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La gran aventura interestelar de Coldplay

En el ambicioso décimo álbum de la banda, Chris Martin lleva su sonido al espacio profundo y se encuentra... a sí mismo

Por  JON DOLAN

Anna Lee

Coldplay

Moon Music

En un reciente hilo de Reddit, subido en vísperas del décimo álbum de Coldplay, un usuario se preguntaba: “¿Será el nuevo álbum [de Coldplay] un regreso a sus raíces o más palabrería comercial?”. Tal distinción podría parecer un poco extraña si se tiene en cuenta que las “raíces” de Coldplay a principios de la década de 2000 consistían en evocar al Radiohead de los 90 y al U2 de los 80 en baladas de rock suave. Pero el purista de Coldplay tenía un buen punto. Uno puede imaginar que un fan de ‘Clocks’, ‘Yellow’ o ‘The Scientist’ se sienta un poco a la deriva en medio de la brillante euforia del último álbum de la banda, Music of the Spheres, en el que aparecían estrellas de pop como Selena Gomez y BTS, y que, con la ayuda del productor y científico del pop Max Martin, combinaba parte de la música más elegante que la banda ha hecho con la temática cósmica de encontrar nuestra humanidad compartida allá en la niebla azul. 

Como lo indica el título, el Coldplay de Moon Music no volverá a la Tierra pronto. El álbum es la segunda parte de su proyecto Music of the Spheres, con títulos como ‘Jupiter’ y ‘Aeterna’, y es tan intergalácticamente ambicioso como cabría esperar, musicalmente espacioso y emocionalmente inagotable. Pero a diferencia de otros artistas de rock, pop o soul que viajan por el espacio, Chris Martin no viaja a la Vía Láctea para escapar de nuestro mundo en decadencia; está ahí para encontrarse a sí mismo. 

Érase una vez, en que intenté recomponerme, ser más como el cielo y aceptar todo tipo de clima”, canta Martin en la canción que abre el disco, un giro new age de instrumentación celestial que finalmente desemboca en una melodía de piano que suena como si Elton John interpretara a Erik Satie. “Intento confiar en el cielo y en un mundo lleno de amor”.  

El resto del álbum transcurre descubriendo que sí, Martin puede confiar en el amor. ‘Moon Music’ da paso al brillante electropop del single ‘Feels Like I’m Falling in Love’: “Siento que me estoy enamorando / Me arrojaste un salvavidas”, entona, antes de que su voz se eleve en acrobacias de falsete al estilo de Bono, en un momento muy característico de Coldplay. Admirable, su búsqueda de consuelo personal nunca implica complacencia musical. Siempre ha sido un turista sónico con un corazón de oro. Contra el bullicioso ritmo y el sintetizador de ‘We Pray’, se le unen el rapero británico Little Simz, el titán nigeriano del afrobeat Burna Boy, la compositora palestinochilena Elyanna y la cantante argentina TINI para un momento inspirador rematado por un coro. ‘Good Feelings’, con otra artista nigeriana, la prometedora cantante Ayra Starr, es una suave y dulce muestra de Michael Jackson/Maroon 5 en la que los dos artistas se deslizan por una pista de baile tan grande como la creación. 

Con Max Martin de vuelta como copiloto de Chris Martin, el álbum no deja de girar, como un crucero espacial esquivando asteroides genéricos, desde la alegre y acústica canción de amor ‘Jupiter’, sobre una chica tan fuera del alcance que comparte nombre con un planeta, pasando por ‘Alien Hits/Alien Radio’, un baño de estrellas ambiental que suena a Brian Eno interpretando a Enya, y que contiene un sample de Maya Angelou, hasta “IAAM”, una explosión del Coldplay vintage en el que Martin atraviesa “un mar de dolor” para salir del otro lado exclamando “¡Soy una montaña!”.

Moon Music solo contiene 10 canciones, pero es bastante, y esa es la idea: el LP de pop rock como una inmersión social, psicológica y metafísica en agua fría. Cuando Martin pasó por la oficina de ROLLING STONE para presentar el álbum a nuestro equipo, se sentó en el suelo, como si literalmente necesitara aferrarse a él para asimilar la grandeza de lo que había creado. 

Un mundo, solo un mundo”, repite Martin con una ensoñación utópica en la épica balada de siete minutos que cierra el álbum. Nuestra existencia humana compartida es un poco más compleja que eso, pero ríete cuanto quieras, Martin siempre será orgullosamente el tipo sentado en el suelo que quiere traspasar el techo, más allá de sus propios límites, e intentar escribir sus más grandes sueños cursis en el cielo.

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