La vida, el amor y la muerte. En este mundo rápido y furioso, cargado de escapismo y con una gran falta de introspección y subjetividad que conlleva al vacío existencial, Joachim Trier llega para rescatarnos por medio del arte. El director noruego se atreve a retomar los temas eternos, para conjugarlos de una manera magistral en su quinta película.
El primer largometraje de Trier fue Reprise (2006) un trabajo entrañable sobre la lucha de dos jóvenes escritores. La inolvidable Oslo 31 de agosto (2011), adaptación libre de la novela Fuego fatuo de Pierre Drieu La Rochelle, es uno de los mejores retratos cinematográficos de un adicto. El amor es más fuerte que las bombas (2015), un hermoso estudio sobre una fotógrafa de guerra y su legado, marcó la primera experiencia cinematográfica de Trier por fuera de su país de origen y de la cual salió avante. Thelma (2017) fue una película muy particular que combinó lo fantástico (poderes telequinéticos) con lo terrenal (un amor reprimido). La tragicomedia La peor persona del mundo es, definitivamente, la película más bella de su filmografía y quizás una de las mejores películas de todos los tiempos.
La única forma de vivir es comprometerse a la vida. El escritor Albert Camus planteaba que la vida no tiene sentido, pero que vale la pena vivirla. Quienes sean testigos de la gran película de Trier, también serán testigos del nacimiento de una estrella. Su nombre es Renate Reinsve y fue galardonada como mejor actriz en el pasado festival de Cannes. Su premio fue más que merecido.
Lo importante es ver aquello que resulta invisible para los demás. El fotógrafo Richard Avedon estaba obsesionado con hacer retratos tan complejos e interesantes como las personas retratadas. En doce capítulos que incluyen un prólogo y un epílogo, Trier y Reinsve nos presentan el inolvidable retrato de una bella mujer comprometida con la vida, de mirada hipnótica y colmada de sensualidad, sensibilidad, honestidad y espontaneidad, quien nos lleva a través de un viaje existencial, del cual será imposible no sentirnos interpelados y profundamente conmovidos.
Conócete a ti mismo. El filósofo Sócrates nos decía que antes de realizar el viaje exterior, es necesario primero hacer el viaje interior. No es gratuito que Julie se encuentre en medio de dos aficiones. Una de ellas es la psicología, la ciencia que estudia el comportamiento y la mente humana; y la otra es la fotografía, el arte de pintar con la luz para contemplar las apariencias.
El amor es una actividad y no un afecto pasivo. El psicoanalista Erich Fromm decía que el amor es la única respuesta sensata y satisfactoria al problema de la existencia humana. El viaje de Julie incluye inevitablemente la experiencia el amor y, como muchas personas adultas, esta mujer aprende a aceptar que el amor no es para siempre, que podemos enamorarnos de varias personas a la vez y que, del mismo modo como las experiencias nos unen, estas también son las que llegan a separarnos.
Los dos amores de Julie son Aksel (encarnado por Anders Danielsen Lie, colaborador constante de Trier), un caricaturista creador de un gato muy similar al Fritz de Robert Crumb, quien en un principio no quería enamorarse por miedo al dolor, pero que sucumbe al igual que su amada. El segundo hombre en la vida de Julie es Elvind (Herbert Nordrum) un barista comprometido con una mujer apegada al mundo de la falsa espiritualidad, a quien Julie conoce en una fiesta. Los dos no querían ser infieles con sus respectivas parejas, pero el corazón quiere a quien el corazón quiere.
Es imposible no cometer errores. El psicoanalista Carl Gustav Jung afirmaba que el verdadero conocimiento no solo descansa sobre la verdad sino también sobre el error. Julie llega a cabo su viaje existencial cometiendo muchos tropiezos y generando dolor en el camino, pero la idea es que aprendamos de nuestros errores para no volverlos a cometer en el futuro y mejorar constantemente como personas. En este sentido, el viaje de Julie la lleva hacia la iluminación y la sabiduría, la cual solo se logra cuando reflexionamos sobre las experiencias vividas.
El buen cine incluye al menos un momento sagrado. El crítico André Bazin, decía que el cine es el arte de lo real, puesto que tiene la habilidad de captar la realidad, no solo para representarla, sino para elaborar una verdad. Trier logra un retrato de la vida tal y como es, confeccionando su película a partir de pequeños momentos, los cuales, en apariencia pueden parecer poco relevantes, pero que en retrospectiva cobrarán un enorme significado. Así como sucede en la vida.