, época en la que se desató un efecto mariposa cuando comenzaron a experimentar con el looper. Tras el primer ejercicio de composición que hicieron con esta herramienta –que dio como resultado ‘Semillas’–, en ellas despertó la curiosidad para continuar explorando la creación artística con este método. De canción en canción, en 2013 terminaron por dar su primer recital como un dúo establecido y con un repertorio de su propia autoría que sin planearlo terminaría por erigir su álbum debut.

Antes de convertirse oficialmente en Las Áñez formaron Bituin junto con Daniel y Santiago de Mendoza, agrupación que continúa activa hasta el sol de hoy. Curiosamente, el cuarteto está compuesto por las dos hermanas y otro par de hermanos que hacen jazz latino con tintes folclóricos. No obstante, cuando tomaron la decisión de iniciar una carrera juntas, el desprenderse de dicha raíz musical no fue un proceso complicado. “Fue natural el hecho de que las composiciones no salieran tan jazzeras”, sostiene Juanita. “Las Áñez también comenzó con ese gusto por el folklor que tenemos, pero un poquito más impregnado por la música más popular o, dependiendo, por la canción más ‘comercial’”, complementa Valentina.

Tales influencias se notan, crédito que también le atribuyen a su gusto por la canción latinoamericana, la música bailable y la que se origina en el Pacífico, pero lo que ha permitido que el dúo se haya establecido como una de las propuestas colombianas más prometedoras del momento, es que posee una identidad propia. Sus aproximaciones respecto al uso de la voz no se escuchan todos los días y la construcción que hacen de sus canciones alrededor de ellas es consciente, haciendo que aquí cuente hasta el más mínimo detalle.

Valentina explica que su gusto e interés por las diferentes cualidades del sonido es lo que las ha llevado a buscarlas dentro de sus propias voces y, por lo tanto, han tenido hallazgos tan interesantes que quizás no habrían descubierto de no ser por los impulsos de ir más allá. “Descubrimos que a veces hay que cantar más pasito, más atrás o más abajo”, comenta. “Que la voz puede tener diferentes colores para no una pisar a la otra, hacer otra cosa para darle importancia a ella mientras canta, o al revés”. Gracias a ese factor diferencial, han captado la atención de otros artistas como Andrea Echeverri, Edson Velandia y Kevin Johansen, con quienes han publicado unos cuantos sencillos. A su vez, en 2019 hicieron parte de la banda sonora de Niña Errante, filme del director colombiano Rubén Mendoza.

En sus casi 10 años de carrera, Las Áñez ya suman tres trabajos discográficos: Silbidos, Al aire (2017) y Reflexión (2020). De estos, solamente el segundo fue premeditado. “En el primero, hicimos un concierto y después nos dijeron, ‘Deberían sacar un disco, están muy buenas las canciones’”, relata Juanita. “Después, nos salió un concierto grande y era mejor tener algo que vender, entonces dijimos, ‘Hagamos un disco’. Pero no fue una decisión, fue una circunstancia”. La historia detrás del tercero es incluso más interesante.

Ambas hermanas habían ganado concursos de composición que originaron, sin pensarlo, dos mitades que moldearon alrededor de un “mismo concepto del sonido acústico, del eco, de lo reflexivo”. Al momento de grabar, una parte se hizo en la sala de conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango como si se tratara de un show en vivo, mientras que la segunda se realizó en un estudio donde se atrevieron a incluir instrumentos que normalmente no tocarían en tarima.

Una vez más, su siguiente álbum llegó de repente y actualmente está en proceso, aunque para conocerlo todavía falta tiempo. Pero mientras llega, ya se conocen ‘Señal del viento’ con el Cholo Valderrama, ‘Como si fuera yo’ con Lido Pimienta y ‘De curvo cuerpo’, temas que dejan entrever una nueva faceta para el grupo que pasó de la introspección en Reflexión, al dinamismo percibido en sus nuevas creaciones con sonidos más electrónicos.

Hasta hace unos años, su proceso se había mantenido muy hermético puesto que a muy pocas personas se les había dado la confianza de ‘meterle mano’ a su música, pero recientemente las gemelas se han permitido “ver sus canciones desde lejos”. “Ha sido muy lindo porque uno descubre nuevas caras que puede tener la canción. Puede tener muchas caras y una cosa es cómo nació y otra cosa es cómo puede ser”, opina Juanita sobre la producción a cargo de Miguel Rico y Andrés Leal.

Juntas consideran que su esencia se mantiene, es más, este nuevo terreno en el que se están adentrando les ha permitido darse cuenta de que lo que hacen lleva intrínseco ese calor de los ritmos latinos. Al mismo tiempo, desde la perspectiva de Las Áñez, sienten que trabajar con el folklor es un ejercicio auténtico y que haber tenido la posibilidad de criarse con ello es un privilegio maravilloso. “Como artista, es muy importante recurrir a lo cercano”, sostiene Juanita. “No todo el mundo es consciente de ello porque no [cualquiera] ha tenido contacto con esas raíces que van más allá de la música porque explican y reflejan culturas, sociedades, música, espiritualidad, todo a la vez”, concluye Valentina.