Cuatro fueron los banquetes que La Renga, una de las bandas más convocantes del país, celebró en el Estadio Presidente Perón de Avellaneda, apenas cruzando el Riachuelo, a pasos de la Ciudad de Buenos Aires. Cuatro banquetes que podrían haber sido más, rumorean por lo bajo los que saben, pero que por cuestiones que parecen tener lógica (se avecina el comienzo del campeonato local y Racing, el equipo anfitrión, necesita un campo de juego en óptimas condiciones), fueron cuatro y este sábado, ya domingo, en el último instante del último concierto, mientras se esfuman en el aire los últimos acoples de la guitarra de Chizzo Nápoli y el reloj marca la 1:13 de la madrugada, en el Cilindro, que está lleno de bote a bote, sobrevuela esa sensación agridulce que provoca el final de las cosas.
Después de tocar en Ushuaia, La Renga anunció que llegaría a Racing y la expectativa hizo que se agoten cuatro fechas en un solo par de horas (hasta Skay Beilinson estuvo entre el público). Fueron cuatro conciertos en los que la banda se dio el gusto de repasar toda su obra y a su vez de resignificarla. La tensión de la banda con el gobierno de turno (motorizada por el uso por parte de Javier Milei de uno de los himnos de La Renga, “Panic show”) se volcó a las banderas y los cánticos del público. También llegó arriba del escenario con algunas breves referencias por parte de Chizzo (“Atención, Javier. El león se quiere comer a la casta y resulta que están todos al lado tuyo”, lanzó en una de las fechas).
En la segunda noche invitaron a Willy Quiroga para hacer “A nadie le interesa si quedás atrás (Total qué…)” de Vox Dei. Por eso, para cerrar la residencia en Avellaneda, La Renga decidió transmitir el concierto a través de YouTube y subir la apuesta con una devolución de favores. El año pasado, en el Estadio Vélez Sársfield, se dio lo que Chizzo definió este sábado como “el acto de hermandad más rockero de los últimos tiempos”: mientras el trío de Mataderos sigue sin poder conseguir una habilitación para tocar en la Ciudad de Buenos Aires, Divididos los invitó a tocar a su recital, en pleno barrio porteño de Liniers. Ahora, ellos hicieron lo propio y Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella tuvieron su momento en Racing.
Primero subió Mollo e hizo una versión de “Balada del diablo y la muerte” con La Renga, luego el trío dejó el escenario para que Arnedo y Ciavarella completen la aplanadora y suene “Ala delta”. Como si fuera poco, luego volvieron Tanque y Tete y los seis (sí, con dos baterías, dos bajos y dos guitarras), hicieron: “Hey Hey, My My”, de Neil Young. Para consuelo de quienes se lo perdieron, el registro de este recital histórico, y toda la estadía en Racing, formarán parte de la película que la banda viene preparando hace tiempo, anunció Chizzo.