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La tendencia Coquette: sus luces y sus sombras

El coquette ha generado un revuelo en redes sociales por los símbolos que le caracterizan, así como por lo problemáticos que pueden ser.

enero 29, 2024

Fotos: Pinterest. Ilustración: Santiago Sanabria Uribe

Moños, mucho rosa y encajes. La tendencia Coquette o el Coquette Aesthetic no es realmente nueva, pero se ha hecho viral hace pocos meses y tuvo un nuevo aire en redes sociales, específicamente en TikTok, con el inicio de 2024. Como es usual por esa época, Internet se inunda de predicciones sobre lo que se usará o no en el nuevo año. Con la sobrecarga de videos e imágenes sobre el coquette en cada red social, la conversación se volvió viral. Muchos, pero sobre todo muchas, se preguntaron si la nueva tendencia era algo para incorporar a su estilo, algo común con cualquier otra moda, pero esta trajo algo más. Las críticas por la forma en que se representa lo “femenino”, la burla sobre la hiperfeminidad e incluso los posibles nexos con la pedofilia, aparecieron como cuestionamientos recurrentes.

A la fecha hay más de un millón de videos en TikTok bajo el #coquette y, según la revista Forbes, se cuentan más de 15 mil millones de visualizaciones. Todo parece muy reciente, pero el origen del coquette es bastante antiguo. Como toda tendencia, esta toma elementos que la actualizan. El Coquette retoma elementos de estilos de la moda de antaño, algo que encaja a la perfección con el elemento nostálgico que obsesiona a la generación Z, en algo que la diseñadora de indumentaria y abogada, Joyce Torres, califica como un revisionismo estético que ha traído otras tendencias. El mercadeo ha sabido usar a su favor dicha obsesión no solo entre los GenZ. Para el ojo incauto hay otras tendencias que parecen ser iguales al coquette, y la verdad es que se parecen. Entre estas se encuentran el babygirl (que proviene de prácticas BDSM), el nymphet (que viene de las películas basadas en la novela Lolita de Vladimir Nabokov), y el balletcore (zapatos inspirados en el ballet y la moda del romántico de finales de 1800).

Pero el inicio del Coquette es aún más antiguo. Como recuerda Torres, la palabra viene del francés que significa “coqueta” y como estilo toma elementos de la indumentaria del siglo XVIII con una gran inspiración en el rococó tardío de la reina Maria Antonieta, del cual incorpora elementos decorativos de la ropa como los moños y el encaje. De igual modo, se basa en el “infame” vestido Chemise à la reine, que era una prenda generalmente hecha de algodón y que se usaba a modo de ropa interior, pero que Maria Antonieta reversionó en muselina semitransparente, con volados en el pecho y las mangas, con el cual la reina de la época decidió pasar sus días en el campo.

Quizás el elemento más icónico del coquette, o al menos el que es más fácil de distinguir, es el lazo o moño, que se usa en el pelo y en la ropa. Este uso se remonta a la moda del periodo romántico de finales del mismo siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, en donde después de las revoluciones y el nacimiento de las Repúblicas, la feminidad volvió a ser relevante. Esto fue visible en el vestido y el adorno de la ropa como elemento asociado con la clase social, ya mayormente sin monarquías.

Pinterest.

A pesar de que estos orígenes se encuentren varios siglos atrás, la llegada a la moda actual se enmarca en el revisionismo de la Generación Z, que ahora echa mano de diferentes estéticas de los años 90 y 2000. Y claro, no es que esto lleve directamente a la figura de Maria Antonieta, sino que pasa por el filtro de la cultura popular que hace algunos años ya hizo la tarea. Aquí las películas de Sofia Coppola como las Vírgenes suicidas (1999) y por supuesto, Maria Antonieta (2006), tienen una impronta principal de la hiperfeminidad y la inocencia expresadas a través de los colores pastel, textiles ligeros, lazos en el pelo y ropa, siluetas insinuantes, etc.

El resultado de todo este fenómeno nostálgico aparece con mayor claridad en 2010, con la explosión de la red social Tumblr, y la imagen y la música de la cantante Lana del Rey. Todos estos elementos apuntaron a una exaltación de la adolescencia y la juventud, con íconos que entremezclaron elementos femeninos y dieron un nuevo rumbo de donde resurge esta tendencia que ha dado de qué hablar en redes sociales, comenta Joyce Torres. En este momento del años, en medio de las semanas de la moda, el street style está lleno de elementos como encaje, perlas, cuellos de bebé e incluso corazones. No se pueden dejar de lado los peinados con moños y maquillaje en tonos suaves, que toman como referentes también a mujeres representativas del mundo de la moda como Simone Rocha o Alexa Chung. 

En conclusión, el coquette no ha pasado desapercibido. Actrices y cantantes han sido asociadas con la tendencia. De hecho, cada vez aparecen nuevas referencias de la cultura popular que lo apropian y cientos de memes que lo ridiculizan. Para no ir muy lejos, de la reciente canción Igual que un ángel, colaboración entre Kali Uchis y Peso Pluma los usuarios de internet decidieron nombrar el nacimiento de un nuevo estilo: el Tumbette. 

¿Es problemática la “feminidad” que impone el coquette?

La palabra clave de esta tendencia es “hiperfemeninidad”. Quienes lo defienden consideran que es una manera de reivindicar la feminidad sin tener que usar prendas de origen masculino al mejor estilo de las tendencias masculinizadas como el girlboss donde priman el uso del sastre o los blazers. Por supuesto, la moda nunca está aislada de las ideas que circulan en la sociedad. De entrada, valdría la pena preguntarnos qué significa realmente esa feminidad y qué estereotipos de género integra. Además, ¿por qué es objeto de burlas lo que se considera ultrafemenino si eso mismo nace de los roles de género estrictos que la sociedad espera que cumplan las mujeres? 

Para Angelica Diazgranados, directora de moda de Rolling Stone en Español, la tendencia coquette es una reinterpretación de un momento social específico que tiene como finalidad la infantilización de la feminidad. Ese momento social del que habla es el final de la época victoriana, en el siglo XIX. Sus opiniones coinciden con una parte de la conversación digital sobre los pros y los contras de esta forma de vestir y tiene que ver con el papel estético que esperamos de las mujeres en lo público en distintos roles. “Cuando me hablan de una mujer poderosa yo espero encontrarme otro tipo de estética, no esta tendencia”, dice.

Pinterest.

El vínculo de la tendencia coquette con la infantilización existe, pero Torres hace algunas claridades. La primera es que no es solo este estilo, sino que hay otros que se basan en la hiperfeminización y de paso romantizan la infancia. Estas modas toman elementos que resaltan valores asociados a la inocencia y la juventud, y los convierten en objeto de consumo. El consumidor promedio no diferencia el Coquette del Nymphet o del babygirl, pues, como indica esta diseñadora, son distintas representaciones de la infancia o de la mujer inocente, pura y sumisa. Aunque por supuesto cada quien puede darle reinterpretaciones más contestarias, como ocurre con muchas modas, esta termina siendo sexualizada por el mercado para aumentar su consumo. De aquí surge uno de los puntos más cuestionados de la tendencia y es su vínculo entre infantilización y pedofilia.

Los nexos entre el coquette y la pedofilia

La conversación digital en torno al coquette puso uno tema sumamente problemático en discusión y es que la infantilización de mujeres adultas podría derivar en una sexualización coincidente con la pedofilia. Joyce Torres señala que al ser un fenómeno dentro y fuera de Internet, puede dar pie a escenarios donde predadores busquen estas características en mujeres menores para ejercer poder sobre ellas. En algunos casos, aunque parezcan extremos, puede llevar a situaciones de acoso, abuso o incluso violación. De hecho, no es casualidad que el coquette actual tome por lo general como referentes a mujeres muy jóvenes sacadas de contextos de hipersexualización, como las películas de Sofía Coppola en donde las protagonistas son mujeres de este estilo. Por esto, sin censurar a quienes dedican abrazar esta tendencia, llama la atención para estar alerta. Esta opinión no es aislada y surge de una preocupación válida sobre un mundo donde lo estereotípicamente femenino o infantil ha sido objeto de muchas violencias.

Adriana Convers, creadora de contenido en @fatpandora, explica que aunque fue una de las primeras que asoció la tendencia coquette con la infantilización de las mujeres y la pedofilia, su opinión ha cambiado al escuchar otras voces. Bajo esa nueva mirada, cree que decir o pensar que porque una mujer se pone moños, cinticas o usa colores pastel, está de alguna manera incentivando la pedofilia, es poner el foco en el lugar incorrecto, que es el de las víctimas. “Replicar esos discursos que hemos escuchado a lo largo de nuestra vida y que son violentos, como que por la forma en que uno se vista puede ser víctima de acoso, es violento. Y puede ser lo mismo decir que porque una mujer se pone moños está de alguna manera alimentando la pedofilia”, opina. Convers cree que hay que cambiar el enfoque ante esta conversación y que si alguien siente atracción por unas prendas porque le recuerda a niños y niñas, esa esa persona quien tiene un problema, no quienes lo usan.

La mirada infantilizada sobre las mujeres, o sobre el tipo de mujer que expresa la tendencia coquette, sin embargo, abre cuestionamientos como el que trae Diazgranados. Ella pone el acento en si la sociedad en el fondo quiere relacionarse con niñas y no con mujeres. Aunque no cree que con esto se incentive la pedofilia, considera que visualmente resaltar a las lolitas, el encaje, la estereotipada delicadeza, etc. sí infantiliza la imagen de la mujer. Para ella incluso más que una reivindicación de la feminidad, más bien la disfraza.

Más que una tendencia masiva puede ser un asunto de nicho

Convers no está muy convencida de que el coquette vaya a durar mucho. “Aunque no hay forma de ser pitonisa de la moda, creo que no es una tendencia sostenible para quienes quieran desarrollarla al extremo. No creo que vaya a ver a todas las personas en la calle usando moñitos”, dice. Es posible que como en otras tendencias se extraigan elementos y se mezcle con otros estilos. 

Por su parte, Diazgranados cree que esto más que comportarse como una tendencia, se va a comportar como una tribu urbana o algo similar: “habrá un tipo de personas que consume y comunica procesos dentro de esos mismos códigos alrededor del coquette”. También opina que en todo caso dependerá del éxito en el mercadeo de la tendencia. Al final, solo lo que se vende es lo que persiste y si los moños venden, el discurso se va a mantener. Pero, al margen de esto, aclara que “no toda la mujer que compre un moño es una mujer coquette, ni se está infantilizando. Participar dentro de una tendencia de mercado no hace que una mujer haga parte de un grupo y tampoco se convierte en exponente de una estética”. 

Lo que hace el coquette, más allá de ponerle moños rosados a todo lo que toca, es poner en discusión un juego de estereotipos de lo que es la feminidad, qué representa, a quiénes abarca y quiénes quieren participar de ella. Sea tribu urbana o mercadeo puro y duro, lo más importante es que las tendencias de moda sean una opción y no un deber ser; así cada quien, no solo las mujeres, decidan bajo sus propias condiciones lo que quieren representar y la sociedad lo respete.

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