La intérprete de techno-pop, Ela Minus presenta una canción disruptiva en todo sentido. En primer lugar, el video que acompaña a esta canción es un viaje cinematográfico entre las luces estroboscópicas, la corporalidad, la evolución y las heridas, las cuales son exploradas desde la perspectiva de Gabriela Jimeno Caldas, una paciente de un hospital de Londres, el Whittington. Allí, como dice Minus, nació por segunda vez después de ser admitida en estado de confusión.
La atmósfera pesada que permea el video se siente también en la composición, la cual es atravesada por los sonidos fuertes, los golpes de ritmo y el silencio repentino que se apodera de la escena al llegar al minuto 1:40. La crudeza no es ninguna desconocida para el ojo de Losmose, director del video, quien recopila una serie de artefactos cotidianos para contar una historia a través de la imagen, una poderosa, una llena de sentido estético. Al explorar las heridas de un individuo esta toma nos lleva al cauce de un río, el cual desemboca en la escena final, la cual es protagonizada por un hombre sosteniendo una cabra en medio del campo colombiano. Finalmente, vemos los pies de alguien desconocido en una camilla, en una toma que pareciera estar en primera persona guiándonos nuevamente a la salida de una bizarra historia.
La sensibilidad que caracteriza a Ela es palpable, pues el video es intrínsecamente personal: “Este video es importante. Por mi propia historia y por el empoderamiento que puede dar a otros a través de mi manera de contarla” aseguró Minus, “la realidad se transfiguró, y reveló sus verdaderos colmillos”. Por último, esta exploración audiovisual marca una nueva etapa artística para la cantante, quien pareciera estar disfrutando de su proceso creativo hasta el momento.
